En diálogo con CRÓNICAS, diversos politólogos se refirieron a la partida de Pablo Bartol y la llegada de Martín Lema al frente del Ministerio de Desarrollo Social (Mides). Los expertos concordaron en que la decisión cumple con el propósito de cargar de un mayor cargo político al ente. Según Antonio Cardarello, el nuevo ministro tendrá una presencia mediática mucho más fuerte, mientras que Mariana Pomiés repasó las diferentes improntas entre ambos personajes. Para Adolfo Garcé, en tanto, “el gobierno precisa reforzar las políticas sociales para atender la emergencia social y un líder con la suficiente experiencia política para defender lo hecho y, eventualmente, impulsar nuevas políticas”.
El sábado 1° de mayo, el presidente Luis Lacalle Pou comunicó -vía Twitter- que cesó del cargo al ministro de Desarrollo Social (Mides), Pablo Bartol. En su lugar, asumió el lunes 3 el entonces diputado Martín Lema.
El mandatario no explicó el motivo de su decisión, pero, según varios analistas, el cambio se debe a una intención de darle un rol “más político” a la cartera.
Así lo entendieron, también, diversos politólogos consultados por CRÓNICAS. Adolfo Garcé, Mariana Pomiés y Antonio Cardarello coincidieron en que el nuevo rumbo del Mides, y el que se le desea dar mediante esta modificación, es uno de mayor presencia y cargo político.
Impresiones
A su turno, Adolfo Garcé interpretó que Lacalle Pou buscó darle al Mides más presencia pública y una mayor capacidad para defender las políticas sociales, “tanto las que ya se han implementado como las nuevas que vayan a impulsarse de aquí en adelante”. Cardarello reafirmó esta teoría, y a su entender, Lema será un ministro con una presencia mediática “mucho más fuerte”, así como también tendrá un respaldo mayor dentro de la propia bancada del gobierno, y en particular la del Partido Nacional.
Asimismo, el politólogo remarcó que el cambio “no necesariamente significa algo negativo”, sino que implica “darle una nueva dirección a una política, en este caso la política social, y el rol que está cumpliendo el Mides en esta pandemia”.
La directora de Cifra, en tanto, opinó que la modificación del gabinete fue “una decisión rara, difícil de entender” y que era “inesperada”. Más allá del factor sorpresa, Pomiés indicó también que las improntas de Bartol y Lema son distintas: el ahora exministro mostraba un perfil más “técnico” y “de experiencia” para la cartera, mientras que el flamante titular “no tiene nada que ver” con esas características. “No es una persona que ni su trayectoria ni su experiencia está en el trabajo con esas poblaciones -al menos en forma directa, como sí lo tenía Bartol-, con lo cual hay cambio de criterio, donde lo político pasa a pesar más que lo técnico”, reflexionó Pomiés.
Garcé, por su parte, enfatizó que justamente lo que el presidente buscaba al tomar la decisión del cambio era darle un mayor protagonismo al ministerio en cuestión. Subrayó, entonces, que “el gobierno precisa reforzar las políticas sociales para atender la emergencia social y un líder con la suficiente experiencia política para defender lo hecho y, eventualmente, impulsar nuevas políticas”.
Rotación y objetivos
Al momento de su retirada, Bartol no pudo concretar la mudanza prometida del Ministerio de Desarrollo Social al barrio Casavalle; además, la coyuntura de crisis económica debido al covid-19 llevó a que, en 2020, unas 100.000 personas cayeran bajo la línea de pobreza.
Al respecto, Pomiés afirmó que el exministro le daba un “valor simbólico” a la mudanza del ministerio. “Se pasó de rosca en el énfasis que le dio a esto”, puntualizó. En los hechos, sin embargo, esto no tiene “ningún impacto en la gestión” de la cartera. “Lo que me preocupa”, profundizó la socióloga, “es que la gente que se cae y se vuelve más vulnerable de lo que estaba reciba los apoyos. Eso me preocupa más que no haya mudado el edificio”, aseveró.
A su vez, este es el segundo caso de un ministro que deja su cargo durante el año y poco de gobierno de Lacalle Pou, aunque es la primera destitución de un puesto -el excanciller Ernesto Talvi había renunciado meses atrás-. Ante este fenómeno de recambio, Cardarello evaluó que “siempre es una herramienta con la que cuentan” los jefes de Estado. “En la medida que una política no funciona como es debido, o se le quiere dar otra dirección, es algo positivo” rotar a los titulares de los ministerios que componen la administración, argumentó el politólogo.
Tanto Cardarello como Pomiés, entonces, ponderaron el factor de la coalición multicolor. Si bien “por ahora” esta fuerza política “parece estar llevándola bien y fuerte”, según la directora de Cifra, “el gabinete va a ir sufriendo modificaciones en la medida que haya figuras del actual gobierno que quieran bajar a competir” en los próximos comicios, comentó el experto.
Por esta línea, Garcé sostuvo que la coalición “no tiene chance de ser reelecta” si, una vez finalizado el mandato, la mayoría de la opinión pública llega a la conclusión que el gobierno “olvidó a los más pobres”. A entender del politólogo, “no se ganan elecciones si no se tiene sensibilidad social, o si, teniéndola, no se logra que la ciudadanía la visualice”.
Cae, pero se mantiene firme
La última encuesta de Cifra, empresa dirigida por Pomiés, mostró un 60% de aprobación ciudadana para con la gestión del presidente Luis Lacalle Pou en el mes de abril. En el último relevamiento de la firma, en febrero, se había obtenido una aceptación de 64%, por lo que cayó levemente.
En cambio, en esta última edición hubo un 28% de la población encuestada que se mostró disconforme o que desaprueba la gestión del presidente.
Por otro lado, también se analizó el manejo de la pandemia por parte de la administración. Así, un 28% de los encuestados consideró que el presidente maneja “muy bien” la crisis sanitaria, mientras que un 39% considera que lo hace “bien”. Un 20% lo evaluó como “mal” y un 8% como “muy mal”.
En contraste, en el relevamiento anterior la opinión positiva respecto al manejo de la pandemia (“muy bien” y “bien”) alcanzaba un 75% frente a un 22% de opinión negativa. A su vez, en julio del año pasado -cuando la situación estaba más controlada que ahora- el presidente tenía una evaluación positiva del 89% y un magro 7% de gente que consideraba que la pandemia se manejaba “mal”.