Marcel Vaillant, doctor en Economía y especialista en comercio internacional
Suele decirse que el Mercosur funciona como un corsé y que ha sido un freno para el afán aperturista de Uruguay. Para Vaillant, si pasar a ser miembro asociado le implicara al país levantar las restricciones que tiene para negociar acuerdos con terceros, habría que hacerlo. Sin embargo, considera que esto no resolvería el problema dado que “la restricción que existe es de orden político y de relaciones internacionales, no normativa”. Así lo explicó el especialista en una extensa entrevista con CRÓNICAS, en la que también destacó que el ingreso al Cptpp “debe estar en la obsesión” de la agenda política del gobierno.
-¿Qué evaluación realiza de lo hecho por esta administración en materia de inserción internacional?
-Lo que hizo este gobierno fue poner en agenda como prioridad el tema de modificar la situación de Uruguay en el Mercosur, en lo que refiere sobre todo a la posibilidad de abrir más la economía y conseguir un mejor acceso a los mercados. Esto es algo que debe estar en la agenda del país, que no es que no haya estado antes, sino que simplemente este gobierno mantuvo y subrayó, además de tomar algunas iniciativas importantes en esta dirección, como la solicitud de ingreso al Acuerdo Amplio y Progresista de Asociación Transpacífico (Cptpp), que tiene mucha contemporaneidad dado el cambio que ha habido en las reglas internacionales del comercio y las cosas que están ocurriendo. Lo mismo ocurre con la intención de hacer un Tratado de Libre Comercio (TLC). El vaso medio vacío en este tema tiene que ver con que ninguno de estos procesos se cristalizó en algo estrictamente concreto. En el apartado bilateral sí hubo concreciones, pero no mejoró el acceso de Uruguay al mundo. Este es un problema muy complejo de gestionar, dada la situación de la región y es un punto donde hay una gran confusión sobre en dónde estamos parados en la región. Hay una brecha tan brutal entre lo que el Tratado de Asunción planteó y lo que efectivamente es hoy el Mercosur, y ese diagnóstico preciso de qué es lo que está funcionando o no en el bloque es algo sobre lo que no hay foco aún.
-Se suele decir que el Mercosur funciona como un corsé y que ha sido un freno para ese afán aperturista que ha tenido Uruguay. Pero también gran parte de las exportaciones, principalmente de las mipymes, dependen del Mercosur. ¿Qué postura tiene al respecto de esta contracara?
-Si pasar a ser miembro asociado a Uruguay le implicara levantar las restricciones que tiene para negociar acuerdos con terceros, preguntaría dónde hay que firmar. El problema que tiene esto, que comparto la preocupación y el diagnóstico de partida, es que pasar a ser miembro asociado no le resolvería el problema a Uruguay, porque la restricción que existe es de orden político y de relaciones internacionales, no normativa. Porque el acuerdo del Mercosur es algo que funciona en términos de factos y el problema que tiene Uruguay para negociar tiene que ver con el hecho de que un mercado que va a hacer un acuerdo con Uruguay, piensa y evalúa si eso lo acerca o lo aleja de Brasil. Hacer un acuerdo con Uruguay es atractivo para cualquier país si es algo que lo acerque a Brasil, o al menos no lo aleje.
-¿Uruguay está condicionado indirectamente por sus vecinos para negociar bilateralmente?
-La negociación conjunta del Mercosur es compleja, no solamente porque el bloque funciona mal. Cada vez que el Mercosur negocia con un tercero, es amenazante en términos agrícolas. Uruguay es un país muy chico, no es amenazante ni amenazado. Esto contradice lo que se suele afirmar, de que si negociamos en conjunto estamos mejor que si negociamos solos. La historia ha demostrado que esto no es así. Y esto no es solo por el problema del Mercosur, sino que es por un problema de que los mercados agrícolas en el mundo están estructuralmente protegidos. Este es el problema que hubo con la Unión Europea (UE). Cuando vas a hacer una negociación comercial y sos una potencia agrícola, vas a tener grandes resistencias del otro lado. Uruguay podría tener la ventaja de ir más rápido, porque aun teniendo ventajas agrícolas, somos un país chico y no tenemos una oferta tal como para cambiar los precios en un mercado asiático o europeo. El Mercosur tampoco lo tiene como bloque, pero del otro lado piensan que sí lo tiene y que es amenazante, lo que genera una economía política ultraproteccionista. Uruguay, para negociar con mercados terceros, debe tener la voluntad del tercero, que ha sido vetada básicamente por Brasil, que es el líder, mientras que Argentina ha tenido estructuralmente una subordinación estratégica con la posición brasilera.
-¿Es de esperar que Argentina sea un aliado en este tema, como se ha dicho desde que asumió Milei?
-Es de esperar, pero hasta ahora no ha ocurrido. Veremos qué pasa este semestre. Hasta que no haya claridad en los mensajes, la confusión se va a mantener. Hoy la prioridad de Argentina es la estabilidad de la economía y estos temas pueden quedar subordinados, mientras que el tema más importante para Uruguay hoy es la diplomacia con Brasil.
-¿Cómo decodifica la actitud que ha tenido Brasil desde que asumió Lula?
