“En un país de PIB alto como Uruguay, el 80% debería terminar el bachillerato, pero estamos lejos”

La educación y sus principales aristas

Julio Fernández, rector de la Universidad Católica del Uruguay

La educación ha experimentado, a lo largo de los últimos 20 años, transformaciones en cuanto a su génesis, sus formas de dictarse y de evaluar. La transición hacia un modelo alemán donde se conjuga docencia e investigación, la educación por competencias y la actual reforma educativa que se gestó en Uruguay, son aspectos clave para comprender la actualidad de esta arista de la sociedad y mirar hacia adelante.

El sistema universitario uruguayo ha atravesado un proceso de transición hacia un modelo alemán. Así lo manifestó Julio Fernández, historiador y rector de la Universidad Católica del Uruguay (UCU), a quien entrevistó CRÓNICAS. Este sistema implica que la docencia vaya de la mano con la investigación, lo que genera que la investigación universitaria se termine volcando hacia el desarrollo del país.

“Hoy, en el sistema de investigación aplicada y de base, las universidades tienen un peso muy grande en el país y son muy necesarias, lo que a su vez se relaciona con el cambio que impuso el internet, que obligó a las instituciones a reinventarse”, reflexionó al respecto Fernández.

Para seguir su línea de pensamiento, se debe mirar en perspectiva y contemplar los avances de la tecnología para ver cómo la información se ha democratizado y ha generado que el acceso a los conocimientos esté al alcance de un dispositivo. Esto, según su óptica, ha cambiado el rol de la universidad.

Un punto de inflexión para reflexionar: la pandemia

El 2020 sonó como un fuerte golpe en la mesa que retumbó en todos los rincones de la sociedad. La educación, un apartado en el que se decretó el aislamiento vertiginosamente y en el que se debieron adoptar ciertas medidas, fue uno de los principales sectores que tuvo que adaptarse a aquella “nueva normalidad”.

“La pandemia lo que hizo fue acelerar cosas que ya se tenían que hacer. La impresión que tengo es que los proyectos que eran para dentro de cinco años tuvimos que hacerlos en un mes, como por ejemplo el hecho de que todos utilizaran las herramientas tecnológicas. Cuando vino la pandemia y todos tuvieron que empezar a dar clases por Zoom, era eso o no dar clase”, señaló el entrevistado.

A su vez, hizo hincapié en el aspecto psicológico que se “instauró” posterior a la pandemia y fue enfático en que, si bien la pandemia “sacó a la superficie” ciertos problemas psicológicos, “no es algo que haya surgido en 2020”.

“Yo creo que esto nos ayudó a tomar consciencia de que es una dimensión muy importante de todas las personas y que no le estábamos prestando atención. La pandemia hizo saltar un montón de situaciones de los estudiantes que nosotros, a través de nuestro Servicio de Bienestar Estudiantil, tuvimos que estar atendiendo, pero eso no se acabó cuando terminó la pandemia, y no solo por las consecuencias de la misma, sino que creo que también desató un animarse a recurrir, saber que el servicio de apoyo estaba”, confesó el rector de la UCU.

Un cambio que “no solventa de fondo el problema”

La segunda edición del informe PISA fue, tal como narró Fernández, un “catalizador” para que “por fin” el país asumiera el problema “grave” que tiene el sistema educativo.

“Me preocupan los resultados de las pruebas PISA por el país, no por cómo vienen a la universidad. Nosotros recibimos lo que recibimos y con eso debemos trabajar”, dijo al respecto.

Siguiendo este hilo, el historiador consideró que la reforma educativa que está llevando a cabo la ANEP “no solventa el problema de fondo de la educación”, pero sí es un intento de “hacer algo diferente”.

“Aunque se hayan cambiado los nombres, seguimos teniendo una secundaria con demasiadas materias, tendría que haber muchas menos materias, las metodologías tendrían que ser distintas, pero por lo menos se dio un paso. Me parece bien que empecemos a romper con cosas que tenemos que son del siglo XIX”, aseveró.

En este sentido, manifestó que “una vez que se rompen ciertos diques, podemos seguir haciendo cambios para lograr algo muy importante”, no solo una educación “buena”, sino que además la puedan hacer “la gran mayoría de personas”. “En un país como Uruguay, que tiene un PIB alto, el 80% debería estar terminando el bachillerato, pero estamos lejos de eso”, remató.

Educación por competencias

La era en la que el docente dictaba y el alumno escribía y luego en el examen volcaba en el papel de manera mecánica todo lo que había aprendido quedó atrás. A este nuevo método de enseñanza se le llama educación por competencias y es el modelo al que Julio Fernández manifestó defender.

“Todos nuestros planes son por competencias y lo hemos logrado en un alto porcentaje. La educación basada en contenidos hoy no tiene ningún sentido, porque hoy está todo en el celular. Pero lo que no tenemos ahí, es que la persona desarrolle las competencias que necesita para el mundo actual, que cambia permanentemente y que si no tenés la capacidad de cambiar es muy difícil no quedar por fuera”.

Este aspecto no es solo de especial importancia en la universidad. También lo es, según su punto de vista, para primaria y secundaria, donde se “debería apuntar a desarrollar y priorizar las competencias”.


La investigación de impacto tangible

La clave para comprender el impacto de la investigación en la sociedad es vincularla a problemas reales. La academia debe atender e impactar las principales necesidades que se generan en torno a la vida en sociedad.

“El impacto tangible tiene que ver con el vínculo que tienen las universidades con las organizaciones sociales, gubernamentales y la industria”, aclaró el entrevistado y agregó que “debemos crecer más, sumar más investigadores en las universidades y pensar que el vínculo con la sociedad es la clave”.