«Si bien la relación comercial con China siempre concentra la atención, con Brasil se puede decir que estamos en la misma categoría», manifiesta en diálogo con CRÓNICAS Valles, un hombre que ha estado presente en los momentos más relevantes de la diplomacia contemporánea del país. En 1988 el diplomático llegaba a China, para luego convertirse en el primer embajador uruguayo en esas lejanas tierras orientales. Hoy, décadas después y con un vasto camino recorrido, la responsabilidad lo ha llevado a Brasil, nación a la que no duda en calificar como un socio muy relevante para el comercio nacional y un importante actor en el Mercosur.
Por Naara Pérez Carrere | @NaaraPerez3
–Teniendo en cuenta su experiencia como embajador de Uruguay en Brasil durante este último tiempo, ¿cómo analiza la actual relación entre ambos países?
Definiría esta relación como muy buena e importante. Tenemos una buena sintonía y vamos avanzando en muchos temas. La última declaración conjunta que hicieron los países da cuenta de esto.
La relación económica con Brasil es extremadamente importante. Si bien la relación comercial con China siempre concentra la atención, con Brasil se puede decir que estamos en la misma categoría. Es decir, todas las relaciones comerciales con el resto de los países son de una magnitud mucho menor. Estados Unidos, Argentina, y los mercados individuales de la Unión Europea son un ejemplo de esto. De 1.800 millones de dólares en exportaciones el año pasado, Brasil representa una magnitud muy superior al resto, y eso ha sido siempre así durante los últimos 20 años, pero particularmente el año pasado, al sumarse exportaciones excepcionales de electricidad, que representaron alrededor de 400 millones de dólares.
Es interesante ver también las estadísticas por estado, ya que nosotros tendemos a ver a Brasil como un todo, pero en realidad lo que hay que ver también es el funcionamiento de los mercados estaduales. Por ejemplo, San Pablo importa muchísimo más que cualquier otro país europeo; Santa Catarina importa más que las naciones del Golfo e Israel; Río de Janeiro importa más que cualquier país Nórdico, y así sucesivamente. Tenemos realmente un mundo alrededor nuestro en Brasil.
El vecino país es un importante socio en inversiones y también en turismo. Si bien es un turismo muy particular, porque no es al que estamos acostumbrados relacionado con el verano, es de todo el año, relacionado con lo cultural, lo social y lo arquitectónico. Desde la embajada estimamos que es un sector que podría potenciarse muchísimo más.
Cuando somos críticos con el Mercosur nos olvidamos de lo que representa Brasil. El mercado de ese país nunca dejó de ser importante para Uruguay.
En estos últimos meses hemos tenido visitas recíprocas de ministros de Defensa, de Energía, de autoridades del Banco República y de distintos bancos locales de Brasil.
Hay un tejido de intereses muy vasto entre ambas naciones y estamos avanzando en algunos acuerdos.
-¿Qué importancia entiende que tiene el reciente acuerdo suscrito por Brasil y Uruguay?
Creo que es muy importante porque cambia el régimen de exportaciones desde zonas francas a Brasil. Por otro lado, hay un entendimiento con respecto a las negociaciones externas de Uruguay, donde básicamente Brasil lo que nos dice es ‘adelante, veamos después cuando estén los resultados cómo potencialmente esto podría afectar o qué acuerdos podría hacer Uruguay extensivos al resto de los países del Mercosur’. Esto es muy bueno y también se da un entendimiento con respecto a la reducción del Arancel Externo Común (AEC), que entiendo yo es positivo para el país también. Por lo menos es convergente con la visión de apertura del país. Tenemos una visión compartida que se hace necesario reforzar.
Se abren nuevos horizontes. Estamos trabajando muy fuertemente también en el campo de la infraestructura.
-Usted ha sido el primer embajador uruguayo en China. ¿Cómo ha cambiado la relación entre estos dos países desde ese momento? ¿Cree que se va por buen camino? ¿Cómo valora la posibilidad de que se concrete un TLC?
