DARÍO ANDRIOLI, CONTADOR PÚBLICO Y SOCIO DIRECTOR DE CARLE & ANDRIOLI
La crisis de 2002, con su posterior recuperación y crecimiento, fue sin dudas el fenómeno económico más relevante en Uruguay durante los primeros 35 años de vida de CRÓNICAS. Esta crisis histórica, que implicó una importante caída del producto y problemas financieros, estuvo precedida por años de recesión económica y sucedida por más de una década de incremento significativo del nivel de actividad con cifras máximas de exportaciones, empleo, salario real e inversiones, entre otros indicadores. Por ello nos interesa analizar con la perspectiva del tiempo transcurrido cuáles fueron los factores determinantes de ese crecimiento importante y, además, evaluar ahora, en una fase de desaceleración de la economía, cuáles son los desafíos públicos y privados para encarar el futuro.
Por Darío Andrioli (*)
Resultados económicos de la última década
Después de la crisis de 2002, año en que la economía se contrajo 8%, asistimos a trece años consecutivos de aumento del nivel de actividad. En particular en la última década, nuestra economía creció a tasas anuales promedio de 5%, lo que duplicó las tasas medias de crecimiento del siglo anterior.
Por su parte, en el período 2006-2015 la inflación anual promedio fue del orden de 8%, y se ubicó en los últimos años por encima del rango meta fijado y del nivel de inflación de hace 10 años.
El tipo de cambio promedio de la década fue de $ 22,50 por dólar, notoriamente inferior al promedio de $ 26,50 del período 2003-2005. Cerró el 2015 a $ 30, solo 24% superior a la cotización de 10 años atrás.
El comportamiento de los precios internos del consumo y del dólar incidió para que ocurriera una importante pérdida de competitividad. Los datos del BCU muestran en la última década una pérdida efectiva global en el tipo de cambio real de casi 40%, con mayor descenso regional.
El crecimiento económico permitió en la década incrementos de salarios reales promedio anuales de 4%, recuperando en 2010 los niveles salariales pre-crisis de 2002 e impulsando el consumo. Por su parte, si bien no se pudo sostener, el desempleo alcanzó en 2012 el mínimo histórico de 5,6%.
Las exportaciones de bienes crecieron en forma importante y sostenida en el quinquenio 2010-2014; en algunos años llegaron a tasas de 20 y 25%. También en los últimos años hubo crecimiento del sector servicios en general y en 2011 se alcanzó un récord de turismo receptivo.
Este desempeño de la economía fue alcanzado en un contexto de crecimiento económico de China, una crisis financiera internacional importante en 2008 y dificultades económicas de nuestros países vecinos, históricamente destinos relevantes para el comercio de bienes y servicios de Uruguay.
En el último tramo de la década, la economía muestra desaceleración con un reducido crecimiento del producto (1% en 2015 y expectativa de crecimiento nulo para este año). Esta fase del ciclo determina que desmejore el empleo (último dato de desocupación disponible: 8,6%), crecimiento reducido del salario real (0,4% en 2015) y disminución del consumo privado (descenso de 0,8% en el primer trimestre de 2016 frente a igual período del año anterior).
En la actualidad también se mantienen altos la inflación -en el orden del 10%- y el déficit fiscal, que se ubica en 3,4%.
¿Qué factores contribuyeron para el crecimiento?
Una parte del crecimiento de Uruguay durante la última década se debió a un favorable contexto externo que posibilitó un gran dinamismo exportador y de inversiones.
Para ese comportamiento fueron determinantes los altos precios de los productos agropecuarios, como soja, lácteos y arroz. El ciclo de aumento de precios se interrumpió en forma drástica en 2014 con una importante caída de precios, que se profundizó el año pasado.
La otra parte se explica por el comportamiento de variables internas macro y micro económicas. Contribuyeron también positivamente las decisiones empresariales, tomadas en un adecuado ambiente general de negocios.
En la década se mantuvo la estabilidad institucional, jurídica y macroeconómica, lo que permitió a Uruguay continuar en una posición mundial intermedia y en una buena ubicación regional en el clima para hacer negocios, de acuerdo con el ranking que elabora el Banco Mundial.
Por otra parte, Uruguay y Chile son los países más transparentes de América Latina, de acuerdo con informes de Transparencia Internacional, diferenciándose de algunos países de la región con altos niveles de corrupción.
También en los últimos años fue relevante el desarrollo de las tecnologías de la información y comunicaciones de Uruguay, que ocupa posiciones de liderazgo en la región, según el índice elaborado por la ONU.
Las calificadoras de riesgo mejoraron la evaluación del país en la última década; de hecho, recuperó en 2012 el grado inversor luego de 10 años.
Todos estos factores contribuyen de forma positiva para construir confianza y promover las decisiones de inversión de empresas uruguayas y para la llegada de inversión extranjera directa.
Una parte del crecimiento de Uruguay durante la última década se debió a un favorable contexto externo que posibilitó un gran dinamismo exportador y de inversiones.
Dinamismo de exportaciones e inversiones
Si bien el consumo interno aumentó, el principal crecimiento fue hacia afuera, impulsado por el dinamismo exportador de los productos de base agropecuaria.
En ese récord, en la cifra de exportaciones de la agroindustria fueron determinantes los niveles de precios de los productos agropecuarios de la década 2005-2014.
