El director del Centro de Estudios de la Realidad Económica y Social (Ceres), Ignacio Munyo, expresó, en diálogo con CRÓNICAS, su análisis respecto a los principales temas a los que el gobierno debe enfrentarse. Esta agenda incluye la recomposición de la competitividad, la reforma educativa y de recapacitación, y, en ese sentido, también una agenda “central” de regulación laboral “que el país tiene que tomarse muy profundamente con urgencia”. Al respecto, el experto sostuvo que “el faro” de los objetivos que tiene el gobierno pospandemia “es el futuro del trabajo”.
Por Ignacio Palumbo | @ignacio_palumbo
– ¿Qué análisis haces de la realidad económica que enfrenta Uruguay hoy?
– La incertidumbre es muy grande. Nuestras proyecciones de crecimiento para este año previo a este recrudecimiento de la pandemia daban una recuperación en torno al 3,5% para el 2021, luego de una caída cercana al 6% del año pasado.
Lo que veíamos es un rebote, pero que no llega a recomponer el nivel de actividad que Uruguay tenía a fines de 2014, cuando comenzó el estancamiento productivo del país que se extendió durante varios años, y que agarró a Uruguay, en la pandemia, en recesión. Esa es la situación.
Por tanto, tengamos claro que si volvemos a los mismos niveles de actividad prepandemia, porque el rebote vuelve a completarse, es una economía que es todavía más chica de lo que era en la cresta de la ola, que fue a finales de 2014.
¿Por qué Uruguay dejó de crecer? ¿Por qué se dieron las razones que explican una caída de la inversión privada y una reducción de la inversión extranjera directa? Por varios factores, locales e internacionales. El contexto internacional a partir del 2014 empeoró, los precios internacionales relevantes para el país cayeron, aunque las tasas de interés acompañaron porque todos estos años hemos vivido en momentos de bajísimas tasas de interés internacional. Uruguay, en todos estos años, se encareció relativamente frente a sus principales socios comerciales -fundamentalmente a los de la región- lo cual le genera al país un desafío grande de competitividad. Hoy, en materia económica, el gran tema que tiene por delante Uruguay es ser más competitivo y más productivo.
Y ahí es donde entra la visión: Uruguay tiene una oportunidad, pospandemia, de -con la incorporación de tecnología y automatización- aumentar la productividad del sector productivo que compite, aquel que no tiene más remedio que enfrentar la competencia internacional. Ahí va a haber una ganancia fuerte en productividad. Ya lo estamos viendo… Nosotros hablamos con empresarios de todos los rubros que compiten y nos dicen que han vuelto a los niveles de producción prepandemia con un 30% menos de empleados. Eso significa que la productividad aumentó: hoy se produce más con menos recursos. Hay más incorporación de tecnología y de capital.
Esa es una realidad y es una buena noticia en el sentido de que va a permitir recomponer los niveles de crecimiento económico y de inversión, en la medida en que estos factores se vayan materializando en aquellos sectores que encuentren una ecuación de costos adecuada -que en algunos hay y otros no-, y ahí el país tiene por delante una reforma en materia de reducción de costos, de insumos para producir. Combustibles, energía eléctrica, mejores condiciones de exportación… se han ido sobrerregulando muchos sectores que han generado un costo muy grande para producir. A esto se le suman algunas modificaciones necesarias en la regulación laboral para que los costos no salariales de contratación no sean tan elevados en este contexto.
“La ganancia de productividad se va a traducir en un aumento del desempleo”
– ¿Qué pasa con el empleo en esta realidad?
– Eso es lo que a mí me preocupa. Esta ganancia de productividad se va a traducir en un aumento del desempleo, con una situación permanente en ese sentido, y más elevado que los años anteriores. Se ha acelerado el reloj de la automatización en la pandemia; si las empresas ganan lo mismo con un 30% menos de trabajadores, hay muchos empleados que van a tener que buscar otra alternativa, y va a haber una transición donde se va a generar un foco de tensión en los mercados de trabajo.
Ahí es donde hay un desafío muy grande en materia de políticas públicas y sociales, de atención en esta transición laboral de muchas personas que se han encontrado con que la tarea que realizaban ya no es requerida por parte de las empresas. Ahí hay que repensar cómo se ejecutan los programas sociales, que son muchos en Uruguay, de asistencia a este tipo de personas que tienen este problema de inserción laboral.
Tenemos que ponerle atención y creatividad para buscar soluciones para toda esa gente.
Esa es mi visión, y tiene estas dos patas que son complementarias y necesarias; no podemos descuidar ninguna de las dos. La economía tiene que crecer y para eso se necesitan reformas liberales, en el sentido de reducir costos y ser más eficientes y de una apertura comercial más grande y mayor competencia. Pero al mismo tiempo, se necesita más Estado en los sectores que lamentablemente quedan al margen de este aumento de productividad.
“No hay un patrón claro todavía para el crecimiento post rebote inicial”
– El Índice Líder de Ceres se enfoca, también, en el desempleo. ¿Ya tienen algún indicador con respecto al índice de marzo?
