En el marco del Día Internacional de la Mujer, CRÓNICAS dialogó con Carolina Cosse, intendenta de Montevideo y precandidata a la presidencia por el Frente Amplio. La dirigente habló sobre los desafíos de ser mujer en el mundo de hoy, los avances logrados hasta el momento, y la importancia de construir un futuro en el que las mujeres tengan una mayor representación en la política.
Por: Sofía Dri
¿Cuál cree que es el mayor reto de ser mujer hoy en día?
Lo primero que creo es que en la historia de la humanidad, aunque parezca mentira, hoy es el mejor momento de la mujer si comparamos hacia atrás. Esto también habla de una larga lucha, y largo camino de las mujeres en la historia de la humanidad, por lo menos en occidente. Pero así como te digo esto, ojalá que dentro de 20 o 50 años, la gente diga que ese va a ser el mejor momento comparado con el pasado. O sea, no hay que detenerse nunca en la búsqueda de la igualdad y en el afán de mejorar los espacios de toda la sociedad. La situación de la mujer hoy es muy variada. Creo que la pobreza tiene cara de mujer, y en Uruguay, definitivamente, creo que tiene cara de niño y mujer. También considero que hay muchas mujeres que todavía sufren el flagelo de la violencia basada en género. Y, por otro lado, hay muchas que han logrado llegar a lugares de decisión, hay muchas que han logrado estudiar y encontrar su vocación. Entonces, tenemos luces, pero todavía tenemos grandes zonas oscuras.
¿En qué aspectos cree que ha habido más avances recientemente en materia de igualdad de género?
Yo creo que el aspecto donde ha habido más avance es en el cultural, en el sentido de que una parte importante de la sociedad lo abraza como una necesidad. Que no es de ahora que se está diciendo. Justo ayer leía una frase del Pepe Batlle sobre una asamblea partidaria en la que él estaba hablando, y comentaba que la diferencia fundamental de esa asamblea era que estaban participando señoras y señoritas, lo cual hacía, decía él, que las luchas fueran a ser menos cruentas y que las discusiones se desarrollaran alrededor de ideas. Eso era en 1919. Da mucho para pensar. Así que yo creo que un tema es el avance en la conciencia, y el otro tema es todo lo que queda por recorrer. Hay muchos más espacios para ganar, más muros que derribar, sobre todo el muro del miedo. Y hay grandes trabajos para hacer en la autonomía económica de las mujeres, porque por más que le digamos a una mujer que puede ser lo que quiera, si carga con sus hijos y está al frente de un hogar, si no tiene medios para estudiar o para desarrollarse, no va a poder salir. Y lo otro es que no creo que se pueda salir sola. Es verdad que uno a veces le dice a las mujeres «vos podés», pero la realidad es que sola no puede. Nadie puede solo. O sea, nos necesitamos las unas a las otras, y necesitamos una política que nos permita crecer.
Uruguay es un país con muy poca representación femenina en la política. En el Parlamento sólo un quinto de las bancas son ocupadas por mujeres. ¿Qué razones atribuye a esta baja participación o representación de las mujeres en el ámbito político? ¿Cómo cree que se puede fomentar la participación de más mujeres en ese escenario?
Yo no creo que haya baja participación de las mujeres en la política, lo que hay es baja representación. O sea, muchas más participan que las que representan. Y eso es un problema de poder. Lo que hay es un poder que no quiere ceder, y otro que quiere avanzar.
Al principio no creía en las leyes de cuotas, por ejemplo, pero después me di cuenta que en realidad si uno no hace cambios estructurales, a puro mérito no se puede avanzar. ¿Recién fue justo que en 1927 votaran las mujeres por primera vez, cuando los hombres empezaron a votar en 1830? Y no. Bueno, ¿qué hizo falta? Hizo falta un movimiento, hizo falta lucha, e hizo falta una definición política. Estas medidas como la Ley de Paridad, o Ley de Cuotas, estructuran la realidad. Así que lo que hace falta es seguir peleando nosotras, seguirnos uniendo, mejorando los espacios, y estructurando la realidad para que una niña no tenga predeterminado su futuro.
A nivel más personal, ¿a lo largo de su carrera política se ha sentido cuestionada por el hecho de ser mujer? ¿Qué desafíos enfrentó personalmente?
En general las mujeres estamos dando examen constantemente. Es bastante notorio, no es que me pase solo a mí, me parece que es un tema general. A mí me costó darme cuenta de que me estaba pasando eso, porque una al final tiene incorporado el dar examen todo el tiempo. Entiendo que yo lo puedo tener incorporado, pero entiendo también que a muchas mujeres les puede resultar muy pesado, en el término de la carga que significa tener que andar explicando todo el tiempo que se hacen las cosas bien.
Todavía no hemos tenido una presidenta mujer. ¿Cómo ha experimentado el trayecto de la candidatura desde ese punto de vista?
Lo que yo creo es que ser un buen gobernante o un mal gobernante no es una cuestión de género. Un hombre puede ser buen gobernante. Hasta ahora todos han sido hombres en Uruguay, así que hay algunos buenos y otros malos. Una mujer también puede ser buena gobernante o mala gobernante. Yo estoy convencida que hay que cambiar la realidad, y para mí lo más importante es que gane Frente Amplio. Estoy convencida del programa. Me ha tocado liderar en equipos enormes, soy una persona de armar equipos muy grandes, y creo que la realidad hay que cambiarla y se puede cambiar. Lo que sí estoy convencida es que cuando una mujer llega a un espacio al que no habían accedido antes las mujeres, ese espacio mejora. O sea, las mujeres fuimos las últimas en poder llegar a la escuela, fuimos las últimas en llegar a la universidad y recibirnos, fuimos las últimas en votar, y yo creo que después de cada una de esas cosas la educación mejoró, la universidad mejoró, la democracia mejoró. La política mejora cuando acceden más mujeres, y si una mujer accede a la presidencia la institución va a mejorar.
¿Qué cambios pueden generarse en la sociedad a raíz de una mayor representación de la mujer?
Creo que estamos detrás de un mundo mejor, de un mundo más amable, de un mundo donde la condición no determine un futuro ni una realidad. En general, me parece que cuando los espacios son compartidos mejoran. Imaginate una plaza a la que sólo pudieran ir hombres, o una plaza a la que sólo podrían ir mujeres… ¿Por qué no equilibramos un poquito? Seguro que la convivencia en esa plaza va a ser mejor. Lo mismo pasa con el país, con las instituciones, con los lugares de decisión. En una empresa, por ejemplo. Las personas que se desarrollan en distintos trabajos, en una empresa ¿no es bueno que empiecen a aparecer mujeres a cargo? Lo que sucede es que mejoran los espacios. Porque al final del día, aunque a uno le pueda parecer lejano y que la política sucede en otro lugar, en la democracia las decisiones que te afectan en la vida cotidiana se toman en la política, por eso es tan importante tener buenos representantes.