“El brusco cambio de la Comisión Europea se debe al resultado electoral en Estados Unidos”

Marcel Vaillant, doctor en Economía y especialista en comercio internacional

Tras el anuncio del acuerdo entre la Unión Europea (UE) y el Mercosur, Vaillant, en entrevista con CRÓNICAS, resaltó que la parte política en Europa y todos los intereses específicos, que son “ruidosos” y se manifiestan “con vigor”, puede ser un factor que se derrame a todo el continente y termine afectando su concreción. Por otro lado, el economista destacó que Brasil ha generado un mecanismo de negociación con terceros “horrible” en el Mercosur, que es “una colección de fracasos”, y subrayó que Uruguay no puede cerrar ninguna puerta, pero que debe abrir puertas “verosímiles”.

-Semanas atrás, la UE y el Mercosur anunciaron su acuerdo comercial. ¿Qué implica en términos prácticos?

-En principio, cambia la modalidad de la incertidumbre, dado que lo que ocurrió implicó el fin de la negociación y finalmente hay un texto, que supuestamente entra en revisión de aspectos legales que hacen ambas partes. Si bien el texto es parecido al de 2019, tiene algunas secciones en capítulos distintos. Luego, viene el proceso propio y las etapas requeridas para su ratificación, que lo más complicado es el lado europeo, en virtud de toda la estructura de supranacionalidad que hay. El acuerdo como tal, que tiene tres pilares, uno político, otro de cooperación y uno comercial, que deberán pasar por todos los parlamentos. Pero es de uso que cuando la UE suscribe estos acuerdos hace una separación de la parte comercial, con el propósito de que tenga una aprobación más rápida. Esa separación tiene ciertos requisitos. Si se separa, el procedimiento rápido implica que lo apruebe el Consejo de Europa, pase al Parlamento Europeo y allí se ratifique. Lo que se requiere es una mayoría en el Consejo, donde hay un voto calificado por población y producto, donde no es un voto por país, para después pasar al Parlamento. Lo que ha habido, en virtud de toda la discusión previa y las manifestaciones de algunos países, es la negativa de aprobar el acuerdo, liderada por el caso de Francia, que no es el único, donde hay cuatro países que no apoyan el acuerdo, pero que no alcanzan para vetar. Si no se suma ningún otro país, en principio, el Consejo aprobaría el acuerdo, pero hay una etapa previa para que se le dé lugar a la separación que mencionaba y que eso se admita como un procedimiento posible. Ese es un veto previo que Francia podría tener, que no sé si lo usará o no, y esto es algo que genera cierta incertidumbre. Nunca va a haber un anuncio de que esto fracasó, lo que va a haber es, como hubo del 2019 para acá, una prolongación de la no ratificación del acuerdo. 

-Respecto de lo anunciado, ¿qué diferencias existen en cuanto al texto de 2019? ¿Tiene menor liberalización comercial?

-Hubo un conjunto de concesiones más proteccionistas, tanto con Argentina como con Brasil, que se le incorporaron ciertos requisitos europeos en materia de ambiente y del protocolo del Acuerdo de París, sobre el cambio climático. No tengo claro si son meramente saludos a la bandera o si tienen alguna restricción desde el punto de vista del incumplimiento de los objetivos de París, respecto de los gases de efecto invernadero, que podría convertirse en un disparador de una interrupción de las preferencias en el área comercial. Luego, está el apartado automotor, donde se hizo un proceso que contempla de acá a 20, 25 y 30 años, para combustión interna, eléctricos e hidrógeno, con trayectorias arancelarias distintas para países del Mercosur, porque no hay arancel común en este sector en el Mercosur. Los aranceles de Argentina y Brasil parten de 25, el de Uruguay de 23 y el de Paraguay de 20. Este es un tema complicado porque pactamos una trayectoria larga, pero una liberalización con una zona de libre comercio con un tercero, y el Mercosur no tiene zona de libre comercio en el sector automotor. Tiene cinco acuerdos automotores funcionando, pero son de comercio administrado y eso, si se hace verosímil el acuerdo, el Mercosur tendrá que implementar rápidamente un cambio y disciplinar al sector. Porque, además, no está capturado en el tema de origen esta diferencia de funcionamiento en el sector y eso generaría dificultades de gestión al momento de implementar y poner en circulación el acuerdo en el tema de los autos, que tal como está, se ve que firmaron, querían apurarlo y miraron para otro lado, porque se hubiera complicado la negociación. Eso quedó pendiente y es una tarea del Mercosur.

-Además de lo que mencionaba respecto del proceso para que este acuerdo se apruebe, ¿qué otro factor cree que puede entorpecer su concreción?

-Los tractores en Europa, por ejemplo. Ya vimos que, en general, la oposición en el sector agrícola europeo, pese a que es como una sobrerreacción, porque no es que el Mercosur y sus países van a resolver sus problemas de acceso al mercado agrícola con las concesiones dadas por la UE, que son realmente muy pocas. Creo que toda la parte política en este momento en Europa y todos los intereses específicos, que son ruidosos y se manifiestan con tanto vigor, puede ser un factor que se derrame a toda la UE y termine afectando. Por otra parte, hay intereses muy fuertes a favor del acuerdo que están claramente concentrados en Alemania y España. España, principalmente porque tiene una inserción en el sector servicios en todos los países del Mercosur y para Alemania, entrar en un mercado manufacturero tan protegido como el de Brasil y Argentina, es algo extremadamente valioso, más aún en la coyuntura mundial.

