En diálogo con CRÓNICAS, Trelles se refirió a la actualidad de Santander y del sector bancario en general. Señaló que más allá de la imprevisibilidad de la pandemia, las consecuencias fueron menos graves que las que se esperaban por parte del banco de origen español. En concreto, apuntó a que la visión de Santander en Uruguay pretende ir hacia “negocios donde ahora la banca no está”. Por otra parte, valoró positivamente el posicionamiento del país de cara al mundo y señaló que los operadores del exterior “tienen una referencia destacable de Uruguay”.
Por Oscar Cestau | @OCestau
-¿Puede afirmarse que se disiparon los impactos de la pandemia o aún hay cierto arrastre?
-En materia de impacto, todas las proyecciones que habíamos hecho tuvieron escenarios que fueron mejores que lo que habíamos planteado. Si antes de la pandemia nos hubieran dicho que estas eran las consecuencias desde el punto de vista de negocio, calidad de cartera, previsiones, lo hubiera firmado convencido. Cerramos una etapa que en su momento fue muy impredecible y por lo tanto generaba muchas dudas e incertidumbre tanto de negocios como de calidad. En nuestro negocio siempre es muy importante tener previsión de lo que va a pasar. En términos generales, cerramos la pandemia mejor de lo que en algún momento habíamos supuesto.
-¿Hubo aumento de la morosidad?
-No. De hecho, la calidad de cartera va a cerrar este año mejor que la cartera de 2019, que era muy buena.
-¿Con la pandemia llegó a dispararse?
-No, nunca. Esa fue una de las grandes sorpresas que tuvimos. Nosotros siempre decíamos “estos niveles de morosidad seguramente se deterioren un poco”. Y nunca se llegó a deteriorar. Esa es una de las proyecciones en las que fuimos más ácidos de lo que después la realidad nos terminó mostrando en cuanto al comportamiento real de la cartera.
-¿Cuáles fueron las líneas de negocio más rentables este año?
-Todas, no hubo una línea que se destacara sobre otras. El 2021 y 2022 hasta el primer semestre para el sector agropecuario fue un gran año en términos de negocio y rentabilidad. Sin embargo, ahora empieza a encender alguna luz amarilla por el atraso cambiario o un tipo de cambio muy bajo en relación a lo que le convendría. Por otra parte, obviamente el turismo, la parte de restaurantes, se vieron afectados producto de lo que fue la pandemia. En términos generales, nosotros tuvimos un buen comportamiento de todos los clientes. Incluso aquellos pertenecientes a los sectores más afectados lograron terminar afrontando la situación, muchos generando una eficiencia que nunca pensaron que iban a poder lograr.
-¿Cómo evalúa la economía uruguaya en el actual contexto internacional?
-Ha mantenido y demostrado una solvencia impresionante. Logró una mejora del déficit fiscal muy importante, con un acceso al mercado internacional de crédito inigualable. Además, la última emisión de los bonos sostenibles ha sido excepcional. Nosotros interactuamos con muchos operadores del exterior y todos tienen una referencia destacable de Uruguay. Hay una economía uruguaya sólida, con desafíos como la inflación, pero cuando hablamos de inflación es en el mundo, no solo acá. No estás aislado, no tenés temas complejos para atender que sean propios, pero los habrá.
-¿Cómo está el contexto regional y global para hacer negocios?
-América Latina está pasando por un momento complicado. De alguna forma, Uruguay resalta y se sobrepone a las situaciones de países muy cercanos que hoy tienen inestabilidad política, social e institucional bastante más grande. Por la inestabilidad de la región, Uruguay es atractivo para invertir, vivir y mirar con buenos ojos el hacer desde acá. Se confirma lo que siempre se opinó de Uruguay: su estabilidad en el mediano y largo plazo, su apego a las normas, el respeto a las reglas de juego. No es un tema de este gobierno, es de los últimos 20 años. Se demuestra cuando Uruguay sale a hacer una emisión y tiene cuatro, cinco o seis veces más demanda que la oferta que propuso hacer. Hay un mundo que está interesado en Uruguay, confía en el país y lo distingue.
-¿Qué impacto tiene en el negocio el aumento de la tasa de interés? ¿Incide sobre los créditos que se dan?
