Zunino: “El problema de la reforma del PIT-CNT es que no plantea cómo se va a financiar”

Gonzalo Zunino, director del Centro de Investigaciones Económicas

Que los problemas que tiene que solucionar Uruguay hoy son los mismos que tenía a comienzos de este gobierno y que probablemente la próxima administración deba encarar un ajuste fiscal, a menos que la coyuntura a partir del próximo marzo sea muy buena, son dos cosas que Gonzalo Zunino tiene claras y las defiende. Así declaró mano a mano con CRÓNICAS, donde también especificó que no hay margen para bajar impuestos y que los anuncios de rebaja de gastos siempre son “muy pomposos”, pero a la hora de la verdad son muy difíciles de implementar.

Por Mateo Castells | @teocastells

-¿Qué debe hacer el próximo gobierno para incentivar un mayor crecimiento de la economía y, al mismo tiempo, atender la pobreza infantil?

-La trayectoria del Producto Interno Bruto (PIB) últimamente estuvo planchada, en parte porque Uruguay tiene pendiente solucionar sus problemas principales y porque está en una región que está creciendo poco. Los problemas que tiene que solucionar Uruguay son los mismos que tenía a comienzos de este gobierno. Hay un tema fiscal, donde hay un déficit importante y el ancla fiscal siempre asegura la credibilidad de la economía. Hoy tenemos un déficit que está en el orden del 4%, por lo que siempre está la amenaza de tener que hacer ajustes para solucionarlo. En materia de crecimiento, cuando lo vemos desde el punto de vista macroeconómico, lo que de nuevo está generando problemas es que Uruguay está caro en dólares y está atravesando una situación que habitualmente se denomina como atraso cambiario, que es grave pero no como para que haya una corrección urgente. Los problemas fiscales y de atraso cambiario eran los problemas que estaban en 2020 y siguen presentes. Después, hay que seguir con la agenda de inserción internacional, pero eso es más una solución externa que interna y es más complejo de lo que parece. Lo que depende de Uruguay es garantizar la estabilidad macroeconómica, incluyendo el equilibrio en lo que es el tipo de cambio real.

-¿Cómo ve el apartado fiscal? ¿Cree que el próximo gobierno deba encarar un ajuste?

-Probablemente el próximo gobierno tenga que encarar un ajuste fiscal, a menos que la coyuntura sea muy buena y podamos crecer fuertemente desde marzo de 2025. Descartando un escenario muy optimista, el próximo gobierno tendrá que hacer alguna corrección, porque llevamos 10 años con la trayectoria de la deuda creciendo y, con la regla fiscal mediante, eso no ha cambiado. El punto hoy es delicado, es evidente que no había margen para bajar impuestos y es cierto que lo que se bajó no es un monto muy significativo, pero es claro que la señal que se dio en ese sentido va en contra del diagnóstico de lo que hay que hacer.

-¿Ve limitaciones en la regla fiscal?

-La regla fiscal no está funcionando adecuadamente. El objetivo principal de una regla fiscal es asegurar la sostenibilidad de la deuda, y la actual no lo ha hecho. Cuando se anunció, las calificadoras de deuda lo tomaron como una buena señal, pero después de que pasan dos, tres y cuatro años y ven que la regla no ha ayudado para evitar que la deuda siga creciendo en relación al PIB, van a empezar a cambiar de opinión, y eso es algo que va a enfrentar el próximo gobierno. Este gobierno lanzó la regla, con el anuncio generó efectos positivos, pero cuando se ve que la regla fracasa, los calificadores se arrepienten y cambian su postura. La regla fiscal actual no ha logrado evitar que la deuda crezca y creo que tiene problemas de diseño y en los instrumentos de cálculo que utiliza. Se habla, en gran parte, de los objetivos de déficit estructural, pero ese cálculo del estructural no es replicable todavía y esto nunca es bueno. Cuando uno ancla la trayectoria fiscal en torno a una variable que es el déficit estructural, es porque piensa que es algo más estable y el déficit observado estaría girando alrededor de ese déficit estructural. En este período, desde que tenemos regla fiscal, el estructural siempre fue por debajo del resultado observado. Pero la deuda evoluciona con el observado, no con el estructural. El próximo gobierno tiene, entre uno de sus objetivos, rediseñar la regla fiscal para que sea útil.

