Esta semana se reunió el Comité Ejecutivo del Partido Colorado para recibir dos informes, el de Ricardo Pascale y el de Luis Mosca. El primero hizo referencia al fenómeno mundial de la pandemia y a las incertidumbres económicas y sociales que, para él, se seguirán proyectando durante un largo tiempo. En esta línea se refirió, además, a la necesidad de profundizar la capacidad de innovación a raíz de la aceleración inédita de la economía digital a raíz de la pandemia.
Mosca, por su parte, analizó la situación de los vecinos, Argentina y Brasil, en su relación con el Uruguay y realizó proyecciones sobre qué se puede esperar del futuro cercano. A continuación, ambos referentes ahondaron en el análisis en conversación con CRÓNICAS.
El economista y exministro de Economía, Luis Mosca, comenzó su intervención haciendo referencia al Covid-19 como factor determinante en el panorama mundial.
“En la economía, globalmente considerada, es probable que haya recesión en la primera mitad del año”, aseveró.
En esta línea detalló que hay consenso en cuanto a que habrá una fuerte recuperación en la segunda mitad del año, de la mano de un mayor consumo que ha estado reprimido en los últimos tiempos.
Mosca explicitó de qué forma se dará este repunte global. “La tasa de crecimiento de la economía mundial sería del 5,2% en el año 2021 y hay varios bancos que pronostican un nivel superior, hasta de un 7%”. Aunque según el propio FMI, la recuperación sería muy despareja: “Varios países creciendo bien y otros no tanto”, enfatizó.
El Banco Mundial, por su parte, calcula que a fines del 2021 habría adicionalmente 150 millones de personas que caerían en la pobreza extrema a consecuencia de la pandemia.
Según el economista, esto se debe a las diferencias en el cronograma de distribución de las vacunas, lo que deriva en que los habitantes de los países más pobres deban esperarlas hasta el año 2022.
“Las posibilidades de crecimiento se deben también a la enorme diferencia que existe entre el apoyo fiscal y monetario provisto en los países ricos y en los países pobres”, añadió el exministro de Economía y Finanzas.
En su análisis sostuvo que los países ricos, entre el mayor gasto público y la rebaja de impuestos, en promedio, la asistencia ronda el 13% del PBI, sin considerar la provisión de préstamos y garantías.
Las buenas nuevas
El también síndico del Consejo Uruguayo para las Relaciones Internacionales, Luis Mosca, hizo foco en las buenas noticias que pueden llegar para Uruguay a partir de este año.
Estas pueden venir de la mano del fuerte crecimiento de China que el FMI proyecta en una tasa del 7,9% para este año –aunque algunos bancos, precisó, alcanzan hasta el 9% en sus pronósticos-.
“Todos sabemos lo que ello implica en términos de demanda de nuestros productos”, afirmó.
La inflación comienza a asomarse tímidamente, pero aún no va a ser un problema en el mundo desarrollado.
Mientras tanto, detalló, las tasas de los títulos del Tesoro de USA están subiendo gradualmente. En particular la tasa a 10 años, un referente clave en el mundo financiero, se acerca al 1,40% anual y es probable que suba aún más, pero llegando a niveles considerablemente razonables. Podría ubicarse entre 1,60% y 1,70% al cierre del año en curso.
Según Mosca, el dólar se continuará debilitando lo que contribuye a la tonificación de los precios de los commodities. “Los precios internacionales de nuestros principales productos de exportación de Uruguay han experimentado aumentos significativos; es el caso de la soja, granos, pulpa de celulosa, carne, arroz y lácteos, entre otros”.
También lo hizo el precio del barril del petróleo, que ya supera los US$ 60, recuperando el precio previo a la irrupción de la pandemia, aunque las cotizaciones a futuro no indican niveles de precio muy superiores al actual, según planteó el economista.
El vecindario
A continuación, Mosca realizó un análisis de la realidad de Argentina y Brasil.
A grandes rasgos, sostuvo que los objetivos del gobierno de Alberto Fernández se centran, en primer lugar, en “obtener la mayor cantidad posible de escaños en las elecciones legislativas de octubre, en las que se renovará la mitad de las bancas en Diputados y un tercio en el Senado”; y en segundo término en “lograr que Máximo Kirchner sea el jefe político del justicialismo en el Conurbano. Esto es, preparar la sucesión de la dinastía”.
Según Mosca, todo lo que suceda en el país debe ser consistente en procura de esas metas, por lo que deben sortear los obstáculos económicos que existan para llegar a ese objetivo.
En lo que refiere a su desempeño financiero, el PBI cayó estimativamente un 10% y el FMI proyecta, para Argentina, una expansión del 4,5% en el 2021. Pero la mayoría de los bancos y analistas ubican su pronóstico en un nivel aún superior (ITAÚ, 5,5%; Ferreres, 5 a 6%; BBVA, 6%).
“¿Y las negociaciones con el FMI?”, se preguntó Mosca: “Obviamente, un programa sujeto a metas es un lío para el mundo K, que es posible no pagar la deuda, incumplir sus obligaciones, congelar tarifas, aumentar el gasto, no comprometer ninguna reforma ni someterse a metas cuantitativas… Su horizonte, nuevamente, es el dominio del corto plazo, es llegar a octubre”.
