El unilateralismo agresivo que ha llevado a cabo Estados Unidos, las medidas adoptadas por la Unión Europea (UE) y el proteccionismo por sectores donde entran en juego distintos insumos estratégicos, son los principales aspectos que marcan la actualidad de la economía internacional. Así lo explicó en una entrevista con CRÓNICAS Marcel Vaillant, economista especializado en comercio internacional, quien además afirmó que en Argentina llegará el “fin de una época” marcada por la autonomía comercial, pero Uruguay quedará “desencajado” en este ciclo político.
Por Mateo Castells
-¿Cómo evalúa la situación actual de la economía internacional?
-Es una época con bastante incertidumbre porque se superponen procesos diferentes y en algún sentido contradictorios y no se sabe cuál de ellos va a terminar prevaleciendo. El mundo se venía ordenando e incluso sobrevivió la crisis económica anterior de la primera década, en un contexto en el que desde los 80 hasta ese momento, uno de los motores de crecimiento de la economía mundial era el aumento del comercio, que siempre creció más que el producto. En la segunda década de este siglo eso se empezó a erosionar y tiene que ver con esa crisis financiera y luego económica, que empezó con Lehman Brothers, donde se observó un enlentecimiento. A pesar de esto, empezaron a verse nuevos procesos, como los acuerdos plurilaterales mayores que contuvieran a muchos acuerdos anteriores. El ejemplo más emblemático de este proceso es el Acuerdo Transpacífico (Cptpp, por sus siglas en inglés).
-¿Cuál es el rol que ocupa Estados Unidos y cómo sus acciones impactan en el resto de los actores?
-Desde la administración de Trump hasta hoy, Estados Unidos empezó a aplicar distintos tipos de políticas de lo que se puede caracterizar como unilateralismo agresivo, tomando medidas unilaterales en el plano comercial, sin buscar ningún mecanismo de legitimación de esas medidas en el ámbito multilateral de Ginebra. Al mismo tiempo, Estados Unidos no nombra los árbitros internacionales para el sistema de solución de controversias de la Organización Mundial de Comercio (OMC), lo que no lo ha llevado a una parálisis total, pero sí lo tiene fuertemente enlentecido, como queriendo decir que estas reglas multilaterales y los mecanismos de solución de los conflictos a este nivel no lo satisfacen. Hay que tener en cuenta el bilateralismo con China, que tiene que ver con la guerra tecnológica y el campo de juego supuestamente no nivelado por distintos tipos de instrumentos ocultos que aplica China, que Estados Unidos ha denunciado. El problema es que ese conflicto bilateral no queda en eso. Comienzan a aplicarse medidas que tienen un impacto global y eso fue solo el comienzo, porque en la administración de Biden esto no cambió, cambiaron los modales, pero no la sustancia de la orientación de la política. Entonces, hay dos planos superpuestos. Debemos observar cómo venía organizándose la economía mundial, con algunos países que siguen en esa dirección y en esa apuesta, como es el caso del Reino Unido que después del Brexit emprendió un agresivo proceso de lograr equiparar a la UE en materia de acuerdos, porque al salirse del bloque perdió todos los acuerdos con terceros que ya tenía por formar parte. Estos procesos continúan, se están estructurando reglas y comercios, tienen muchas ventajas los acuerdos plurilaterales que anidan muchos acuerdos preexistentes y les agregan nuevos. Simultáneamente, a partir de lo que está haciendo Estados Unidos y que ahora se le sumó Europa, se observan gestos de unilateralismo, de establecer reglas unilaterales como los subsidios a la producción para promover la transición energética y el mecanismo de subasta en la UE para las emisiones de carbono que ahora va a irrumpir un correctivo en frontera con un nuevo arancel, por ejemplo, que forman parte de un conjunto de reacciones unilaterales y descoordinadas, sin un marco global que las unifique y les dé consistencia.
-¿Considera que actualmente existe un proteccionismo por sectores?
-El proteccionismo está ocurriendo en varios sectores, donde entran en juego los insumos estratégicos. Hay muchos tipos de acuerdos sectoriales de abastecimiento, que aún tienen una densidad y una relevancia marginal desde el punto de vista de su intensidad e influencia en las corrientes del comercio mundial, porque son cosas bastante específicas. Pero de la misma manera que esto es así, es cierto también que no ha habido una deslocalización global de los procesos de fragmentación de la producción, y muchas empresas en Estados Unidos y la UE siguen funcionando con localizaciones en el este asiático y en particular en China.
-¿Cómo se configura el diagrama mundial ante el establecimiento de los Brics?