-En campaña electoral surgen muchas propuestas de reducción del gasto público, el tamaño del Estado y puntualmente de impuestos. ¿Cree que hay margen para esto o son meramente botines electorales?

-No hay margen para reducir impuestos. Hay 10 años seguidos de crecimiento de la deuda en relación al PIB y hay un déficit actual del orden de cuatro puntos del producto. Entonces, si hay este déficit, no es sostenible y la deuda va a seguir creciendo, y cuando los que te prestan ven que año a año debes cada vez más en relación a tu capacidad de financiamiento, se empiezan a preocupar. Si hay 10 años de crecimiento ininterrumpido de la deuda no hay margen ninguno para bajar impuestos y mucho menos si nos ponemos a pensar en bajar impuestos como el IASS o el IRPF, que son la parte más progresiva de los impuestos. Si no hay margen, ¿por qué se bajarían los impuestos a los colectivos más favorecidos? Creo que acá hay una contradicción con la reforma actual de la seguridad social. El diagnóstico y lo que pasamos diciendo es que las jubilaciones tienen una alta carga de subsidios y en parte es lo que explica el déficit del BPS, y viendo esto, no tiene lógica bajar el IASS. Cuando ocurren reformas en algunos de los subsistemas, recurrir a la contribución de los pasivos es algo que se hace habitualmente porque justamente el desequilibrio surge de que se estuvieron pagando prestaciones bastante más generosas de lo que fueron los aportes realizados. Esos subsidios pueden tener justificación para las jubilaciones más bajas, pero no para las jubilaciones más altas. Estar haciendo una reforma en la seguridad social y al mismo tiempo decirles a los pasivos actuales, lejos de pedirles una contribución, que se les va a rebajar su participación en el financiamiento, creo que es contradictorio. En definitiva, no hay margen para bajar impuestos y los anuncios de rebaja de gastos siempre son muy pomposos, pero a la hora de la verdad son muy difíciles de implementar.

-Otra de las propuestas que surge en el apartado impositivo es la creación de un IVA personalizado.

-Es una propuesta muy interesante. De la estructura tributaria de Uruguay, la parte progresiva es pequeña. El IVA es regresivo en su definición actual, porque los hogares de menores ingresos consumen más parte de su ingreso y proporcionalmente pagan más impuestos que los hogares más ricos, que consumen una menor proporción de su ingreso. En un momento existió esa idea de sustituir este tipo de impuestos regresivos por una mayor carga de impuestos progresivos, lo que genera resistencias y tiene sus dificultades, por lo que creo que una forma de volver más progresiva la estructura tributaria quizás no sea sustituir impuestos indirectos por directos, sino que la solución está en volver más progresivos a los impuestos que hoy son regresivos. La instauración de un IVA personalizado apunta a cobrar este impuesto de una forma distinta, logrando que se vuelva un impuesto progresivo. Para eso se necesita tecnología, que hoy es posible que existan las condiciones técnicas para ello.

-Además de lo que se ha señalado de que en caso de que triunfe el plebiscito de seguridad social que propone el PIT-CNT el déficit del BPS se incrementaría considerablemente, ¿qué otras amenazas implicaría para el país y para el próximo gobierno la implementación de esta reforma?