Por otra parte, en lo referente a Brasil, Mosca subrayó que su PBI cayó un 4,1% el año pasado y proyectó que, probablemente, este año la actividad crezca en un porcentaje similar.
Aseguró, a su vez, que la inflación está controlada dado que el año móvil a enero de 2021 cerró en 4,56% y que se estima un crecimiento del 3,8% al cierre del año.
“El déficit público consolidado del año 2020 alcanzó al 9,5% del PBI. En esto incidió en forma decisiva las medidas para afrontar la pandemia. Entre otras, hubo transferencias directas a las familias, lo que naturalmente aparejó un aumento en la popularidad de Bolsonaro. Ahora, desmontarlas es un problema y ello ha significado que comience a discutirse una enmienda constitucional de emergencia”, remarcó.
En lo que respecta al tipo de cambio se pronostica una paridad de 4,75/4,80 reales por dólar a fin de año, lo que permitiría a Uruguay recuperar parte de la competitividad perdida en los últimos años.
Actualidad y proyecciones para Uruguay
En lo que refiere al nivel de actividad, el PBI cayó un 4,8% el año pasado, considerando la base anterior (base 2005).
El cambio de base responde a incorporar los cambios que se registran en la matriz productiva, donde hay sectores que ganan participación, otros que pierden y donde pueden incorporarse nuevos sectores.
Medido con la base nueva, del 2016, la actividad habría caído un 5,8% el año pasado.
“Con el cambio de base se confirma lo que se presumía: crecimos muy poco en el trienio de 2017 a 2019, a una tasa del 0,8% promedio anual”, subrayó Mosca.
Lo otro relevante, a su juicio, es que el PBI es mayor al que se estimaba hasta entonces.
¿Y hacia el futuro?
La mediana de la encuesta del BCU, ubica la tasa de crecimiento en un 3,0% para el año 2021.Es menor a la expectativa oficial (3,5%).
“Confieso que aquí estoy en una posición particular. Creo que el PBI finalmente va a crecer algo menos que lo previsto en la mediana de la encuesta del BCU. Pero el punto relevante, en mi opinión, más allá de si la tasa esperada es 2,5% o 2,7%, es qué ocurriría hacia adelante. Estoy persuadido que, de aprobarse la reforma de la seguridad social, de avanzarse en el programa de reformas que se inician en algunas áreas (empresas públicas, educación, ejecución de obras a través de la CND en convenio con distintos organismos), de mantenerse la disciplina fiscal, entonces la economía puede ingresar con velas desplegadas en el año 2022 y confío se pueda alcanzar una tasa bastante por encima de la mediana de la encuesta del BCU (2,50%), más cercana al 3,5% o inclusive al 4%”, analizó.
Finalmente, el exministro de Economía se refirió al empleo, lo que definió como un punto crítico.
En 2020 se perdieron 58.800 empleos promedialmente, que hay que adicionar a la pérdida acumulada en años anteriores. En el quinquenio cerrado en el 2019 se habían perdido unos 50.000 puestos de trabajo.
Naturalmente que, mirando el corto plazo futuro, generándose unos 20.000 empleos como presumiblemente se creen en el año 2021, se estará muy por debajo del nivel preexistente en el año 2019.
“La pandemia trajo aparejado que los sectores más afectados por las medidas restrictivas sean precisamente los más intensivos en trabajo. Queda claro que los problemas de empleo -que son anteriores al advenimiento del covid 19- se deben a una multiplicidad de factores como la apreciable pérdida de dinamismo de la actividad económica desde hace algunos años, a rigideces existentes en la regulación laboral, al abaratamiento relativo de los bienes de capital, a niveles salariales fuera de equilibrio y a la automatización del trabajo, proceso que lentamente se va incorporando a la actividad económica nacional”.
En el plano fiscal, el déficit global en el sector público (sin efecto “cincuentones” y con el BCU incorporado) habría sido equivalente al 6,0% del PBI (base 2016), tipo 6,5% en relación al PBI con base anterior, que era el nivel oficialmente previsto.
En este sentido, Mosca enfatizó que oficialmente se espera alcanzar un nivel equivalente al 4,3% del PBI, en tanto el estructural sería del 2,6%.
“Hubo un muy buen manejo fiscal y aunque hubiera que asumir algo más de gasto por la pandemia, estas metas no sufrirían alteraciones relevantes en el futuro”, explicó.
En este marco apuntó que “es muy importante la prórroga de algunos estímulos como está previsto en la propuesta del Partido Colorado, incorporar algún beneficio a la contratación de más personal y continuar avanzando en la cobertura del Mides, que ha extendido su accionar a más de 800.000 personas”.
“Al ver los componentes del gasto surge claramente por qué la reforma de la seguridad social debe ser una prioridad”, puntualizó también el economista.
Precios y tipo de cambio
Según informó Mosca, la mediana de la encuesta del BCU ubica en un 7,0% a la variación del IPC al cierre del año en curso.
