Brasil: entre el desorden social y la deslegitimación de la política tradicional

No todo fue alegría y carnaval

Tras los sucesos ocurridos en Brasilia el pasado fin de semana, con un contexto que sigue mostrando dudas y certezas, CRÓNICAS dialogó con los doctores en ciencia política Antonio Cardarello y Camilo López Burian, quienes brindaron distintas perspectivas acerca de lo ocurrido y esbozaron un panorama que explica, de cierta forma, los sucesos. Ambos especialistas coincidieron en que los acontecimientos tienen una relación estrecha con lo sucedido con Donald Trump y pusieron énfasis en el impacto que tiene en la región este hecho.

Por Mateo Castells | @teocastells

Las imágenes de turbas enardecidas ingresando a la sede del Ejecutivo en Brasilia, saqueando de forma flagrante a las instalaciones y manifestándose en defensa de su líder Jair Bolsonaro y apoyando sus acusaciones de fraude en las elecciones que tuvo a Luiz Inácio Lula da Silva, líder del Partido de los Trabajadores (PT) como ganador, recorrieron las pantallas del mundo entero y generaron una avalancha mediática que puso al país de la samba y la alegría en el punto de mira del ámbito político mundial.

Estos acontecimientos hicieron que los cimientos de la democracia brasileña comenzaran, como tras un sismo, a tambalearse y resquebrajarse, y el polvo que este movimiento generó llegó hasta las pupilas de toda la región, lo que por un momento se pensó que podía enceguecer hasta a los más cuerdos.

El asunto clave a tener en cuenta es que la calidad democrática de Brasil y su estabilidad doméstica impacta directamente en la política exterior del país y en su proyección sobre la región, y por lo tanto, en la forma en que el resto del continente encuentra en este un actor clave para articularse en términos de relacionamiento internacional.

Dedos que acusan fraudes

Para los especialistas, las acusaciones de fraude político no tienen asidero, y se inclinan por la explicación de que forman parte de una deslegitimación al sistema electoral y la democracia brasileña por parte de los grupos de ultraderecha.

Cardarello recordó que, al igual que Donald Trump, quien durante la campaña electoral de 2020 había insistido en que si perdía era meramente por fraude, sin explicar por qué ni brindar argumentos certeros, Bolsonaro utilizó estrategias similares al expresidente de los Estados Unidos, lo que brindaba señales de que podía pasar algo similar a los hechos ocurridos en Washington el 6 de enero de 2021. Además, enfatizó que para Adam Przeworski (profesor de Ciencia Política y uno de los principales analistas de temas relacionados con la democracia y la economía política), la democracia implica que los gobiernos pierdan elecciones, y el acto de no aceptar la derrota representa un hecho antidemocrático.

Lo que es menester contemplar, es que hay un “importante” porcentaje de la población brasileña que está a favor de Bolsonaro y de sus políticas, sobre todo los grandes grupos de presión. Un claro ejemplo de ello es el grupo al que se lo denomina peyorativamente como la “Triple B”, que engloba a los diputados armamentistas, ruralistas y evangélicos, agrupados en torno a la derecha política. “No sería raro pensar que pudieran estar detrás del financiamiento de la gente que estaba acampando”, algo que se esclarecerá en las investigaciones que está llevando a cabo la inteligencia, declaró Cardarello.


La orgánica política de Brasil y los hilos que mueven el organismo 

Para Camilo López Burian, el término que se ajusta al fenómeno ocurrido no es el de populismo, sino el que mejor le calza es la noción de una ultraderecha que tiene como forma de vehiculizar su discurso con una entonación del tipo populista.

Esto se debe a que representan una serie de valores políticos, sociales y morales de tipo conservadores, cimentados en la autoridad y la jerarquía, que se conjugan con la idea de un bolsonarismo como traductor de una forma de entender y observar la realidad política. 

A su vez, estos ideales se articulan en un discurso del “brasilero de bien”, título acuñado por el entrevistado, que oficia de antítesis de ese grupo de la población arraigado a la izquierda y considerado por el bolsonarismo como un sector corrupto, poluido por ideologías foráneas que destruyen la idea de nación brasileña.