Mainzer: “Los bancos no han podido avanzar a la velocidad deseada por la gran rigidez en las relaciones laborales”

Luego de asumir el cargo de directora ejecutiva en la ABPU, la economista Bárbara Mainzer abordó, en una entrevista con CRÓNICAS, los temas de actualidad más trascendentes en torno al sector. La crisis de la banca internacional, los problemas de desregulación y los cambios que ha experimentado el rubro, fueron los ejes principales de la conversación. En otro orden, la especialista comentó que “es un gran debe” la inclusión de la educación financiera en la currícula escolar y liceal.

Por Mateo Castells | @teocastells

-¿Cómo impacta la crisis en la banca que se está registrando a nivel internacional? ¿Existen riesgos de contagio?

-En Uruguay tenemos un sistema financiero sólido, con bancos de primera línea y sin exposición a los bancos en problemas. Los bancos en el país tienen un capital que prácticamente duplica el requerido por el regulador. Las pruebas de estrés que realiza el Banco Central del Uruguay (BCU) muestran que está preparado para soportar shocks fuertes y también es importante destacar que esto que pasa no es 2002 ni 2008, lo que pasó fue un problema que ocurrió en determinados bancos que venían arrastrando diferentes tipos de dificultades. Todo empezó en Silicon Valley Bank (SVB), que luego de un reporte donde se denunciaba que podía tener problemas de liquidez, los depositantes retiraron el dinero y el banco no pudo hacer frente a la situación, pero esto se extendió a otros bancos que arrastraban dificultades. A medida que estos bancos problemáticos perdían depósitos, los más sólidos y confiables vieron un aumento en los suyos. 

-¿No vuelve a ser un problema la desregulación del sistema financiero y controles muy flexibles a las entidades?

-Este claramente no es el caso de Uruguay. Después de la crisis de 2002, hubo un aumento muy importante en la regulación bancaria. De hecho, después de la crisis de 2008, los principales reguladores del mundo aumentaron la regulación. En la raíz del problema del SVB hay un tema regulatorio y de cómo se regularizan ciertos activos, pero ese problema no hubiera pasado en Uruguay.

-¿Cómo se encuentra “la salud” del sistema financiero local?

-La salud del sistema financiero local es muy buena. Uruguay tiene bancos de primera línea con un alto nivel de patrimonio y una elevada liquidez. Para ilustrar, las instituciones de intermediación financiera en Uruguay tienen un capital que representa 1,9 veces el capital requerido por el BCU. Las pruebas de estrés que elabora justamente este banco, dan cuenta de que el sistema bancario soportaría, en promedio, un escenario de recesión importante, manteniendo el nivel patrimonial adecuado. El nivel patrimonial es muy bueno, muy superior al requerido, y los estudios realizados muestran que es un sistema que soporta shocks fuertes. Esta solidez se construye con altos requisitos para operar como banco en Uruguay y una alta inversión por parte de los inversionistas. Por ejemplo, los bancos privados en el país tienen un patrimonio de más de US$ 2 mil millones y están regulados por normas muy exigentes, alineadas con los estándares de Basilea y de la Unión Europea.

Por otro lado, la liquidez de la banca es muy elevada. Un alto porcentaje de los activos está en efectivo, depositado en el BCU y en inversiones muy seguras, que se pueden convertir en efectivo rápidamente. Y una muestra de confianza que da el sistema financiero es el elevado nivel de depósitos bancarios. Hay más de US$ 40 mil millones depositados en los bancos, lo que representa el 65% del Producto Bruto Interno (PBI), con la particularidad de que la mayor parte de los pozos son del sector privado, y esto es un ratio muy alto, especialmente en el contexto latinoamericano. Si miramos a enero había más de tres millones de cuentas bancarias abiertas, lo que da cuenta de la escala y la penetración de los bancos en nuestro país.

-¿Cómo evalúa la rentabilidad del sector?

-La rentabilidad del sector es baja en el contexto internacional. El año pasado, las instituciones que componen la ABPU tuvieron una rentabilidad sobre activos de 1% y en relación al patrimonio fue de 13,8%. Estos son ratios bajos. A esto se suma el hecho de que Uruguay es una plaza pequeña, donde no están los beneficios de la escala que sí tienen otros mercados grandes como Brasil. Esto significa que, en términos relativos, el banco gana poco. La rentabilidad en términos relativos es baja y la escala es pequeña. Y esta baja rentabilidad es consecuencia de que el sistema bancario uruguayo enfrenta uno de los costos más altos del mundo. Tenemos las contribuciones al sistema de seguridad social más altas que existen y varias veces superiores a cualquier empresa en la nación. La tasa de Impuesto al Patrimonio de los bancos es prácticamente el doble que la del resto de las empresas en nuestro país y esto es particularmente gravoso, porque los bancos operan con niveles de patrimonio muy elevados, y estos son solo algunos ejemplos.

-En una mirada de mediano plazo, ¿los bancos se han visto favorecidos por la Ley de Inclusión Financiera?

-La inclusión financiera fue, sin dudas, muy positiva para la población. Un porcentaje elevado de uruguayos tienen acceso a servicios financieros y, en este sentido, también fue beneficiosa para los bancos, porque tienen más clientes y acceden con sus productos y servicios a una mayor población. Pero también tuvieron que trabajar muy duro y realizar fuertes inversiones para atender este mayor volumen de clientes y ofrecer servicios gratuitos como cuentas de sueldos con transferencias sin costo.

-La banca a nivel internacional ha registrado cambios muy importantes, acompañando las transformaciones en el negocio que traen consigo los avances tecnológicos. ¿Uruguay ha avanzado en consonancia con esos cambios a nivel internacional?