-De arranque sí. Cualquiera debería pensar que las tasas tienen que subir, porque en definitiva en el mundo están subiendo. En Uruguay un mitigante de eso, que puede hacer que la subida de tasa sea parcial o con un ritmo menor al de otros mercados, es la alta liquidez del sistema financiero. Hay muchos más depósitos que créditos, por lo tanto, los grandes clientes de créditos pueden tener mayor capacidad de negociación. Los bancos nos peleamos por los mismos clientes grandes y en definitiva estamos dispuestos a dejar algún punto de tasa con tal de hacer negocios. De todas formas, nosotros creemos que en el 2023 y en el 2024 las tasas en Uruguay van a subir como producto de lo que está pasando en el mundo.
-Da la sensación de que la política monetaria del BCU, entre otros objetivos, busca incidir sobre las expectativas de la inflación. ¿Está bien que se sacrifiquen otras metas en la búsqueda, precisamente, de bajar la inflación?
-Bueno, ahí ya son opiniones muy particulares. En algún momento escuché a algún economista decir algo que me pareció razonable: ‘hoy hay inflación en el mundo, entonces habría que cuestionarse si particularmente es razonable en este momento ir contra esa ola de inflación’. La política monetaria es parte de la política económica del actual gobierno y las prioridades las fijan ellos; en definitiva, parece ser claro que la inflación es uno de los temas que quieren controlar y, en conclusión, están tomando medidas hace ya un tiempo.
-¿Qué ven en el horizonte en materia de inversión? ¿Desde el banco notan interés de los clientes acerca de financiamiento para inversión?
-Vemos un flujo de empresas de primer nivel que están mirando hacia Uruguay. Nuestro país es un mercado muy pequeño, entonces tampoco se puede esperar que grandes inversiones vengan pensando en el mercado local. Lo que están llegando son, por ejemplo, las empresas de tecnología pensando en dar servicios desde Uruguay al mundo. Asimismo, cuando hablo de inversiones, la inversión en deuda uruguaya es la muestra de que hay inversores que están viendo hacia el país, y antes no ocurría. No están dispuestos a invertir físicamente, pero sí en la emisión o en la deuda, y eso habla del interés que hay por este país en términos de solvencia. Es un mix de cosas. Después están las familias de la región que están dispuestas a venir al Uruguay por la estabilidad, por la calidad de vida. Esas son las inversiones que nosotros vemos que están llegando al país.
-¿Cuál es la estrategia que tiene el banco hoy para crecer en Uruguay? Esto teniendo en cuenta que la nuestra es una plaza acotada en número de clientes y la competencia por estos es muy fuerte.
-Es una pregunta que está alineada a las últimas decisiones de los últimos dos años. Nosotros entendemos que en un país de 3.4 millones de habitantes hay que hacer todo lo que hacemos, pero ir a negocios donde ahora la banca no está, esa es nuestra visión estratégica.
-¿Por ejemplo?
-Multiadquirencia. El banco nunca tuvo una empresa de adquirencia en el país. Hace un año y medio empezamos a tomar medidas, una de estas incluyó la compra de una empresa en Uruguay y la instalación de una empresa del grupo en el país. La multiadquirencia es el ejemplo más claro de ver qué oportunidades tenemos para crecer. En los negocios donde haya una desintermediación financiera o la banca, por ciertos motivos, nunca estuvo, es donde nosotros queremos ir y lograr un nicho de negocios.
-Los bancos están en una apuesta firme en materia de digitalización. ¿Cómo está Santander en ese sentido?
-Corriéndola de atrás. Claramente con la pandemia hubo una aceleración en la automatización, la digitalización de procesos y de servicios. Los bancos nos caracterizamos, por ejemplo, versus las fintech, por ser más lentos, menos específicos y menos focalizados. Estamos tratando de hacer cosas diferentes no solo para decirlo, sino para tratar de contrastar con hechos objetivos y reales. Hace unos meses formalizamos la creación de un hub de desarrollo nuestro que se llama F1RST. Hoy tiene 50 personas trabajando, que están por fuera del banco, con un modelo de trabajo y de desarrollo diferente, mucho más alineado a las grandes tecnológicas del mundo. Los bancos tenemos que seguir hacia ahí y ojalá lo hagamos lo más eficiente y rápido posible.
