“Detrás del deterioro del empleo habría que ver si no estarán muy rígidas las relaciones laborales”

María Dolores Benavente, presidente de la Academia Nacional de Economía y gerente de UniónCapital Afap


En 2009 llegó a UniónCapital Afap, y desde 2007 está al frente de la Academia Nacional de Economía. Fue asesora de la Cámara de Comercio y Servicios hasta 2012 y docente de Historia Económica en la UM hasta 2014. En diálogo con CRÓNICAS, la economista hizo un repaso del trabajo que realiza la Academia, a través de Pharos -el centro de análisis y propuestas- en temas vitales para el país, como gobierno de empresas públicas, inserción internacional y el posicionamiento de Uruguay respecto a la OCDE. Al referirse al deterioro del empleo, puso como razón probable la rigidez de las relaciones laborales. Fue contundente en señalar que el modelo económico uruguayo es el de Végh Villegas de setiembre del 74, el que, más allá de tres o cuatro reformas estructurales, básicamente no ha cambiado.

Por Oscar Cestau | @OCestau

– La Academia Nacional de Economía ha tomado la iniciativa de presentar distintos trabajos sobre temas que hacen al desarrollo del país. ¿Cuál es el objetivo?

– La Academia de Economía cumple las seis décadas este año y siempre se ha dedicado a divulgar temas de interés. Por ejemplo, realiza mesas redondas sobre distintos asuntos, y desde hace 10 años tiene el Premio Academia Nacional de Economía para los jóvenes recién recibidos o estudiantes. En el 2015 nos preguntamos qué pasaba con los grandes temas del país que no tienen un abordaje técnico, porque por lo general, su tratamiento es politizado. Entonces, se nos ocurrió fundar un centro de análisis y propuestas que se denominó Pharos. La tónica, básicamente, es tomar temas, contratar a los mejores técnicos para estudiarlos, los que a su vez, en ocasiones, trabajan con alguna universidad. Lo único que la academia les pide es que más que diagnósticos, el resultado final arroje propuestas. Entonces, la gran diferencia es que hay poco diagnóstico y mucha propuesta. Y ya desde el primer borrador vamos haciendo conocer el trabajo a las autoridades, porque es algo que se hace para favorecer al país.

– ¿Esos trabajos son de buen recibo por parte de las autoridades?

– Si. Ahora, convengamos que en Uruguay las cosas ocurren con un poco de lentitud.

– El tema del gobierno de las empresas públicas suscita grandes debates; incluso ha sido tratado a fondo por Pharos. ¿Qué tipo de gestión es la más conveniente?

– Tenemos un trabajo de Ignacio Munyo, Pablo Regent y Carlos Delpiazzo que es muy bueno. Lo primero que tenemos que cambiar es cómo se gobierna la propiedad de estas empresas. Acá el funcionamiento se rige por una especie de contrato que se hace cada cinco años, donde se eligen los directores de las empresas públicas con el aval del Parlamento. Pero no hay una elección por factores técnicos, ni evaluación de desempeño, ni premios, ni castigos; y cuando los reemplazan, las razones son más políticas que técnicas.

Tendría que haber un organismo superior, sin injerencia política -que puede ser una oficina técnica como la OPP-, que se encargue de la selección, evaluación y despido.

“Debemos ser lo más abiertos y flexibles posible, con relaciones laborales basadas en la cooperación y no en la confrontación; y para eso la regulación tiene mucho que hacer”

En la anterior administración de Tabaré Vázquez funcionó la mesa coordinadora de empresas públicas, que si bien no era un organismo, servía para reunirlas a todas y saber en qué andaba cada una. Eso se sacó en la anterior administración, y ahora tampoco está. Esto derivó en que cada empresa pública pasó a ser una isla, con decisiones de las que a veces el ministro de Economía se entera leyendo el diario, lo mismo que nosotros, los dueños. Es así como nos enteramos que tal empresa satélite de una empresa pública perdió tantos millones de dólares.

No se trata de crear un nuevo organismo, sino utilizar lo ya existente.

En la Academia llegamos a la conclusión de que las empresas públicas deben tener estándares de información y control como si cotizaran en Bolsa. Otra confirmación fue que los directores de los entes deberían tener vedada la posibilidad de participar en la política al menos por dos períodos, de lo contrario las empresas terminan siendo una plataforma para esas personas. Dado el  tamaño de estas empresas y su peso en la economía, el dolor de una mala gestión en una empresa pública es terrible.

– La incorporación de Uruguay a la OCDE y sus consecuencias es otro de los temas que ha sido profundamente analizado por Pharos. ¿Cuál es su opinión?

