Mercedes Comas, economista de PwC
Es una de las pocas representantes del género femenino en el análisis económico nacional. Mercedes Comas insiste en la importancia que tiene la inversión para retomar la senda del crecimiento económico que va camino al segundo año de estancamiento, con la posibilidad de cerrar el período 2015-2017 con crecimiento escaso o nulo. Antes de ingresar en PwC trabajó tres años como evaluadora de proyectos para declaratoria de interés nacional en el Ministerio de Industria, Energía y Minería (MIEM). Hoy es gerente del Departamento de Servicios Económicos de una de las firmas de consultoría más grandes del mundo, radicada en Uruguay. Una sala de reuniones de la consultora ubicada en el corazón de la Ciudad Vieja sirvió de punto de encuentro con Crónicas para hablar cómo llegó Uruguay hasta dónde está hoy y qué es lo que se viene en materia económica, comercial y laboral.
Por Adolfo Umpiérrez | @AdolfoUmpierrez
-¿Cómo evalúa el comportamiento de la economía en los últimos años?
-Lo principal a destacar de la evolución de los últimos años es que Uruguay logró separarse un poco de lo que es el ciclo tradicional de Argentina y Brasil. Argentina en los últimos cuatro años, prácticamente no creció. En conjunto en esos cuatro años creció el 1%. Brasil entre 2014 y 2016 tuvo una caída del 7% de la actividad, y Uruguay en ese mismo período tuvo un crecimiento del 9%. Es lo más anecdótico de lo que eran los ciclos tradicionales de Uruguay que estaban sumamente vinculados a Brasil y siempre se decía que el crecimiento de Uruguay era un promedio de lo que le pasaba a Argentina y Brasil, pero se despegó de ese ciclo de la región, crecimos en forma importante en comparación, y ahí creo que las causas es que tenemos una menor exposición comercial, un crecimiento muy importante en la inversión, y podemos destacar a todo lo vinculado a proyectos energéticos o la agroindustria. Basta repasar los proyectos que se declararon de interés nacional y son un número importante. Además, está el consumo del sector privado, en el que estamos viendo una afectación reciente, pero teníamos un mercado de trabajo sólido, con los niveles de empleo más altos de la historia del país, y eso lograba sostener la actividad económica con un choque muy importante de lo que fue el sector externo. Evaluando lo que fueron los últimos años y comparando con el antecedente más cercano que es la crisis del 2008-2009 en Estados Unidos, en ese momento sentimos el impacto, pero rápidamente Estados Unidos se recuperó y no sentimos tanto el efecto de la crisis. Pero ahora venimos de tres años en los que la actividad de la región está estancada o en recesión, ha sido un shock muy importante en la actividad de demanda o de precios, y realmente nos sorprende que la caída de la actividad económica no se haya afectado tanto.
-¿Coinciden en esta suerte de hipótesis de que Argentina y Brasil van a empezar a recuperarse en 2017?
-Son las perspectivas…
-Basadas en…
-Hay dos cambios principales que estamos viendo en la coyuntura. Obviamente vemos los indicadores económicos y todos vienen en baja: la industria, las exportaciones… Pero en los últimos dos o tres meses estamos viendo algún cambio de signo de variables: dos para destacar. Los precios a los que vendemos: la soja, por ejemplo, estaba en marzo a 300 dólares la tonelada, en julio llegó a 400 y ahora bajó un poco a 350, pero todo lo que son valores a futuro en la Bolsa de Chicago están marcando 360 dólares para marzo del año que viene. No estamos hablando de los niveles que alcanzamos de 500 o 600 dólares, pero es el primer cambio en la tendencia de precios que estamos viendo en los últimos dos años. Algo similar pasa con los lácteos, que dejaron de caer y estamos en una meseta y entre las perspectivas del sector se habla de recuperación para los próximos meses. Con la carne también. En abril las exportaciones de INAC marcaban 3.250 dólares la tonelada, y ahora está en 3.400. Estamos mirando los principales productos que Uruguay exporta y es la primera vez que vemos un cambio de signo en los últimos dos años.
