El año que se despide comenzó marcado por el optimismo, pero poco a poco se fue desvaneciendo y eso se fue reflejando en los indicadores económicos. Los graves problemas de la región, principalmente de Argentina, sumado a dificultades internas, llevaron a que el dinamismo fuese menor al esperado. Aún así, 2018 cerrará como el decimosexto año consecutivo de crecimiento de la economía.
El 2018 arrancó con optimismo. La temporada turística que comenzaba hace doce meses auguraba buenos números de visitantes al país, fundamentalmente procedentes de Argentina. Paralelamente, los datos de la economía en su conjunto mostraban al momento un comportamiento mejor del que se había previsto durante el 2017 y eso se reflejaba en las expectativas del mercado, que esperaban un 2018 con un crecimiento que rondaría el 3,2% según la mediana de las expectativas del Banco Central del Uruguay (BCU). Además, ninguno de los consultados por ese sondeo preveía una expansión menor al 3%.
A su vez, la inflación en el acumulado de 2017 había sido de 6,55%, cerrando un año dentro del rango objetivo fijado por el equipo económico por primera vez desde el 2010.
El desempleo también mostraba una tendencia a la baja luego de haber aumentado fuerte en la primera mitad de 2017, y cerró en diciembre de ese año en 6,92%. Al mismo tiempo, los expertos consultados por el BCU preveían que el empleo fuera a crecer un 0,7% en el año que comenzaba.
El único dato que preocupaba al inicio del año que estamos despidiendo era el resultado fiscal. Pese al plan de “adecuación fiscal” (al decir del gobierno) o de “ajuste fiscal” (al decir de la oposición) los números de las cuentas públicas no mejoraban al ritmo esperado, aunque aún así el déficit cerraba el año en 3,5%, cuatro décimas por abajo del nivel de 2016 (-3,9%).
Pero aún así el optimismo sobre el desempeño general de la economía era la tónica que predominaba.
Problemas varios
Sin embargo, poco a poco se fueron desvaneciendo.
En términos generales la actividad económica local fue perdiendo dinamismo, y si bien al cierre del tercer trimestre (último dato disponible) se observó un crecimiento interanual de 2,1%, en términos desestacionalizados el Producto Interior Bruto (PIB) prácticamente no tuvo variación en los dos últimos trimestres, confirmando el estancamiento de la economía.
Ello se vio reflejado directamente en las expectativas del mercado. Lejos del más de 3% estimado en enero, en el último sondeo publicado por el BCU los expertos vaticinaron un cierre de año con una expansión de 1,9% (mediana de la encuesta). Las respuestas fueron de un mínimo esperado de 1,8% a un máximo de 2,2%. De todas formas, estos datos marcan una mejora respecto a las estimaciones de la encuesta difundida en octubre, cuando aún estaban muy frescos los problemas en Argentina. En ese mes, la mediana proyectaba un crecimiento de 1,52% y las proyecciones iban desde un piso de 1,5% a un techo de 2,2%.
Los motivos del deterioro fueron varios.
Si bien la temporada turística veraniega cerró en términos generales con buenos números y la llegada de turistas cumplió las expectativas, el gasto efectuado por éstos no fue el esperado inicialmente.
A ello se sumó una sequía a comienzos de año que llevó a que cayera fuertemente la producción de cultivos, y especialmente de la soja, lo que incidió fuertemente a la baja en los números de comercio exterior del país. En el acumulado enero-noviembre, las exportaciones de bienes incluyendo zonas francas registran una leve caída interanual de 0,2%. Sin incluir las zonas francas, la caída de las ventas al exterior es de 3,9%.
A nivel industrial, la actividad no ha logrado repuntar y los indicadores de horas trabajadas y personal ocupado no paran de contraerse. De acuerdo a los últimos datos divulgados por el Instituto Nacional de Estadística (INE) en el acumulado enero-octubre de 2017 el Índice de Volumen Físico de la industria creció en su conjunto un 15,3% interanual, pero ello se debe a la actividad de la refinería de Ancap que no tuvo actividad entre marzo y octubre de 2016. Si se excluye del análisis, se observa que la industria registra una caída de 2,4%.
