Abreu: “En política no se puede ser soberbio, y la mayoría de los gobernantes del FA lo son”

EN PANINI’S

Sergio Abreu, excanciller de la República – Partido Nacional


El exministro de Relaciones Exteriores criticó duramente a los miembros del actual gobierno, y lamentó que el candidato que gane la Presidencia en octubre se va a enfrentar a “un país con una crisis importante”. De hecho, opinó que para poder hacer políticas públicas, el Partido Nacional (PN), si le toca gobernar, va a tener que reducir el gasto. Habló también acerca de la situación regional, y se opuso a la postura del PIT-CNT por entender que actúa en función de la ideología.


 El menú  El dirigente nacionalista degustó risotto al Malbec con mollejas crocantes y brie, que acompañó con una tisana de frutos rojos y piel de cítricos. Para extender la sobremesa, prefirió café.


Por Magdalena Raffo | @MaleRaffo

-El acceso a nuevos mercados es un objetivo planteado por los tres candidatos favoritos. ¿Qué tiene Lacalle Pou para ofrecer en materia de apertura a diferencia de los otros?

-La apertura significa que no existen monopolios económicos públicos ni privados, ni proteccionismos en materia comercial o de otra naturaleza, porque lo importante es competir abierto al mundo y a la región. Ese es el pensamiento que siempre ha tenido el PN. Los otros que hablan de apertura podrán tener una visión más actualizada, pero no tan clara como la que ha mantenido el PN. La apertura es un hecho irreversible que tenemos que administrar sin esquemas ideológicos, como sucede en el partido de gobierno, donde hay dos posiciones que siempre se enfrentan.

-Pese a que la apertura comercial está incluida en el programa del Frente Amplio (FA), ¿no ve posible un cambio?

-Es probable, pero el gobierno votó contra todas las leyes que hoy está aplicando: la Ley de Zonas Francas, la Ley Forestal, la Ley de Puertos, la Ley de Inversiones Extranjeras. Entonces, el cambio de posición uno no sabe si es por oportunismo o por convicción, y eso es lo que le hace perder credibilidad al FA.

-¿Qué cree que pasaría con la política exterior si continuara el FA en el gobierno?

-El FA no tiene política exterior, hace relaciones internacionales, es decir, sigue los lineamientos de un Estado, pero no define un proyecto de política exterior vinculado con un modelo de desarrollo. Más que el proyecto estratégico, pesa la coincidencia ideológica. Una política exterior que no esté mirada sobre la base del interés nacional, deja de ser efectiva.

-¿Qué influencia va a tener el resultado de las elecciones argentinas en Uruguay?

-No mucha, salvo que se hagan invocaciones expresas permanentes, pero creo que no porque nosotros estamos acostumbrados a vivir en la turbulencia de este vecindario, y nos impactan en los aspectos de nuestra balanza de pagos, el turismo –lo que para nosotros es el segundo ingreso de divisas-. Es decir, eso está más vinculado a la crisis económica, a la devaluación, al dólar, que al resultado de las elecciones. Sería un enorme error pensar que el cambio de gobierno en Argentina va a incidir sobre los intereses uruguayos a favor o en contra. Los países no tienen amigos, tienen intereses.

-Si gana Alberto Fernández, la relación con Uruguay…

-Va a tener que ser la relación que tiene que ser en términos generales.

-Pero los Kirchner pusieron trabas en su momento. ¿Podrían volver las complicaciones?

-En cada circunstancia va a ser distinto, pero es cierto que mantuvieron en dos temas una punción muy seria. Una con aguas navegables, cuando decidieron erosionar todas las posibilidades de la hidrovía. La otra, con el famoso tema de los puentes, y actitudes inconducentes que son parte de la mentalidad de países más grandes y de viejas asimetrías, pero tenemos que manejar esto con profesionalidad. Nosotros no vamos a decidir qué pasa en Argentina ni en Brasil, pero tenemos que ver cómo administramos las situaciones relacionadas con nuestro interés nacional. Hemos cometido el gravísimo error de pensar que ciertas afinidades ideológicas convergen en una sociedad armónica entre los países, eso no existe. Tenemos que volver a tener política exterior y no podemos estar ajenos a lo que sucede en el exterior.

-¿Cómo analiza la situación regional actual?

