El ministro de Trabajo y Seguridad Social, Pablo Mieres, hizo un repaso de la situación del salario real y el poder adquisitivo en Uruguay. Además, sostuvo que, si bien existe una brecha en cuanto al género y los jóvenes, el nivel de empleo aumentó y se redujo la informalidad. Sin embargo, respecto a la situación cambiaria en Argentina, el jefe de la cartera indicó que “las diferencias son imposibles de neutralizar”.
-¿Cómo es la situación de Uruguay en materia salarial?
-Si se toma como referencia el 2019, la evolución del salario y el poder adquisitivo en Uruguay tuvo un proceso de crecimiento. Con la pandemia y una situación de empleo muy afectada, en junio de 2020 se firmó un acuerdo en el Consejo Superior Tripartito firmado por las cámaras empresariales, el PIT-CNT y el gobierno, donde se acordó que, si la economía caía, podía existir una caída del poder adquisitivo. A medida que la economía se recuperó, se estableció el compromiso de volver al índice del salario real. Con ese criterio, en enero de 2021 se acordó una ronda salarial que estableció un aumento nominal del 3% por única vez y determinó una caída del poder adquisitivo de cuatro puntos en junio.
Desde entonces, tenemos una recuperación promedio del salario real en los niveles del 2019, el promedio del poder adquisitivo iguala al nivel prepandemia, así que el compromiso se cumplió.
En las mesas de negociación de la décima ronda, además de mantener el salario en línea con la inflación, se estableció que en los distintos semestres que dura la negociación, se completaría la diferencia en las mesas donde no se haya alcanzado la recuperación completa. El salario real promedio se recuperó, pero el de cada una de las mesas se va a recuperar en un año.
-Río Negro es el departamento con mayor índice de desempleo en la actualidad. ¿Cómo se trabaja con las autoridades?
-Toda la zona del litoral tiene una afectación por el impacto de la diferencia cambiaria con Argentina. Hay un promedio de la tasa de desempleo de 12%, que es un 50% más alta que la del promedio nacional. Desde el punto de vista del empleo, tomamos alguna medida de promoción, pero las diferencias son imposibles de neutralizar. Es muy difícil encontrar herramientas que nos den las respuestas. Se está trabajando con el contrabando también. El presidente de la República anunció medidas para controlarlo, pero resulta muy difícil compensar la situación de forma definitiva.
-¿Cómo se comportó el salario y el empleo teniendo en cuenta la diferencia cambiaria con Argentina?
-La inflación acumulada fue inferior a la que se preveía y esperamos que el año cierre con un 5%. Esto va a significar que el salario va a estar por encima de la inflación, lo que se llama crecimiento del salario real. El año pasado creció un punto más y este año se espera que aumente un poco más. En algunas mesas de negociación se está calculando el crecimiento y la recuperación. Tenemos niveles de empleo similares a 2017 y en algunos indicadores similares a 2016. También se registró una caída de la informalidad de entre tres y cuatro puntos. Tenemos menos informalidad y más empleados.
-Las elecciones en Argentina despertaron el interés de radicarse en Uruguay. ¿Cómo se evalúa esta posibilidad en materia de empleo?
-Eso es un dato positivo porque habla de un mayor dinamismo y consumo. En general, el poder adquisitivo de las personas que vienen de Argentina es más alto. Además, tenemos una corriente migratoria de venezolanos y cubanos que puede estar explicando el aumento de los puestos de trabajo.
-¿Qué otros desafíos quedan por delante?
-El acceso al empleo sigue siendo diferencial por género, existe una brecha donde las mujeres tienen mayores tasas de desocupación y tasas de actividad más bajas. Otro problema está vinculado a la edad, el desempleo en los jóvenes es el triple que el del total de la población. En cuestiones de género la brecha se está disminuyendo, pero todavía está presente, y respecto a los jóvenes, se trata de un problema estructural que tenemos desde hace 30 años. En ese sentido, existen problemas más profundos vinculados al sistema educativo, la preparación hacia el trabajo y los prejuicios sobre los jóvenes.
-Respecto a los jóvenes, ¿cree que la reforma educativa va en línea con la preparación para el empleo?
-Creo que sí, pero, como cualquier reforma, tiene un impacto a mediano plazo. Tienen que transcurrir años para que las nuevas generaciones transiten los nuevos contenidos y aprendizajes. Sin duda el objetivo es reducir la brecha en el mundo de la educación y el trabajo.
-¿Qué perspectivas tiene para el año que viene?
-Además del salario y empleo, hay que agregar que se realizó la reforma de la seguridad social que le da sostenibilidad al sistema, que es de equidad y levanta el piso de las jubilaciones más bajas. También permite que los jubilados puedan trabajar, por lo que creo que hay un balance muy positivo de la gestión hasta ahora. Hay que agregarle el aumento de la protección laboral ya que hubo más inspecciones a pesar de la emergencia sanitaria. En materia de negociación colectiva y conflictividad existió diálogo permanente con los actores sociales, tanto con el PIT-CNT como con las cámaras empresariales. Saben que el Ministerio es un ámbito de diálogo e intercambio, incluso cuantas más diferencias hay, mayor es la capacidad de diálogo. Por otro lado, se avanzó en la capacitación laboral de la mano de Inefop. El instituto mejoró su impacto, que se mide en términos de inserción laboral.
La falta de acuerdo en torno a la Caja de Profesionales
-¿Qué reflexión hace al respecto de que no se llegó a un acuerdo político dentro de la coalición para resolver el problema de la Caja Profesional?
-Es un problema sobre el que hicimos mucho esfuerzo y Cabildo Abierto y la oposición no acompañaron el proyecto. Creíamos que era un plan equilibrado que establecía una salida para una caja con un pronóstico complicado y que va a tener crisis dentro de un par de años. Todavía tenemos la responsabilidad de resolverlo.