“Brasil entre 2014 y 2016 tuvo una caída del 7% de la actividad, y Uruguay en ese mismo período tuvo un crecimiento del 9%”
-Por lo tanto, el motor de la vuelta al crecimiento en la región va a seguir siendo el agroexportador…
-Nosotros no podemos pensar en crecer en base a un mercado interno con ingresos medios o bajos. El crecimiento de Uruguay pasa necesariamente por las exportaciones y por la inversión. De los cambios más importante en los últimos meses, el tema de la reversión en precios y el de la región. Estamos viendo perspectivas menos pesimistas para Brasil para este año. Es la primera vez que vemos a los analistas brasileños corregir al alza las expectativas de crecimiento. Esperaban una mayor caída, ahora esperan caer menos y están revisando al alza las proyecciones para el año que viene, también. Argentina está en lo mismo, midiendo el impacto de los ajustes realizados por el gobierno para reencauzar los equilibrios macro, pero todo apunta a un crecimiento del orden del 3% para el 2017. Los precios en recuperación y la región es lo que creemos que nos pueden tirar para arriba el año que viene, pero todavía muy lento. Nosotros estamos mirando los datos para ver cómo cierran este año, pero estamos previendo medio punto de crecimiento para el 2017. Estamos hablando de un ciclo en Uruguay que normalmente va a estar estancada la actividad. En 2015 si sacamos la celulosa estamos en cero, este año estamos creciendo casi al cero de nuevo, y vemos medio punto para el año que viene. Se completa un ciclo de tres años de estancamiento, pero contrastado con la región vemos que realmente se logró sortear la coyuntura regional.
-¿Y ahora a esperar la nueva planta de UPM como buque insignia?
-Bueno, para eso falta todavía. Es una decisión que la empresa ha dicho que tomará para 2018, hay cosas para resolver como la infraestructura necesaria. Pero necesitamos algo antes, y eso son las inversiones. Nosotros miramos los factores de crecimiento y crece por el consumo de la población, por la inversión de las empresas o el sector público, por más gasto del Estado y por más exportaciones. Si miramos esos factores de la demanda, no le podemos pedir mucho al consumo. Los determinantes del consumo es un mercado de trabajo que ha tenido un deterioro que nosotros consideramos leve, salarios que van a estar prácticamente constante en los próximos años, es lo que vemos que va a surgir de los Consejos de Salarios, por eso al consumo no se le puede pedir mucho.
Las exportaciones parecen que empiezan a recuperarse. Vimos un crecimiento de las exportaciones a Brasil y Argentina también. Entonces si tenemos un consumo que está con fundamentos más débiles para crecer, un Estado que no puede empujar y exportaciones a la que no le podemos pedir mucho en estos meses, entonces la gran apuesta es a la inversión. En eso somos todos conscientes, que necesitamos infraestructura. La competitividad no solo pasa por tener un tipo de cambio determinado, sino que pasa por ser más productivo, con mejorar aduanas y tener infraestructura que nos permita abaratar costos.
-¿Qué señal estamos dando hacia afuera hoy para atraer esas inversiones?
-Uruguay tiene una muy buena imagen en el exterior. A nosotros ahora nos toca reunirnos con empresarios y también con calificadoras y realmente ves que hay una muy buena imagen de Uruguay afuera.
-¿El sello más importante es la calidad institucional?
-Sí, es un sello importante, la transparencia también. Frente a otros países de la región que eso no ha sido un activo en los últimos años, Uruguay se destaca. Hemos recibido inversores que nos dicen que las condiciones en Argentina y en Brasil no son favorables y estamos mirando a Uruguay, y a veces el ser un país chico se aprovecha para entrar a Brasil y Argentina.
“El crecimiento de Uruguay pasa necesariamente por las exportaciones y por la inversión”
-Hablando del tipo de cambio flotante, ¿está tan libre el tipo de cambio?
-No, no está tan libre. En los mismos informes del Banco Central del Uruguay (BCU), ellos dicen que están cuidando más de un equilibrio, lo ha dicho [Mario] Bergara con sus platos chinos, y eso es lógico. Cuando Bergara estuvo en ADM en marzo, dijo que la suba del tipo de cambio en los primeros meses del año se deba porque el BCU consideraba que había un exceso de pesos en el mercado, y empezaron a tomar medidas y de marzo para acá el dólar estuvo cayendo y la consecuencia inmediata fue la reducción de la inflación y en la reducción de los últimos meses el dólar ha tenido un impacto. Ahora en agosto con un Tipo de Cambio en baja esas medidas del BCU se empiezan a revertir y la consecuencia es que se quebró la tendencia a la baja del Tipo de Cambio y se estableció que las empresas públicas dejen de comprar los dólares directamente al Ministerio de Economía, o sea que tengan que salir al mercado, todas las letras que se permitía que se pagaran en dólares, ahora eso no corre más, si sos un inversor y vas a recibir pesos vas a tener que ir al mercado a comprar. Se tomaron algunas medidas que deshicieron el proceso en los últimos meses porque hay una preocupación genuina por la competitividad.
