El gigante asiático tiene un régimen “empresa-gobierno, gobierno-empresa”, según Gonzalo Oleggini, y debido a ello las compañías responden directamente al mandato de Xi Jinping. Esto lleva a “conflictos” y “silenciamientos”, añadió Nicolás Albertoni, lo cual, si continúa, podría “poner un palo en la rueda” del crecimiento económico de China, aunque Albertoni afirmó que este tipo de prácticas “tiene sus años contados”.
“El modelo político y económico de China, en principio, parecen como dos modelos desgregados, porque desde el punto de vista político, estamos hablando lo más cercano a un gobierno autoritario; y desde el punto de vista económico estamos haciendo alusión a un gobierno con una visión capitalista”. Así lo afirmó Gonzalo Oleggini, investigador en negocios internacionales, en diálogo con CRÓNICAS. El experto agregó, además, que este modelo híbrido entre política y economía “le ha dado resultados y ha sido extremadamente exitoso”. Por su parte, Nicolás Albertoni, analista internacional, concordó con su par al sostener que si bien ha abierto sus mercados al mundo -como parte de ese modelo capitalista que desempeñó a nivel económico- de manera proactiva y positiva, China aún no se ha adaptado “en el mundo regulatorio”.
Es decir, el gigante asiático se unió a la Organización Mundial del Comercio (OMC) en 2001, y en estos casi 20 años, “el mundo lo ha esperado”. En este sentido, Albertoni argumentó que durante este tiempo China se mantuvo igual, y “en las reglas de juego” del comercio internacional “le queda mucho por cambiar”.
¿A qué se refiere con esto? El gobierno chino, liderado por Xi Jinping, no deja competir libremente a sus empresas nacionales, e incluso a veces presiona a los líderes de las compañías que invierten en su país, como sucedió con Jack Ma, magnate y cofundador de Alibaba, uno de los principales actores del comercio electrónico.
Todo lo que sube
De esta manera, en un país que no tiene una democracia activa, “ese tipo de silenciamientos no debería de sorprendernos”, lamentó Albertoni.
Para Oleggini, esta estrategia de expansión comercial y política de China “es gobierno-empresa, empresa-gobierno”. Este modelo “nuevo y atípico” lleva a que las empresas de dicho país respondan directamente al gobierno, y, en el momento que alguna “trata de estar un poco alejada de la toma de decisiones” con el régimen de Jinping, esa compañía tiene conflictos.
A pesar de ello, como se mencionó, este método le ha sido fructífero a China: desde comienzos de la década de 1980 hasta hoy, el país se volvió una de las principales potencias mundiales y creció a un ritmo mucho más rápido que su principal rival, Estados Unidos (EEUU). De esta manera, analizó Oleggini, China se basó, primero, en un modelo exportador, para luego pasar a un crecimiento no solo basado en esta actividad, sino también en el consumo, generando así esta dualidad que le permitió posicionarse donde hoy está.
Esto configura, continuó el investigador, la ventaja número uno de esta forma de régimen que China implementa: el alineamiento entre los objetivos estratégicos del país y el sector empresarial.
Puede llegar a bajar
Por otro lado, la gran desventaja es que “no es fácil cogobernar una empresa en esa función Estado-empresario”, consideró, ya que las compañías chinas “tienen poco margen de maniobra desde el punto de vista gerencial”.
En este sentido, Albertoni señaló que este tipo de prácticas “tarde o temprano terminan enojando a los mercados del resto del mundo”. Pero no solo eso, para el analista, China podría continuar con una economía dinámica e innovadora -como la viene mostrando hasta ahora- al mismo tiempo que su mandatario busca el control de las grandes empresas, pero “tiene sus años contados, uno no puede tener una apertura a medias tintas”, reflexionó.
China, por su escala, “tiene un oxígeno para salir adelante”, reafirmó Albertoni, pero insistió en que si continúa con ese control empresarial y de los mercados “no va a llegar muy lejos”. Su colega, en la misma sintonía, agregó que esto podría llegar a significar un “palo en la rueda” al crecimiento económico chino.
No obstante, añadió que todo forma parte de un proceso, donde el gobierno del país asiático “pensó en dejar crecer las empresas, y ahora que crecieron quiere tomar un mayor control”, lo cual “es un error”, precisó el investigador.
Ante esta amenaza, China “sabe” que el siguiente paso que tiene que dar “es en la apertura regulatoria”, enfatizó Albertoni. El país debe adaptarse a este mundo, subrayó el analista internacional, que va desde propiedad intelectual “hasta la libre competencia interna total del empresariado chino con respecto al empresariado internacional”.
El miedo que tiene el gobierno chino es que sus principales empresas “pasen a ser competidores” de su poder político, según Oleggini.
En cambio, Oleggini expresó que China “tiene la capacidad y la fuerza política” para dar marcha atrás si comete un error estratégico respecto a su modelo (y permitir una mayor intervención en las empresas). A su vez, observó la situación desde un nuevo punto de vista: “Acá me pongo de lado del gobierno chino que, si mira a su principal contrincante (EEUU), las empresas están tomando un tamaño que están pasando a tener más poder que el propio gobierno” (ver recuadro).
Al respecto, el investigador opinó que es ese el temor de China, es decir, que sus principales empresas “pasen a ser competidores” de su poder político.
Cruce de ideologías
En China, Jack Ma y su empresa Alibaba -así como otros empresarios de dicha nacionalidad- manejan sus negocios y tienen un poder “entremezclado con el del Estado”. Mientras tanto, del otro lado del mundo, magnates como Mark Zuckerberg (Facebok), Jeff Bezos (Amazon) o Elon Musk (Tesla) alcanzan un punto que su autoridad “es paralela” al Estado, observó Oleggini. Esto configura una clara diferencia entre ambos métodos de gobierno de Oriente y Occidente. De esta manera, comentó que el modelo chino, que ha demostrado resultados en los últimos 40 años al hacer crecer al país hasta posicionarlo como líder global, “ha puesto muy en duda el modelo político y económico de Occidente”.
Eso refiere, principalmente, a potencias como EEUU; en Uruguay “quizás todavía no tanto, por la percepción que tenemos del sistema democrático”. No obstante, Oleggini afirmó que llegará un momento en que el país se lo replanteará, y cuestionará que la democracia, funcionando a la par con la economía, no está mostrando los resultados que los habitantes requieren.
“Entonces, vamos camino a un mundo en el cual ese modelo Estado-empresa es el que está tomando más fuerzas y obtiene mejores resultados”, concluyó