En la semana donde la CIU festejó un nuevo aniversario, su presidente, Alfredo Antía, en diálogo con CRÓNICAS, hizo una puesta a punto del sector industrial, poniendo foco en algunos indicadores que preocupan. Las causas son consecuencia tanto del escenario interno como externo, y ese combo determina una pérdida importante de los márgenes de rentabilidad del negocio industrial. Tras analizar diversos temas, y teniendo en cuenta el actual contexto, el empresario considera que es fundamental entender que se necesita un esquema distinto al que tenemos para la fijación de los salarios. “Por cierto que el salario importa, si se puede, pero lo peor es que la empresa cierre”, expresó.
Por Oscar Cestau | @OCestau
En el discurso por el aniversario de la CIU usted dijo que hay “nubarrones recesivos” en la industria uruguaya, con indicadores que preocupan en el segundo semestre. ¿Cuáles son los factores desencadenantes de esta situación?
Con «nubarrones recesivos» me refiero a los problemas que provienen del escenario externo. En el escenario interno nos preocupan los efectos de la situación de Argentina, no solo por lo que perdemos en el turismo, sino por lo que dejamos de consumir los uruguayos para hacerlo en la República Argentina, a lo que se agrega la porosidad de la frontera, que permite no ya aquello de que las familias crucen y compren lo necesario, sino que vemos varios puntos de ventas de alimentos y de productos de hogar en la informalidad, que ingresaron al país por la vía indebida. Entonces, si a las dificultades de competitividad que tenemos con los productos que se fabrican en Argentina por la diferencia cambiaria sumamos estos otros elementos a los que hice referencia, tenemos un cocktail que nada ayuda a la recuperación de la industria uruguaya, particularmente en los sectores de alimentos y de productos para el hogar, que son los que más sienten lo que acabo de relatar.
Los otros nubarrones vienen desde el exterior, porque en el mundo se están notando los efectos recesivos que implica la suba de las tasas. La lucha contra la inflación a nivel global está generando también una caída del consumo, de volúmenes y de los precios de los principales productos de exportación del Uruguay. Si a eso le sumamos que la moneda de intercambio -el dólar- en Uruguay se mantiene desde hace tiempo planchada, y en paralelo la inflación avanza, entonces tenemos una pérdida importante de los márgenes de rentabilidad del negocio industrial. Todo lleva a que se prendan algunas luces amarillas en el tablero.
También mencionó que el Banco Central (BCU) interpreta que el margen de rentabilidad del sector exportador está en un nivel bastante más alto que el que la CIU diagnostica. ¿Por qué el desencuentro en las cifras?
Hice referencia al índice del excedente bruto de la industria exportadora, que lo que hace es estudiar la rentabilidad del sector exportador. Nosotros entendemos que hay un error de diseño, que hace muchos años venimos discutiendo, y que se debe corregir, porque los datos que revelamos no tienen el optimismo que muestra ese índice del BCU. Nosotros hacemos una evaluación de una serie histórica de balances de las industrias exportadoras uruguayas y nos da diferencias, entonces consideramos que los responsables de la política cambiaria y monetaria del país tienen que tener los instrumentos con la información correcta para encarar este proceso de enfriamiento general de la economía a nivel mundial.
¿Cree que las autoridades económicas del país no ven la realidad de algunas de las empresas que componen el tejido industrial?
Yo creo que lo tienen claro. Si hay algo que nosotros tenemos es la posibilidad de expresarnos, de decir lo que pensamos y de plantear los temas que entendemos son justos. El asunto es si los tiempos y la billetera del Estado admiten algunas concesiones. Fundamentalmente, hemos reclamado en el rubro tributario, donde encontramos, a partir de la reforma del 2017, que hay algunos ajustes que se le hizo a la producción, particularmente vinculados a la liquidación del IRAE.
Estamos reclamando que al menos se comience en algún momento con una reducción de la carga fiscal, que es gravosa para las empresas.