En particular los superprecios agrícolas determinaron un récord del área de siembra de los principales cultivos -principalmente por expansión de la superficie de soja-, que incrementaron las exportaciones por el lado tanto de la cantidad como del precio.
El proceso de crecimiento estuvo sostenido por un aumento importante de las tasas de inversiones de la década, que posibilitaron acumular stock de capital y lograr incrementos de productividad. A partir de 2004 las inversiones alcanzaron una década de incremento significativo, luego de haber descendido más de 40% en el período 1998-2003.
En particular, se destacó la captación de inversión extranjera directa que ubicó a Uruguay segundo en la región por porcentaje del PIB que representa, luego de Chile.
En el comportamiento de las inversiones fue decisiva la rentabilidad esperada, con una contribución positiva de los incentivos impositivos y el financiamiento disponible. Incidieron en el dinamismo inversor las inversiones en equipamiento agrícola, en energía eólica y en las plantas de celulosa.
Incentivos y financiamiento adecuados
Desde 2007 se dispone de un efectivo marco de aplicación de la Ley de promoción de inversiones, que requiere la presentación del proyecto a la Comap. El régimen, que tuvo modificaciones en 2012, otorga beneficios tributarios de acuerdo con una matriz que incluye la generación de exportaciones, empleos, descentralización geográfica, innovación y tecnologías más limpias, entre otros indicadores.
Entendemos que este instrumento ha sido clave para disminuir las tasas efectivas de los impuestos empresariales y para promover las inversiones privadas. En este sentido, informes de evaluación sobre los incentivos tributarios a las inversiones muestran que el mecanismo logró aumentar inversiones, exportaciones y empleos de las empresas que lo utilizaron.
Además, desde 2006, la creación de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII) permite disponer de subsidios específicos para la innovación empresarial en productos, procesos u organización. Desarrolló varios instrumentos para potenciar la innovación, incluyendo programas para la validación de ideas de negocio e implementación de la innovación, así como para la innovación con potencial de expansión internacional.
Por su parte, Uruguay XXI también implementó instrumentos para promover la exportación de tecnologías de la información, estudios de mercado o giras comerciales para la internacionalización y diversificación de exportaciones de bienes y servicios.
Con relación al financiamiento, desde 2007, impulsado por las tasas de crecimiento de la economía, el crédito bancario en general mejoró en cuanto a su acceso y condiciones de tasas y plazos.
En la década se contó con el mecanismo de Licitación de Proyectos del BROU y con la mejora de la oferta de las instituciones privadas. Esto permitió mayores plazos para el repago de los préstamos y períodos de gracia, además de costo financiero adecuado por las tasas bajas de interés internacional.
Para consolidar el crecimiento y desarrollo, además de mantener un marco jurídico y económico estable, se requiere recuperar la competitividad perdida.
Oportunidades de mejora
Para consolidar el crecimiento y desarrollo, además de mantener un marco jurídico y económico estable, se requiere recuperar la competitividad perdida.
Hay debilidades en temas de logística e infraestructura que ubican a Uruguay fuera de las primeras posiciones de la región en el índice de desempeño logístico que elabora el Banco Mundial.
Asimismo, diferentes relevamientos a los empresarios uruguayos mencionan también como debilidades la inserción internacional y los altos costos de combustibles, energía eléctrica y salarios, que ahora se moderarían con las nuevas pautas.
Continúan las dificultades de financiación para las pymes y empresas que inician operaciones, no obstante el sistema de garantías para empresas (SIGA) desarrollado para las pequeñas empresas.
Por otra parte, si bien aumentó la emisión de obligaciones negociables y fideicomisos financieros, nuestro país -a pesar de los beneficios tributarios previstos y de la mejora del marco regulatorio de las inversiones financieras- continúa con un reducido desarrollo de su mercado de capitales, clave para el financiamiento a largo plazo. Uruguay está en las últimas ubicaciones de la región en el volumen de mercado de capitales respecto del PIB.
Desafíos para las empresas
Para aprovechar las oportunidades que brinda un escenario más globalizado y tecnológico, en los próximos años las empresas uruguayas deberán incrementar su internacionalización e innovación.
Deberán innovar no solo en productos, sino también en procesos y organización que les permitan ser más eficientes en sus operaciones.
Para mejorar la gestión de la innovación deberán conocer más al mercado para generar productos o modelos de negocios nuevos y fomentar un ambiente interno que promueva la cultura de la iniciativa, así como incorporar innovación externa con los aportes de la academia y socios estratégicos.
En el caso de la internacionalización, la empresa deberá desarrollar una capacidad competitiva diferencial para los países de destino y ser eficiente en términos globales. Para encarar el desafío de internacionalizarse las empresas deberán incrementar su asociatividad con instrumentos como los consorcios de exportación y aprovechar más los mecanismos de fomento que existen.
Para los próximos años entendemos que la innovación e internacionalización pueden ser estrategias claves para mitigar dificultades de competitividad macroeconómica. Con contextos económicos menos favorables la sustentabilidad de las empresas en los próximos años dependerá de su capacidad de adaptación rápida a los nuevos escenarios.
(*)Darío Andrioli, Contador Público, Universidad de la República. Diploma de Especialización Programa Desarrollo en Dirección PMD, ESADE Barcelona. Socio Director de CARLE & ANDRIOLI, firma miembro independiente de Geneva Group International. Consultor en finanzas corporativas, Asesor de Dirección de Empresas y Profesor de Universidad ORT.