Óscar Bottinelli, director de Factum
En comparación con la elección nacional, en la segunda vuelta la izquierda recogió un 7,5% más de sufragios. Sin embargo, esto no quiere decir que el 47,5% que obtuvo el Frente Amplio (FA) represente el caudal real de la fuerza política. “Fue un voto entre la candidatura oficialista y la opositora, que no quiere decir a favor ni del FA ni del gobierno, puede ser muy en contra de la oposición”, explicó entrevistado por CRÓNICAS el politólogo Óscar Bottinelli. Además, enfatizó que el partido de gobierno necesariamente debe atravesar un proceso de autocrítica, algo a lo que se ha resistido.
Por Magdalena Raffo | @MaleRaffo
-¿Qué opina de que la votación del domingo haya sido tan reñida? ¿A qué puede atribuirse?
-Hubo hechos puntuales que generaron un empujón importante en gente relativamente dudosa que se sentía con disgusto, rechazo, miedo a la circulación del editorial que difundió el Centro Militar, en términos extremadamente duros y que muchos lo vieron como amenazante, y a ese llamado que hizo Manini a los integrantes de las Fuerzas Armadas en un tono muy inusual, donde se expresó en forma tan drástica y descalificadora. Otro elemento fue un FA que salió a raspar la olla y realmente movilizó muchísima gente con el “voto a voto”. El partido de gobierno logró superar una contradicción fenomenal que tuvo entre una visión personalista, donde se votaban solo personas, renovación y cambio, y un mensaje más global, colectivo, de un elenco de gobierno con grandes figuras históricas y algunas nuevas que daban estabilidad y certeza. En un país conservador como este, el cambio siempre produce algún temor; eso también pudo haber ayudado en este empuje final.
-¿Martínez debió haber reconocido la derrota el domingo?
-En Uruguay, en las siete elecciones que hubo después de la restauración institucional, el que salió segundo reconoció el triunfo, nunca se esperó al escrutinio definitivo. Los líderes del FA y el propio presidente de la República estaban a favor de hacer el reconocimiento esa misma noche, y de hecho lo hizo el presidente con la llamada a Lacalle Pou. Las personas con experiencia en política en Uruguay consideran que se da por terminada la elección en el momento en que se reconoce quién ganó, eso es lo que más ayuda a la construcción del futuro inmediato.
-La derrota del FA no fue tan grande como se esperaba.
-El FA tuvo una derrota… perdió el gobierno, la mayoría parlamentaria, en definitiva, una cantidad muy grande de votos. Y cuidado con el error, porque hubo algunas expresiones que confundieron el 47,5% como voto al FA. Fue un voto entre la candidatura oficialista y la opositora, que no quiere decir a favor ni del FA ni del gobierno, puede ser muy en contra de la oposición. En octubre el FA tuvo un 39% y la izquierda en conjunto un 40%, entonces, ese 7,5% el FA no puede ponerlo en su activo.
-¿Cómo vio el discurso de Martínez?
-Martínez era un hombre que iba al inexorable fin de su vida política si la derrota era muy grande, y él sintió que sobrevivió. A mí me parece que hubo un mensaje personal. Cuando él habló de las semillas creo que estaba pensando no solo en el FA sino en sí mismo; dio un mensaje de que él está en carrera para 2024 y siente que es el referente de ese 47,5%. Pero ahora el FA viene en caída y su ascenso en el balotaje no significa que haya remontado.
-¿Matemáticamente tenía chance?
-No tenía ninguna chance.
-Pero la diferencia entre ambos candidatos era más chica que la de los votos observados.
-Si se estudian todos los votos observados desde 1925 a la fecha –estamos hablando de un siglo-, no se puede remontar una diferencia de la magnitud que hubo. Los votos observados pueden tener un sesgo; hasta 2004 lo tuvieron en contra del FA –entre el escrutinio primario y el definitivo en 2004, el FA perdió 0,25% del electorado-. En 2009 y 2014 le jugó a favor, pero en octubre le jugó en contra; sacó un porcentaje más alto en el primario que en el definitivo. Por lo tanto, para noviembre todo indicaba que esa diferencia se iba a agrandar.
Volonté reconoció el triunfo de Sanguinetti en 1994 cuando el primario dio una diferencia de 20.000 votos, y los observados eran más del doble. Había un conocimiento claro de cómo es la estadística de los votos observados. Lo que expresó Martínez en su discurso fue una esperanza mágica, no sólida; era algo absolutamente improbable su victoria.
“En Uruguay, en las siete elecciones que hubo después de la restauración institucional, el que salió segundo reconoció el triunfo, nunca se esperó al escrutinio definitivo”.
-¿Cómo prevé el futuro del país considerando que una mitad de los uruguayos votó un proyecto de gobierno y la otra mitad el alternativo?
-Claramente Lacalle Pou lo reflejó diciendo que el país tiene dos mitades más o menos equivalentes, una un poquitito más grande que la otra. Para la mentalidad uruguaya, esto apunta a que hay un gobierno que tiene legitimidad para gobernar, con la coalición detrás, pero que no puede hacerlo a costa de aplastar al otro sino que tiene que haber el mayor diálogo posible y se deben buscar consensos, sin perjuicio de que la mayoría tiene el derecho a orientar el gobierno. Segundo, se viene una etapa donde la coalición multicolor tiene que constituir un gobierno y acordar puntos importantes en temas en los que tienen diferencias. Por otra parte, el FA tiene que hacer un estudio muy a fondo de sus éxitos y sus errores porque cayó mucho y esas caídas requieren un autoanálisis muy profundo. Veo que hay una resistencia a hacerlo, pero el FA no tiene remonte si no diagnostica lo que ocurrió y no hace un autoanálisis y correctivos.