También hemos hecho planteos para las mipymes, porque ahí la exportación por IRAE vía dividendos fictos nos genera preocupación. Sabemos, por estudios de balance, que las empresas más chicas están pagando más impuestos que las más grandes. Ahí hay un hecho curioso que se da con el salto de la franja, lo que lleva, insólitamente, a no vender más porque si lo hacés, tenés que tributar más. Los planteos van en el sentido de aumentar el umbral que define a cada una de las empresas -si es micro, pequeña, mediana o gran empresa- para sumar más de estas al segmento de las mipymes, y así darles mayores beneficios, particularmente en el capítulo de compras públicas. Es muy difícil para Uruguay competir con el mundo. Todos sabemos que existe un problema de escala que no podemos evitar, y después tenemos una suerte de costos internos, vinculados principalmente al rubro energético, al fiscal, al salarial, que es particularmente duro con las empresas más chicas. Esto porque el sistema de fijación de salarios que hoy tenemos no reconoce las diferencias entre las grandes y las pequeñas empresas, o entre las grandes y las que están alejadas de los centros de consumo y distribución, como las que se ubican en el interior del país. Sin embargo, todas están obligadas a pagar lo que se define allí entre cuatro paredes en la calle Juncal, donde se reúnen generalmente los representantes de las empresas más grandes con los trabajadores de esas mismas empresas, representados por sus sindicatos.
¿Las autoridades políticas entienden la realidad que ustedes diagnostican, o se suman al pensamiento del equipo económico y tienen la misma visión?
Ellos entienden la situación y el equipo económico también. Convengamos que acá en Uruguay hay cosas que podemos hacer y otras que no porque se depende de la situación externa. Así como la situación externa fue muy favorable para el país, con demanda de productos y un buen nivel de precios, ahora el viento viene de frente y nosotros seguimos con algunos problemas estructurales que debemos trabajar, que hacen a la competitividad y a nuestro nivel de decisión. El lunes leía en el discurso una declaración que al sector privado le produjo mucho fastidio, porque cuando nosotros pedimos competitividad, lo que estamos solicitando es que el Estado reduzca su peso y que ese costo no se traslade a la producción, que es lo que nos pasa. Entonces, a raíz de una situación deficitaria del ente Ancap en el aeropuerto de Laguna del Sauce, y de una cesión de la central de esa planta de abastecimiento de combustible para aviones, porque genera 700.000 dólares de pérdida al ente, vemos el accionar del sindicato de Ancap que dice con todas las letras que la oposición que hace no es por puestos de trabajo, porque nunca los van a perder, sino que su presidenta expresa que es por un tema ideológico. Nosotros reaccionamos frente a esto. ¿Qué garantía le damos al sector privado de que va a poder competir con el mundo si el sector estatal, que produce en forma monopólica, no quiere asumir que esas empresas deben dar ganancias? Ahí lo que hacemos es incitar a los gobernantes a que tengan la osadía de encarar los cambios, y en la medida que eso sea consistente, permitirá bajar las tarifas y mejorar aspectos centrales, como es el costo de los energéticos para la producción nacional.
¿Se terminó la paz sindical, esa que había estado, en cierta forma, durante la pandemia y en un tiempo posterior a esta?
Lo que hubo fue al principio una actitud madura del Pit-Cnt durante el período puente, al inicio de la pandemia. Pero después hemos vivido un poco los vaivenes de lo que fue el proceso del referéndum contra la LUC, con un escenario donde lo electoral parece no salir nunca de la escena pública. Esa es una preocupación que tenemos porque este es el tiempo de acción, donde el país no puede estar sometido elección tras elección y en una suerte de continuidad, donde todos los temas se discuten en un tono confrontacional. Había invitado expresamente a los dirigentes del Pit-Cnt al aniversario de la Cámara, pero no asistieron. Luego vimos cuál era la convocatoria para el paro del martes, lo que nos produjo mucha lástima, por usar un adjetivo. Ellos dijeron que el paro era para oponerse a la ley de reforma de la seguridad social… Para que no te roben el futuro, decía el eslogan. Y cuando se adjudican ese tipo de intenciones, se deja muy poco espacio al punto de encuentro. Entendemos que el país, para salir adelante, necesita de reformas básicas, y una de ellas es la de la seguridad social. ¿Habrá alguna discrepancia? Por supuesto. Pero no en una confrontación tal que lleve a la descalificación. El progreso económico germina en la estabilidad política y en la paz social, y ese es un objetivo que hay que cuidar al máximo por parte de todos los actores que nos sentamos en la mesa a discutir los temas de trabajo, de economía y del futuro del Uruguay.
