Para salir de la crisis de mejor forma, tanto países como empresas deben centrarse en tres conceptos principales: resiliencia, austeridad e innovación. Así lo afirmó en diálogo con CRÓNICAS el Dr. Ricardo Pascale, quien analizó la situación económica derivada de la pandemia, a la que definió como un tipo de crisis “que no conocíamos”, y los cambios estructurales que afronta el mundo del trabajo. Evaluó que vamos hacia un “modelo más hibrido de trabajo remoto”, pero habrá que “tener cuidado” para no “acentuar la brecha digital”.
Por Ricardo Delgado | @ricardo_dl
Pascale cuenta con una larga trayectoria y un extenso curriculum. Es Doctor en Ciencias de la Información y el Conocimiento, tiene un Posdoctorado en Finanzas en la Universidad de California, es Profesor Emérito de la Universidad de la República y fue el primer presidente del Banco Central (BCU) tras la restauración democrática entre 1985 y 1990, repitiendo en el cargo entre 1995 y 1996.
También es imposible disociar la figura de Pascale a su faceta artística (ver recuadro), que es tan importante en su vida como la academia. Se trata de un reconocido escultor que representó a Uruguay en la prestigiosa bienal de Venecia, la exposición internacional de arte más antigua y prestigiosa del mundo. Sus obras integran numerosos espacios públicos como el edificio central de la ONU en Nueva York, el Museo de Arte Contemporáneo de Chicago, Washington DC, la Universita Ca´Foscari, Venecia, la biblioteca de Alejandría, Egipto, entre otros. La lista de cucardas podría seguir varios párrafos más.
En diálogo con CRÓNICAS, Pascale se refirió a la situación económica internacional, marcada por la pandemia, los cambios que vinieron para quedarse, y los desafíos que tendrán por delante los países, las empresas y las personas.
-Es imposible separar la situación económica de la pandemia del Covid-19. ¿Cómo ve la coyuntura internacional? ¿Es de esperar un rebote rápido como muchos anunciaban o será un proceso más gradual?
-Nos enfrentamos por primera vez, todos los seres que estamos en la tierra, a un fenómeno que no conocíamos, que afecta un factor productivo central, que es el trabajo. Las economías crecen y se desarrollan en base a ciertos criterios productivos. Como dije antes, ahora se afectó un factor productivo -el trabajo-, y eso genera un problema de oferta. La gente no podía trabajar o tiene dificultades por las estrategias sanitarias y los países van a producir menos. Eso también genera un contexto de mayor incertidumbre, entonces también empieza a caer la demanda. Nosotros conocemos más de otro tipo de crisis, como pueden ser crisis financieras, o de raíz financiera, como la nuestra del 2002, o derivadas de grandes desequilibrios macroeconómicos. Pero este tipo de crisis no la conocíamos. Entonces no es fácil pensar en terapias en las que se tenga amplia experiencia. Las otras no es que sean fáciles, pero hay más experiencia.
-¿Por dónde puede verse la salida?
-Creo que hay dos variables muy importantes para pronosticar o pensar en salidas. Una muy importante es la forma en la que se trató el tema sanitario en cada país. Ahí hay tres escalones: el bueno, donde el virus está contenido; el segundo, un virus con recurrencia como en Europa o EEUU; y después -el peor escenario- que sería el de una versión permanentemente creciente (de contagios), con el virus en circulación. Con estos tres escalones se puede hacer un cruzamiento en una matriz, un cuadro de doble entrada, con tres estrategias o medidas económicas: algunas que son inefectivas, otras parcialmente efectivas, y otras muy efectivas. Eso forma una matriz de nueve posibilidades, donde la mejor de todas es virus contenido y medidas económicas eficaces y la peor es virus creciente y políticas muy poco efectivas en el terreno económico. Los estudios, realizados por diversas universidades y think tanks, ubican que la mayor parte de países se ubicarían en el cruce de un virus recurrente y medidas parcialmente efectivas. En ese caso, la salida de la crisis no va a ser veloz, porque son con recurrencias que implica tomar medidas con impactos económicos.
Hay experiencias que contuvieron el virus y tomaron medidas; el caso de Nueva Zelanda, por poner un ejemplo, un país no muy grande, con un buen manejo de la pandemia por parte de la primera ministra Jacinda Ardern, una persona joven y determinada a tomar decisiones. Esos países están en una situación de un virus más contenido y políticas económicas más eficaces. (Pero) hay una cosa, y no es sacarle merito a Nueva Zelanda, pero estamos hablando de una isla, lo que es más fácil que cuando tenés frontera seca. Y también depende de la espalda que tengas. Se habla de cifras de billones y billones de dólares. Son ayudas nivel planetario. Entonces es bastante complejo, porque las situaciones son diferentes.
