El 2022 será un año de adaptación y crecimiento, según expertos

Agustín Iturralde> “El año cierra mucho mejor de lo que empezó y con un horizonte económico de corto y mediano plazo despejado”

Con el dato del tercer trimestre, se afianzó un crecimiento mayor incluso al esperado por el gobierno. Esto alzó las expectativas para el año entrante y dota al país de confiabilidad externa. Aunque con algunas diferencias, especialistas coincidieron en que la inflación es la cuenta pendiente del gobierno para el próximo año y que, si bien no ha alcanzado la meta del gobierno, que no haya aumentado es una buena señal. Además, el economista Pablo Moya destacó que existe un “apetito por bonos soberanos de Uruguay” por las pruebas de confiabilidad que ha dado el país por su estabilidad económica, política y legislativa.

Por Ariana Vezoli | @ArianaVezoli

Tras casi dos años de la llegada de la pandemia, y con esta, abruptos cambios en todos los sectores, la economía uruguaya comienza a dar señales claras de su recuperación.

Este último año tuvo una división muy marcada entre el primer y el segundo semestre.

En el primero, la economía aún sufría la primera ola importante de casos de covid-19 y los efectos de la reducción de movilidad, y quedó fuertemente impactado por la temporada de verano con fronteras cerradas. En consecuencia, arrancó el año con una actividad económica frenada.

Además, se arrastraban del año 2020 números de empleo que no alcanzaban la recuperación definitiva.

Por el contrario, los datos del tercer trimestre divulgados la semana pasada (ver CRÓNICAS del 23/12/2021, Pág. 13), cambiaron la perspectiva para el cierre del año, al registrar un crecimiento mayor al que estimaban muchos agentes, e incluso el propio gobierno. Ello hizo cambiar las expectativas de crecimiento de la economía para el conjunto de 2021 (ver recuadro).

Aunque ya desde el segundo trimestre se podía avizorar una leve recuperación, los últimos datos confirmaron esta tendencia. Los sectores con más dinamismo fueron los que estuvieron más afectados por la pandemia, destacándose el del comercio.

En suma, se alcanzaron los niveles de empleo de prepandemia, aunque los salarios continúan avanzando en terreno negativo medidos en términos reales. Esta ecuación se podrá ver alentada por mayores niveles de productividad que se esperan en los datos del último trimestre del presente año y los primeros del próximo.

Resumiendo, la recuperación de la actividad se da a nivel generalizado en el tercer trimestre, lo que permite a los agentes estimar un cierre de año con un crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) mayor al 4%.

Cuentas pendientes

En este contexto, CRÓNICAS consultó al economista Agustín Ituralde, director ejecutivo del Centro de Estudios para el Desarrollo (CED), y al economista Pablo Moya, socio director de Oikos Consultora Económica Financiera. Ambos coinciden en la recuperación que viene mostrando la economía y esperan un futuro medianamente estable en este sentido.

Dentro de los tres grandes “motores” que mueven la economía del país -exportaciones, inversión y consumo-, el más rezagado era el consumo que, si bien comenzó a dar señales de recuperación en el dato del tercer trimestre, según el director del CED será uno de los deberes del gobierno para el próximo año.

“Si bien la masa salarial se viene recuperando con el empuje del empleo, el salario todavía sigue bien por debajo de los niveles prepandemia, y eso hace que el consumo haya empezado a mostrar una reactivación -según el dato del tercer trimestre-. Anteriormente, la recuperación se venía dando por las exportaciones, por la inversión, pero no por el consumo”, explicó Iturralde.

La otra cuenta pendiente es la inflación que, a pesar de estar acentuada por una situación global que la empuja al alza, en Uruguay no subió de forma desmedida, sino que tendió a mantenerse. Si bien el indicador no cerrará el año dentro del “rango meta” del gobierno, tampoco es una mala señal. 

“Es de las materias que está mostrando más rigidez a la baja, calculamos que el año que viene probablemente baje al 7%, que era lo planteado para este año, pero parece difícil que baje al 6% en 2022 -que es el rango meta del gobierno-”, comentó Iturralde.

Además, agregó que este indicador va a depender en gran medida de lo que ocurra afuera y, aunque pueda continuar por la senda de la moderación, el escenario externo es alcista. 

Coincidiendo con esta postura, Moya cree que la inflación en Uruguay es un fenómeno multicausal y para poder revertirla o, por lo menos, frenarla habría que “armonizar” las estrategias en “las tres políticas” (monetaria, fiscal y salarial). 