La construcción tampoco muestra un buen desempeño, y de acuerdo a los últimos datos oficiales difundidos por el BCU, el sector registró una contracción de 0,2% en el tercer trimestre del año en comparación con el segundo, en el cual se había contraído un 3,1%.
En cuanto a los precios de la economía, la inflación volvió a acelerarse y salirse del rango objetivo, y se estima que cerrará el año en el entorno del 8%, un punto por encima del techo de la meta.
El desempleo por su parte, mostró fluctuaciones importantes a lo largo del año, pero mostrando siempre un mayor nivel que durante el 2017. A su vez, este aumento del desempleo se vio acompañado por un deterioro de la tasa de empleo mayor a la caída de personas que salieron a buscar un empleo. El Empleo ha caído de forma importante desde el pico alcanzado en 2014, lo cual ha generado preocupación en las autoridades y las ha llevado a adoptar medidas para generarlo mediante nuevos estímulos a la inversión.
Por último, pese a las medidas adoptadas, el déficit fiscal no ha logrado retroceder en la magnitud esperada y ha permanecido toda la segunda mitad del año en el entorno del 3,9% del PIB. Si bien el dato del año móvil cerrado a octubre muestra una mejora –cerrando con un déficit de 2,2%- ello se explica en los ingresos al BPS correspondientes a la Ley de los cincuentones, que se estima tendrán un impacto negativo sobre las finanzas públicas en un horizonte de cinco años.
Golpes de afuera
El contexto económico regional tampoco contribuyó a nuestro país. Por un lado, Brasil parece insinuar una recuperación de su economía pero persisten las dudas sobre su futuro, y del otro, Argentina atraviesa por una importante crisis, que hace a muchos recordar los acontecimientos del año 2001.
Los serios problemas de financiamiento y el descreimiento en la “gradualidad” del plan de ajuste del gobierno de Mauricio Macri llevaron a fuertes caídas de los mercados que se tradujo en una fuerte devaluación del peso argentino, a pesar de las fuertes intervenciones del Banco Central de la República Argentina. Esos acontecimientos hicieron que el peso argentino perdiera la mitad de su valor respecto al dólar, ha generado un nuevo rebrote inflacionario en el país y los números de actividad recientemente conocidos dan muestra de una recesión importante. De acuerdo al último informe publicado por el FMI, se espera que la economía argentina cierre 2018 con una caída de su PIB de 2,6% este año y caiga otro 1,6% en 2019.
Luego de las semanas de mayor turbulencia que se dieron entre finales de agosto y comienzos de setiembre, el gobierno logró un acuerdo con el FMI que parece haberle dado el oxígeno necesario. El pasado miércoles 19 de diciembre, el organismo aprobó un nuevo desembolso por US$ 7.600 millones tras la segunda revisión en el marco del Acuerdo Stand-By. Sin embargo, si bien la calma parece haberse alcanzado, los problemas de nuestro vecino está lejos de superarse completamente y la amenaza de una nueva crisis sigue latente, a lo que se suma la incertidumbre sobre su futuro político.
En cuanto a Brasil, si bien parece ir por la senda de recuperación, existe gran incertidumbre respecto al futuro gobierno del polémico Jair Bolsonaro. Para el país, el FMI espera que haya crecido 1,4% este año y que en 2019 se expanda un 2,4%.
A nivel global también hay grandes dudas sobre el futuro. La guerra comercial entre Estados Unidos y China, la crisis de integración de la Unión Europea y la desaceleración de China, parecen ser las principales amenazas para el año que comienza.