Teníamos hace dos años, en campaña, al entonces candidato Tabaré Vázquez que confiaba en que su programa de gobierno se iba a financiar a base del crecimiento de la economía. Sin embargo, hoy estamos con una Rendición de Cuentas que está teniendo recortes y retrasos para algunos gastos porque el crecimiento no es tal y Argentina y Brasil, para ese momento ya venían mal ¿qué nos sucedió? ¿Hubo un mal cálculo?
Yo confío en que el Ministerio de Economía es gente que hace muchos años que está en el gobierno y saben hacer las cuentas, es gente responsable. Creo que el Presupuesto se hizo con otra expectativa de crecimiento que no fue tal, y por eso la recaudación no fue la esperada y allí la necesidad de ajustar las cuentas cuando llegamos a un déficit fiscal de casi un 4% este año y cuando las calificadoras que nos miraban muy bien, empezaron a poner alguna luz de alerta amarilla. El gobierno entiende que perder el grado inversor sería muy malo, por eso está en un proceso de ajustar. Si llegó tarde o no, en esas cosas hay múltiples opiniones pero los tiempos políticos no son como los económicos y a veces es muy sencillo como analista estar diciendo lo que habría que hacer. Gobernar no es fácil.
-¿Hacia dónde va Uruguay en los próximos años?
-Yo creo que empezamos un ciclo de readecuación de las variables económicas a este ciclo económico. Estamos con un mercado de trabajo que no está pujante, aunque consideramos un activo que el mercado de trabajo se haya deteriorado muy poco, porque ha sido muy fuerte el impacto del contexto externo. Pero sí estamos en un proceso de readecuación de ese mercado de trabajo y con salarios que van a mantenerse en términos reales o van a crecer muy levemente, eso marca un cambio respecto a los años anteriores cuando los salarios crecían un 4% real. Venimos de un crecimiento muy importante del consumo, pero estamos readecuándolo a niveles que se podrían llamar normales, al menos a niveles más sostenibles en términos de gasto. Me llama la atención cuando se habla en la coyuntura actual, de cuánto caen los viajes al exterior, o lo que cae la salida de uruguayos al exterior, o las ventas de auto. Pero no, hay que mirarlo en perspectiva: el dólar subió 70% en Uruguay respecto a los últimos tres años, pero la venta de autos respecto al máximo cayó un 20%, no estamos hablando de que el sector no vende nada.
“Estamos en más del doble de lo que se sembraba hace diez años, y eso hace un cambio a lo que es la estructura productiva de Uruguay, con un foco en productos agrícolas que valen en el mundo y que van a seguir valiendo”
-Dicho mal y pronto, nos endulzamos y nos gustó.
-Creo que en realidad a nadie le gusta bajar, hubo un crecimiento muy importante de ingresos y en algunas personas también del ahorro, entonces en este momento se está ajustando un poco el gasto, pero también se está prescindiendo de ahorrar porque nos acostumbramos a niveles de vida de viajar todos los años. Por supuesto que estoy hablando de un sector de la población que llegó a cierto nivel de vida y que después que estuvo ahí es muy difícil revertirlo. Estamos en un proceso de readecuación del sector público, que por años el crecimiento era más de lo que se preveía y había cierto espacio fiscal que se destinaba a gastos, pero ese crecimiento se puso en cosas de las que es muy difícil volver atrás. Una cosa es que si me va bien un año y genero ahorros lo gaste en algo puntual, otra cosa es que ese gasto lo ponga en algo que es permanente, y Uruguay ha tenido reformas como por ejemplo el Fonasa, más allá de cuestionarlo si es válido o no, genera un aumento muy importante del déficit fiscal. Cuando esté consolidado todo el sistema estaremos hablando de un déficit del Fonasa de más de 500 millones de dólares por año. En este contexto en el que tenemos readecuación del mercado de trabajo, del consumo privado y del gasto público, lo que requerimos es volver a crecer por el sector externo y eso implica desafíos importantes con lo que tiene que ver con productividad y competitividad para poder llegar a mejores costos, porque Uruguay, miremos el indicador que miremos está caro. También es importante la apertura a mejores mercados donde se pueda acceder con mejores condiciones, con menores aranceles o sin barreras arancelarias, eso el gobierno lo tiene claro también.