Aunque se espera una reducción de la misma durante los próximos dos años, esta será gradual y moderada.

Financiamiento y déficit

Adhiriéndose a esta postura, el director de Oikos, sostuvo que aún sin poder reducir su inflación, el país no tuvo grandes problemas para financiarse en mercados internacionales, con tasas de interés bajas en términos históricos, y con emisiones en moneda local o en otras monedas -como en yenes-.

Este factor no resalta por el financiamiento en sí, sino por lo que muestra esta posibilidad de financiamiento. Moya explicó que hay gente que tiene “apetito por bonos soberanos de Uruguay”, dando una vez más pruebas de la confiabilidad que existe en el país, en su estabilidad jurídica, política, económica.

Sin embargo, sabiendo que resultaría “controversial” poner el tema sobre la mesa en un escenario aún de pandemia y sectores económicos afectado, en el que los estados han tenido que usar recursos extraordinarios para atender esta situación, según la visión del economista, el segundo deber del gobierno para el 2022 estará situado en los temas fiscales.
“Creo que, precisamente para estos momentos, es que los Estados tienen que tener las cuentas públicas equilibradas. No digo sin déficit, sino con un déficit mucho más acotado o, entre comillas, bueno, generado por inversiones y situaciones extraordinarias”, argumentó Moya.

En contraste, Iturralde consideró que el manejo fiscal del gobierno fue un acierto en estos dos años. Además, destacó como “gran política económica”, el buen manejo de la pandemia que permitió la reactivación de muchísimos sectores que venían con rezago.

“En su momento el gobierno fue muy criticado por tener una apuesta, durante la pandemia, al aumento del gasto focalizado, moderado y no tan generalizado como se hizo en Argentina y en Brasil. Uruguay logró tener un gasto más focalizado, pero más permanente. No hubo grandes cortes abruptos del aumento del gasto como en otros lados y se logró mantener la confianza de las calificadoras y el grado inversor”, explayó el economista.

Hay esperanza

Consultado por el futuro del país, el director del CED destacó que por primera vez el Ministerio de Economía ve el horizonte con algo de tranquilidad. “La economía del 2021 cierra mucho mejor de lo que empezó y con un horizonte económico de corto y mediano plazo medianamente despejado”, subrayó Iturralde.

En consecuencia, para 2022 existen expectativas positivas, principalmente depositadas en el primer y segundo trimestre por la temporada turística.

“Creo que el desafío del gobierno en el 2022 va a ser consolidar este proceso de recuperación, en un contexto político complejo por todo lo que van a ser los primeros meses con la discusión de la Ley de Urgente Consideración (LUC)”, analizó.

Iturralde también ubicó el crecimiento económico en el entorno de los 4,4% para este año, lo que deja prever un crecimiento superior al 3% para el próximo año. “En suma, van a ser dos años de buen crecimiento y eso obviamente distiende otra cantidad de discusiones”, aseguró el economista.

Con la región complicada, según el especialista, el país destacará con buenos precios y la recuperación de su economía, pero el revés de esta situación lo encontramos en el aumento de las tasas de interés.

Moya coincidió en esta visión del panorama para el año entrante, aunque insistió en el rezago que tendrá el empleo. Más allá de haber presentado una recuperación, el economista cree que las lógicas de producción -y por ende las de trabajo-, han cambiado y no volverán a verse como antes de la pandemia. A este asunto, según su visión, deben atenderlo tanto el Estado como los privados durante el próximo año.

“No se va a volver al mundo prepandemia. El mundo cambió, las lógicas cambiaron con el teletrabajo, hay nuevas dinámicas en la combinación de recursos y nueva tecnología. Todo eso determina una nueva lógica, un nuevo acomodo o reacomodo, que genera nuevos problemas y lleva su tiempo. Por esto es que el empleo va a demorar en llegar a tasas acordes con este crecimiento que se viene”, explicó Moya.

Los últimos datos de empleo mostraron registros esperanzadores y se espera que la recuperación continúe. 

“Va a continuar una recuperación del empleo razonable, moderada pero constante. Diez mil puestos por punto de crecimiento, que estimamos en tres puntos”, explicó Iturralde.


Javier de Haedo: “Veo difícil que se alcancen todos los objetivos planteados”

Javier de Haedo, director del Observatorio de Coyuntura de la Universidad Católica, catalogó el actuar del Gobierno como “cuidadoso y prudente”. Teniendo en cuenta la “herencia” de gobiernos anteriores y el “shock” que tuvieron a los pocos días de asumir -refiriéndose a la pandemia-, cayeron igualmente en la encrucijada que, según su visión, suele atrapar a los gobernantes uruguayos: “Se plantean más objetivos que la cantidad de instrumentos realmente disponibles para alcanzarlos”.