-¿Puede decirse que China es un país que sale fortalecido tras la pandemia?
-En esta tabla grande es el único país que va a enlentecer el crecimiento pero no va a caer. Va a tener una tasa positiva. Como gran economía va a ser la única. A nivel global, el fenómeno de esta crisis equivalió a la perdida de cinco años de crecimiento.
“La mayor parte de países se ubicarían en el cruce de un virus recurrente y medidas parcialmente efectivas. En ese caso, la salida de la crisis no va a ser veloz”
-¿Qué consecuencias tendrán un carácter permanente?
-Hay un conjunto de aspectos, culturales, económicos, pero creo que en este contexto hay tres palabras, tres puntos, que son importantes tanto para empresas como países: “resiliencia”, entendiendo por resliencia la capacidad que tiene un país una empresa o una persona, de tener un trastorno negativo y poder superarlo, pero de una forma especial, es decir, superarlo siendo mejor. No solo es soportar el problema, implica soportar y terminar con más fuerza, mejor que antes. La otra es que al caer el producto mundial, el mundo es más pobre, y al menos por un tiempo eso implica “austeridad”. Y la tercera palabra que me gustaría remarcar, es que en este mundo, la clave es la “innovación”. Es el tercer elemento sobre el que pivotea el éxito de las empresas o de los problemas que van a quedar pendientes. Entendiendo por innovación no solo una nueva idea, sino que sea exitosa y aumente el valor de la empresa, de los productos del país.
-También hay cambios culturales que vinieron para quedarse…
-Hay cambios culturales. Todo es muy nuevo. Vamos a pasar de una sociedad con visos on-line, a una sociedad más contact free -libre de contacto-, entonces acá tenemos que recuperar ingresos, rediseñar operaciones, tenemos que relanzar las empresas. No va a alcanzar solo con volver, en mi opinión es volver pero reimaginado. Sobre el trabajo remoto, los estudios dan que la mayor cantidad de trabajos se pueden hacer remotamente sin gran mengua, ni de la productividad, ni de la competitividad de los países o las empresas. A veces incluso mejorando la productividad. Me da la sensación, con toda humildad, que estamos frente a un futuro de modelo más hibrido de trabajo remoto. Aquí hay que tener un poco de cuidado, porque no va a ser igual para las personas de mayor nivel educativo que para las de menor. Hay que tener cuidado porque se puede acentuar una brecha digital.
En general hay que tener cuidado de estas grandes revoluciones que producen estos fenómenos –que ya estábamos viviendo-: la revolución 4.0, cambios muy disruptivos, inteligencia artificial, la genómica avanzada, el internet de las cosas, el big data, el blockchain. Estábamos en medio de esa revolución del conocimiento y ahora arrancamos con esta revolución que ya estaba poniendo en cuestión la necesidad de un reentrenamiento de la gente.
-¿Eso implica un desafío para la educación?
-Entre otras cosas, la educación tiene que capacitarte para saber que vas a estar en un mundo cambiante. Un mundo en el que la creatividad va a tener que ser uno de los activos más importantes, porque lo que estudiaste, una profesión, se va a tener que reinventar tres o cuatro veces. El conocimiento va a pasar a ser un compromiso a largo plazo para toda tu vida.
Esto trae problemas también. Un lado oscuro de salud mental o de disfunciones mentales como estrés crónico, fatigas, cansancio, frustraciones.
Esta pandemia produce una cosa que se llama la gran aceleración, temas que probablemente podrían haber tardado siete, ocho o 10 años, se tuvieron que poner en práctica en cinco o siete meses. Eso tiene un lado oscuro. Hay que tomar en cuenta esa serie de contratiempos no deseados.
-¿Cuáles deben ser las estrategias de las empresas para salida adelante en esta coyuntura?
-Para las empresas los tres principios se mantienen -resiliencia, austeridad e innovación-, pero también tienen que comprender que hay un gran activo –que siempre estuvo pero no de la forma de hoy-, que son los datos. Esta presencia de los datos lleva a que funciones dentro de una empresa, que eran rutinarias o de apoyo, terminen siendo actividades que tienen que contribuir a que esa empresa haga productos más innovadores, más rentables, que den más bienestar a la gente, que nos hagan sentir más desarrollados. Esta parte es muy importante. Las empresas tienen que comprender que un tema central está en la innovación y el conocimiento. Tenemos que tener claro que los países que han logrado salir adelante han entendido el tiempo en que se vive, y han actuado en consecuencia. Las empresas tienen que entender -creo que lo entienden- que la salida está en la innovación, en productos nuevos, o commodites con más influencias de la ciencia.