-La economía tiene una tendencia mundial a no crecer, o crecer muy poco. Tenemos una caída del crecimiento, de la inversión y del empleo. Esos temas son parte de toda la región, que viene mal en integración, en cooperación y en crecimiento, porque la inversión no viene y no hay empleo. Eso lo vemos en las economías más grandes de acá al lado. Hay que reformular el Mercosur, pero también depende de nosotros.

-¿Qué opinión le merece la apertura brasileña?

-Es un hecho fundamental. Brasil fue quien impulsó el acuerdo con la Unión Europea. El gobierno brasileño quiere abrir la economía para competir, a diferencia de los viejos modelos proteccionistas, y va avanzando en su primera reforma estructural en materia de jubilaciones, va a hacer ahora la reforma tributaria y la laboral.

-¿Ve positivo el triunfo de Bolsonaro entonces?

-No, lo que veo positivo es la política de apertura. Lo de Bolsonaro… hoy el mundo está lleno de personalidades políticamente excéntricas. Uno mira lo que puede hacer el señor de Corea del Norte, o Trump con Twitter. Pero el gobierno brasileño, con la conducción del ministro Guedes, es de apertura, y si se mantiene va a hacer un cambio sustancial en la región. Argentina no tiene otra solución que sentarse a conversar con Brasil porque es el principal socio comercial. Si los brasileños se abren y se erosiona el arancel externo común del Mercosur, muchos productos del mundo van a venir a competir con los argentinos.

-¿Cómo ve el presente y el futuro del Mercosur, justamente, con los cambios que ha habido en la región?

-Hoy es un moribundo que camina. En el futuro tiene que plantear otra realidad para sobrevivir. Tenemos que olvidarnos de la unión aduanera y darles a los países la mayor flexibilidad para que puedan negociar con otros dentro de la relación de zona de libre comercio. Eso lo tiene que hacer Uruguay y lo va a hacer Brasil seguramente también, y va a ser muy beneficioso, no solo para el Mercosur, sino para que nosotros nos podamos insertar en el mundo sin prejuicios ideológicos.

-¿Qué opinión le merece el acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea, después de 20 años de negociaciones?

-Algunas de las cosas que logramos son peores de las que habíamos negociado antes. El ejemplo más claro es el cupo de la carne. Ahora, es muy buena señal que lo hayamos cerrado, porque con eso estamos construyendo la apertura del mercado. Es cierto que nos puede perjudicar en la leche en polvo, en algunos elementos, pero tenemos que ir buscando espacios a partir de la integración. Aislados no vamos a ningún lado.

-¿Es necesaria una política de Estado en materia de comercio exterior?

-Sí. La política exterior ha tenido problemas en materia ideológica. A veces hay obstáculos, por ejemplo, no se quieren discutir las cláusulas de la propiedad intelectual o de las compras nacionales. Quizás alguna razón pueda tener el PIT-CNT, pero el interés nacional no es el interés corporativo y tiene que hacer concesiones. La política exterior, cuando se toma, pisa algunos pies, y el PIT-CNT tiene que bancársela, tiene que trabajar defendiendo a los trabajadores, pero no impulsando la lucha de clases.

-¿Hoy pasa eso?

-Sí. Hay un sector del PIT-CNT que todavía no se enteró de que murió Stalin, que está en una excesiva ideologización. El PIT-CNT está muy vinculado al Estado, por eso han ingresado 60-70 mil funcionarios públicos, y no tiene tanta preocupación con la caída y el cierre de las pequeñas y medianas empresas porque son burgueses. Que piensen lo que quieran, pero el gobierno va por otro lado. La política exterior del país no es del PIT-CNT, y menos cuando hace poco fueron a darle todo el apoyo al presidente Maduro en Venezuela.


“Este gobierno es una refinada expresión de la anarquía institucional”

-¿Cómo ve al PN de cara a octubre?

-Yo quiero que mi partido gane, pero que valga la pena, como decía Wilson. Un partido unido no es lo mismo que uno que tenga un concepto de gerenciamiento del proyecto de país; tiene que estar unido en todos los aspectos.

-¿Hoy ve un partido unido realmente, o es porque ya pasaron las internas?