– Con las flexibilizaciones al secreto bancario hemos perdido soberanía en temas a través de los cuales antes atraíamos ciertos capitales y ahora no; todo a favor de la transparencia. Y eso bueno, es casi un deber que estamos haciendo para ingresar a un club de países serios. Pero, ¿qué beneficios tendríamos si golpeamos la puerta de la OCDE e ingresamos del todo? Porque ya Brasil y Argentina lo están pidiendo, y Chile ya está.

– Muchas de las iniciativas que lleva a cabo el gobierno apuntan claramente al ingreso del país a la OCDE…

– Christian Daude, exintegrante de la OCDE, nos decía que no es que la organización te exija tal o cual cosa, sino que lo que te dice es cuáles son las buenas prácticas en materia tributaria, en asuntos financieros, entre otros, y esos deberes los estamos haciendo. Pero hay otros tres que también se recomiendan, que son inserción internacional, educación e infraestructura, y ahí no estamos ni cerca de lo que se pide. Entonces, si vamos a hacer los deberes, hagámoslos.

“Los fondos de pensión de los trabajadores administran un quinto del PBI del país, y hoy tienen casi 1.500 millones de dólares puestos en infraestructura, pero pueden llegar a invertir el doble”

Quizás dar ese salto adicional sería positivo, porque estar en el club de los que se portan bien sirve, sobre todo si tus colegas de la región están entrando y vos te quedás afuera. El trabajo de Pharos, elaborado por el Dr. Carlos Loaiza y su equipo de la Universidad de Montevideo, compara una serie de países que no entraron y se comparó con otra serie de países que sí ingresaron, y se vio cuánto evolucionaron las barreras a la productividad en unos y en otros. Por tanto, hay al menos una pequeña evidencia de que vale la pena estar. Lo que sí no rinde es hacer todos los deberes y no entrar.

La conclusión del trabajo es que Uruguay debería plegarse a lo que están haciendo Argentina y Brasil.

– ¿Cómo ve al país en la búsqueda de tratados comerciales con otras regiones?

– Uruguay está empantanado. Me consta que la Cancillería está haciendo esfuerzos importantes para profundizar acuerdos ya existentes -como los de México y Chile-, y avanzar en nuevos acuerdos, pero el Mercosur nos ha encorsetado bastante.

– ¿Cuál es el camino para salir del empantanamiento?

– Irnos del Mercosur no podemos, pero sí buscar alternativas como lo que se logró con México. Uruguay pudo firmar un acuerdo bilateral sin que sus grandes vecinos se opusieran. Habrá que ver la mejor estrategia, pero así no podemos seguir. Porque no se trata solamente del comercio internacional, sino que lo importante es la inversión que viene asociada al mismo. Lo trascendente es que se instalen empresas que puedan aprovechar esa ventaja lograda con el país que hiciste el acuerdo, porque los inversores no van a venir por tres millones de habitantes. Tenemos que ampliar nuestro mercado… Hace años creímos que la manera de hacerlo era el Mercosur, pero resultó que no. El Mercosur trajo desvío de comercio a favor de Argentina y Brasil, mientras que Uruguay y Paraguay no se beneficiaron. Dentro del corsé que significa el Mercosur, hay que buscar acuerdos bilaterales que nos permitan ampliar el horizonte. Peor que esto no podemos estar. Para ello, Pharos encomendó un trabajo sobre las posibilidades de acuerdos comerciales con países  del Pacífico, al Ec. Vaillant y el equipo integrado por el Ec. Bartesaghi y la Ec. Estrades, en el que se cuantifican los impactos de ingresar en acuerdos y de no ingresar en ellos.

– ¿Cómo ve al país en materia de desarrollo y competitividad?

– Cuando a la gente le preguntan sobre competitividad siempre piensa en el dólar, pero en realidad ese es uno de los factores. Si tenemos electricidad cara, combustible caro, muchos impuestos, regulaciones que asfixian, relaciones laborales que no son modernas ni flexibles, si no tenemos donde colocar nuestra producción, si no somos atractivos para el inversor extranjero… todo eso incide sobre la competitividad. En este momento el dólar está bastante planchado y hay voces que reclaman que suba más, pero si todo lo demás anduviera bien, sería diferente. ¿Cuántos países hay que son caros en términos de dólar, pero excelentes en competitividad? La competitividad es más un tema sistémico, y ahí Uruguay tiene problemas. De repente cierran empresas, lo que es natural porque estas nacen, crecen, mueren, nacen otras, etc. Lo bravo es cuando uno analiza por qué cierran. Si me pongo a producir cosas en lo que somos buenos y no me da, y el problema no es de gestión sino de baja competitividad, ahí tengo una señal de alerta importante.

– Aunque con vaivenes, el país ha crecido en forma sostenida en los últimos años. Ahora, ¿el secreto pasa por buscarle sustentabilidad a ese crecimiento? Es un tema que también ha tocado la Academia.