“Esta pandemia produce una cosa que se llama la gran aceleración, temas que probablemente podrían haber tardado siete, ocho o 10 años, se tuvieron que poner en práctica en cinco o siete meses”
-¿Cómo se apoya desde el sector público?
-El sector público en esta pandemia ha tratado de apuntalar a las empresas, de la mejor forma que han podido, dependiendo obviamente de la espalda, y también ha actuado apoyando a la gente que ha quedado en seguro de paro o figuras similares. El Estado en esta crisis está jugando un rol bastante más grande que en otras a las que estábamos acostumbrados. De hecho, va a tener una mayor presencia; después, por supuesto, cada país hará lo que crea más conveniente. Esta crisis es tan grande, tan abrumadora, que este tipo de problemas hay que solucionarlos. Incluso nuestros países lo han hecho, en menor medida, porque la espalda es otra.
-El multilateralismo venía atravesando una crisis importante y la victoria de Donald Trump en 2016 fue un golpe duro. ¿La victoria de Biden, puede provocar un cambio a favor del multilateralismo?
-Comparto que el multilateralismo venía declinando. Es probable que ante la presencia de algunos líderes mundiales, y cuando hay una revolución tecnológica muy disruptiva, llegás a algunos lados oscuros. Uno es la brecha digital. Están aquellos que van triunfando porque entendieron esto, tuvieron la oportunidad, y están los que no, que no eran trabajadores del conocimiento. Eso lleva a enormes descontentos de gente que tuvo una vida honesta, de servicio, y de pronto se encuentra, a temprana edad, con problemas muy delicados de quedarse fuera del sistema, porque sus destrezas no coinciden con las habilidades que son necesarias ahora. Eso lleva a que la gente, en el error o el acierto, se cobije en gobiernos de carácter más populistas. Esto trae problemas y el multilateralismo ha ido perdiendo algunos países importantes, como EEUU. Ahora viene una persona que es mucho más multilateralista. Me gustaría que hubiera mayor multilateralismo.
-¿Piensa que lo habrá?
-Sí, creo que el aire empuja en esa dirección. Lo que tengo un poco más de dudas es cuánto puede durar encauzar ese barco. Porque son temas que son más profundos y es como la relación entre China y EEUU que estamos viendo. Pongo una nota de cautela en la velocidad en que esas cosas se rehagan, porque son complejas. Más allá de Biden, me da la sensación por lo que veo y leo que (las diferencias entre ambas potencias) ha calado muy fuerte en muchos estadios importantes de EEUU. El estilo va a ser muy distinto, las formas muy diferentes, las velocidades, pero estamos ante dos potencias enfrentadas claramente, en muchos aspectos, y en uno fundamental, que es el tecnológico. Por suerte, los países se van a llevar con otro estilo.
“Una propuesta que se integra al espacio”
En el plano artístico la obra de Pascale ha sido reconocida internacionalmente y actualmente se puede apreciar una de sus exposiciones en el Museo Blanes: “El espacio integrado”. La muestra estará abierta al público hasta el próximo 31 de enero.
-¿Qué características tiene la exposición?
-Es una muestra de tipo insaight specific, una instalación para un lugar particular. No poner cinco, 10 o 20 obras en una sala, sino tener en cuenta el espacio. Me gusta tener en cuenta el espacio e integrarme al espacio.
-En ese sentido, el Museo Blanes es un escenario ideal.
-Sí, en especial esa Sala, Maria Freire -que fue una gran artista-, es una sala de 25 metros y medio de largo, casi nueve de ancho, debe tener entre ocho y nueve metros de alto, tiene una volumetría importante. Por eso se me ocurrió esta muestra.
-La obra también integra lo artístico y lo profesional.
-Siempre tenés que estar creando, la belleza de la ciencia a veces es enorme. A veces puede asustar, pero por ejemplo, la matemática tiene una belleza intrínseca inconmensurable. Y esta es una muestra que tiene mucha matemática, porque son todas curvas, de una familia de curvas que se llama catenaria. Es la curva que se forma al tomar una cadenita de dos lados, que le da una forma que Galileo pensó que era una parábola, y es parecida, pero no es, tiene diferencias que recién siglos después un gran matemático (Gottfried) Leibnitz encontró la ecuación que la representaba. Entonces, tuve que usar esta ecuación 68 veces, porque son todas distintas las catenarias, van subiendo a medida que vas internándote en la sala y se va formando como una bóveda invertida.