En diálogo con CRÓNICAS, el presidente de la Cámara de la Construcción del Uruguay (CCU) y director de la constructora Saceem, Alejandro Ruibal, realizó una puesta a punto del sector de la construcción. El empresario destacó el rol que tiene la industria en la generación de empleo, tanto de forma directa como indirecta, habló sobre las condiciones óptimas para el fomento de la inversión, comentó sobre el recientemente firmado Proyecto Arazatí, y opinó que el foco en desarrollo de infraestructura debería pasar a centrarse en movilidad, para “resolver los problemas” que están haciendo que Montevideo “se desintegre”.
Por: Sofía Dri
Alejandro Ruibal es director de la empresa constructora Saceem y presidente de la Cámara de la Construcción del Uruguay. El ingeniero civil ha estado en la mira últimamente, tanto por la firma del contrato del Proyecto Arazatí, ya que su empresa es una de las cuatro que forma parte del consorcio Aguas de Montevideo que llevará a cabo la iniciativa, como por los rumores de que se tiraría a competir por la Intendencia de Montevideo en mayo en representación del Partido Colorado. De estos temas, pero sobre todo del estado actual de la industria de la construcción, habló con CRÓNICAS el empresario.
¿Qué valoración hace del sector en la actualidad?
La industria de la construcción es una gran generadora de empleo, es uno de los motores de la economía, no solo por la generación de empleo directo, sino también por la formación de empleo indirecto, porque tiene muchos encadenamientos. Es decir, está el obrero, pero están todos los que prestan servicios a la construcción, ya sea a nivel de subcontratista, tercerizado, servicios en el sentido más amplio. Y el sector privado y el público también están vinculados a la construcción. Es decir, es uno de los motores de la economía, como quedó claro en la pandemia. Más o menos, estamos hablando de que trabajan 55.000 personas de manera directa, y de forma indirecta van 120.000, más o menos. Si uno mira los trabajos que produce la construcción, del orden de 200 mil, 250 mil personas, puede decirse que el 16% de la población económicamente activa en el Uruguay viene ligada a la industria de la construcción. Además, la construcción es una actividad muy descentralizada, porque si bien hay zonas del país que tienen más actividad, básicamente se reparte por todo el territorio, en función obviamente de una variable, que es la madre de la actividad de la construcción, que es la inversión.
En un mundo donde se necesita cada vez más gente formada, ¿qué se hace desde el sector para mejorar la capacitación de los trabajadores de la construcción?
La construcción es una industria que tiene algunas características particulares. Si bien estamos adoptando nuevas tecnologías de manera permanente, ya sea mediante equipamientos, herramientas, o en procedimientos constructivos, también es bastante intensiva en el uso de la mano de obra. En ese sentido, las empresas capacitan esta mano de obra en el uso de nuevas herramientas y de nuevos oficios, pero la construcción no deja de ser una actividad tradicional. No es la típica actividad de tecnología, de software. A nivel mundial se da que la industria de la construcción va a otra velocidad en cuanto a la incorporación de tecnologías que sustituyen a la mano de obra.
¿Cómo está el país en materia de inversión?
La inversión en la actividad de la construcción se potencia, se mueve, se dinamiza.
En este momento estamos terminando un ciclo de buena actividad en la construcción en los últimos años, sobre todo después de la pandemia. Tanto a nivel público como privado hubo obras grandes, como UPM o el Ferrocarril Central. También en lo que es inversión privada se potenció mucho la construcción de edificios, ya sea por vivienda promovida o por la Comisión de Aplicación de la Ley de Inversiones (Comap). Eso generó una actividad muy importante, que sigue todavía en distintas zonas del país. Y después inversiones públicas, sobre todo en lo que tiene que ver con infraestructuras viales. Algo en infraestructuras eléctricas también, pero básicamente esos son los dos grandes componentes.
¿Cómo se puede seguir fomentando la inversión extranjera en la industria de la construcción?
Para fomentar la inversión lo primero que tiene que pasar es que deben detectarse las oportunidades de negocios. Pero esto debe correr por cuenta de los privados, no del Estado. Nada se invierte si no hay negocio atrás. Todos los que han invertido, llámese planta de celulosa, los datacenters, las distintas industrias, es porque hay un negocio atrás. Entonces, lo que sí puede hacer el país es generar las condiciones para que sea atractivo venir a instalarse, y para eso es muy importante cuidar y mantener algunos de los activos fundamentales que tiene el Uruguay. Por ejemplo, respetar los contratos, la aplicación de la ley, la seguridad jurídica, y demás. También deben estar claras las reglas a la hora de invertir. Uno no puede tomar la decisión de invertir y después cambiar las condiciones con las cuales se invirtió. No cambiar reglas de impuestos, por ejemplo. Hay que tener mucho cuidado. Otra cosa que puede hacer Uruguay es desarrollar un plan productivo de algunos sectores en particular de la economía, donde entendemos que tenemos estampa para promocionar el país en el mundo. Porque hay que mostrarse en el mundo, esto es muy importante. Los que vienen a invertir primero te tienen que conocer. Si no nos conocen no lo van hacer. Entonces hay que jugar en los dos aspectos: adentro y afuera.
¿De dónde provienen la mayor parte de los capitales que potencian e invierten en la construcción?
A nivel industria, las inversiones grandes, de la mano de las plantas de celulosa, son finlandesas, mientras que los datacenters son inversiones que provienen de Estados Unidos. Y después hay algunas industrias de otros países. A nivel de edificios, la mayoría de las inversiones son locales o de inversión argentina, básicamente.
