GONZALO CASARAVILLA, PRESIDENTE DE UTE
Sin temor a equivocarse, el presidente de UTE, Gonzalo Casarvilla, afirma que Uruguay no va a tener, jamás, problemas de abastecimiento energético. Su seguridad se justifica en el cambio de matriz eléctrica que migró de la energía hidráulica y los combustibles fósiles a los parques eólicos y la biomasa. Con una inversión de US$ 1.700 millones en los últimos cinco años, y otra de US$ 1.400 millones en el actual quinquenio, la empresa estatal se asegura de haber sentado las bases de una red eléctrica ejemplar para la región y el mundo. En este sentido, el jerarca aseguró a CRÓNICAS que la cooperación de todos los actores involucrados fue la clave para garantizar el abastecimiento y lograr que la energía esté un 52% más barata de lo que estaría si la transformación no hubiese existido.
Por María Noel Durán | @NoeeDuran
-¿Cuáles fueron los principales hitos a nivel energético que han marcado al país en las últimas décadas?
-En los últimos 35 años pasaron muchísimas cosas a nivel eléctrico en Uruguay. En los años 80 entraba en operación la represa de Palmar y las primeras turbinas de la represa de Salto Grande.
En esa década, UTE estaba realmente en aprietos. Teníamos una calidad de servicio muy mala, era la época de los apagones y la producción industrial tenía serios problemas justamente por las interrupciones del servicio.
Estábamos en un momento en el cual el petróleo nos había puesto en dificultades y se empezó a tomar conciencia en el sector eléctrico de que había que generar un cambio.
Habiendo superado unos años 80 muy complejos para la empresa, en los 90 se empieza a hablar de la apertura, o incluso de la venta, de los activos de UTE y de separar las unidades de negocio. Se hablaba de privatización y hubo plebiscitos que plantearon la privatización parcial o total de la UTE.
Por suerte la UTE se salvó de esa volada y nació el actual marco regulatorio que determina que la generación de energía eléctrica pasara a ser de libre competencia en el país.
A nivel institucional, a principio de los 90 teníamos superávit de funcionarios, empezaba a visualizarse que si no mejoraba el sector eléctrico, Uruguay no tenía posibilidades de desarrollo como país.
En esos años, la UTE tuvo la primera gran transformación que hoy en día estamos cosechando: una apuesta a la formación de recursos humanos.
Ahí, en el año 1994 se concibió el Proyecto de Mejora de la Gestión (PMG) que dotó al equipo técnico de la UTE de una profesionalización que no tenía. Además, se llegó a un muy buen acuerdo con el sindicato, un convenio laboral robusto que le daba garantías a todas las partes y así se empezó a transformar la empresa; ese fue la génesis de la nueva UTE.
“UTE llegó a tener 15.000 funcionarios, hoy estamos en el orden de 7.000”
En aquel entonces hubo un click muy importante, UTE pasó de tener usuarios a tener clientes. Se cambió el enfoque y el cliente pasó a tener el protagonismo.
Evidentemente, como era un ciclo de privatización, estaba muy complejo para hacer inversiones; en esa época la música decía que había que pasarle al sector privado las inversiones, había que disminuir el tamaño del Estado y demás.
En ese contexto surgió una posibilidad sobre el fin del siglo pasado de abastecernos a partir de la importación de energía desde Argentina.
Con esa tónica fuimos entrando en los años 2000 y se dejaron de hacer inversiones de generación. Eso sucedió durante unos cuatro años, hasta que en el 2002 entramos en una situación de crisis y en el 2004 Argentina dejó de cumplir con los contratos, tanto con Uruguay como con Brasil y Chile.
Toda la región tuvo una muy fuerte regresión en cuanto al intercambio energético y eso nos dejó en una situación muy vulnerable porque el país empezaba a salir de la crisis de 2002 y por lo tanto, al crecer, demandaba más energía.
Nosotros ya habíamos explotado todo el potencial hidráulico y complementábamos la demanda con máquinas de combustible fósil líquido como el gasoil. El tema es que tuvimos años de sequía y en los que el barril petróleo costaba US$ 140. Ahí el barco no volcó porque era el Estado, pero UTE tuvo unos sobrecostos impresionantes.