Es otra China evidentemente; es la misma y otra a la misma vez. Yo creo que sigue siendo una relación importante y que ha cobrado mayor valor a nivel internacional por el desarrollo económico, social y tecnológico de China. Pero estando bajo esta función no me corresponde a mi juzgar nada sobre esta conducción. En toda evidencia, es un país absolutamente relevante, no solo en el campo económico, sino también político, y esa es una nueva dimensión que quizás no estaba tan presente. También es obvio que tiene una estructura política y un posicionamiento en el mundo que es diferente al nuestro en muchos aspectos.
-Usted también tuvo un rol relevante en la concreción del Mercosur. Mirando en retrospectiva, ¿cree que fue la decisión correcta? ¿Cómo cree que será el futuro de este proceso de integración?
Es obvio que este es un esquema muy importante, y la integración regional es un mandato constitucional para Uruguay. Si bien el país, por su tamaño y por su ubicación puede tener excelentes relaciones con las Antípodas -como las tiene-, la región sigue siendo fundamental en términos de ventas de servicios, de abastecimiento, etc.
Si la relación con Brasil es importante, la relación con el resto del Mercosur también lo es.
El tema es que tenemos que ir aggiornandolo, ajustándolo, y no hay nada malo en todo eso. Creo que a veces se dan discusiones que me parecen estériles porque, en realidad, el ajuste institucional es permanente. En la Unión Europea, por ejemplo, se han sucedido una serie de reformas de todo tipo.
Estos procesos de integración son muy extensos, y en el camino se van dando todo tipo de geometrías, de ritmos, y no hay nada traumático en todo eso. Por el contrario, lo que es traumático es pensar que un acuerdo, que en este caso tiene más de 30 años, no pueda ser revisado; no para reformar el Tratado de Asunción, pero sí para ir encontrando fórmulas de aplicación, de instrumentación, de interpretación del tratado. Si uno se fija desde el principio todas las excepciones que tiene el Mercosur, a la zona de libre comercio, a la unión aduanera, son todos ajustes en la realidad y no tiene nada de malo eso.
El artículo 1 del Tratado de Asunción es claramente programático, pero se ha considerado al pie de la letra, y si se interpreta así todo lo que hemos realizado desde el comienzo está mal hecho. Ni más ni menos que el 30% de las exportaciones dentro del Mercosur son automóviles o piezas de estos, y el sector automotor está fuera de las normas del tratado.
Existe un sinnúmero de excepciones al AEC. Es más, el año pasado, el 34% de las importaciones de Brasil estuvieron por fuera de este. Tenemos que ser realistas, y más en este momento.
La palabra flexibilidad causa resquemores, sorpresa, pero hay una suma de flexibilidades que tuvimos desde el primer día. Antes no la llamábamos así, simplemente veíamos el problema y resolvíamos cómo ajustar, cuáles eran los intereses, dónde se podía acordar.
Siempre el objetivo fue integrarnos cada vez más, pero sin dejar de integrarnos al mundo, porque eso lo dice el propio tratado: tiene que ser una forma competitiva de insertarnos en el mundo.
-Viendo el panorama regional e internacional, ¿qué oportunidades identifica a futuro para que el país continúe desarrollando su política de apertura comercial?
El presidente lo dijo, la apertura comercial es un instrumento, no es un fin. El tema no es la apertura por la apertura, sino el desarrollo del país, y para esto el comercio es necesario, particularmente en una economía pequeña como la uruguaya. Las oportunidades, en mi opinión, son bien claras para Uruguay. El país es una bioeconomía, lo queramos entender o no. A partir de la existencia de biomasa nosotros producimos energía, todas sostenibles por otra parte, pero también producimos alimentos y fibras, y podríamos diversificar esto mucho más. El camino es reconocernos como una bioeconomía y que la política comercial, industrial e incluso educativa del país apunten a eso. El mundo necesita para el 2050, 50% más de alimentos, 50% más de fibra, 50% de biocombustible de lo que se producía en 2018. Es un cambio gigantesco en muy poco tiempo, y Uruguay puede y va a hacer un aporte en ese sentido. Para esto se necesita internamente tecnología, capital, innovación y, sobre todo, un régimen jurídico que le brinde certezas al inversor. Y hacia afuera es fundamental un orden internacional comercial esencialmente basado en normas, no en pujas de poder.