– El Índice Líder se va a publicar el miércoles 31; ahí va a salir el dato del mes cerrado. Todavía no tenemos un avance, (pero) los últimos registros muestran que ha sido errático, a veces sube, a veces cae, no se ve un patrón ni de crecimiento ni de caída. Sí se ve una caída fuerte en el primer semestre del año pasado y una recuperación en el segundo; una vez que esta recuperación fue llegando a completarse, aparecieron movimientos erráticos de subidas y caídas todos los meses.
Entonces, no hay un patrón claro todavía para el crecimiento post rebote inicial.
– La semana pasada, desde Ceres se proyectaba que Uruguay cerraría 2021 con un crecimiento de 3,5%. Teniendo en cuenta el anuncio de nuevas medidas de restricción a la movilidad del pasado martes, ¿cree que esa proyección va a bajar?
– Ese crecimiento para 2021 que presentamos en el informe de realidad macroeconómica que se publicó a mediados de mes lo vamos a revisar el 14 de abril, cuando presentemos la actualización del mismo. Ahí vamos a revisar nuestras proyecciones de crecimiento para 2021, así como también la proyección del tipo de cambio y de inflación para fin de año, a la luz de los cambios internos que se han generado por las medidas de movilidad, y también de los cambios internacionales que son importantes en materia de tasas de interés y precios, así como también la situación regional -Argentina y Brasil-.
Estamos permanentemente monitoreando todo eso para poder tener nuestras proyecciones del año, y se revisan invariablemente porque es muy dinámica la situación.
– Ayer se confirmó la caída del PIB en 2020 de 5,9%. ¿Era mayor de lo esperado?
– No. Nosotros esperábamos cercano al 6,0%, con lo cual se confirmaron nuestras expectativas. Creo que no sorprendió a nadie, estaba bastante en línea con lo que planteó la mayoría del consenso de los analistas económicos.
– Por otro lado, ¿qué análisis hace de las medidas presentadas el martes por el presidente Luis Lacalle Pou?
– Son medidas razonables y adecuadas ante la situación. No me creo con la autoridad para decir si son suficientes o no. Fue una evaluación que tuvo en cuenta los costos y beneficios asociados a la decisión.
Distintas agendas
– ¿Qué esfuerzos se realizan desde el gobierno para avanzar en las principales problemáticas del país hoy, y qué falta todavía por hacer?
– Se hace un esfuerzo grande para cumplir con los cambios que el país necesita, que son grandes. Hay una agenda pendiente que el país tiene por delante para poder recomponer la productividad, la competitividad, y la caída empresarial. Por ende, atraer más inversión privada para catapultar esta recuperación que decimos que es tan importante… estamos hablando de la inserción internacional y una mejor colocación de los productos uruguayos en el exterior, de un Mercosur más flexible pero que se traduzca en cambios de régimen de ingresos de productos uruguayos en otros mercados -por ejemplo Europa, Estados Unidos, Corea, Japón, China-. Esa agenda es muy importante para la productividad y crecimiento del país.
Al mismo tiempo, hay una agenda central en materia de regulación laboral que el país tiene que analizar y tomarse muy profundamente con urgencia, porque no es solo pensar en teletrabajo, como está en el Parlamento, sino en toda la forma cómo se negocian las posiciones laborales y cómo es elegido el proceso que termina plasmándose en el documento en la negociación colectiva. Nosotros no pensamos que haya que cambiar el concepto de negociación colectiva… Los Consejos de Salarios llegaron para quedarse, pero sí los productos finales: cómo se termina laudando, cómo terminan ajustándose los sueldos a nivel de toda una rama, por ejemplo, o las condiciones de trabajo para toda una rama.
Ese tipo de cosas el país las tiene que discutir y cambiar, porque es la forma de adaptarse a las necesidades que impone un mercado de trabajo que se ha transformado. Nosotros venimos hablando bastante del futuro del mercado de trabajo, que ya es presente, y eso implica cambios importantes en materia de regulación laboral, de capacitación y educación.
Ahí viene otro foco de agenda pendiente que el país tiene por delante, que es la reforma educativa. Hace mucho tiempo que se analiza, que hay que hacer cambios profundos, y es una agenda vital y urgente, porque hay muchísimo para redactar de nuestro sistema educativo para brindar mejores herramientas a las nuevas generaciones. Al mismo tiempo, para los que ya están en el mercado de trabajo y están en transición buscando una nueva oportunidad, hay que mejorar los programas de recapacitación y reinversión que el Instituto Nacional de Empleo y Formación Profesional (Inefop) ha ofrecido todos estos años. Creemos que ahí hay una agenda de mejora interesante por la importancia y relevancia que tiene esta tarea en el futuro del país, es decir, la tarea de la recapacitación y reintroducción laboral de las personas. Esa es una agenda crítica. Creo que el faro de la agenda que tiene el gobierno pospandemia es el futuro del trabajo. Hay cambios globales, relevantes y profundos que van a dejar la necesidad de adaptar la regulación, la educación y la necesidad de adecuar la capacitación a las necesidades de urgencia que nos puso la pandemia, que adelantó el tiempo de la tecnología y va a seguir por los próximos años.