-Los Brics no tienen ningún impacto. En un orden mundial en donde el unilateralismo importa y donde no existe un ámbito multilateral de reglas comunes, lo que se muestra es que el músculo es China, que va a funcionar al ritmo que este país le quiera dar. Hasta ahora, desde el punto de vista comercial, no implica nada. Del punto de vista financiero, está insinuada la creación de un banco de desarrollo con sede en Singapur, pero según entiendo no creo que esto prospere. No va a ser como el Banco del Sur que existe en Sudamérica y en principio no ha ocurrido nada relevante. Este tema tiene que ver con un tercer plano de geopolítica, con el hecho de la participación de países grandes y de países grandes emergentes. El unilateralismo no es exclusivo de las potencias ricas e industrialmente dominantes, también lo es de los países con economías emergentes, porque en términos internacionales, es la tentación básica que tiene todo conjunto grande del planeta y que lo padecen los que no son Brics, los que no son Europa y los que no son Estados Unidos y sus áreas de influencia. Es decir, la mayoría de las economías del mundo, que son desde un punto de vista económico pequeñas y tomadoras de reglas, y que por lo tanto quedan en una situación de gran vulnerabilidad.
-Con este panorama que ha planteado, ¿podría afirmar que estamos ante una guerra fría económica?
-El unilateralismo agresivo es una manera de describir este proceso. Hasta ahora hay acciones y reacciones. A China le ha ido bien con el orden multilateral y las reglas de esta índole, ha entrado en la OMC y ha estado dispuesta a verse sometida a observaciones. Quien está desordenando este orden mundial es Estados Unidos, y la UE mantiene las maneras, pero está haciendo cosas que van en la misma dirección que los norteamericanos. Yo creo que guerra, en términos de sucesión de acciones y reacciones, en esta dirección no hay. Ha habido varias batallas y el orden multilateral no está muerto, pero el vínculo que hay dentro de las reglas de comercio internacional, entre el primer nivel y la geopolítica mundial y la situación de seguridad, es que los conflictos económicos y comerciales terminan escalando muchas veces a conflictos en otro plano, y la interdependencia económica, que es el resultado de tener reglas comunes y de generar mayores inversiones y comercios cruzados, va exactamente en el sentido contrario. Esto termina generando amortiguación y costos mayores cada vez que Estados Unidos y la UE emprenden acciones unilaterales en determinado lugar, perjudica al otro, pero se perjudica también a sí mismo. Hay eventos en la economía mundial de unilateralismo que quedan calificados en un proceso que en escala pueden llegar a una situación de guerra económica y por lo tanto de guerra como tal, esto es posible leerlo y existe. Creo que aún se encuentra en un grado de manifestación que es poco intenso y lo que lo frena es que el comercio mundial sigue siendo un comercio de bienes y servicios intermedios, lo que quiere decir que cualquiera, para producir algo en determinado lugar, necesita productos importados de todo el mundo.
“Argentina va a padecer el fin de una época, marcada por el fin de la autarquía”
-De cara a las próximas elecciones presidenciales en Argentina, ¿cree que los resultados tendrán una influencia en las negociaciones de Uruguay con China y Estados Unidos?
-Me parece que en el vecino país todo lo que no esté referido a la estabilidad macroeconómica del corto plazo, al equilibrio fiscal y la estabilidad de precios, por unos años va a ser de segundo o tercer orden en la agenda. Lo que es una realidad es que más allá de quién gane, Argentina va a padecer el fin de una época, marcada por el fin de la autarquía. Entre otras cosas, esa política proteccionista y ese esquema macroeconómico que fue amigo de esa multiplicidad de tipo de cambio, del control de las licencias de las importaciones y de los impuestos a las exportaciones, es algo de lo que Argentina, en términos estructurales, tiene que salir. Y lo que necesita para salir es una inserción más dinámica en el mundo. Tiene los fundamentos y las potencias propias como para que ese camino sea exitoso. Entonces, de esta forma se termina esta época, que empezó con las acciones en materia de autonomía en las relaciones con terceros y no va a ser sencillo, pero considero que este es el final de esta época, sobre todo en lo que refiere al Mercosur. Quizás Uruguay quede desencajado en cuanto a los ciclos políticos, porque este cambio va a llegar más tarde de lo que le hubiera sido útil a este gobierno para cristalizar ciertas cosas, como el Tratado de Libre Comercio (TLC) con China, retomar una senda de relaciones con Estados Unidos o bilateralizar el acuerdo con la UE. Creo que todas estas cuestiones están en agenda para Uruguay, debería seguir insistiendo en estos apartados, pero cada día es más verosímil que el veto que existe hoy termine. El más feroz opositor en todo este período de negociación por el TLC con China, sin decirlo, ha sido Brasil. Las próximas visitas del gobierno uruguayo a China serán claves y espero que no cristalicen el fracaso del proceso de negociación del TLC que se vio enlentecido, pero ninguno de los aspectos de contexto que dijeron que justificaba que se enlentecieran, tuvieron éxito, ni el acuerdo con la UE ni las negociaciones del Mercosur en conjunto con China.