En los últimos años ha habido un boom de inversiones y desarrollo en Punta del Este. ¿Qué está pasando hoy con esa zona?
Yo diría Maldonado, más que Punta del Este, porque incluyo todas las zonas alrededor de Punta del Este como José Ignacio o la Barra. Esta zona está recibiendo realmente una llegada muy importante de inversión en los últimos años, y aparentemente lo que estamos viendo en verano es que esto continúa, porque uno ve una cantidad de lanzamientos y desarrollos. Obviamente, hay que sacar la conclusión de que Punta del Este ya pasó de ser aquel balneario exclusivo para unos pocos argentinos, para empezar a ser ya un balneario mucho más internacional, donde empieza a haber otros públicos. Además, se sigue construyendo en distintas zonas, desde Punta Ballena hasta José Ignacio, y encima se suma la incorporación no sólo de edificios, sino también de barrios privados. Realmente hay un cambio importante en este sentido.
¿Cuál es el mayor debe en materia constructiva en Uruguay? Mirando más hacia adelante, ¿dónde debería ponerse el foco?
La construcción es hija directa de la inversión. Uruguay necesita recibir inversión, ya sea privada o pública, y buena parte de esa inversión debe ir a infraestructura, a obras civiles. Esas son inversiones que mejoran mucho la competitividad del país. Por eso son muy importantes también las inversiones del Estado.
Ante la firma del Proyecto Arazatí, que se concretó hace unos días, usted dijo que el Proyecto Neptuno no es incompatible con la construcción de una represa en Casupá, que había propuesto el gobierno entrante. ¿Cree posible que se terminen llevando a cabo ambas iniciativas?
No tengo opinión al respecto. Nosotros estamos abocados a la construcción de Arazatí, que ya lanzamos y empezamos a contratar gente a nivel de mando, y también planificando la obra y comprando suministros. El proyecto está lanzado, por lo otro no me corresponde a mí opinar sobre los planes de gobierno.
Hablando de las nuevas autoridades, ¿han estado en contacto desde la CCU con el gobierno entrante?
Todavía no. Recién se están definiendo los equipos; por ejemplo, el equipo del Ministerio de Transporte y Obras Públicas (MTOP) recién se presentó hace unos días. Todavía no hemos tenido ninguna reunión. Por otro lado, por lo que he escuchado por parte de las nuevas autoridades, van a priorizar la inversión en obras de agua, ya sea saneamiento, suministro de agua potable o riego. O sea, que el tema ambiental va a estar en el centro, cosa que parece bien. Claramente esto implica que hay que reforzar a OSE, que siempre ha sido la empresa más olvidada en cuanto a inversiones. Claramente el negocio precisa apoyo si uno pretende que OSE invierta a la escala que tiene que rendir. Con la inversión que se hacía en la empresa no se iba a poder salir nunca del nivel de infraestructura que tenía. Pegar el salto necesita de un respaldo.
¿Qué medidas deberían tomarse en materia de movilidad? ¿Hacia dónde hay que ir?
Creo que esta es otra cosa que ha mencionado el gobierno entrante, y considero que es muy importante invertir en movilidad urbana. Se ha invertido mucho en carreteras en estos últimos períodos, y ahora corresponde mejorar mucho la infraestructura vial urbana y la resolución de los problemas que estamos teniendo en movilidad.
Últimamente han aparecido varias propuestas en este sentido. ¿Hay algún proyecto que le parezca que tenga mayor sustento, que sea más viable?
A mí lo que me parece más viable es el proyecto del Tren Tranvía, que iría por Giannattasio y Av Italia. Lo que me parece, sin entrar en comparaciones, primero, que es el mismo concepto de troncal que el del diagnóstico de Cinve. Es decir, habla de la misma troncal, en este caso Av Italia – Giannattasio, y 8 de Octubre, que son dos ejes fundamentales que habría que pasar a otro plan. Lo que es claro es que el tranvía es una solución adoptada mundialmente, sobre todo en Europa, pero en América también, y ya está probado, no hay necesidad de innovar mucho, lo que hay que hacer es adaptarlo a la realidad uruguaya. Por eso creemos que es deseable que en Uruguay se termine instalando también. Creo que le haría muy bien a la ciudad, por ser una tecnología eléctrica, sin baterías, porque las baterías son un problema. Y que también podría mejorar mucho a ordenar la ciudad y a la urbanización.
¿Qué significaría para la ciudad implementar un proyecto así?
Un proyecto de estas características, que es claramente integrador, ayuda a evitar la desintegración de la ciudad. Montevideo se está desintegrando, hay barrios que se van vaciando, gente que se va. Entonces, modernizando la ciudad con un sistema de movilidad moderno, al estilo de Europa, podría hacerle bien. Montevideo no tiene nada que envidiarle a las ciudades de uno o dos millones de habitantes de Europa, es una ciudad preciosa. Por eso hay que invertir en un tipo de solución de ese tipo, para evitar que se siga desintegrando Montevideo. Se está desintegrando física y socialmente. Porque socialmente la gente se divide. Por un lado los que viven al norte de Montevideo y por otro los que viven contra la Rambla; después los que viven al este de Montevideo versus los que viven al oeste. Seguimos generando barrios privados en Canelones. Entonces, ¿qué vamos a hacer? Después nos quejamos de la violencia, de todo. Acá hay que ir a lo que fue siempre Uruguay. Siempre fuimos un país con una clase media integrada, que es el amortiguador de las diferencias en la sociedad. Eso hay que ayudarlo con planes para la ciudad. Uno de ellos es la movilidad, aunque no es el único.
¿Al final no se postula a intendente?
Por ahora no, pero algún día capaz que sí.