-El rol que tuvieron Lula y Brasil fue clave en este acuerdo. ¿Por qué cree que el mandatario brasilero optó por pisar el acelerador en este momento?

-Más que Lula, fue determinante el afloje europeo. Brasil se puso en una posición, Europa aflojó y el brusco cambio de la Comisión Europea se debe al resultado electoral en Estados Unidos y que Europa requería revitalizar este acuerdo. Brasil, por su parte, ha generado este mecanismo de negociación con terceros tan horrible que tiene el Mercosur, que prácticamente es una colección de fracasos, que en cierta medida son buscados. No ha habido una intención clara de construir esto como un regionalismo abierto, como alguna vez se declaró que se iba a hacer.

-¿Qué implicancias tiene para el Mercosur la concreción de este acuerdo?

-En general, los acuerdos con terceros obligan a uno a mejorar sus propios acuerdos, sobre todo cuando se hacen con países más industrializados. También, hay una mejora en el acceso a la UE y, sobre todo, más que por el acceso y la exportación, este acuerdo es por el lado de la importación y la apertura de estos mercados a los países europeos. Otros aspectos tienen que ver con el transporte marítimo y la apertura del transporte de cabotaje, que es algo determinante en el tránsito del Océano Atlántico y que estaba en la versión del 2019. En definitiva, se trata de liberalizaciones que mejorarán el funcionamiento en estos sectores de actividad. Después, hay algo que es más de largo plazo. Mirando desde un punto de vista netamente favorable, y esto se verá en el proceso largo de inversiones, Europa es un lugar donde la tecnología alimentaria está muy desarrollada y el Mercosur es un lugar de base agroalimentaria donde se hacen todos los commodities y las materias primas para todos estos sectores. Uno podría pensar que hay una posibilidad de combinar a Europa y al Mercosur, y de generar una base de tecnología agroalimentaria de producción y de manufactura, asociando la producción de materia prima con la posterior industrialización de las mismas, con inversiones en ambos lados, generando una plataforma global. Pero para ello, el acuerdo debería evolucionar, porque no tiene disciplina sobre el tema inversiones. Podría ocurrir de manera parcial con algunos países, pero es algo más a mediano plazo si todos los astros se alinearan.

-¿Qué le quedó pendiente a esta administración en materia de inserción internacional?

-Se hicieron varios esfuerzos notorios. Lo mejor es que Uruguay tenga en agenda haber hecho todo lo que hizo con China y buscar continuidad en mejorar su acceso a los mercados asiáticos, que es algo que viene haciendo desde hace mucho tiempo. Con o sin acuerdo con la UE, hay que ir por ese lado y lo mismo ocurre con el ingreso al Acuerdo Transpacífico (Cptpp, por sus siglas en inglés). Creo que nos quedamos con sabor a poco, en el sentido de que siempre está el contrafactual y se puede pensar en que si se hubiera hecho alguna otra cosa, ahora en Vancouver no entraba solo Costa Rica y nos colábamos nosotros en la lista de los que empiezan a hacer el proceso de ingreso. Lo importante es que estamos en la lista de quienes quieren ingresar al Cptpp, quizá falló el funcionamiento coordinado y en la eficiencia de las agencias de gobierno especializadas en estos temas, para lograr ponerle otro motor al asunto.


“Si hay una agenda de crecimiento, necesitamos mejorar la inserción internacional”

-¿Qué se puede esperar del gobierno de Yamandú Orsi en esta materia?

-Aún no hay mucha claridad en la implementación de las declaraciones programáticas, pero si la agenda es una agenda de crecimiento, lo que es ineludible dado el mal desempeño que ha tenido Uruguay en materia de crecimiento económico, es que necesitamos mejorar la inserción internacional. Esto significa un mejor acceso al mercado internacional y contar con una mayor apertura del propio. Y para ello, lo que necesitamos es el acuerdo con la UE, terminar el acuerdo con Canadá, poder ingresar al Cptpp, tener un acuerdo con China y mejorar los acuerdos que ya tenemos. Creo que esta agenda es ineludible, que deberá estar combinada con una agenda unilateral propia de facilitación del comercio y de mejora del comercio exterior, como también lograr aprovechar las oportunidades discrecionales que se están dando en el mundo actual, en términos de localización de inversiones, por ejemplo. No podemos cerrar ninguna puerta, pero también debemos abrir puertas que sean verosímiles. No podemos sumarnos a aventuras que no tienen ninguna verosimilitud.

-¿Por ejemplo?

-Todo eso que se hizo con respecto a la iniciativa del Caribe y de que Uruguay participe de mejorar sus preferencias con Estados Unidos, por estar en ese acuerdo tan particular que tiene el país norteamericano con los países del Caribe. En definitiva, tenemos que no desalentar ninguna opción que surja en este mundo.