Ya en la segunda mitad de 2023 empieza a existir lugar para lecturas más generales del desempeño de la economía. Ceres y su trabajo de monitoreo son un espacio de consulta. En ese sentido, CRÓNICAS dialogó con Martín Alesina, quien interpretó el Índice Líder de Ceres (ILC). El economista confirmó que, de presentarse una tasa negativa en la actualización del mes de agosto, ya se podría destacar un cambio de la tendencia de la actividad, pasando de estar al alza a encontrarse a la baja debido a problemas originados a partir del segundo trimestre. Mirando a largo plazo, destacó que se transita por un año de “magro crecimiento”.
-Teniendo en cuenta las cifras que ha marcado en los últimos meses el ILC, ¿qué perspectivas económicas deja esta primera parte del año?
-Los primeros cinco meses del año el ILC dio tasas positivas, mostró que hubo un aumento de la actividad, lo cual se vio confirmado en el PBI del primer trimestre. A partir de junio, empezó a dar tasas negativas y ahora estamos empezando a trabajar en la actualización del mes de agosto, que va a ser oficial la semana que viene. Por la metodología del índice, si la tasa de agosto es negativa, habría tres tasas negativas consecutivas y estaríamos pudiendo afirmar que la tendencia de la actividad pasó de ser al alza a ser a la baja. Por otra parte, más allá de lo que está marcando el índice y otros indicadores de adelanto, lo cierto es que empezando el segundo trimestre la actividad económica empezó a tener problemas, obviamente impactada por la sequía, los problemas de competitividad, la demanda externa y el efecto de diferencia cambiaria con Argentina. Todo esto, sumado al final de la obra de UPM y el menor dinamismo del empleo en relación a las obras del Ferrocarril Central, son factores negativos que llevaron a que la actividad empezara a mermar. En definitiva, no se puede confirmar si es una caída o no, aunque hay varios indicadores que muestran que efectivamente es así.
-Considerando el primer semestre y los indicios del actual trimestre, ¿cuáles son las expectativas de crecimiento?
-En el tercer trimestre tampoco se está viendo una recuperación, hay varios indicadores de adelanto como el ILC o la recaudación que no muestran ese tipo de indicios. Estamos viendo un año complejo para Uruguay, un año de magro crecimiento, en el que las expectativas han ido bajando. A principios de año se estaba más cerca del 2% y ahora estamos cerca del 1%, nosotros no hacemos proyecciones, pero por lo que estamos viendo, visualizamos un crecimiento por debajo del 1%. Esto tiene que ver con el efecto arrastre negativo del año pasado y el hecho de que se creció en el primer trimestre, pero poco, y en el segundo probablemente se caiga.
-Dentro de esta evaluación, ¿cuáles se pueden caracterizar como los sectores más afectados?
-Afectado particularmente está el comercio, sobre todo en departamentos fronterizos, producto del diferencial cambiario con Argentina. También está el efecto negativo que sufrió la construcción con la baja de empleo por la finalización de obras de UPM y la disminución en el Ferrocarril Central. De todas formas, en este caso la construcción ha logrado compensar, ha habido aumentos de obra en vialidad, sobre todo obras públicas, y también la construcción de edificios y viviendas.
-¿Qué análisis hace de lo que viene siendo la política monetaria del BCU?
-La política monetaria del BCU creo que es muy clara, es de no intervención. Nosotros no hacemos un análisis particular, no decimos que eso está bien o está mal. Sí entendemos que se trata de una comunicación transparente, en la que se sabe lo que se va a hacer, y es que se va a dejar flotar. Hemos tomado posición en asegurar que estamos en una situación de atraso cambiario, algo que no todos los especialistas catalogan de esa manera. Tenemos un modelo de fundamentos y encontramos un atraso del orden del 25%, lo que quiere decir que el valor del dólar debería estar 25% por encima. Por otra parte, consideramos que cuando se debía incentivar el consumo en la pandemia, por parte del BCU se bajaron tasas, y luego con el aumento de la inflación, se intentó contenerla con la suba de las tasas, y se logró por este y por otros factores. Ahora, esto no es algo que haya que darlo por hecho, porque la inflación no es que se haya logrado y ya está, es un esfuerzo que se debe seguir dando.