“En mi opinión, sería aún inferior; la ubicaría entre 6,5 y 7%. El dólar a fin de año se ubicaría en $ 44,80 en la mediana de la encuesta del BCU. Podría afirmarse que una paridad entre $ 44,70 y $ 45,40 serían márgenes razonables, en el contexto descripto”, estimó.
Expresó que las mejoras del tipo de cambio real vendrían de la mano del abatimiento de costos y mejoras de eficiencia que deberían obtenerse en las empresas públicas, reduciendo costos logísticos y energéticos y en el avance del cronograma de obras, gestionados en forma centralizada a través de un Fondo de Inversión de Infraestructura como el propuesto por el Partido Colorado.
“Hay que pensar que son momentos en los cuales se está concretando un importante flujo de inversiones hacia nuestro país”, destacó.
Finalmente, acotó que todo indica que los índices de competitividad no sufrirían alteraciones relevantes en este contexto.
“El orden fiscal y las reformas son los resguardos para que sectores que demandan competitividad creciente atemperen el impacto de un peso uruguayo más fuerte”, concluyó.
Covid-19 y después
En intercambio con CRÓNICAS, el Dr. Ricardo Pascale enumeró diez reflexiones sobre el futuro después de la pandemia:
- El covid-19 se expandió a 219 países, con 112 millones de infectados y 2,5 millones de fallecidos. En Estados Unidos, en la II Guerra Mundial, murieron 418 millones de personas, (civiles y militares). El covid ya mató más de 500 mil habitantes de las Américas. O sea, se trata de un serio problema de escala planetaria.
- La buena noticia es el advenimiento de varias vacunas seguras y de distinta eficacia.
- ¿Cuándo terminará esta pandemia? Será en un tiempo largo, incierto y no hay elementos científicos que den seriedad a una línea final. El logro de una “inmunidad de rebaño” depende de: la eficacia del portafolio de vacunas que se apliquen, de la cantidad de ciudadanos que decidan aplicársela y del porcentaje de inmunes (estudios lo ubican entorno al 15%).
Además, hay mutaciones del virus y el desconocimiento de la duración del efecto inmunológico de las vacunas.
En Uruguay los expertos hablan de un piso de vacunados del 50% de la población y de un techo del 70%.
- Se tiene experiencia en crisis de origen macroeconómico (1982) o financieras por riesgos asumidos (2002), pero no hay experiencia de crisis que afecte un factor productivo como es el trabajo. Eso hace más incierta la salida económica de ella. O sea, intentar aplicar estrategias de las crisis conocidas a esta desconocida, en muchos casos no será eficiente.
- La pandemia ha producido una “gran aceleración” de tendencias que se venían manifestando. Como son las innovaciones disruptivas de la revolución 4.0, y trae como consecuencia que los sectores que ya venían creciendo más, aumentan la diferencia con los sectores que crecieron menos. Pero la divergencia, según el FMI, también se produce entre los países. El covid-19 aumenta la brecha; los ricos serán más ricos y los pobres serán más pobres.
- Debe tenerse presente entonces que la expansión de la revolución 4.0 en el contexto del covid, produce una conjunción que acelera problemas de empleo, del futuro del trabajo y de la competitividad de las empresas. El futuro de las empresas dependerá de su capacidad innovadora, de su resiliencia, de su austeridad, y del cambio del sistema de negocios. Al final de este drama el mundo no será el mismo, y deberán repensarse desde las formas de empleo hasta los organismos multilaterales, otrora de mucha eficiencia, que frente a un nuevo mundo no la tienen. Deberán repensarse o crearse otros. El marco institucional de posguerra hoy no funciona eficientemente.
- El covid-19 tiene una raíz zoonótica, por lo que el mundo si no quiere vivir otra crisis de esta magnitud o peor, debe abrazar con convicción la idea de una sola salud. Esto es, no hay salud humana si no hay salud animal y no hay una salud del medio ambiente. Y esta convicción se tiene que transformar en acciones concretas más allá de declaraciones. Aquí se precisan hechos contundentes y no solo palabras.
Por eso es que prefiero hablar del próximo futuro, más que volver a la normalidad, puesto que volver a la vieja normalidad pre covid es retornar al problema que generó el covid.
- En este contexto cobra cada vez más fuerza el concepto de “Stakeholders Capitalism”, (capitalismo para todas las partes), o sea respetando la rentabilidad para el propietario acorde a los riesgos que asume. Las tareas de las empresas deben estar al servicio de los consumidores, de los proveedores, de los trabajadores y, en definitiva, de la sociedad en su conjunto.
- Crisis de este porte deben involucrar al mercado, al Estado y a la sociedad civil, buscando fines comunes. En realidad, el superpoder en estos casos reside en la capacidad de cooperación de los distintos estamentos sociales.
- Cuando estamos hablando de pandemia todos los países están afectados. Que mejore un solo país en la medida que no lo hagan los restantes puede llevar a una falacia de mejoría pues todos tienen que mejorar.
El día después, será luminoso si implementamos seriamente una sola salud, en un contexto de innovación, productividad, resiliencia, austeridad y un sentido marcado de cooperación.