-Ahora estamos yendo a un acuerdo con Chile que nos va a acercar un poco al Pacífico y hay quienes le tienen miedo a eso ¿Qué opina de estas posturas?
-Para responder eso tendría que ver un poco lo que es el comercio en sí y qué tipo de productos de Uruguay se pueden beneficiar o no. Chile ha sido de los países que tienen mayor apertura al mundo y realmente eso le ha permitido sortear muchas coyunturas porque si un mercado se cae, puede acceder a otro. Toda la parte del Pacífico es una América Latina que se ha despegado, hacia Perú se está mirando mucho más, las posibilidades de crecimiento de Bolivia también, esa área del Pacífico ha tenido perspectivas de crecimiento importante y las sigue teniendo, o sea que hay que mirar con mayor detenimiento para luego decir que no a la apertura hacia ese lado.
-Hay quienes aseguran que hay que aprovechar este revuelo en el Mercosur para jugar en el límite y salir a negociar con Perú, Colombia y tener acuerdos con ellos ¿Es prudente hacer ese tipo de jugadas?
-El mundo tiende a comercializar por bloques y nosotros en el mundo como chiquitos tenemos pocas posibilidades de negociar. Ahora en la Unión Europea, la negociación es con el Mercosur, eso hace que los procesos sean más lentos pero es la única posibilidad que tenemos para lograrlo. Desde dentro del Mercosur nosotros ya logramos un acuerdo de libre comercio con México, que ha tenido un crecimiento muy importante en las exportaciones, pero creo que no es “Mercosur sí” o “Mercosur no”, es aprovechar las ventajas que tenemos con otros países y hay que tener en cuenta que nuestro tamaño relativo en el mundo nos cierra algunas puertas. Uno puede pensar que como somos chicos podemos entrar en cualquier mercado, pero no. Los grandes son los que marcan la cancha y tenemos que ir atrás de Argentina y Brasil. Ahora con ciertas ventajas, quizá, con Brasil, con ciertas ventajas de una administración que es más aperturista al mundo y no se puede abrir de un día para el otro porque estuvo sumamente protegida y abrir todas las fronteras podría implicar matar la industria nacional, pero sí un gobierno más proclive a la apertura.
-También aseguran que como somos chicos no le molestaríamos a ningún país grandes en sus intereses internos.
-Sí, pero nadie te abre la puerta y nadie te firma un acuerdo. Hoy se está mirando mucho hacia Asia, a India, por ejemplo. Un informe de PwC que habla del 2050 y en los primeros lugares están China, India, Indonesia, el mundo económico en 15 años, o más, va a ser de los asiáticos, y ellos crecen, consumen alimentos y materias primas, y por eso son positivos en lo que tiene que ver con las posibilidades de Uruguay a mediano y largo plazo, y nosotros nos estamos posicionando ahí. Explorar la posibilidad de comercio con esos mercados es donde se puede poner un poco más de foco y el gobierno lo sabe.
-¿Qué título le gustaría leer algún día en la prensa?
-Que Uruguay está primero en la región en lo que tiene que ver con inversión y desarrollo. La apuesta es que el crecimiento pasa siempre por la ocupación, la inversión y la mejor forma de hacer las cosas, que es la productividad, allí está el desafío, en lo que tiene que ver con el sector agropecuario se ha dado un salto importante, pero todavía hay mucho para crecer.
Inversión, apertura y reducción de vulnerabilidades
-¿Cuáles fueron los hitos de la vida económica en los últimos años?