– Si uno no invierte en educación no va a poder seguir creciendo, porque el desarrollo del capital humano es parte de la función de producción. En ese sentido estamos mal. Además, la tecnología nos va a pasar por arriba si no reformamos y reconvertimos nuestra mano de obra y no reincorporamos a todos aquellos que están quedando fuera del sistema educativo. Un segundo tema es la infraestructura, porque de nada sirve nuestra mercadería si no tenemos buena conectividad, mejores carreteras, buenos ferrocarriles, puertos adecuados. No hay que perder de vista que la tecnología también le pasa por arriba a las ventajas naturales que podemos tener.

“Si me pongo a producir cosas en lo que somos buenos y no me da, y el problema no es de gestión sino de baja competitividad, ahí tengo una señal de alerta importante”

A su vez, debemos darnos cuenta que nuestro destino es el mundo, y ya que no se puede avanzar porque están trancadas las rondas multilaterales de comercio. Avancemos, pues, en acuerdos bilaterales, que es lo que está haciendo Chile con buenos resultados.

– Estos son desafíos a corto y mediano plazo. Pero, ¿qué pasa más allá en el tiempo?

– En Pharos estamos por sacar un nuevo trabajo, junto al Instituto de Competitividad de la Universidad Católica con el equipo del Ec. Roberto Horta y financiamiento del BID, sobre indicadores de competitividad departamentales. Parece mentira que siendo tan chiquito, Uruguay tiene realidades totalmente disímiles dentro de su territorio. La idea es tener una guía a quién seguir en el exterior, a qué región del mundo nos tendríamos que parecer, y también internamente saber cuál es el departamento que lo hace mejor, y ahí tratar de ver cómo y por qué lo hace.

Otro trabajo que estamos iniciando es el de cómo diseñar el presupuesto y cómo asignar el gasto público. Cada tanto estamos con problemas de déficit fiscal, y eso pasa cuando la actividad se enlentece, aunque sea un poquito, porque nos gastamos todo cuando la cosa anda bien. Ese fenómeno no tiene color político, sino que nació con el Uruguay independiente; siempre tuvimos inconducta fiscal. Otro tema que hay que analizar es el de las relaciones laborales. Si vemos cualquier ranking en el mundo, estamos en los últimos lugares en materia de rigidez laboral y de colaboración sindicato-empresa. Y ese es un tema que involucra a todas las partes: empresas, trabajadores y gobierno.

– ¿Cuál es la receta para una economía como la de Uruguay?

– Por tamaño, tenemos escaso margen de maniobra y pocos grados de libertad. Entonces, debemos ser lo más abiertos y flexibles posible, con relaciones laborales basadas en la cooperación y no en la confrontación, y para eso la regulación tiene mucho que hacer.

¡Y abrirnos al mundo! Si no podemos hacerlo multilateralmente, que sea en forma bilateral.

“Dado el  tamaño de estas empresas y su peso en la economía, el dolor de una mala gestión en una empresa pública es terrible”

Además, llevar a cabo las reformas estructurales necesarias. Los recursos ahora están, simplemente es cuestión de canalizarlos bien y con seguridad.

Necesitamos invertir en educación, y en ese sentido tampoco hay que inventar la rueda. Hay experiencias –como lo de Enseña Uruguay, las que se citan en los análisis de eduy21, de Jubilar, Liceo Impulso, Liceo Providencia-, que nos están diciendo por dónde va el tema.

– ¿Le preocupa el deterioro del empleo que estamos viendo?

– Detrás del deterioro habría que ver si no estarán muy rígidas las relaciones laborales. Está escrito y es obvio que cuando un sector está híper regulado, o te vas al desempleo o te vas a la informalidad. Y nosotros, después de 10 años de crecimiento, todavía tenemos más del 25% de informalidad.


Un modelo conocido

– A lo largo de estos años, diversos economistas dieron sus pronósticos y muchos hablaban de un riesgo del deterioro de la economía por las políticas económicas de Astori y de Mujica. En cambio, hemos crecido, muchas veces ayudados por el viento de cola, es cierto, pero en los dos últimos años este cesó, bajaron los precios de los commodities, China frenó su crecimiento vertiginoso, y en ese contexto Uruguay continuó en la senda del crecimiento. ¿Los economistas se precipitaron con sus vaticinios?

