Patricio Cortabarría, presidente de la Asociación Rural del Uruguay (ARU)
Patricio Cortabarría, quien asumió en abril al frente de ARU, habló con CRÓNICAS de los desafíos del sector rural. Más allá de algunos ya conocidos y prácticamente inmanejables, como pueden ser aquellos que tienen que ver con las fuerzas de la naturaleza, puso el foco en lo político, por ejemplo, cuestionando el manejo de la inflación y su repercusión en el atraso cambiario. No se quedó en lo local, sino que también valoró la oportunidad que ofrece en materia de apertura comercial el Acuerdo Transpacífico, donde, según entiende, hay mercados que “necesitan nuestro producto” y “lo pueden pagar relativamente bien”.
-¿Cómo ha afectado la sequía la producción rural del país? En el momento actual, ¿cuál es la situación en las diferentes regiones?
-Hubo un verano muy seco en el que se perdió toda la producción de cultivos de verano, la más importante desde el punto de vista agrícola, están hablando de US$ 1.800 o 2.000 millones solo en ese tipo de cultivos. Después, hubo un problema de atraso en todos los ciclos ganaderos que va a repercutir dos o tres años para adelante. Hoy en día el campo no está con un problema grande porque llovió un poquito y con ese poco en invierno alcanza, pero sí faltan algunas lluvias grandes para rellenar tajamares y represas. Por ejemplo, los arroceros no tienen agua en las represas y la gente que tiene sistemas de riego no tiene agua para regar los cultivos de verano que van a venir, ahí hay un tema relevante. Por otra parte, en lo ganadero están saliendo ahora los resultados de preñez, algo que es importante, se trata de la máquina de producir terneros que tiene el país, si eso se afecta, se afecta dos años para adelante la cadena de producción, la invernada y la faena.
-¿Cuál es el impacto del atraso cambiario? ¿Cómo analiza la gestión del Ministerio de Economía y el Banco Central del Uruguay (BCU) en este sentido?
-La analizamos mal, se han enfocado en un control de la inflación que está perjudicando a todo el sector exportador y a todo el sector transable del Uruguay, que son el sector privado y los generadores de empleo. Este tipo de políticas en el largo plazo lo único que hacen es deteriorar las condiciones económicas del país y perder competitividad frente a nuestros mercados más importantes. Se habla de que hay una pérdida de competitividad solamente con China del 28%. Si rompemos la máquina productiva, en el futuro lo único que nos va a quedar va a ser desocupación y falta de inversión, el empresariado uruguayo lo va a sufrir y mucho.
-¿Cómo se ven desde el sector las posibilidades de inserción internacional? ¿Con respecto a la posibilidad de conseguir qué acuerdo se mantienen mayores expectativas?
-Se veía bien cuando Lacalle se enfrentó a sus socios del Mercosur buscando el acuerdo directo con China. Después las cosas cambiaron, apareció Lula, quien hizo jugadas estratégicas que llevaron a que China retirara esa idea y volviera a pensar en el Mercosur, lo que hace enfriar todo. Por otra parte, entendemos que Uruguay tiene una oportunidad enorme en el Acuerdo Transpacífico, donde ya se hicieron gestiones para poder entrar y hay que poner toda la energía en seguir adelante. Dentro de sus integrantes hay una gran cantidad de países que necesitan nuestro producto y son mercados de valor que lo pueden pagar relativamente bien.
-Se ha visto la llegada, por ejemplo, de grandes inversores argentinos pertenecientes a diferentes rubros. ¿El sector productivo rural de Uruguay tiene potencialidad en este sentido? ¿Cuáles son las características que lo pueden hacer atractivo para inversores?
-Uruguay es una democracia plena, una de las más sólidas del mundo, hace más de tres décadas que tiene elecciones, es un lugar donde hay respeto por lo jurídico, es todo eso lo que, en definitiva, hace que sea un lugar interesante para cualquier inversor. Por otra parte, se trata de un mercado chico, de bajo consumo interno, donde generalmente no hay una gran potencialidad. Pero sí la hay en la calidez y en la educación de su gente, por eso también estamos viendo mucho desarrollo en la parte de todo lo que es tecnologías de la información. Lo mismo en el sector agropecuario, con condiciones naturales óptimas, con ventajas competitivas importantes que le permiten al país ser un productor de alimentos de gran calidad y con bajo impacto ambiental. La parte de energía también se ha movido mucho, con todo lo que ha sido la inversión en molinos en los últimos 10 o 15 años, y ahora también con lo que estamos viendo en el desarrollo del hidrógeno verde. Esto nos parece estar posicionado desde el punto de vista de las energías renovables como otro punto interesante para invertir en el mundo.
-En términos generales y teniendo en cuenta el surgimiento de nuevas industrias y sectores productivos marcados por la tecnología, ¿cómo analiza actualmente el peso específico del sector agropecuario en la economía del país?