-El negocio financiero experimentó cambios muy importantes en todo el mundo y también en Uruguay. En nuestro país se pasó de una banca focalizada en atención presencial en las agencias y sucursales a una banca que, además de la atención presencial, incorporó la banca digital que funciona las 24 horas del día en los 365 días del año. Por mencionar algunos ejemplos, hubo un fuerte aumento en el uso de medios de pago digitales, transferencias, tarjetas de crédito y débito, y hoy se pueden abrir cuentas 100% online. Hubo un progreso muy importante. Los bancos hicieron cuantiosas inversiones para transitar esta transformación, para atender mejor a los clientes, para competir con nuevos actores como las fintech y las compañías de crédito al consumo. Pero no han podido avanzar con la velocidad que se hubiera querido porque en el sector bancario hay una gran rigidez en las relaciones laborales.

-¿Preocupa el aumento de los fraudes y ciberataques? ¿Qué se puede hacer al respecto?

-El aumento de los fraudes y ciberataques preocupa y mucho. El uso de internet para informarnos, para comprar y para hacer transacciones bancarias creció exponencialmente. Con mayor uso de internet y de instrumentos electrónicos, aumentó el caudal a nivel internacional y Uruguay no fue la excepción. Las instituciones financieras tienen sistemas robustos. Permanentemente invierten en seguir mejorando la seguridad de los sistemas y, de hecho, de todos los casos que fueron denunciados, ninguno fue consecuencia de la vulneración de los sistemas de los bancos, por lo que ningún banco fue saqueado.

La vulnerabilidad de estos casos está en cómo el usuario maneja los datos y la información. Los ciberdelitos ocurren porque el delincuente se hace de los datos del usuario. Pero, por otro lado, los delincuentes son cada vez más hábiles y creativos para engañar. En otras jurisdicciones es común que, si hay una sospecha o una denuncia, el banco pueda bloquear una cuenta mientras se esclarece la situación, pero en Uruguay no es posible. Entonces, los bancos, salvo que tengan una orden judicial, no pueden bloquear cuentas, pero mientras transcurre este proceso el delincuente ya pudo retirar todos los fondos. Hoy en día hay un proyecto de ley de ciberdelito que está en estudio en el Parlamento. Si es aprobado, las instituciones financieras van a tener muchas más herramientas para luchar contra este delito, para poder temporariamente bloquear cuentas ante una denuncia fundada y poder alertar a otras instituciones en caso de estar en presencia de un ciberdelincuente.

-¿La inclusión de la educación financiera en la currícula escolar y liceal es un debe del Uruguay? ¿Hubo avances en esa dirección?

-Es un gran debe. Nosotros tenemos que educar a la gente para el mundo en el que vive y para el mundo que se viene. Hoy nos enfrentamos a muchos más desafíos financieros y es importante que nos preparen para afrontarlos bien y poder tomar buenas decisiones en términos de dinero. El hecho de que en los últimos 10 años un millón de uruguayos tuviera algún incumplimiento en sus pagos, es una muestra clara de la falta de educación financiera. Es fundamental que los consumidores sepan qué significa endeudarse, qué hay que tomar en cuenta para sacar un crédito, y la importancia de asumir obligaciones que uno no está en condiciones de cumplir.


Reforma de la seguridad social: “Cuanto más se demore, más duro será el ajuste”

-¿Cómo analiza el debate en torno a la reforma de la seguridad social? ¿Qué importancia tiene su concreción?

-Es muy importante poder concretarla. La seguridad social es un tema de particular relevancia en nuestro país y en el sector bancario. Uruguay tiene uno de los regímenes de seguridad social más deficitarios del mundo y la raíz de este problema es algo muy bueno. Los uruguayos somos cada vez más longevos y, si vamos a vivir más tiempo, es obvio que trabajemos más tiempo. La población de la Caja Bancaria es la más longeva de todas y tenemos muchos pasivos con 90 y 100 años. En Uruguay tenemos cada vez más pasivos por cada activo y en la Caja Bancaria se da el extremo: hay más personas cobrando prestación que personas activas, trabajando y aportando. Entonces, una población muy longeva, que es cada vez mayor, pone una presión muy fuerte sobre las generaciones actuales y futuras. El resolver este problema es un tema de justicia y, cuanto más se demore, más duro será el ajuste.


Los desafíos en su nuevo rol

-¿Con qué desafíos y objetivos asume como directora ejecutiva de ABPU?

-La ABPU es una entidad que aglutina algunos de los principales actores del sistema financiero, que compiten entre sí, pero que se juntan en el seno de esta asociación para colaborar y contribuir en el beneficio de todos. La asociación de bancos fue constituida para propender a la integridad y bienestar del sistema, promover la aplicación de buenas prácticas, ética y comercialmente hablando, colaborar con los poderes públicos y los demás actores en la solución de problemas vinculados al sistema. Uno de mis principales objetivos es continuar con este legado y día a día trabajar en equipo con los bancos para coordinar esfuerzos que permitan ganar en eficiencia y agilidad.

-Desde la ABPU, ¿en qué áreas se busca avanzar a futuro?

-Además de las que acabo de mencionar, destacaría ganar en eficiencia y agilidad para poder ofrecer mejores servicios, contribuir con educación financiera para nuestros compatriotas, colaborar con que Uruguay avance en un tema en el que ya se destaca en el contexto internacional que es la sustentabilidad y combatir el ciberdelito. El sistema financiero tiene una escala incomparable. Toca la vida de las comunidades y las personas como muy pocas industrias lo hacen, y la cantidad de temas en los que trabajamos y estamos involucrados es muy grande.