El pasado miércoles 25 de octubre, ADM realizó un almuerzo de trabajo que dio cita a las principales cámaras empresariales del país, cuyos actores brindaron un panorama de la situación que atraviesa cada sector económico del país. Durante la conferencia, se hizo hincapié en diversas problemáticas, como pérdidas en la productividad, necesidad de aumento de competitividad y libertad de acción para el sector privado, así como también una mejora en la educación que permita tener empleados preparados para los nuevos desafíos tecnológicos.
Durante su exposición, el presidente de la Cámara de Industrias del Uruguay (CIU), Washington Corallo, advirtió que la recuperación de la producción del sector se está dando solamente en las áreas que no son demasiadas intensivas en mano de obra, y señaló “una muy grande” destrucción de puestos de trabajo.
El motivo de este factor está ligado a los costos laborales medidos en relación a la productividad, los costos en medida a la relación de competitividad y un tipo de cambio que favoreció la sustitución de capital por trabajo, dijo. En este sentido, comentó que en los últimos años la industria incorporó más de US$ 2.000 millones en maquinarias y equipamiento.
Igualmente, indicó que la pérdida de productividad va de la mano con la competitividad e incide en que el país logre mejores condiciones de acceso. En este sentido, pidió: “no nos sigan haciendo perder puestos de trabajo” y señaló la necesidad de modernizar la legislación laboral para que los productos no se deterioren, aunque aseguró que “no se desea importar ninguna modernización de Brasil”.
Por otra parte, expuso que se debe avanzar en buenos hábitos de trabajo y formación. Aunque reconoció la labor del Instituto Nacional de Empleo y Formación Profesional (Inefop) en cuanto a la capacitación de trabajadores, dijo que el 63% de ellos declaró que la mejora de su capacidad no le permitió acceder a puestos de trabajo o mejorar los que hasta el momento poseen.
En cuanto a la reducción de la carga fiscal de empleo, señaló que es “una vieja aspiración” y que los aportes patronales deberían ser, de alguna manera, eliminados o mitigados, dado que es un impuesto al empleo.
Comercio y servicios
El 25% del total de lo exportado por Uruguay pertenece al sector de los servicios dentro de los que nuevos ofrecimientos –como call centers, desarrollo de software, consultorías-, encontraron su lugar, según expresó el presidente de la Cámara Nacional de Comercio y Servicios (CNCS), Julio César Lestido, durante su intervención en el evento.
Este sector tiene un repunte en la economía nacional desde el segundo semestre de 2016, que corresponde al debilitamiento del dólar y el aumento de poder de compra de los uruguayos, entre otros.
Sin embargo, Lestido comentó que hay una disociación entre el crecimiento de la actividad y la tasa de empleo, que comenzó a caer y que causa que el empresario uruguayo perciba este aspecto como una señal de no inversión y de precaución.
Para solucionar este problema, dijo que se está trabajando actualmente con los actores involucrados, entre los que se incluye el gobierno, de forma tal de aggiornarse para enfrentar los desafíos
El mayor problema que notan desde la Cámara para que haya poca inversión se debe a que no se está siendo competitivo. “Para ser competitivos debemos ser más productivos, y para eso debemos tener costos más bajos. No hay economía creciente en un país si no crece el sector privado”, comentó.
Para ello, el sector privado debe tener la libertad amplia para poder moverse y no una presión fiscal fuerte, dijo. La necesidad de mano de obra capacitada, capaz de enfrentarse a las nuevas tecnologías, requiere de poner el foco en la educación y de tener un estado más eficiente. “Tenemos que tener una apertura comercial y laboral muy importante”, remató.
Construcción
En tanto, Ignacio Otegui, presidente de la Cámara de la Construcción, señaló que el sector pasa por una menor actividad y menor desaceleración. En este último trimestre, la caída es de un 5,5%. La inversión, el año pasado, fue del 12.4% del PIB. “Seguimos siendo una industria importante a pesar de la caída de la actividad”, calificó. Se espera que el primer semestre del año próximo sea similar a este.
Otegui mencionó que el menor nivel de actividad lo expresan las obras vinculadas a la vivienda, donde un 29% corresponde a la inversión pública, según datos del año pasado.
Por otro lado, la productividad aparente de la construcción tiene una contracción del 12.5%. Las obras de arquitectura, en tanto, sufren una pérdida de la productividad de entre 20 y 30%. Ante esta situación, Otegui comentó que se debe empezar a trabajar para revertir esta situación.
Uruguay se encuentra en el puesto 76 a nivel internacional en la escala de competitividad, y en el medio de los países latinoamericanos. “Esto no es bueno. Uruguay es pequeño, si no hacemos el esfuerzo de mejorar en serio, vamos a tener un escenario futuro complejo”, dijo.
De igual modo, dijo que el mercado laboral de nuestro país no es eficiente, sino que, por el contrario, “está muy entremezclado”, entre los que comentó que son muy pocos los efectos del sistema tributario en el incentivos de trabajo.
Agro
Por su parte, el presidente de la Asociación Rural del Uruguay (ARU), Pablo Zerbino, señaló una caída del 10% en millones de litros de leche, y una disminución del 50% de trigo, en miles de toneladas producidas. Por su parte, el arroz “es casi milagroso que se mantenga”. En los últimos años, la evolución del sector ha sido disparar en lo que refiere a sus principales productos.
Cada año se necesitan más hectáreas de producción para poder cubrir la canasta familiar, comentó Zerbino. Mientras que en 2014 se necesitaban 546, hoy son menester 690.
La situación crediticia se mantiene con US$ 2.331 millones de dólares. La capacidad de pago se complica cada vez más. “La lechería, con US$ 326 millones, no alcanza vendiendo todo el plantel de vacas lecheras del país para pagar la deuda”, dijo.
La competitividad también se encuentra en un momento complicado y Uruguay “tiene mucho para crecer”. La situación del sector exportador también es compleja. A partir de 2016 ha caído de forma importante.
Además, el presidente de la ARU se refirió al “aumento importante del capital” que configura “políticas no sostenibles para un país como Uruguay” y dijo que mientras en 2005 los impuestos al agro estaban en un 30%, hoy lo están en un 55%. “Esto se aleja de los principios de la reforma tributaria y marca una dificultad en el sector”, expresó.
Los desafíos están actualmente en avanzar en soluciones, mercados, costos de producción y rentabilidad, así como también en mercados internacionales con acuerdos de comercios estables y competitivos, innovación y desarrollo que brinden valor agregado.
“Vemos que la sensación del sector es que no hay intenciones de cambiar. El dólar seguramente siga planchado hasta las próximas elecciones y las consecuencias para esto pueden ser muy graves”, formuló.