En 2005, el primer gobierno del Frente Amplio se encontró con una situación caótica a causa de la falta de inversiones de años atrás; era una coyuntura muy compleja.
Ahí se definió que era necesaria una nueva matriz energética y había que ver cuál era el combustible para eso.
“Hoy en el mundo estamos analizando lo que está pasando con Uber y Airbnb; no es de locos pensar que la gestión energética también va a pasar por esos carriles”
Se concibió así, en 2005, la nueva política energética que se consolidó en el 2010 con el acuerdo multipartidario a favor de las energías renovables.
En 2010 comenzó nueva gestión y ya teníamos una política energética delineada y se llevaron adelante diferentes estrategias que a partir del año 2013 empezaron a transformar realmente la matriz.
En ese año empezaron a entrar los parques eólicos y a mediados de 2014 ya teníamos 400 megavatios instalados, lo que nos permitió hacer un ajuste de tarifas a la baja. En el 2015 entró otro tanto y terminamos el 2015 con unos 800 megavatios. Ahora, en el 2016, estamos en los 1.000 megavatios y el año que viene esperamos que sean alrededor de 1.450 megavatios de energía eólica.
Además vamos a tener en el orden de unos 200 megavatios de energía solar, también está pasando que aumentó la producción de biomasa, se incorpora la nueva planta de Montes del Plata que aportará en el orden de 80 megavatios a la red eléctrica nacional.
Y, en paralelo, debemos destacar las inversiones en infraestructura de red eléctrica, tanto de distribución como de transmisión, porque si no se hubieran hecho no tendría sentido el cambio de la matriz energética.
Esta nueva matriz tiene el combustible barato que son las energías no convencionales -básicamente la eólica-, y el respaldo hidráulico histórico que es una ayuda muy grande. Esto junto con la interconexión que tenemos con Brasil y Argentina, nos permite tener un escenario en el cual hemos logrado el objetivo de garantizar el abastecimiento con mínimo costo y de forma soberana. Y si se quiere, de rebote, y porque tenemos muy buenos recursos naturales, nuestra matriz eléctrica va a ser de las más limpias del planeta.
-No es habitual que se realicen acuerdos multipartidarios ni políticas de Estado tan firmes como la que se ha hecho en favor de las energías alternativas. ¿Qué hubiera pasado si esto no se hacía?
-Si nosotros sacamos de los cálculos todas las energías renovables no convencionales y ponemos al sistema como estaba a principios de siglo, solamente con respaldo térmico, se mira la cuenta y lo que se ve es lo siguiente: nosotros en el año 2014 decíamos que en el 2016 la energía iba a ser un 40% más cara que si no hubiésemos hecho nada. En realidad, ahora que tenemos el diario del lunes, podemos ver que la energía está saliendo un 52% más barata de lo que saldría si no hubiésemos hecho el cambio de matriz eléctrica.
Hoy no estaríamos hablando de si ajustamos un 3% más que el IPC las tarifas eléctricas, estaríamos ajustando un 40% o 50% por arriba del IPC las tarifas de energía eléctrica del Uruguay.
La otra conclusión es que, más allá del costo, hay garantía de abastecimiento. Cuando venían los años secos tuvimos serios problemas de logística porque todo lo que no llovía había que suplirlo con combustible fósil. En esas circunstancias ya no estamos hablando de si es caro o barato, estamos hablando de falta de abastecimiento. Hoy estamos del otro lado, podemos garantizar el abastecimiento, y a cualquier industria que venga a instalarse en Uruguay ofrecerle energía a precios muy competitivos.
“Cuando se termine el combustible fósil, vamos a poder seguir garantizando el abastecimiento. Uruguay nunca va a tener problemas de energía”
-¿Cuánto se estima que invirtió UTE en hacer esta transformación?
-Se invirtieron US$ 1.700 millones y eso es la mitad de lo que se invierte en el cambio, porque del año 2015 al 2019, es decir en el quinquenio actual, vamos a invertir en el orden de los US$ 1.400 millones.
Además, en el sector eléctrico se ha invertido otro tanto por parte de privados porque esto es un trabajo en equipo.
