Omar Paganini, ministro de Industria, Energía y Minería
Uruguay se dispone a comenzar un proceso de negociación con China de cara a un eventual Tratado de Libre Comercio (TLC), lo que ha generado alerta en el PIT-CNT. El secretario general de la central sindical, Marcelo Abdala, sostuvo que ese acuerdo “liquidaría lo poco que hay de industria manufacturera”. Sin embargo, el ministro Paganini considera que el tratado podría llegar a fortalecer a ese sector, a través de inversiones en alguna de las cadenas de valor del gigante asiático. En conversación con CRÓNICAS, el jerarca explicó por qué cree que Ancap debería dejar de ser un monopolio y se refirió a la situación actual de la industria, entre otros temas.
El menú En la cava de Panini’s, el titular de Industria degustó ravioles negros rellenos de salmón flambeado en vodka con crema de cúrcuma y caviar, que acompañó con agua mineral.
Por Magdalena Raffo | @MaleRaffo
–En una entrevista con CRÓNICAS antes de que asumiera como ministro, afirmó que “en pocos años” deberían verse resultados en relación a la mejora de la competitividad, a través de las tarifas e incentivos. ¿En qué medida la pandemia afectó ese objetivo?
-Sin duda lo afectó a nivel de las cuentas macro del país, porque cuando hay un déficit fiscal alto, hay que financiarlo de alguna manera para evitar que haya inflación disparada y eso impacta en el tipo de cambio. Hubiéramos querido un resultado más rápido. Hubo una política de austeridad bien clara de parte del gobierno, pero también se creó el Fondo Coronavirus, entonces, todo lo que se destinó a mitigar la pandemia terminó aumentando el déficit. Uruguay es un país caro y cuesta solucionar ese problema porque la pandemia distorsionó la política de austeridad y la difirió en el tiempo.
En lo que hace a reglas de juego del país y la apertura al mundo, estamos avanzando. Eso mejora la competitividad, (pero) es un proceso lento. El gobierno mejoró el tratamiento de las inversiones con los beneficios de la Comap, cuyos resultados se ven luego de un tiempo, en la medida en que se desarrollan las inversiones. Vamos al ritmo que se puede, aunque no es mágico, sino que requiere un desarrollo.
Después están los temas vinculados con los cambios en el sector de la energía, donde hemos progresado bastante bien, pero todavía sin una mejora de costos.
-En ese sentido, una de las metas planteadas por el Ministerio desde el principio fue lograr una energía competitiva.
-Siempre dijimos que era una apuesta a la mejora genuina de costos, no a decretos mágicos. Los commodities están teniendo un aumento fuerte en el mundo y, por lo tanto, arrastran al petróleo, lo cual nos está afectando. Es por ello que estamos haciendo un esfuerzo para bajar los costos locales de los combustibles, primero transparentando la situación, es decir, por qué valen lo que valen y dónde están los posibles problemas que generan sobrecostos.
-¿Se puede esperar una rebaja en el corto plazo?
-Nosotros vamos a trabajar para rebajarlo en tres años. En el corto plazo, va a fluctuar en la medida que lo haga el precio de paridad de importación, y puede ser que algo pueda lograrse antes. Hay muchas cosas que están arriba de la mesa en materia de combustibles, que hoy todos las tenemos claras y capaz que no lo estaban hace unos años, y que impactan en distintos sectores, en el transporte público, en la producción de biocombustibles. Tenemos que tomar decisiones y lo estamos haciendo, para ir viendo cómo financiar los subsidios de otra forma o bajarlos. No estamos satisfechos con la realidad que tenemos en relación a los combustibles.
-¿Y en el caso de la tarifa eléctrica?
-Ahí hay que ampliar la demanda, porque hay un compromiso de costos estructurales de UTE que son bastante fijos y, en la medida que aumente la demanda, podrán bajar las tarifas. Se han hecho diversos esfuerzos; las tarifas inteligentes han sido una mejora para la ciudadanía. Si uno elige bien, ahora que tenemos muchos medidores inteligentes instalados, encuentra que en el horario de la tarifa barata la energía eléctrica se economiza fuertemente.