-En este contexto, ¿las perspectivas en materia de inflación van a seguir dando espacio a que se pueda mantener esa política con tendencia a la baja de las tasas?
-Esta tendencia no se va a revertir, va a seguir así o hay espacio para que siga bajando. Los últimos datos de inflación son muy auspiciosos, pero eso no asegura ese valor hasta fin de año, las proyecciones están un poco por encima. Lo que está muy rígido son las proyecciones de los empresarios, los que, con alguna pequeña duda, siguen estando bastante por encima de las expectativas de los analistas. Es muy importante en la búsqueda de una inflación más baja poder afectar las expectativas de los empresarios, porque a la larga son quienes terminan fijando el precio más importante, el del empleo. Si uno no logra modificar esas expectativas hacia la baja, va a ser muy difícil poder percibir ese objetivo final de contar en un mediano a largo plazo con una tasa de inflación más baja. Así como te digo esto, hay espacio, lo hubo y lo habrá para poder pensar en alguna baja en la tasa de política monetaria para las reuniones futuras.
-De acuerdo al atraso cambiario que identifican, ¿cuáles considera hoy como sus consecuencias?
-Tiene sus pros y sus contras, sus pros son para las importaciones, para las personas que ganan en pesos y quienes deben en dólares. Siempre se mira el atraso cambiario como algo negativo, pero en realidad hay buena parte de la población que está tomando provecho de esta situación. Está claro que tiene sus consecuencias negativas en todo el sector agroexportador, en el comercio de frontera y la fuga de consumo, no solo hacia Argentina, sino también por productos importados en general, las importaciones están muy por encima de años anteriores, el uruguayo en dólares está casi con un salario récord y ve más barato consumir a partir de importaciones.
-Como se había comprometido el gobierno, todo parece indicar que se dará un aumento del salario real. ¿Qué impacto puede tener esto para la economía?
-Un aumento del salario real siempre tiene sus implicancias positivas a nivel de consumo y por ende a nivel de actividad, eso es un impacto positivo. Considerando la situación de algunas empresas, sobre todo quienes sufren directamente la falta de competitividad y la situación de atraso cambiario, es importante que la suba de salarios no genere consecuencias negativas a nivel del empleo, por el hecho de no poder afrontar esos costos.
Posibilidad de aumento del gasto, pero no para un “carnaval electoral”
-¿Qué evaluación hace de lo que ha sido hasta el momento el desempeño de la política fiscal del gobierno? Se espera un nuevo aumento del gasto durante el año electoral. ¿Esta conducta puede poner en duda la función de la regla fiscal?
-Creemos que los pilares establecidos se van a cumplir. Si bien dejan cierto espacio de crecimiento, los topes son exigentes y generan ciertas restricciones hacia un aumento del gasto. Desde hace casi un año se está viendo un aumento del gasto en términos reales, lo cual, acompañado con una caída de los ingresos, ha derivado en un crecimiento bastante significativo del déficit fiscal. En definitiva, si bien hay un pequeño espacio para el aumento del gasto, no lo creemos de una magnitud suficiente como para referirse a ese tan popular término de carnaval electoral.
Desafíos estructurales: la necesidad de levantar la mirada
-Partiendo del estado de situación que presenta actualmente Uruguay, ¿cuáles cree que son los principales desafíos en miras del desarrollo?
-Más allá de los desafíos de coyuntura, es importante no perder el foco de los desafíos a mediano o largo plazo que tiene el país. Coyunturalmente estamos hablando del dólar, de la inflación, los cuales, si bien son temas súper importantes, no dejan de ser cosas de mirada corta. Cuando se resuelvan vamos a dejar de hablar de ellos, pero por el momento le sacamos tiempo a los desafíos más estructurales, como la política comercial y desafíos internos a nivel, por ejemplo, de educación, primera infancia, competitividad y empleo. Desde Ceres siempre nos gusta seguir estos desafíos, se trata de levantar un poco la mirada, y más en vistas de un nuevo periodo electoral. Es nada más y nada menos que rever temas como qué hacer con tener 20% de los niños de cero a seis años pobres, solucionar el empleo del futuro por fenómenos de automatización, por flexibilidad del mercado laboral, el tema de las cárceles. En general son cosas que muchas veces quedan en el discurso, siendo que tienen mucha importancia para pensar en Uruguay como país en vías de desarrollo o país desarrollado en un futuro.