Si uno lo compara con lo que fue la inversión del año 2000 a 2004, en ese entonces UTE, por todo concepto, había invertido US$ 375 millones. En el primer periodo del Vázquez se logró hacer una inversión de US$ 750 millones y el despegue definitivo para poner a la UTE en las condiciones en las que está hoy fue a partir del 2010 cuando se invirtieron esos US$ 1.700 millones y los 1.400 que vendrán. Pero, en paralelo, hay una inversión equivalente, o incluso mayor, del sector privado en diferentes instrumentos que se pusieron en funcionamiento.
-En 2017 finalizarán las licitaciones por los parques eólicos que se retomarán en 2023. ¿Qué sucede durante este periodo y qué se planifica de 2023 para adelante?
-A partir de que se terminen los parques eólicos vamos a estar a fines del año 2017. Si uno analiza las perspectivas, se visualiza que estamos bien y tenemos suficiente energía como para un rato y como hemos adelantado inversiones, tenemos que esperar a que la demanda nos alcance nuevamente.
Siempre es mejor adelantar las inversiones. Lo peor que puede pasar es el llamado costo de arrepentimiento y que por no tomar la decisión de una inversión, sorprenda la demanda y haya que aplicar apagones, restricciones o un programa como el “Tu ahorro vale doble” que tuvo que aplicar UTE en 2002.
Hay un montón de instrumentos que están funcionando y la decisión será del directorio de ese momento. Si me preguntan cuál me gusta para el 2023, me encantan los aerogeneradores como parte de inversión fiscal. Si no tengo el espacio fiscal, apelaría a la modalidad de leasing o a la de desarrollar un parque con los recursos que tenemos e ir al Mercado de Valores, pero siempre está el recurso de ir a los inversores que hacen cola tratando de que UTE les firme un contrato de compra de energía.
“La generación de energía es demasiado importante como para quedar solo en manos del mercado, pero debemos garantizar que sea eficiente. El que no logra producir más con menos, queda fuera del mundo”
-¿La matriz energética uruguaya es ejemplo en la región?
-Lo es por cómo fue diseñada. A su vez, nosotros tenemos unas ventajas comparativas que no son fáciles de encontrar en el mundo. Tenemos muy buenos recursos naturales que están bien correlacionados con la demanda: tenemos viento, sol y agua.
Hoy una de las grandes barreras que tienen las energías renovables no convencionales es que necesitan capacidad de filtrado porque el viento es seguro en la semana y en el mes pero no en el día. Entonces ahí es cuando hay que aprovechar nuestra muy buena capacidad de almacenamiento, porque en Rincón del Bonete podemos almacenar casi la cuarta parte de la energía anual; eso es muy difícil de conseguir en el mundo.
Uruguay va a ser, por tercer año consecutivo, un país que se destaca por tener el máximo crecimiento de incorporación de energías renovables no convencionales en proporción a su tamaño.
Esto se logró porque Uruguay tiene un tamaño pequeño y todo se soluciona con una llamada por teléfono, pero también porque se trabajó en equipo; si uno mira la lista de actores que trabajaron para lograr que las cosas pasen, es emocionante. La gente se sintió parte del cambio. Cambiar la matriz eléctrica es una causa nacional, y eso la gente lo ha visto y lo acompaña.
“Ahora tenemos clientes que van a ser mucho más demandantes”
-¿Cuáles son las perspectivas de UTE y de la energía del Uruguay para los próximos años?
-Como hablamos, la primera ola de gestión o el primer hito de la UTE fue el PMG, y en la segunda ola estamos montados ahora. Actualmente tenemos un contingente muy grande de gente que está pronta a jubilarse y el desafío está en la gestión del talento gerencial y en la transferencia del conocimiento. No es tanto saber cómo hacer las cosas que tenemos entre manos sino que el desafío está en pensar el negocio que vamos a tener dentro de 10 o 15 años. No sabemos cuál va a ser el negocio, pero hay que tener la cabeza abierta para que, sea el negocio que sea, se haga bien. El sector eléctrico tiene unos desafíos enormes porque está cambiando el sector en el mundo. Hay que incorporar tecnología y conocimiento.