Vinculado también a esto está el país de servicios, porque también lo somos. A su vez, son esenciales los nichos industriales donde podamos ofrecer nuestras ventajas logísticas y una mano de obra calificada.
Proyecto de la hidrovía de la Laguna Merín: una clave para la logística nacional
Cuando Guillermo Valles asumió su rol de embajador en Brasil, una de las principales misiones que el presidente de la República le encomendó fue fortalecer todos los proyectos de infraestructura de transporte con el país vecino.
Entre estos, muy particularmente el de la hidrovía entre la Laguna Merín y la Laguna de los Patos, un plan fundamental para la logística del este y del noreste del país. En este designio, como otro actor fundamental se erige el subsecretario del Ministerio de Transporte y Obras Públicas, Juan José Olaizola.
“La pasada semana estuvimos en Brasilia, reunidos con el ministro de Infraestructura de Brasil, Marcelo Sampaio, con el nuevo secretario de puertos, y con diversas autoridades del sector, así como también con los principales empresarios en materia de transporte, logística y puertos”, contó el jerarca en diálogo con CRÓNICAS.
En la ocasión, según comentó, las impresiones dan cuenta de un importante compromiso del gobierno brasileño con el proyecto.
Actualmente, tras diferentes guiños políticos que evidencian que existe un interés compartido para ambas naciones, el estudio de viabilidad económica se encuentra en manos de las autoridades del vecino país. Si todo sale bien, luego de esto el proyecto iría a una audiencia pública, al Tribunal de Cuentas y luego se procedería a abrir una licitación.
Una de las novedades en esta materia es que esta hidrovía se construiría como la primera en Brasil realizada por concesión de obra a privados.
“Si no fuera una concesión tendría que ser una obra a cargo del Estado, y si bien no es una obra cuantiosa en término de valores, el presupuesto brasileño es anual, entonces el mantenimiento de la obra debería licitarse todos los años y gestionarse por el Tribunal de Cuentas. Si se hace una concesión, primero ya no son fondos fiscales, son fondeados por la empresa beneficiaria de la licitación”, resaltó por su parte el embajador en relación a la importancia de esta característica.
En cuanto a los efectos de esta obra, tanto Valles como Olaizola coinciden en que permitiría poder sacar cargas de granos, arroz, soja, madera, calcáreos y clinker. Además, es fundamental para ingresar insumos para la producción, como por ejemplo fertilizantes.
“Esto consigue una baja de los costos logísticos de la producción de la región este y noreste del país y puede habilitar el ingreso a la producción agrícola de un volumen importante de tierras de esta zona que hoy no producen por un problema de costos logísticos para ese tipo de cargas de exportación”, explicó el subsecretario.
En esta línea, el diplomático agregó que esto puede cambiar la matriz productiva de la zona.
Además, añadió que, como otro efecto colateral, se podría generar un cambio de mentalidad en Uruguay. “Si nuestras cargas tienen que salir por puertos brasileños y eso ayuda a la importación y a la exportación, que así sea. No todos los productos tienen que salir por el puerto de Nueva Palmira o de Montevideo”, aseveró.
Este proyecto, a su vez, se aúna al plan del puente en Charqueada, que está en obra y que une los departamentos de Rocha y Treinta y Tres, y el proyecto de la ruta 6, en donde se están adjudicando en estos días los distintos tramos que se están licitando. Con esto, estimó Olaizola, se va a poder llegar con un corredor nacional a la frontera con Brasil.