-Con las fintech en algún momento transitaban carriles distintos, y hoy aparecen como socias, jugando en el mismo equipo…
-Ahí está la estrategia de cada banco. Nosotros entendimos que algunas fintech habían hecho las cosas bien en determinados temas y tenían una expertise de muchos años en esos temas. Era inteligente no ponernos a competir con ellas, sino asociarnos o ser parte de ellas. En ese sentido nosotros compramos, por ejemplo, Paganza en el 2019, que es la más reconocida en el Uruguay de pagos. Son equipos que piensan diferente, que nacieron pensándolo diferente, que tuvieron un foco en determinados temas que de alguna manera entendimos que era mucho mejor adquirir ese conocimiento, esa experiencia. Creo que son demostraciones objetivas de que mejor que pelear con ellas es tratar de aprender de ellas.
-Los bancos hoy están poniendo énfasis en la banca sustentable, esto es, financiación de producto sostenible. Y esto es cada vez más mencionado tanto en los mensajes como en los negocios. Ahora, ¿cómo se insertan estas tendencias con los negocios rentables?
-Está de moda en el mundo hablar de sostenibilidad, de alguna forma hay que hacerlo. Hacia ahí también va el mundo. Los mercados y los clientes van a exigir que sus empresas y sus bancos estén alineados con esos temas. Para Santander este es uno de los focos para los próximos años. Estamos 100% dispuestos a dejar la rentabilidad en el camino para promover un estilo de hacer banca muy importante para la sociedad y la sostenibilidad de nuestro mundo. Eso el grupo lo tiene clarísimo y Uruguay también. Esa va a ser nuestra estrategia.
-¿Cómo evalúa el negocio de los plásticos? ¿Dónde tiene lugar el banco para crecer en ese terreno?
-Cuando hablamos de inclusión financiera, la multiadquirencia es un proyecto que claramente va en esa línea. Se trata de llegar a comercios que no han tenido la oportunidad de vender con plásticos o con planes de cuotas, eso es algo muy bueno. En cuanto al plástico en sí mismo, en los países más desarrollados se demuestra que es un medio de pago que va dejando su lugar a los digitales. Uruguay no va a ser ajeno a eso, los cambios vendrán más tarde o más temprano, pero vendrán. Es un desafío para los bancos encontrar modalidades de pago que sean más digitales, más automatizadas, más baratas, más eficientes. Todos los bancos estamos en ese camino.
-¿Cómo es la relación con AEBU? ¿Cómo están administrando ese vínculo en medio de este conflicto por el tema Citibank?
-Nuestra relación con AEBU ha sido siempre excelente, tanto con la central como con la representativa sindical del propio banco. Hoy estamos en un momento tenso. Entendemos que algunos bancos estamos sufriendo medidas por un conflicto que no tiene nada que ver con nosotros. Es un conflicto de un banco privado con el sindicato y este resuelve extenderlo a toda la banca. La salida no va a ser fácil en tanto que lo que se está pidiendo tiene a nuestro entender pocos antecedentes y suena con poco sentido común. Más allá de las excelentes relaciones que siempre hemos tenido con el gremio, no estamos cómodos porque entendemos que no es justo que nos esté afectando este conflicto.
-¿Cuál cree que es el futuro de la caja bancaria?
-Cuando se hace referencia a que se aumenten los aportes patronales, hay que recordar que los de la banca son el doble o el triple que los del resto de los sectores de actividad. Entendemos que sería irracional ir sustentando un eventual déficit con mayores aportes patronales. No entendemos la legitimación o la racionalidad de seguir aumentando y aumentando la brecha que hoy ya existe. Entendemos que en las reglas de juego cada uno tira para su lado y los intereses de todos no son comunes. Nosotros vamos a defender nuestra chacrita intentando apostar al futuro y defendiendo a una actividad que hoy tiene muchos menos trabajadores activos y menos aportantes. Esta es una tendencia que por muchos motivos no se va a detener y, por lo tanto, entendemos que va a ser más complejo sostener una caja bancaria como la que hoy se está pensando.