-¿En qué etapa está el proceso de desarrollar un mercado regional de energía?
-Es un proceso que va bien. En los últimos meses hemos exportado mucha energía a buen precio, mientras que antes exportábamos a muy mal precio porque era energía de la noche, energía interrumpible. Como hay una situación complicada para abastecer la demanda en Brasil en particular, pero también en Argentina, estamos exportando mucho. Ante este tipo de crisis, es una ventaja para todos estar interconectados. Tampoco podemos ponernos eufóricos y decir: “como exportamos unos meses, ahora tenemos una situación distinta y ya podemos tomar decisiones de largo plazo”, pero seguro que hay oportunidades para aumentar la demanda.
-El senador nacionalista Sebastián Da Silva y su par colorado Germán Coutinho, presentarán un proyecto de ley para permitir la libre importación de combustibles. Esa medida estaba en el proyecto original de la Ley de Urgente Consideración (LUC), pero no se llegó a un acuerdo en la coalición. ¿Cuál es la importancia de que esto prospere, según su opinión?
-Nosotros defendimos la libre importación de combustibles en la LUC porque creemos que es sano para Ancap competir y poder medirse contra posibles importadores. A su vez, hay un mercado regional para que Ancap refine y le venda a la región, o sea, que cambie su chip de ser el proveedor de un monopolio a ser una refinería independiente que le venda combustible refinado al Uruguay y a la región. De hecho, Paraguay importa todo su combustible, Argentina importa un porcentaje grande y Brasil también.
Sería bueno para la sociedad uruguaya que Ancap se abriera a la competencia, ya que tendría precios de combustibles como podría tener cualquiera que importara, y no un monopolio que genera sobrecostos. El Parlamento decidió otra cosa: poner a la empresa en competencia virtual, es decir, comparar a Ancap con un precio de paridad de importación, que es el que tendría un importador que tiene que vender combustible en Uruguay –alguien que importa combustible y al que se le aplican los impuestos y las obligaciones-.
Si el Parlamento quiere discutir de vuelta la libre importación y se logran las mayorías, por supuesto que nos parece bien. Por ahora estamos implementando lo que se votó (en la LUC) y vamos a seguir en esa dirección porque el tema está legislado y reglamentado. Y continuaremos trabajando para bajar los sobrecostos.
-Los cambios en el mercado de combustibles están incluidos dentro de los 135 artículos de la LUC que se busca derogar. ¿Qué riesgos se corren si finalmente son eliminados?
-Estamos analizando eso jurídicamente. La normativa vigente previa a la LUC lo único que dice es que Ancap tiene el monopolio y que el Poder Ejecutivo fija las tarifas, de manera que la política para la fijación de precios no tiene por qué ser diferente de la que estamos aplicando ahora.
-O sea que no cambiaría demasiado.
-No debería cambiar. La Ursea (Unidad Reguladora de Servicios de Energía y Agua) adquirió el poder de regular la cadena de combustibles –que antes lo hacía Ancap- y eso no está en discusión en el referéndum. Pase lo que pase con la LUC, eso no va a cambiar, y con respecto a la política de fijación de tarifas pasaríamos a funcionar a nivel de decreto.
-Algunos indicadores de la industria han crecido este año incluso más que antes de la pandemia. ¿Cómo evalúa la situación y cuáles son las expectativas?
-La situación la evaluamos bien. Como tú decís, hemos logrado estar por encima de niveles de 2019 e incluso de 2018, es decir, estamos un poco mejor que los niveles de producción prepandemia y eso es muy auspicioso. Se da más en el volumen que en la cantidad de horas trabajadas, lo cual indica algunos cambios, aunque el número de trabajadores en seguro de paro ha disminuido.
Podemos decir que estamos superando la pandemia desde el punto de vista de la producción. Todavía tenemos que dar unos pasos más en términos de empleo, pero somos bastante optimistas. La producción se está diversificando y se están consiguiendo inversiones de distinto tipo. Los sectores tradicionales son el motor de salida de la pandemia. La agroindustria está pujante y eso es muy bueno, tanto que están apareciendo problemas a nivel de fletes y en el rubro logístico con los contenedores, lo cual es grave, pero el mundo está retomando impulso y nos está yendo bien como país.
