Transcurrido el primer mes de mandato de Javier Milei, el presidente ha dado sus primeros movimientos sobre el tablero político y, de cierta forma, ha mostrado a las claras sus intenciones, pero Martín D´Alessandro cree que la mayor parte de sus anuncios se caracterizaron por tener un impulso reformador “muy fuerte”, con cierta dosis de “improvisación y dogmatismo”. Así lo explicó en un mano a mano con CRÓNICAS, donde además explicó que lo “más riesgoso” es que Milei adopte una retórica populista que apunte contra el Congreso, lo que “erosionaría” la calidad democrática de Argentina.
Por Mateo Castells | @teocastells
-Milei asumió su mandato el 10 de diciembre de 2023 y ya ha anunciado sus primeras medidas, lo que de cierto modo muestra sus intenciones. De acá a la fecha, ¿qué lectura realiza de los principales movimientos que ha dado en el tablero?
-La mayor parte de los movimientos de Milei se caracterizaron por tener un impulso reformador muy fuerte, con cierta dosis de improvisación y dogmatismo. Esto no quiere decir que no haya existido ningún componente de pragmatismo, porque ahora Milei pareciera estar entendiendo que en la arena legislativa no hay otra alternativa. Pero la figura de él como presidente, su impronta, su personaje y su narrativa, fueron muy confrontativas, populistas e intransigentes, pero ahora pareciera que a nivel parlamentario podría ser más pragmático y negociador. Esto está por verse porque las sesiones extraordinarias recién comenzaron el martes 9 de enero, entonces no existe ninguna experiencia a la que aferrarse más que los trascendidos de los diarios. En principio, pareciera ser que habría dos posiciones dentro del gobierno, una más intransigente y otra más negociadora, que como el gobierno es muy nuevo no se han terminado de configurar, pero en principio estas dos tendencias están conviviendo. Sin embargo, estamos hablando de proyecciones preliminares porque el gobierno recién ha empezado a caminar.
-Tanto el Decreto Nacional de Urgencia (DNU) como la denominada Ley Ómnibus, han sido anuncios del presidente que marcan la cancha y muestran una cierta postura ante el Congreso, pero recientemente la Justicia suspendió sus reformas laborales. A su entender, ¿qué significa esto?
-Milei es un presidente minoritario con 38 diputados. Entonces, como todo presidente minoritario, no tiene un contingente legislativo que le permita pelear y negociar en el Congreso, por lo que tiende a minimizar al Poder Legislativo, que le es adverso. En los últimos 20 años, todos los presidentes de América Latina que fueron minoritarios y que decidieron chocar con el Congreso, ninguno de ellos terminó su mandato. Esto indica que cuando hay un conflicto entre el Ejecutivo y el Legislativo, en la región siempre gana el Legislativo, salvo en casos excepcionales como lo fue el de Fujimori. En este caso, Argentina tiene un presidente minoritario que aparentemente, por su retórica y su impronta, quiere chocar contra el Congreso, y si este va a ser su camino tiene todas las de perder y no terminar su mandato. Es cierto que el DNU debe pasar por el Congreso y puede ser rechazado, pero en 40 años de democracia nunca el Congreso rechazó un DNU presidencial. Entonces, basándose en este dato, el presidente mandó 366 artículos muy revolucionarios en su contenido y despertó suspicacias de que por primera vez en la historia pueda ser rechazado. Por lo que Milei está llevando una estrategia de ir a 200 kilómetros por hora al primer minuto al mandar un DNU que debe ser aprobado o rechazado en su totalidad, y en ese ímpetu está poniendo al Congreso en un callejón sin salida. Además, su retórica es muy anti Congreso y antipolítica, lo que no es desde el punto de vista de la gobernabilidad democrática lo más recomendable. Pero él pretende que se discutan todos los artículos en 20 días, generando una tensión en el sistema político. También aparecen ciertas señales negociadoras de su parte, al decir que necesita el 70% de los artículos y al aceptar sugerencias sobre posibles mejoras de los mismos, aunque salga de determinados miembros de su gabinete y no de él mismo. Lo cierto es que el primer paso que se da en la relación entre el Ejecutivo y el Legislativo es de tensión, por la sensación de apuro y no de colaboración. Probablemente si Milei tiene éxito a nivel económico y su popularidad crece, él se va a sentir con mayor fuerza en la opinión pública para presionar aún más al Congreso. Si esto no ocurre, se verá muy debilitado, y habrá que ver cómo reacciona un presidente minoritario, sin poder en la opinión pública y tan dogmático e impredecible como lo es Milei.
-¿Considera que existe algún tipo de amenaza a la estabilidad democrática de Argentina?
-En la mayoría de los casos siempre hay amenazas de reversión democrática, porque las amenazas a la democracia en el último tiempo ya no son un golpe de Estado, sino que las principales amenazas residen en la regresión, donde la democracia se erosiona de a poco. Entonces, en todos los casos, esta regresión democrática siempre viene del lado del Poder Ejecutivo y es el presidente quien fuerza y trata de evadir los controles, desfinanciar las agencias de control y concentrar el poder, lo que genera una polarización en la opinión pública. Actualmente en Argentina existe un riesgo de erosión democrática de parte del Poder Ejecutivo, que en este caso tiene la particularidad de que Milei es un outsider, que no ha sido socializado en el ecosistema de los partidos políticos ni en el sistema democrático, sino que es alguien que ha dado muestras de sentirse bastante resentido con el régimen y que jamás mencionó los logros del país en los 40 años de democracia, además de atentar en contra sus principales símbolos. En conclusión, Milei es un mandatario con pocas convicciones democráticas y con una impronta populista de marcar amigos y enemigos muy clara. Y si juntamos todos estos elementos y le sumamos la crisis económica que está atravesando el país, puede resultar en un cóctel explosivo.