-Bolsonaro puso el foco en tener una mayor apertura comercial de Brasil, pero fueron a la velocidad de Brasil, que es un país continental que se mueve poco. A este proceso, si se le pone un punto inicial, es la reunión de Lacalle Pou con Bolsonaro en 2022, donde el presidente brasilero dijo, de manera informal, que Uruguay haga lo que requiera hacer en materia comercial con terceros. Nosotros interpretamos que podíamos hacer acuerdos, Brasil interpretó lo que Bolsonaro dijo. En esa velocidad o en ese matiz, con el gobierno de Lula se pegó el volantazo clásico para el otro lado y se puso mucho más duro. Pero, así y todo, en enero de 2023 cuando vino Lula a Montevideo, reconoció públicamente que la posición de Uruguay era entendible y que ese era el año del acuerdo con la UE. Y acá estamos en 2024 y seguimos sin acuerdo con la UE. Por otra parte, Uruguay tiene distintos caminos con este tema. Uno es la legitimidad de la restricción, que desde el punto de vista normativo no es legítima y si fuéramos a la Organización Mundial del Comercio (OMC) y pidiéramos un análisis independiente de cómo funciona este acuerdo, cualquiera diría que no funciona ni siquiera como una zona de libre comercio.
-Oddone manifestó en su momento que Uruguay debería mantenerse en el Mercosur, pero que debería jugar “al borde del reglamento”. ¿Está de acuerdo?
-Es difícil interpretar lo que quiso decir, pero si ser miembro asociado nos garantiza que un tercero haga un acuerdo con nosotros, sin dudas me afiliaría a esa posición, que es la que también han sostenido Ignacio Bartesaghi o Laura Raffo. Pero esto tiene poca verosimilitud y, dado eso, debemos seguir en este equilibrio. Yo no estoy de acuerdo con el borde del reglamento si existe un reglamento, pero el problema es que no existe, sino que existe un acuerdo de facto y no es que estemos al borde del reglamento. Al borde del reglamento están todos, hasta el mismo Mercosur. Existe una confusión sobre dónde estamos parados y cuál es el reglamento. Ahora, sí comparto la idea de que, si hubiera la certeza de que ser miembro asociado nos abre la posibilidad de ingresar al acuerdo más contemporáneo que tiene el planeta hoy como el Cptpp, sin dudas estaría de acuerdo. Simplemente creo que el obstáculo no es de orden normativo, sino que es de orden político y de relaciones internacionales, y eso no se levanta a nivel normativo.
-¿Fue ambicioso por demás este gobierno al proponerse como uno de sus principales objetivos el TLC con China?
-No, me parece que es algo que estuvo bien. No solamente el hecho de plantear el tema en el Mercosur, sino que además sustanciarlo con dos iniciativas relevantes para Uruguay. Uruguay hoy está en una situación muy pobre en términos de acuerdos, e ingresar al Cptpp es importante. Esto le implicaría tener una docena de nuevos acuerdos de liberalización comercial funcionando, nuevas reglas, un incentivo a modificar sus propias normativas y un camino de convergencia regulatoria. Sería una puerta del Cono Sur a Asia, es una relevancia de primer orden y debe estar en la obsesión de la agenda de política internacional y comercial de Uruguay.
-Además de esto que menciona, ¿qué entiende que debe ser prioridad en el próximo gobierno en esta materia?
-El tema de la agenda internacional ha perdido peso en la agenda pública y electoral. Y tiene que ver con que hay un poco de confusión. Hay intenciones o cosas que se han querido hacer y no se ha podido. Por un lado, es bueno, porque nadie marca mucho perfil y no se polariza, pero por otro es malo porque tampoco se converge en una posición común. Uruguay, además de lo que refiere a acuerdos, tiene una larga agenda unilateral propia para hacer en materia internacional, donde el país debe abrirse. Uruguay requiere un programa de facilitación del comercio orgánico, intenso y que tenga prioridad en la agenda pública. Eso debería ocurrir y debería venir de la mano con suscribir un conjunto de acuerdos plurilaterales.
Acuerdo UE-Mercosur: “No creo que vaya a progresar”
-El 4 de setiembre comenzará la reunión formal de negociaciones por el acuerdo UE-Mercosur. ¿Qué se puede esperar de esta instancia?
-No creo que sea algo que vaya a progresar. De todas maneras, el acuerdo con la UE se ha desdibujado mucho, y en este contexto no creo que sume demasiado. Va a sumar más desde el punto de vista de la apertura del Mercosur hacia Europa y en la manufactura del bloque, que mejorará el acceso al mercado de nuestros productos en Europa. Puede ocurrir que este semestre haya un nuevo titular de que se terminó la negociación con la Comisión y el Mercosur y surja una noticia positiva, eso es verosímil. Pero luego viene el proceso siguiente, que es que el Consejo lo apruebe, que se haga el split, que se divida el comercial del resto del acuerdo y que vaya al Parlamento Europeo. Y creo que es un proceso que en Europa se puede volver a enredar en meses nuevamente. Todo lo que pasó puede volver a pasar, aun con un título positivo este semestre, que es lo único que puede haber.
“Un jugador importante en el tema de Venezuela es Brasil, con quien tiene una relación comercial intensa”
-¿Cómo analiza lo que está ocurriendo en Venezuela desde el punto de vista del comercio?
-Venezuela es gravitante en términos mundiales por sus reservas de petróleo, lo que la ha llevado a tener lazos importantes, originalmente con Estados Unidos y más recientemente con China y Rusia, con las que tiene cuentas pendientes en términos de deudas y lazos económicos. El otro plano, que considero es el dominante, es el político, que no sé qué puede pasar. Un jugador importante en el tema de Venezuela es Brasil, con quien tiene una relación comercial intensa y tiene la ambición de mantenerla e intensificarla, en cualquier escenario político que presente Venezuela.