Pablo Moya, economista y socio de la consultora Oikos
En entrevista con CRÓNICAS, Pablo Moya dijo no creer que el próximo gobierno esté pensando en financiar los gastos con emisión y que entiende que se mantendrá la conducción que ha tenido este gobierno en cuanto a la política monetaria y económica. Por otro lado, destacó que debería empezar a procesarse un “gran cambio” que saque al país de las tasas de crecimiento bajas que tiene hoy y agregó, referido al empleo y los salarios, que “no se puede prometer un incremento sustancial del salario real, 100% a costa del gasto público, sin una contraprestación de productividad”.
-¿Qué le quedó pendiente a esta administración en materia económica?
-A esta administración le quedó pendiente tratar de reducir el déficit fiscal y la deuda pública. Hay que considerar que dentro del plan económico inicial no estaba la situación extraordinaria que produjo la pandemia, que demandó recursos fiscales extraordinarios. En definitiva, este tema ha sido el debe del gobierno. Después, en términos generales, creo que ha sido un buen año, porque terminamos con un crecimiento y una recuperación económica mayor que la del 2023, con el desempleo a la baja y consolidándose en números menores que años anteriores, además de tener la inflación dentro del rango meta, que es muy valorable.
-¿El incumplimiento de la regla fiscal, tras la decisión de elevar el tope de endeudamiento, es una muestra de lo que dice?
-Primero, creo que es positivo que exista una regla fiscal y que se establezcan mínimos y máximos que el gobierno deba cumplir. Las modificaciones que se le deban aplicar pueden apuntar a atender casos extraordinarios. Obviamente, no es bueno que, si uno se plantea una meta, que es lo que impone la regla fiscal, no la cumpla. El incumplimiento significa, de alguna manera, un debe en esta materia y no es positivo.
-¿Imagina muchas diferencias a nivel de política económica entre la administración actual y la del Frente Amplio (FA)?
-No. Obviamente, habrá algunos matices, como ya lo ha anunciado el presidente electo. Una vez que presenten el plan económico quinquenal, podremos tener mayores pistas. Entiendo que habrá un mayor gasto e inversión pública en lo que tiene que ver con el gasto social. Por ese lado, eso puede tensionar las cuentas públicas y habrá que ver cómo se financia, si con más emisión, que generaría inflación, o con más deuda, lo que tensionaría aún más la deuda pública. A priori, creo que se iría por el lado de la deuda o por encontrar traspaso de partidas presupuestales de un lado a otro y buscar financiamientos de otro tenor, sin recurrir a la deuda. No creo que el nuevo gobierno esté pensando en financiar los gastos con emisión y entiendo que va a mantener la conducción que ha llevado este gobierno en lo que tiene que ver con la política monetaria, que de alguna manera y con matices, también es continuidad del gobierno anterior. En definitiva, en política monetaria creo que puede haber dos matices, pero no un cambio relevante. Me parece que ha habido acuerdo respecto de que el Banco Central del Uruguay (BCU) ha sido bastante consistente en su objetivo de reducción de la inflación, porque la Carta Orgánica del banco así lo establece y así lo han explicitado sus distintas direcciones.
-El próximo gobierno, como usted mencionaba, deberá afrontar distintos compromisos a nivel de gasto social, en un contexto económico donde el margen para gastar es acotado y los niveles de déficit no son buenos. ¿Qué se puede esperar a nivel tributario dado esto que le menciono?
-No habrá un cambio explícito, pero sí puede haber un cambio en cuanto a una mayor carga impositiva sobre el resto de los contribuyentes. Esto se puede dar por cambios en montos imponibles y en las franjas del IRPF y la deducibilidad de algunas partidas, que no necesariamente pueda ser como el cambio que se materializó en la reforma tributaria del 2007. Aun así, está pendiente lo del IVA personalizado y hay que ver cómo se va a materializar.
-¿Cómo imagina la implementación de esta propuesta?
-En cuanto a la implementación, no creo que haya inconvenientes. Creo que habrá un pago del IVA a través de todos los bienes a los que se le subiría la tasa o se establecería una tasa única y que esas devoluciones se hagan a través de medios magnéticos, mediante cuentas o tarjetas. Supongo que se grabará con IVA la leche y a aquellos usuarios de los programas de asistencia del gobierno, se les devolverá ese monto. Si no es así, debería tener otro nombre y rotularse como un apoyo contributivo, que es lo que existe hoy con la Tarjeta Uruguay Social.