-Nosotros tenemos un informe elaborado el año pasado por la consultora Exante, por la economista Florencia Carriquiry, y a partir de ahí sabemos que el sector agropecuario es más del 20% del PBI del Uruguay. Además, conocemos que genera entre empleos directos e indirectos la ocupación de más de 270.000 personas, siendo el rubro de la economía que genera mayor valor agregado en toda su cadena. Se trata del sector que más derrama a la economía, cada dólar o peso producido se multiplica tres veces. Debe aclararse también que es el 20% del PBI del país y el 40% del PBI del interior. Teniendo en cuenta esto último, debe comprenderse que cuando al sector agropecuario le generás pérdida de competitividad, lo que estás haciendo es poner a la mitad de la población del país en situación de pérdida de ingresos, de inseguridad desde el punto de vista económico. Se ve clarito, cuando al campo le va mal, al interior le va muy mal, y con eso hay que tener mucho cuidado.
-¿Cuáles son sus principales objetivos de aquí al final de su gestión en ARU?
-Los objetivos son respetar los estatutos de la sociedad y, por lo tanto, defender a los productores rurales a lo largo de todo el sector y de toda la cadena. Eso implica muchas cosas, como corregir algunas políticas que se entienden erróneas y buscar generar algunas que puedan ser beneficiosas, y también poder hablar con los actores políticos y empresariales para poder generar las mejores condiciones para todos los productores agropecuarios de nuestro país.
-Yendo más a lo concreto, ¿qué políticas se apunta a generar?
-Tenemos representaciones en muchísimos institutos, tenemos gente que está en el INIA (Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria), donde se define toda la investigación nacional agropecuaria, tenemos gente en el INAC (Instituto Nacional de Carnes), donde se trabaja mucho todo lo que es el sector de la industria cárnica, definiendo las políticas públicas y privadas del país. Tenemos gente en muchísimos lugares y, en definitiva, es ahí donde día a día se van tomando decisiones que hacen a intentar mejorar siempre las condiciones del agronegocio y de los productores rurales.
-Más allá de la actual gestión de gobierno, ¿considera que el sector rural y en particular ARU son escuchados como deberían dentro del escenario político del país?
-Con este gobierno se ha mejorado muchísimo el diálogo. Entiendo que escuchados somos, pero atendidos, a veces. Se entiende la importancia del sector, pero en algunas ocasiones a lo largo del tiempo no han tomado políticas acordes a la misma. Últimamente, el diálogo es mucho más fluido, hay reuniones mucho más cercanas, pero a veces tampoco estamos tan de acuerdo con ciertas políticas tomadas. Diálogo hay y es importante, pero diría que a lo largo de la historia no ha sido la constante.
-Se viene una campaña electoral, ¿cuál va a ser la postura de ARU frente a la misma?
-Todavía no hemos bajado línea de qué cosas le vamos a pedir a los diferentes partidos, todavía estamos en ese proceso, trabajando.
Bajo la lupa: el análisis del nuevo ministerio
-La actual gestión de gobierno contó con la peculiaridad de un nuevo ministerio, el Ministerio de Ambiente. ¿Cómo fue su relación con el sector y cómo evalúa su efecto hasta el momento?
-Vemos al Ministerio de Ambiente como un generador de políticas que tienen que ser transversales a toda la sociedad. Se trata de una cartera que responde a que el mundo entero está reclamando un mayor manejo y cuidado del planeta y los recursos. No estamos de acuerdo con que él mismo empiece a tomar direcciones o jefaturas que pueden estar hoy en otros ministerios. La ejecución de las gestiones es otro tema y muchas veces es muy difícil para un misterio nuevo empezar a hacer eso. Lo ambiental es transversal a toda la economía y no van a poder abarcar desde un Ministerio solo, tendría que ser un superministerio. El Ministerio tiene que ser generador de políticas, tiene que buscar el diálogo con los diferentes ministerios, secretarías o grupos de asociaciones de productores o civiles. A través de sus políticas debe permitir seguir produciendo con un cuidado de los recursos que permita un desarrollo económico y social sostenible en el tiempo.
No son opuestos: la tecnología y el campo
-Pensando en el futuro y teniendo en cuenta la potencialidad de algunas herramientas, ¿cómo analiza el desarrollo tecnológico de los agronegocios? ¿Hay algún aspecto en especial en el que considere que el país debe llevar adelante una modernización de este tipo?
-El sector agropecuario es enormemente demandante de tecnología, muchas veces la gente mira el producto y no mira la producción. Cuando se habla de una chacra en agricultura, por ejemplo, aparece la necesidad de contar con diferentes herramientas como pueden ser los herbicidas para poder controlar diferentes tipos de malezas. Lo mismo a nivel del cultivo, donde se necesitan productos para el tratamiento de hongos o herramientas para el trabajo en genéticas de semillas que puedan producir más. Hay un mundo de tecnología que a veces la gente no conoce, el mayor valor está en la semilla que se entierra en el campo, no después de la cosecha, y por eso dicen que no hay valor agregado, porque no se procesa. Toda la tecnología que hubo para generar ese grano, para tener un mejor rendimiento o para poder hacerlo con la menor aplicación de fitosanitarios, es todo un desarrollo tecnológico enorme, realmente el agronegocio tiene una inversión de tecnología gigantesca. Siempre faltan cosas, porque la tecnología se moderniza a cada rato, siempre se va a poder trabajar para seguir mejorando desde lo genético, en lo vegetal o en lo animal, en una mayor información y un mayor análisis de datos. Es la búsqueda de poder trabajar en territorio metro a metro generando diferentes ambientes de producción, para así poder aplicar tecnologías que tengan el mejor resultado en cada metro de ese ambiente.