– No recuerdo vaticinios catastróficos, sí advertencias. Si nosotros nos ponemos a pensar, el modelo económico uruguayo es el de Végh Villegas de setiembre del 74. Básicamente no ha cambiado: apertura económica, libertad de entrada y salida de capitales, no regular mucho los precios – salvo algunos-, y no mucho más. Ya es hora de dar otro salto. ¿Qué es lo que se pone en el debe? Que en estos años de bonanza, que fueron únicos en el Uruguay desde el 2003, no se haya aprovechado para hacer los tres deberes que antes señalaba: infraestructura, inserción internacional y educación. Siempre se dijo que no se hacían las obras porque éramos pobres, pero ahora los recursos están. Los fondos de pensión de los trabajadores administran un quinto del PBI del país, y hoy tienen casi 1.500 millones de dólares invertidos en infraestructura, pero pueden llegar a invertir el doble. Sobran los dedos de una mano para ver las reformas estructurales que tuvimos después de las de Végh Villegas. Está la Ley de Puertos, la Ley de AFAP –la creación del sistema mixto-, y la Ley Forestal. Acá siempre se actúa a reacción de un problema y son pocas las leyes con visión de largo plazo.

– ¿Y en el mundo qué pasa? ¿La teoría económica está equivocada? Se decía que la emisión impresionante que lleva a cabo Estados Unidos y el endeudamiento iba a producir inflación. Tampoco hubo inflación con las tasas de interés al mínimo conocido. ¿Qué pasó? ¿Keynes revivió? ¿Sus ideas siguen vigentes?

– Es como si que todas estas nuevas crisis que hemos sufrido hubieran revivido algunas teorías. Por un lado, los propios neoclásicos dicen que esto no es lo que los clásicos decían. Después están los austríacos, que dicen que la culpa de todo es que exista el dinero fiduciario. Y después están los keynesianos con sus creencias. Realmente hay una revisión fuerte de varias teorías. Lo que sí está claro es que las economías que están saliendo más rápido de estas crisis son las que tienen regulaciones más flexibles. Por eso el empleo, que se castigó tan fuerte en Estados Unidos, se recuperó enseguida. En contrapartida, y justamente por la falta de flexibilidad, en Europa la recuperación está costando más. Pasa que Estados Unidos aprendió de la crisis del 30, fundamentalmente, de los aspectos monetarios de la crisis.

El tema monetario está en plena discusión, de hecho, en la Academia de Economía cíclicamente es algo que vuelve al tapete, sobre todo porque algunos miembros son partidarios de Hayek. En realidad, no tengo una  respuesta clara para esa pregunta.

Pasa que hay jugadores insospechados… El papel que está teniendo China, por ejemplo, o la paradoja que se está dando –al menos verbalmente-, queriendo este país sustituir a Estados Unidos en el comercio internacional -en el sentido que este último aboga por una protección y China respalda un mercado más integrado-, es algo impensado. También es cierto que si no existiera un jugador tan grande, que consume todo, la crisis hubiera sido diferente. Tampoco sabíamos cuando asumió Trump cuántas de las cosas que dijo que iba a hacer las haría; algunas se están dando, otras no las ha podido llevar adelante, y otras no las va a hacer. Realmente es difícil prever lo que va a pasar.


“El sistema tiene 21 años y aún hay cosas que la gente no entiende”

– ¿Cómo es el presente de UniónCapital Afap?

– Ahora estamos en medio de una campaña de educación financiera que se llama ‘Saber es capital’ e hicimos un blog -enunion.com.uy-. Lo que más nos interesa es que la gente entienda los conceptos. Después le hablaremos de cuál es la mejor Afap, pero lo importante –y hay un mea culpa de las empresas-, es que no hemos sabido explicar conceptos que a veces son complejos para la gente. Entonces hicimos una campaña con este blog y un canal de Youtube con videos de no más de un minuto y medio donde explicamos conceptos clave como la rentabilidad, que las Afap no pagamos las jubilaciones sino que lo hace una empresa de seguros, que administramos el dinero con criterios de rentabilidad y seguridad, el respaldo que tenemos, qué hacemos y qué no, cuáles son las causales para jubilarse; cosas elementales que a los que estamos en el tema nos resultan tan obvias pero que no lo son tanto. El sistema tiene 21 años y aún hay cosas que no hemos sabido explicar adecuadamente. Es cierto que la jubilación está asociada a algo negativo como envejecer -más ahora que hay un culto a ser joven-, entonces nadie quiere hablar del tema. Y el problema justamente es que el joven, que es el que más se tiene que preocupar, es el que menos lo hace porque lo ve muy lejos. Es en ese segmento donde hay que machacar. Y hay algo más grave: un joven que tenga un sueldo bajo no está obligado a afiliarse a una Afap, pero le conviene hacerlo. Primero, porque le bonifican la jubilación –en el tramo de BPS-, segundo, porque tiene toda la vida por delante para ahorrar y disfrutar del crecimiento de sus ahorros por la rentabilidad. Por otra parte,  si ya mayor, por ejemplo lo ascienden y pasa a ganar más de 48 mil aproximadamente; ahí la ley le obliga a entrar a una Afap, ya mayor, arrancando de cero, lo que es un horror. Por eso, si se afilia ya, se cubre que le pueda pasar eso.