-Electoralmente se va a unir, el problema es que el que gane la elección va a tener que administrar el país con una crisis importante. El presidente tiene que tomar decisiones, tener ministros de confianza y buscar mayorías. Acá hay un gran desafío. Los que administran nuestro dinero no pueden no saber del tema o estar ahí porque no salieron electos tal cosa o tal otra, porque se trata de los impuestos o las tarifas que pagamos. Este gobierno es una refinada expresión de la anarquía institucional, es decir, cada ministro actúa por su lado, no están sujetos a una disciplina; lo único que les interesa es mantener el poder.

-¿Por quién lo dice?

-Por “todes” (risas). Vos ves al ministro de Defensa que sale a atacar a Brasil y a hablar del Mercosur. Él tiene que cumplir con sus obligaciones, no le pagan para hablar de estos temas y mucho menos para hacer juicios que pueden perjudicar el interés de Uruguay. En política no se puede ser soberbio, y la mayoría de los gobernantes del FA lo son. No aceptan las críticas, y cada vez que hay alguna dificultad política salen a opinar y a insultar, como sucedió con la ministra de Educación. No es así que se hace política, se hace desde la tolerancia y la firmeza. En eso se tiene que enfocar el PN, que tiene que conseguir 16 senadores y 50 diputados.

-¿Espera formar parte del Parlamento?

-No sé, no me quita el sueño. A mí me quita el sueño que pueda acompañar, desde donde sea, a un gobierno que haga las cosas bien.

-¿Aceptaría la Cancillería?

-No, ni me lo planteo. Sí puedo ayudar al que sea, como he hecho hasta ahora.

-Decía que quien gane va a tener que administrar un país en crisis. ¿Le preocupa lo que reciba el PN si es gobierno?

-Sí, va a recibir un déficit fiscal enorme. Para poder hacer políticas públicas va a tener que reducir [el gasto]. Se está mirando con qué políticas de ahorro se puede hacer, pero esto no puede seguir, porque vamos camino a la situación brasileña, a la situación argentina.

-¿En ese intento de equilibrar las cuentas no se correrá el riesgo de perjudicar a algunos sectores sociales?

-Acá hay un enorme despilfarro. Se está calculando que un 2% o un 3% del PIB de gasto social no están evaluados.

-Pero ¿no se pueden ver perjudicadas algunas personas?

-No, perjudicadas en populismo infundado, puede ser. Los planes sociales no los vamos a modificar, pero los vamos a hacer cumplir. Por ejemplo, si se les da una asistencia a los hogares monoparentales y tienen como contrapartida que manden a los hijos a la escuela y no los mandan, estamos creando una tendencia a vivir más cómodamente y no solucionamos el problema. Todo eso lo podemos ir ajustando. El presupuesto va a ser la gran batalla y hay que conseguir los 50 diputados y los 16 senadores. Mientras tanto, tener mano firme y un presidente con un equipo que no va a sentir el peso del interés sectorial. Acá no hay sindicato, corporación ni empresario que pueda sustituir el interés nacional. Que se paga el costo, sí, pero el gobierno es para que el país sea próspero, no para que algunos sectores se vean beneficiados.


“Yo respeto mucho al que votó a Sartori, porque quiso votar dentro del partido”

-¿Cómo analiza los resultados de las internas?

-Las internas mostraron la aparición de tres figuras no previstas. En el PN, el ingreso de Sartori; en el Partido Colorado, Talvi compitiendo con Sanguinetti; y la candidatura del general Manini. Eso ha alterado beneficiosamente al país, porque lo va a hacer mucho menos bipartidista.

-¿Sartori benefició al PN?

-Todo el que tenga votos, trabaje a favor y aporte competencia a la democracia, es útil.

-¿Sin perjuicio de todo lo que se dijo que él hizo, como la campaña sucia?

-La campaña sucia uno puede condenarla, lo que no se puede es ignorar que no fue por la campaña sucia que [Sartori] sacó 90 mil votos. Con esto no lo estoy justificando, digo simplemente que en un partido político como el nuestro, todos los dirigentes son deudores, ninguno es acreedor.

-Pero ¿no le preocupa que venga alguien de afuera que nunca votó en Uruguay y quiera ser presidente?

-No. Si vota en el partido, se asimila al estatuto y al programa… ¿Qué derecho tengo yo a decirle a alguien que quiere competir, “usted no puede”? Yo respeto mucho al que votó a Sartori, porque quiso votar dentro del partido. Ahora, si él es sancionado por un tema u otro, es un problema de él y del partido.