Desde su posición, O’Neill afirmó que el sector de la construcción transita un año de mucho dinamismo en su actividad, tal como viene sucediendo desde 2019. “El año pasado tuvimos un crecimiento fuerte, esperemos que este también, ya sea un poco por debajo del 6%, que fue lo de 2021, pero significativo al fin”, destacó. Sin embargo, desde la CCU ponen un “signo de interrogación” al 2023, al culminar obras de gran porte como la planta de UPM 2 y el Ferrocarril Central. Asimismo, más allá de valorar el esfuerzo del Estado en la inversión pública, entienden que existe una oportunidad “muy grande” en el hidrógeno verde, para lo que se deben “generar mecanismos” que sean atractivos a la inversión privada.
Por Ariana Vezoli | @ArianaVezoli
-¿Cómo se encuentra el sector tras el primer semestre?
-La evaluación que hacemos del sector en el primer semestre es positiva, está con mucho dinamismo. Los datos de ocupación que tenemos, al mes de marzo, son de más de 55.000. Asimismo, por cada trabajador directo -generalmente- hay otro indirecto; que puede estar dentro o alrededor de las obras en barracas, fábricas, cementeras, hormigoneras, transporte, en fin, todo lo vinculado al abastecimiento y suministro de obra. De acuerdo a la Encuesta Continua de Hogares, el número es arriba de los 120.000. De ahí, probablemente haya algún porcentaje de informalidad entre 10.000 y 20.000 trabajadores. El número de trabajadores formales está en torno a los 100.000.
Se debe, fundamentalmente, al empuje que hace la construcción de la planta de celulosa (UPM 2) y el Ferrocarril Central; seguidamente ayudan las inversiones inmobiliarias, tanto en proyectos de vivienda promovida como los proyectos de gran dimensión económica. Hay un flujo muy importante en inversión inmobiliaria. Y, en cuarto lugar, también las obras de vialidad que impulsa el MTOP.
Todo eso configura un escenario de mucha actividad, donde la construcción está siendo un gran generador de empleo; el balance es muy positivo, aunque no conocemos todavía los datos de actividad del Banco Central (BCU).
-En lo que va del período de gobierno, ¿han logrado avances en la lucha contra la informalidad?
-La informalidad que hoy prima se vincula principalmente a lo relacionado con las changas, más bien familiar. Aunque, en algunos casos, también puede ser comercial. Tanto en Montevideo como en el interior, es difícil avanzar en la formalización de ese tipo de trabajadores. Es un núcleo duro pero, a pesar de ello, la informalidad se ha reducido muchísimo en 20 o 25 años. Pero, en ese núcleo, es muy difícil incorporar la formalización.
-Otro foco de preocupación planteado por la cámara en reiteradas ocasiones se centra en la etapa posterior a la culminación de UPM 2 y el Ferrocarril Central. ¿Se vislumbra alguna solución para ese amplio porcentaje de trabajadores?
-Sobre finales de este año y la primera mitad del año que viene, vamos a tener la finalización de la construcción de estas dos obras. Ambas concentran aproximadamente unos 10.000 trabajadores y, con la culminación, será difícil absorberlos en otros proyectos. Hay obras en cartera, hay también algunos esfuerzos del sector público, pero aun así, creemos que no va a ser suficiente para sustituir el número de puestos de trabajos que se van a perder.
Pensando en 2023, vamos a tener menos ocupación de la que tenemos, y menos actividad también. Pero eso se tendrá que ir viendo a través del tiempo.
-Hace algunas semanas se presentó el plan de obras del MTOP apuntando más que nada al aumento de obras en carreteras. Desde el sector se venían pidiendo más inversiones públicas, en este sentido, ¿cómo evalúa las propuestas?
-Es un anuncio muy bien recibido. La inversión en infraestructura vial es muy importante, porque influye positivamente en la logística de transporte para toda la producción del país, que es agroexportador. Es una inversión muy importante para toda la cadena productiva.
Desde nuestro punto de vista, estas inversiones en vialidad que se desarrollan a lo largo y ancho del territorio, es decir, generan actividad en todo el país; tienen la debilidad de que el sector vial -dentro de la construcción-, es el menos intensivo en el uso de mano de obra. Hay mucho equipamiento. Por ese lado, es que no suma tanto en el problema de empleo que planteamos para el año que viene.
-Por esta línea, algunos de los mecanismos de financiamiento planteados por el gobierno para estas obras, se vinculan a las PPP y Cremaf. ¿Cómo evalúan estos instrumentos desde la cámara?
-Indudablemente, el país tiene un tema de endeudamiento que tiene que atender. Por lo tanto, estos instrumentos de financiamiento privado -que, al final del día, son inversiones públicas-, son necesarios y bien recibidos.
Ahora se van a hacer los primeros proyectos para Cremaf, esperamos que sean exitosos. Aún no comenzó ninguno, pero ya hay contratos firmados. Están en la etapa de estructura financiera, y se espera que sean exitosos, así como lo vienen siendo las PPP.