-El crecimiento de la inversión, sin dudas es el primero. Uruguay en la década de los 90 recibía 300 millones de dólares de inversión, eso empezó a cambiar con Botnia en 2004 y entre el 2008 y 2015, Uruguay recibió casi 18.000 millones de dólares de Inversión Extranjera Directa, fueron 2.200 millones por año y si lo comparamos con el PIB, estuvimos en los primeros niveles en relación al tamaño de nuestra economía. Si miramos lo que son los principales sectores exportadores de Uruguay, la mayoría están dominados por empresas multinacionales que son empresas que vienen con otros know how, con otra tecnología, con otra capacidad de inversión respecto a una empresa del medio local y con acceso a mercados establecidos, lo que le da al país posibilidades para moverse y perspectivas de crecimiento que marcaron un cambio estructural. La combinación de precios muy buenos y las tasas de rentabilidad hicieron que Uruguay se pusiera en la mira de los inversores y eso se ha podido aprovechar muy bien.
Respecto a la infraestructura ha sido un proceso más lento, tenemos un instrumento como es la ley de Participación Público Privada que se ha movido bastante más ahora con varias licitaciones programadas para este año y para el año próximo, hay que ver cómo se puede aprovechar eso.
Otro de los cambios estructurales que tuvimos en los últimos años fue el aumento del precio de la tierra. En Uruguay hasta el 2005 una hectárea valía 500 dólares y en los últimos años ha llegado a valer 4000 dólares, es decir que se multiplicó por ocho el precio de la tierra. Lo que es la base productiva de Uruguay, ese activo se valorizó y esa valorización viene de la mano de que si quiero seguir produciendo tengo que invertir. Vemos un cambio estructural muy importante en lo que son la inversión en el campo: mejora de pasturas, sistemas de riego, rotación de cultivos. No se produce como se hacía hace 20 años, se ha invertido muchísimo y eso hace a los mayores rendimientos en lo que son los cultivos, también. Me sigue asombrando un poco lo que son, por ejemplo, las hectáreas plantadas con cultivos de verano. Hace diez años Uruguay plantaba 500 mil hectáreas por año, en 2013 y 2014 que fueron zafras récord, fue un millón y medio de hectáreas que se plantaron. Si bien ahora bajó algo estamos en un millón trescientas mil hectáreas, con la baja de precios que hemos tenido, deberíamos tener un impacto mayor, pero no lo tenemos. Estamos en más del doble de lo que se sembraba hace diez años, y eso hace un cambio a lo que es la estructura productiva de Uruguay, con un foco en productos agrícolas que valen en el mundo y que van a seguir valiendo.
También tuvimos aperturas a nuevos mercados. Un cuarto de la carne que producimos hoy está en China, de hecho, INAC hace poco tiempo abrió una oficina en el mercado chino, eso habla también de que salimos de la región para exportar carne y nos estamos focalizando en mercados donde la FAO proyecta que el consumo de carne se puede duplicar en pocos años, como China. Lo importante es apuntar a mercados que están consumiendo más los productos que Uruguay produce y eso hace a las perspectivas de valorización en el mediano plazo, más allá de la coyuntura complicada que estamos teniendo.
Otro de los hitos que hemos tenido son las medidas que se han tomado para reducir la vulnerabilidad de Uruguay. Si nosotros pensamos en las grandes crisis Uruguay las tuvo asociadas a un quiebre en el sistema cambiario, como la rotura de la tablita del 2002, desde ese momento tenemos un tipo de cambio flexible que se adapta y se amolda a lo que son los vaivenes de la competitividad y nos evita perder mercados como perdimos en el 1999, cuando devaluó Brasil y no lo acompañamos durante varios años. Las otras grandes crisis de Uruguay estuvieron vinculadas al quiebre del sistema financiero y hoy tenemos un sistema financiero mucho mejor regulado, supervisado y con mejor exposición al riesgo de Argentina y eso lo notamos. El sistema financiero sigue campando depósitos.
También tuvimos grandes crisis vinculadas a problemas de deuda. Hoy tenemos grado inversor, ya no dependemos de los préstamos de los organismos internacionales de corto plazo. Antes del 2002 la mitad de lo que debíamos al FMI que eran préstamos a uno o dos años, hoy eso no existe y estamos colocando títulos a 30 años de plazo. También ha mejorado la composición de monedas que nos hace menos vulnerables a una suba del Tipo de Cambio. Todo esto hace a la reducción de las vulnerabilidades para enfrentar un shock externo al que siempre estamos expuestos.
En Uruguay se institucionalizó tener inflación baja. Hasta el 1998 y los últimos 40 años teníamos inflación de más de un dígito, y del 98 para acá eso es una mala palabra y por eso todos estamos mirando cuando para el 10% porque nos acostumbramos a que la inflación es algo malo.