Además, visualizó la mayor cantidad de riesgos en la parte externa y se refirió entre estos a la normalización de la moneda a nivel mundial, la evolución de la crisis en Argentina y, en menor medida, el desempeño de Brasil.

Por otra parte, en la interna del país puede generar turbulencias el resultado del referéndum así como un posible deterioro fiscal que pueda ocurrir vinculado al proceso electoral.

“Sin cambios permanentes relevantes, por ahora, veo difícil que se alcancen todos los objetivos planteados”, resumió De Haedo.


Expectativas de PIB se corrigieron a la baja a inicios de 2021, pero cierran el año al alza

Los últimos datos oficiales, marcan que la economía de Uruguay registró en el tercer trimestre del año un importante crecimiento de 2,7% en términos desestacionalizados respecto al segundo trimestre, y registró un crecimiento interanual de 5,9% al comparar con igual trimestre de 2020, según informó el Banco Central del Uruguay el pasado miércoles 22 (ver CRÓNICAS del 23/12/2021, Pág. 13).

Estos datos, mejores a los esperados, llevaron a que los expertos e instituciones consultadas mensualmente por el BCU en su Encuesta de Expectativas Económicas corrigieran al alza sus estimaciones de crecimiento a 4% según la mediana de las respuestas, desde el 3,1% en el que se encontraba en el mes de noviembre.  

Las perspectivas de los agentes privados registraron pequeñas variaciones a lo largo del año, en parte acompañando la evolución de los datos de actividad, que estuvieron marcados por el estallido de los casos de covid-19 que se registró durante el primer semestre del año. 

Cuando comenzaba el 2021, la mediana de las expectativas que releva el BCU proyectaba un crecimiento del PIB durante el año de 3%, con respuestas que iban desde 2% al 4,5%. Sin embargo, los datos del cierre de 2020 (publicados en marzo) y los del primer trimestre del año (divulgados en junio), que marcaban un estancamiento en la recuperación de la economía, llevaron a una leve corrección a la baja en las proyecciones. La mediana en la encuesta de junio bajó a 2,65% de crecimiento para el 2021, con respuestas que iban de 1,7% al 3%. 

Pese a ello, los datos del PIB del segundo trimestre de 2021 (conocidos en setiembre) que mostraron un repunte en el nivel de actividad de Uruguay, llevaron a una nueva corrección al alza, volviendo la mediana de las respuestas a los niveles de enero (3%), aunque con las respuestas mínima y máxima algo corridas a la baja (1,72% y 4%, respectivamente).

Ahora, con el dato positivo del tercer trimestre, nuevamente se dio una corrección al alza, que se reflejó en las respuestas mínima, que pasó a 3%, y la máxima, que se ubicó en 4,5%.

Pensando en el 2022, las expectativas de los agentes consultados por el BCU fueron mejorando constantemente a lo largo del año en curso. En enero la mediana proyectaba un crecimiento de 2,5% para el 2022, en junio se ubicó en 2,89%, en setiembre en 3,25%, y en el sondeo de diciembre a 3,3%.


Inflación descendió a principios de año, pero sigue fuera del rango meta

El nivel de precios en la economía registró un descenso respecto a los niveles registrados en 2020, pero esa baja se frenó en la segunda mitad del año y volverá a cerrar por fuera del rango objetivo fijado por el Gobierno.

Tras arrancar en enero de 2021 en 8,89% en términos anualizados y alcanzar en febrero un pico de 9,12%, el Índice de Precios al Consumo (IPC) tuvo un descenso importante entre marzo y mayo (ver gráfico) llegando a ubicarse dentro del rango objetivo en los meses de abril y mayo. Sin embargo, a partir de junio volvió a registrar una leve tendencia al alza, cerrando en noviembre (último dato disponible en 7,86%). 

La última Encuesta de Expectativas del BCU, publicada ayer miércoles, muestra que la inflación cerraría el año en 7,9% de acuerdo a la mediana. Las respuestas fueron desde un piso de 7,2% a un techo de 8,2%.

Para 2022 se espera que la inflación baje levemente y se ubique a finales de año en 6,9% (mediana). Las respuestas oscilaron desde un mínimo de 6,21% a un máximo de 7,75%.