Sistema financiero “soportaría en promedio un escenario de recesión importante”
La solvencia de las instituciones de intermediación financiera radicadas en Uruguay mostraron al cierre del tercer trimestre de 2018 un excedente de capital que ha seguido creciendo durante el año y supera en más del 80% el requerimiento mínimo regulatorio ajustado a riesgos, el que incluye requisitos por riesgo de crédito, de mercado, operacional y sistémico, de acuerdo a la información del Reporte del Sistema Financiero que elabora el Banco Central del Uruguay (BCU). Asimismo, se destaca que las pruebas de estrés realizadas por la entidad, reflejan que “el sistema bancario soportaría en promedio un escenario de recesión importante manteniendo un nivel patrimonial razonablemente adecuado”.
Según detalla el informe, en el tercer trimestre de 2018 el crédito al sector privado residente registró un incremento de 3,6% en moneda nacional, mientras que en moneda extranjera tuvo un leve aumento de 0,2%. En el año móvil cerrado a setiembre los créditos al sector privado residente en moneda nacional crecieron 12,5%, mientras que en moneda extranjera aumentaron 2,5%. Descontando los efectos del castigo de créditos, indexación de los créditos en UI y el efecto del tipo de cambio, la variación total del crédito al sector no financiero privado residente medida en dólares tuvo un incremento de 6,3%.
En lo que refiere a la morosidad general del crédito, se ubicó en 3,7% al finalizar el tercer trimestre de 2018, igual valor que el registrado un año atrás, y que se explica por un descenso de la morosidad al consumo y a la vivienda, que cierran el trimestre en 4,4% y 1,3% respectivamente (frente a 5,0% y 1,6% un año atrás), al tiempo que se observa un leve aumento de la morosidad a empresas que en el último año móvil pasa de 3,8% a 4,0%. Por su parte, el informe del BCU sostiene que “el endeudamiento de las familias con el sistema bancario y las empresas administradoras de créditos se mantiene estable en niveles bajos (26,2% del ingreso anual)”.
En cuanto a los depósitos del sector no financiero privado mostraron en el año móvil un aumento en moneda nacional de 9,5%, pero en moneda extranjera tuvieron una caída de 1,2%. En el tercer trimestre los depósitos en moneda nacional tuvieron un leve descenso de 0,2% y en dólares de 0,3%. Depurando el efecto del tipo de cambio, el total de depósitos medido en dólares creció 0,6% en el año móvil cerrado a setiembre, y caen un tenue 0,1% en el trimestre.
Al cierre de setiembre, la participación de los depósitos a la vista en moneda nacional fue del 70%, mientras que en moneda extranjera representan un 91%.
Por su parte, el sistema de ahorro previsional acumula fondos por $ 516.893 millones (29% del PIB, aproximadamente) y supera los 1,4 millones de afiliados al cierre de setiembre. El sistema presenta una rentabilidad bruta medida en UR que asciende en términos del promedio móvil de los últimos 3 años a 5,75% anual en el caso del Subfondo de Acumulación y a 3,63% anual para el Subfondo de Retiro.
En otro orden, el mercado de valores tuvo en el tercer trimestre una caída de 12% en el volumen de operaciones, respecto al trimestre anterior. Mientras que a nivel bursátil se registró un incremento de 5% fruto del aumento de las colocaciones de certificados de depósitos, a nivel extrabursátil operó un descenso de 39% dado la menor cantidad de colocaciones de Letras de Regulación Monetaria por parte del BCU.
Por último, se destaca que las empresas de seguros emitieron primas que en términos reales acumulan una caída de 7% en el último año móvil. Las principales ramas en cuanto a volumen de primas en los últimos doce meses fueron la rama de vida previsional (26% de primas), la de seguro de vehículos (24%), la de accidentes de trabajo (20%), y la correspondiente a vida no previsional (13%). La rama de vida previsional tuvo una fuerte disminución real interanual de 13% (luego de crecer en años anteriores a tasas superiores al 20%) como consecuencia de la flexibilización prevista en la denominada “ley de los cincuentones”. Del resto de las ramas más importante solo accidentes de trabajo registró un aumento en la medición real interanual (+9%) mientras que en general se registraron caídas: vehículos (-2%), vida no previsional (-10%) e incendio (-9%).