Hay que tener toda la caja de herramientas alternativas de financiamiento para que estos proyectos tengan la más adecuado en cada caso, ya sea Cremaf, PPP o alguna otra opción como fideicomisos, entre otros. Creemos que son instrumentos que el país debe utilizar y optimizar eligiendo el más adecuado.
-Además de la vialidad, ¿existen otras áreas que puedan estimular la inversión pública para generar más empleo en la construcción?
-Desde ya, la vialidad y demás, es muy positivo. Pero sería necesario también fortalecer otras áreas; por ejemplo, la vivienda para el sector de ingresos bajos. No me refiero a los asentamientos, que se están desarrollando a través del fideicomiso, sino en aquellos niveles de ingreso medio y medio bajo.
Y también, atender el desarrollo del hidrógeno verde que es una oportunidad muy grande y el país debe generar mecanismos e instrumentos para captar inversión privada, que es -en definitiva- la que va a llevar adelante la producción. Pero requiere de instrumentos o facilidades para ser competitivo a nivel internacional.
-Desde el Ministerio de Industria (MIEM) se le está dando mucha importancia a este rubro. De hecho, plantearon una hoja de ruta a 2050 y están intentando captar inversión para proyectos piloto. ¿Han podido conversar? ¿Visualizan una generación de empleo significativa relacionada a esta industria?
-No solo entra el MIEM, entra también UTE y el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF). Hay que crear condiciones para que las inversiones privadas en el país generen una producción a nivel competitivo. Porque, en definitiva, el hidrógeno verde y sus combustibles derivados van a ser commodities a exportar. Eso hay que tener en cuenta para el precio, porque si no, las inversiones se van a radicar en otros países que también tienen buenas condiciones naturales, como puede ser el sur de Chile o de Argentina.
El proyecto piloto puede tener una escala más pequeña. Pero, en una producción significativa, estamos hablando de otra UPM.
-Considerando todo esto, ¿cómo proyectan la actividad para 2023?
-Es un año de mucha actividad, va a ser un año de crecimiento. El cuarto año consecutivo. El año pasado tuvimos un crecimiento fuerte, esperemos que este también, ya sea un poco por debajo del 6% que fue lo de 2021, pero significativo en fin. Para 2023 esto ya es más incierto el panorama. Si bien no vamos a tener una industria con niveles de actividad muy bajos, probablemente no alcance el nivel que tenemos este año.
-El ministro Falero, contemplando la preocupación por los puestos de trabajo al término de las dos obras, se refirió a aquellos proyectos que generarían un alivio, aunque no compensarán la totalidad. ¿Han tenido oportunidad de intercambiar opiniones?
-Diálogo siempre hay. La preocupación por los puestos de trabajo es compartida con las autoridades. Podemos estar de acuerdo o no en cómo se va a comportar el sector pero, en definitiva, los dos estamos haciendo estimaciones. Todos deseamos que se genere la mayor cantidad de empleos. Nosotros igual, tenemos un signo de interrogación, una luz amarilla para 2023 y el gobierno tiene todo el derecho de pensar esto. Veremos, con el paso del tiempo, cómo se dan esos acontecimientos.
Dos muertes en la planta de UPM 2
Hace algunos días se tuvieron que lamentar dos muertes en el predio de construcción de la planta de UPM 2, en Durazno. En un principio, se presumió que la primera muerte se enmarcaba dentro de un accidente laboral, ya que se trató de un trabajador que cayó de una altura de 65 o 70 metros. Según informó el diario El Observador, dirigentes del Sindicato de la Construcción (Sunca) declararon que al momento de la caída, el trabajador de nacionalidad rusa “no tenía ningún elemento de seguridad”. Y que además, “en la obra no se trabaja expuesto a la lluvia”, cosa que ocurría al momento de la fatalidad. Sumado a esto, Matías Martínez, vocero de UPM 2, aclaró que el fallecido no tenía tareas asignadas en ese lugar.
En este sentido, luego del lamentable suceso, un inspector del Ministerio de Trabajo (MTSS) concurrió al lugar de los hechos a cumplir con su labor y sufrió un ataque al corazón. Según ha trascendido, el representante de la cartera se descompensó cuando accedió a la zona donde se originó el primer siniestro.
“La información que se conoce es que el caso del trabajador extranjero sería una autoeliminación y, el inspector del MTSS -que justamente fue a cubrir ese incidente-, sufrió un ataque cardíaco”, aclaró O’Neill.
El Sunca ha manifestado que se mantiene a la espera del informe del MTSS que, de arrojar como resultado un siniestro mortal, se convocaría a un paro nacional parcial.
“Todo fallecimiento es lamentable, lo único que corresponde es dar las condolencias a los familiares y compañeros de trabajo. En este caso, ninguno de los dos fue accidente laboral, pero no está culminada la investigación aún”, lamentó el presidente de la CCU.