El sector de los servicios tecnológicos es otro soporte importante que está mostrando resultados. La industria manufacturera está más vinculada al Mercosur, que no ha estado tan bien, entonces es un poquito más lenta. En la industria automotriz están pasando algunas cosas interesantes. La industria vinculada a la madera, que es exportadora fuera de la región, está empezando a tomar fuerza.
-¿Preocupa que la crisis del sector logístico pueda perjudicar a la industria?
-Sí, el sector logístico tiene un problema global que tiene varios orígenes. Uno de ellos es la avidez de fletes por parte de las economías principales para recomponer sus stocks. Otro es la escasez de contenedores y buques, que tiene que ver con que durante la pandemia hubo desinversión de algunas de las empresas en estos activos y ahora hay que regenerarlos, y eso está produciendo dificultades importantes y aumentos muy fuertes de los costos de transporte. Luego está el precio del petróleo, que también impacta en el transporte.
Todo esto termina ocasionando una situación difícil que puede afectar sobre todo a los sectores perecederos, por ejemplo, a los que producen carne, que hay que exportarla sí o sí en un plazo determinado y nos impacta directamente como país. Estamos preocupados por eso. Es una crisis global y las empresas están trabajando para tratar de encontrar una salida. Esperemos que se supere pronto.
-Decía que todavía falta avanzar en relación al empleo. ¿Qué posibles soluciones ve en esa materia dentro del sector industrial?
-El aumento de los puestos de trabajo viene de la mano de inversiones, que por suerte está empezando a haber. En el corto plazo, el gobierno ha ayudado a que se reactive la construcción, que no es una industria tradicional manufacturera, pero es una industria importante, muy dinámica, y además tenemos el gran proyecto de UPM.
A mediano plazo tendrán efecto las inversiones en producción más manufacturera, pero hay que entender que ese sector en el mundo es de menor peso relativo en el empleo de lo que fue históricamente. La automatización va en esa dirección y la separación de la cadena de valor en distintas etapas hace que una parte de esa fuerza laboral esté en la logística y no dentro de la fábrica, y eso va a seguir pasando, así que el sector que va a crecer más en empleo es el de servicios.
Ganadores y perdedores del TLC con China
-¿Qué impactos puede tener el TLC con China sobre el sector industrial uruguayo? Marcelo Abdala, secretario general del PIT-CNT, sostuvo que el acuerdo con China “liquidaría lo poco que hay de industria manufacturera”. ¿Qué visión tiene al respecto?
-Como se anunció, se va a hacer un estudio de prefactibilidad para entender bien todos los impactos. Como en todo acuerdo comercial, hay sectores más beneficiados y otros perjudicados. El gobierno está convencido de que el balance para el país es positivo por muchos aspectos, por un lado, en comercio, porque acceder sin aranceles al mercado chino es un gran impulso para nuestra agroindustria. No es solo la producción primaria, es la agroindustria en general, y en esto incluyo los frigoríficos, los lácteos, entre otros. El sector lechero, que a veces tiene dificultad para colocar su producción, sería un ganador, al igual que la carne, la soja, la lana. Una parte grande de la industria se favorecería notoriamente del TLC con China.
-¿Y los sectores que saldrían perdiendo…?
-Hay algunos sectores que podrían tener mayores dificultades, pero en realidad vienen con problemas de antes y ya están en competencia con la producción china; no es que los chinos van a venir, sino que ya están. La industria uruguaya que se puede consolidar no es la que compite directamente con la producción masiva china, y eso ya lo sabemos hace años. Es más, podría llegar a pasar que el TLC nos acerque industrias chinas en alguna de sus cadenas productivas para entrar al Mercosur. O sea, puede hasta fortalecer la industria manufacturera mediante la radicación de inversiones en alguna de las cadenas de valor que tiene China, así que no me parece que la afirmación de Abdala sea correcta.