¿Qué sabe de los pasos que se están dando en las negociaciones de un probable acuerdo comercial con China?
La noticia que tenemos es que el tema está avanzando en un nivel reservado y que sería inminente que nos convoquen para darnos información de qué es lo que está ocurriendo. Quizá, y esto es una elucubración de mi parte, los hechos políticos en Brasil pudieron haber puesto alguna pausa. No lo sabemos, esperemos que eso no influya.
¿Cómo vislumbra a este Brasil que se viene?
Creo que aquel Lula que nos envió a su canciller diciendo que no podíamos seguir el tratado de libre comercio con Estados Unidos no es el Lula de ahora. Tampoco lo es este Brasil de hoy con aquel. Porque el Brasil de ahora tiene una industria particularmente de materias primas de origen agropecuario que está buscando destinos en distintas partes del mundo. Este Brasil está buscando una apertura, y a veces esos cambios van más allá de las variaciones políticas; llegan para quedarse. Si es así, yo creo que la política en ese país no va a cambiar mucho, entonces Uruguay no tendría problemas en avanzar en su camino y, como dijimos en algún momento, seguir en la punta de lanza para abrir el mercado chino.
No minimicemos el valor del protocolo que se firmó con Brasil, que en principio era para solucionar la situación de la planta de producción de concentrados de Pepsi de Colonia, que ingresan ahora con arancel 0 en forma permanente los productos que allí se producen, sino que además eso se habilita para todo tipo de producto industrial que se elabore en una zona franca uruguaya. Esta es una herramienta más que ingresa al portafolio que ofrece el país de medidas para atraer la inversión.
Pero así como hemos sido propositivos y decididos en apoyar, también lo somos en solicitar que cualquier acuerdo tiene que venir de la mano de la competitividad, porque exponer a las empresas a la competencia sin darles las herramientas para poder competir sería suicida.
Cuidar el empleo
Hizo hincapié en la competitividad interna. ¿Qué cree que se puede hacer y no se ha hecho para mejorar en ese tema?
El capítulo de las tarifas públicas para la industria es muy importante, sobre todo el capítulo energético. ¿Tenemos el sistema más transparente de fijación de combustibles? Sí. Lamentablemente, estos han subido y ha sido imposible no trasladarlo a precios. UTE, en paralelo, está aumentando la energía por debajo de la variación de precios y también es un esfuerzo, pero lo es a largo plazo. Lo cierto es que estamos compitiendo con productos que se desarrollan con energías mucho más baratas que la nuestra. Ese es un capítulo que nos parece fundamental. El otro capítulo que nos parece muy importante es que hay que madurar todo el proceso de relacionamiento laboral hacia las instancias que nos llevan al mundo en que vivimos. Tenemos una ley que crea los consejos de salarios en el año 43, es decir casi 80 años. Era otro país. Esa ley fue reformada en el año 2009, y cuenta con algunas observaciones que nosotros ya hemos presentado a nivel de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que ha fallado a favor de las empresas uruguayas.
Lo primero es entender que necesitamos un esquema distinto para fijar salarios. Si el mundo opta por algunas pautas que pasan por la negociación bipartita y voluntaria, ya sea por rama, ya sea por empresa, ¿por qué tiene que estar el Estado sentado en la mesa de discusión de los salarios? Podrán tener un lineamiento, pero votar los salarios más allá de los mínimos… Ese es un detalle que queda pendiente en este proyecto de ley que ya tiene media sanción. No obstante, celebramos y deseamos que se vote también en el Senado lo que se ha presentado porque el tema de la no ultractividad de los convenios nos parece muy importante. Esto es, cuando se negocia en la mesa, se hace con tiempo de inicio y de finalización, y después se revisa si se puede seguir dando lo que se había cedido, porque las circunstancias cambian. Dependemos tanto de cosas ajenas que nosotros no nos podemos fijar obligaciones para siempre, tenemos que ir siempre revisándolas, de lo contrario cargamos a las empresas con obligaciones, y después, en algún momento, si no se pueden pagar sabemos que eso significa reducción salarial, menos empleados en planilla y hasta cierre de empresas.
Lo primero que tenemos que cuidar es el empleo. Por cierto que el salario importa, si se puede, pero lo peor es que la empresa cierre.