-En el largo plazo, el problema es que la reforma del PIT-CNT va en contra del diagnóstico que decía que los gastos crecen por encima de los ingresos en la trayectoria prevista de la Ley 16.713 y había que solucionar esa brecha. Por distintos motivos y en particular por el perfil del gasto público social en Uruguay, que está muy concentrado en los mayores de 65 años y que desatiende la infancia, la búsqueda de cerrar esa brecha venía más por el lado de bajar el gasto que de aumentar los ingresos previstos para el sistema. La reforma que se implementó no hizo nada desde el lado de los ingresos, que creo que es una mala señal, y apuntó todas sus baterías a tratar de contener el gasto. La reforma del PIT-CNT va en contra del diagnóstico porque no propone nada para los ingresos y busca expandir el gasto en pasividades, lo que amplía la brecha y la señal en términos de desequilibrio macro es alta. Nuestra proyección muestra que para el 2050, en caso de aprobarse el plebiscito, el déficit del sistema aumentaría cuatro puntos del PIB, que es una cifra muy grande de aquí a menos de 30 años. Por otro lado, a corto plazo tiene otros desafíos relacionados al cambio de las reglas de juego. Esta reforma cambia las reglas de juego y, cuando esto ocurre, el país se expone a juicios, relacionado a la eliminación de los pilares de ahorro y de las AFAP. Hasta hace unas semanas circuló la noticia de que Argentina todavía sigue con juicios asociados a la eliminación de las AFJP. 

-Evidentemente, la seguridad social del país atraviesa una situación compleja, más allá de la actual reforma y de lo que se propone desde el PIT-CNT. ¿A qué se lo atribuye?

-El diagnóstico es sencillo. Tenemos una tendencia poblacional que hace que cada vez haya menos activos por cada pasivo y tenemos un régimen previsional que hace que las pasividades que se pagan sean bastante más altas de lo que se aportó a lo largo de la vida activa de cada uno. Si yo tengo un régimen individualmente deficitario, pero tengo muchos activos para financiar una cantidad de pasivos quizás lo pueda hacer. Pero si yo tengo un régimen individualmente deficitario y cada vez menos activos para financiar los pasivos, el déficit empieza a escalar rápidamente. El principal problema de la reforma del PIT-CNT es que plantea un sistema de transferencias y no plantea el cómo lo vamos a financiar. Hay que tratar de mantener la cobertura casi universal que tiene el país en seguridad social y tratar de mantener la suficiencia de la mejor manera posible, pero para que el sistema sea bueno tenemos que asegurarle que lo vamos a financiar.


“Hay un trade off y la baja de la inflación ha tenido un costo en términos de competitividad y es algo a atender en el futuro”

-A raíz de la política monetaria llevada a cabo por el Banco Central del Uruguay y los efectos que ha tenido, existe una polémica donde hay quienes argumentan que la disyuntiva no es entre inflación y atraso cambiario, sino que es entre inflación y costo país. ¿Qué postura tiene sobre esto?

-Reducir la inflación no implica reducirla en dólares. Que la inflación en pesos haya cedido no implica que la inflación en dólares no sea alta y que el Uruguay sea caro en dólares y no en pesos. Como todo equilibrio macroeconómico, hay un equilibrio de tipo de cambio real. El país no puede ser demasiado caro, porque eso empieza a afectar la actividad exportadora y a fomentar la importación, que hace que en algún momento se dé una corrección. Esta idea de los equilibrios es como la ley de gravedad y es algo que pasa en todos los países. Uruguay hoy tiene un desequilibrio que genera problemas al sector turístico y al sector exportador en general, lo que desestimula la inversión y que es necesario solucionar para que existan más incentivos para invertir y retomar una senda de crecimiento que hoy está debilitada. Es evidente que en un mundo financieramente cada vez más integrado, las tasas de interés que se pagaron en gran parte de este período fueron muy atractivas para flujos financieros internacionales, la entrada de dólares presiona a la baja al tipo de cambio y la caída de este hace que los precios de los bienes transables terminen siendo más baratos en pesos. Esto ayuda a bajar la inflación, pero al mismo tiempo genera presiones sobre el tipo de cambio y los desequilibrios en el tipo de cambio real. Hay un trade off y la baja de la inflación ha tenido un costo en términos de competitividad y es algo a atender en el futuro.