-¿Está en disputa el liderazgo del FA?
-Ese es otro problema que tiene el FA, que aparece claramente en este momento una contienda de liderazgo. Mujica emergió en octubre posicionado con el dominio de la mayoría de la bancada parlamentaria, construyendo además una línea de mucha proximidad programática con lo que representan Andrade y Cosse, lo que representa el Partido Socialista guiado por Gonzalo Civila, y con un diálogo muy fluido con Astori y con Bergara, que recogen casi la totalidad de la bancada parlamentaria. Por otro lado, Martínez claramente se proyectó a sí mismo como una figura que camina hacia adelante. Esos son temas que tiene que resolver el FA.
-Muchos han señalado en estos días que hubo una equivocación de las encuestas. ¿Es un pensamiento erróneo?
-Buena parte del electorado define el voto en los últimos días, no solo en Uruguay, en el mundo cada vez más la gente termina de decidir al final. Señalar la equivocación de encuestas es echar la culpa afuera y buscar un culpable, es la mejor forma de no diagnosticar en qué se equivocó cada uno, porque acá se equivocó la coalición opositora, que perdió seis puntos porcentuales, y también el FA, que perdió el gobierno. Solo se puede mostrar que una encuesta se equivoca si se demuestra que lo que ocurría en la fecha en la que se hizo era diferente, pero como decía, una semana después sucedieron hechos que tuvieron impacto.
Garcé: “Mientras matemáticamente Martínez tuviera chance, era lógico que no reconociera la derrota”
A diferencia de lo que manifestaron sus colegas consultados por CRÓNICAS, al politólogo Adolfo Garcé no le sorprendió que Martínez no reconociera su fracaso el mismo día de los comicios. De hecho, opinó que debió haber llamado a Lacalle Pou, pero “para decirle que como la diferencia era menor a la cantidad de votos observados, no podía reconocer la derrota, porque mientras matemáticamente tuviera alguna chance, era lógico que no lo hiciera”.
En la misma línea, sostuvo que el discurso que dio el frenteamplista ante la militancia de su partido tuvo que ver, justamente, con que “matemáticamente tenía alguna posibilidad”, aunque “quizás no era para estar tan contento, tan eufórico”.
El analista considera que lo que terminó pesando para que la brecha entre Lacalle y Martínez fuera tan corta, fue el “miedo al cambio”. Lejos de pensar que las encuestas estuvieron mal hechas, entiende que después del 27 de octubre fue bastante obvio que iba a haber una alternancia, por lo tanto, una vez que se instaló el clima de que se venía un cambio de gobierno, se produjo cierta incertidumbre sobre lo que podía llegar a pasar si realmente se concretaba esa renovación. A último momento, además, el “efecto Manini” reforzó este miedo, aseguró.
Asimismo, destacó que tuvieron incidencia otros elementos, como los uruguayos que viven en el exterior y que vinieron a sufragar, sumado al fuerte trabajo hecho por el FA durante noviembre, cuya fuerza militante tuvo un gran despliegue en el territorio.
Para Garcé, en la elección del pasado domingo quedó de manifiesto un mandato de la sociedad al diálogo entre los dos bloques “relativamente similares en la opinión pública”, por lo cual, a futuro, “ninguno de los dos puede ignorar al otro”.
“Manini no fue 100% responsable de que la brecha se achicara tanto”, según Pomiés
La directora de Cifra, Mariana Pomiés, entiende que son varios los factores que explican la exigua diferencia que tuvieron Lacalle Pou y Martínez en la última elección. Si bien afirmó a CRÓNICAS que el video difundido por Manini “pegó en algunos grupos”, no cree que haya sido “100% responsable de que la brecha se achicara tanto”. De todas formas, admitió que ese episodio se potenció con la editorial que difundió el Centro Militar.
A su vez, mencionó que la resistencia que generaba el líder blanco afectó en la votación, dado que hizo que aunque alguna gente prefiriera votar a la oposición, llegado el momento Lacalle Pou no convenció y “eso pudo más que el enojo con el gobierno del FA”.
De la misma manera que se expresaron sus colegas, Pomiés dijo que a todo esto se le sumó el temor al cambio, puesto que “el uruguayo es muy tradicional y le cuestan las grandes transformaciones”. Un último elemento que nombró fue el trabajo “voto a voto” de la militancia frenteamplista.
Con respecto a la actitud que tomó Martínez al conocer el resultado preliminar, la socióloga señaló que “debió haber llamado a Lacalle y debió haber reconocido en ese momento la derrota”; eso “hubiera sido lo esperable por las tradiciones que hay en Uruguay en ese aspecto”.
Tomando en cuenta el trabajo realizado por Cifra, la especialista no piensa que el sondeo haya tenido un problema, pero sí la proyección. “Mi encuesta me daba 42% para Martínez y 47% para Lacalle Pou y distribuí siete puntos. El lunes presenté eso y el jueves una proyección, que era 44,5% y 51,5%, respectivamente. En esa distribución de indecisos subestimé el peso del FA y sobrevaloré la votación hacia Lacalle Pou. También hubo un corrimiento en los últimos días, pero ya había algunos votos silenciosos del FA, que siempre hay, pero había más de los que yo vi”, explicó.
Finalmente, Pomiés indicó que podría ser algo saludable para el futuro del país la integración de frentistas en el gobierno, para de ese modo apostar al diálogo y reconocer e incluir al otro contingente de votantes.