-¿Cómo cree que sería un escenario en Argentina con la democracia erosionada?
-Me parece muy difícil, pese a que la política sea siempre muy impredecible, que Milei o cualquier presidente argentino, pueda tener la capacidad de ir por un auto golpe y cerrar el Congreso, para gobernar de una manera autoritaria. Sí me parece que hay riesgos de caer en una democracia delegativa, que sería una situación donde los gobernantes son electos y se respetan todos los derechos, pero el ejercicio del Gobierno se convierte en una concentración del poder, lo que supone un abuso respecto del republicanismo. Milei dijo que si el Congreso no le aprueba el DNU, él va a convocar un plebiscito nacional para que se aprueben todas las reformas incluidas. Pero ese plebiscito, según la constitución, no sería vinculante y no se convertiría en ley, pero le daría un elemento de presión a Milei para mostrarle al Congreso una señal importante de la opinión pública. En este escenario el presidente podría adoptar una retórica que apunte a defender que el peso de la opinión pública y la popularidad del presidente son más importantes que la Constitución y la división republicana de poderes, como ya ha pasado en otros casos, y Milei avanzaría legislando por decreto. Ahí sí tendríamos un claro signo de una fuerte regresión democrática, pero considero que la situación política debería forzarse mucho para llegar a un extremo. Me parece que lo más riesgoso es que Milei adopte una retórica populista que apunte contra el Congreso, lo que erosionaría la calidad democrática de Argentina.
-Referido al tema social, es evidente que parte de la sociedad que no lo votó ya ha manifestado su disconformidad y a su vez, grandes sectores y colectivos de la sociedad, previamente al ballotage, se manifestaron a favor de Sergio Massa. Ahora, ¿qué se puede esperar de las expectativas y la actitud de quienes sí lo votaron?
-Entre quienes votaron a Milei, tanto en primera vuelta como en el ballotage, hay diferentes sectores. Hay gente que lo votó para que haga reformas liberales y hay gente que lo votó para castigar a la clase política de un país que viene declinando hace 50 años; como quien dice ‘votemos a cualquier loco antes que a los políticos que demostraron ser ineficaces’. Milei es una manifestación local de un fenómeno global, porque hay una economía global que es insatisfactoria y vemos este tipo de líderes surgiendo en todas partes del mundo. Entonces, en el apoyo de la opinión pública de quienes lo votaron, que es muy importante, hay diferentes segmentos. Al día de hoy están todos juntos apoyándolo, pero eso no quiere decir que vayan a seguir haciéndolo. Hay quienes son más fanáticos y no cesarán, pero hay otros que le retirarán el apoyo cuando vean que los problemas no son tan fáciles de resolver o que Milei tiene que negociar con la casta. Cuando empiecen los problemas reales estos sectores se van a desmarcar y muchos se van a retirar. A su vez, es importante contemplar el cómo se piensa el Gobierno a sí mismo. Milei debe pensar que él tiene un mandato del 56% del país para ir a fondo con su agenda de reformas, y a raíz de ello se siente empoderado porque cree que mayoritariamente el pueblo quiere eso y en última instancia será apoyado frente al Congreso y los partidos. También podría interpretar que el 56% que lo votó no lo apoya porque cree profundamente en sus ideas, sino que lo votaron para sacarse de encima al kirchnerismo y a un status quo anterior que no tuvo resultados en el país; y si él interpreta eso podría no ser tan vehemente y dogmático, que lo llevaría a entender su papel en la historia y decodificar mejor el tipo de mandato que recibió. El problema es que, de las dos interpretaciones que planteé, Milei adopta la primera opción. Yo creo que él está convencido de que más de la mitad del país quiere las reformas libertarias, y por eso golpea con la retórica y empuja tanto al Congreso. Eso le quita capacidad de negociación, muñeca política y paz social.
“Milei tiene cosas de Trump y Bolsonaro, pero eso no quiere decir que sea tal cual como ellos”
-Recientemente The Guardian publicó una columna donde compara las políticas de Milei con las de Trump, Bolsonaro y principalmente con las de Pinochet. ¿Usted considera que hay lugar a tal analogía?
-Milei tiene cosas de Trump y Bolsonaro, pero eso no quiere decir que sea tal cual como ellos. Trump tiene un discurso más religioso y Bolsonaro es más militarista. En el caso de Milei hay una intención clara de reformular algunas bases del funcionamiento de la economía y de la sociedad argentina. Sus ideas son libertarias, que no es lo mismo que ser liberal, y cree que la organización de las sociedades debe estar regida por relaciones de mercados y otros lazos sociales deben ser minimizados. Entonces, si Milei tuviera el poder absoluto de transformar la sociedad argentina tal cual lo anhela, sería una revolución para todo el mundo. Lógicamente el sistema le pondrá límites, pero el problema es pensar en cómo resultará el choque entre el anhelo dogmático de un personaje como Milei y los límites que le impone la realidad. Entonces, esa angustia que le puede generar esa frustración, ¿cómo le va a impactar? ¿Cómo será la reacción de un presidente con un carácter muy irascible e impredecible? Esto es algo que me preocupa.