-¿Qué grandes cambios se pueden esperar en los próximos cinco años, teniendo en cuenta lo que necesita el país?
-Lamentablemente, no espero grandes cambios positivos o negativos en los próximos cinco años. Creo que debería empezar a procesarse un gran cambio que nos saque de las tasas de crecimiento bajas que tenemos hoy, y que nos permita mantener el desempleo bajo. Si se analizan los últimos cinco años, crecimos al 1,7% y si se analiza un poco más atrás, crecimos en el entorno de 3,2%, que es un guarismo bajo teniendo en cuenta que la población se mantiene estable y sin variaciones. Además, hay que tener en cuenta la población cada vez más envejecida que tiene Uruguay, que va a tensionar el sistema previsional y las jubilaciones tendrán que retrasarse y serán menores. Tiene que haber cambios estructurales, profundos y consistentes para quebrar esta tendencia, además de un acuerdo social en el que en los diagnósticos todos estamos de acuerdo, pese a algunos matices, pero nunca lo implementamos. Por ese lado, no veo un cambio positivo y estructural, pero tampoco un cambio negativo que sea nocivo para el futuro del país.
-¿Es posible recuperar la capacidad de compra como se plantea el FA, sin afectar al empleo y a la producción?
-En la medida que se mantenga la inflación a la baja durante mucho tiempo, que de a poco hará que el país empiece a reducir su encarecimiento y que los ingresos puedan tener cierta recuperación, se puede. Lo que no se puede es prometer un incremento sustancial del salario real, 100% a costa del gasto público, sin una contraprestación de productividad. En la medida que se pueda tener remuneraciones salariales que vayan en sintonía con algunos ajustes de productividad y alguna mejora del clima económico empresarial, mientras se mantenga la inflación, habrá una mejora en el bolsillo de la gente. Estos días leí declaraciones del próximo ministro de Trabajo, de que no se puede vivir con $ 25.000 al mes. Pero claro, el problema es que no se puede vivir con esa plata en un país caro. Si se traslada a dólares, donde la vivienda y la canasta básica tienen otro valor, se puede. No es que tengamos que duplicar el ingreso, porque si se duplican los salarios por decreto, generan inflación. Creo que la solución no viene solo por una medida, sino que debe ser algo en consonancia con todas las artistas que tiene el problema. Si se afecta un aspecto, sin visualizar los otros, eso va a generar problemas.
“No es comparable la suba actual del dólar con la de 1999; son realidades totalmente diferentes”
-¿Qué se puede esperar del desempeño del dólar para 2025?
-Estamos viendo anuncios que lo único que generan es inestabilidad en el mundo, lo que genera aversión al riesgo y que los inversores corran hacia el dólar, que sigue siendo la moneda refugio y de mayor utilización. Todos los condimentos hacen que el dólar suba a nivel mundial. A nivel regional vemos que, si bien no tiene la importancia como tiene a nivel local en cuanto al movimiento, en Brasil está subiendo y se empieza a abaratar en dólares, y en términos relativos nosotros nos empezamos a encarecer. En este apartado, empiezan a aparecer potenciales problemas que podemos llegar a tener. Cuando veo comparaciones tan abruptas como cuando se dice, por ejemplo, que el dólar está teniendo la misma suba que tuvo en el 1999, creo que se comparan realidades totalmente diferentes, no solo de Uruguay, sino de la región y el mundo.
“Si Brasil está más barato, no podemos poner una barrera para que los uruguayos vayan a veranear allá”
-¿De qué manera influye la situación de Brasil?
-El relacionamiento que teníamos con Brasil no es el mismo que tenemos hoy y el mundo no estaba tan cerrado. Ahora, que eso complica, es una realidad y hay que monitorear esa situación. Lamentablemente tenemos muy poco para hacer con la situación de Brasil porque, si naturalmente somos un país caro, no podemos, con ayudas fiscales que no tenemos, cambiar una situación estructural para que, de la noche a la mañana, seamos más baratos que Brasil. Entonces, hay poco para hacer. Habrá algunas ayudas puntuales como en su momento se hizo cuando se abarató el combustible en las fronteras, para desincentivar la fuga de consumo, pero si Brasil está más barato, no podemos poner una barrera para que los uruguayos vayan a veranear allá. Lo que tenemos que hacer es abaratar a Uruguay para que sea más atractivo para el turista uruguayo y para el turista brasilero. Medidas como la devolución del IVA y algunas renuncias fiscales son elementos importantes para ello.