El sociólogo y magíster en Comunicación Política, Federico Irazabal, conversó con CRÓNICAS sobre el actual panorama electoral, marcado por una campaña “aburrida” por parte de Yamandú Orsi y Álvaro Delgado, crisis internas en las militancias frenteamplista y blanca por el plebiscito de seguridad social y la figura de Valeria Ripoll, respectivamente, y el crecimiento de figuras inesperadas como Andrés Ojeda y Gustavo Salle.
Por Catalina Misson
Irazabal describió a la actual campaña electoral en Uruguay como «aburrida» y carente de emoción. A su entender, las estrategias que se han visto hasta el momento han sido convencionales y predecibles, con pocos momentos de sorpresa. Andrés Ojeda, candidato del Partido Colorado, es la excepción. “Es una campaña donde vino uno, hizo tres cosas que están en cualquier manual de comunicación política, y destacó. Creo que los demás jugaron a talentear y a más o menos ir por donde sabían”, criticó.
La caída de Delgado y el ascenso de Ojeda
Irazabal sugirió que la fórmula de Álvaro Delgado, candidato nacionalista, nunca terminó de cuajar y tampoco logró replicar el éxito del presidente Luis Lacalle Pou, mientras que Ojeda ha sabido explotar sus fortalezas, contribuyendo a que el Partido Colorado subiera de un 6% a un 15% de intención de voto, en parte, gracias al regreso de Pedro Bordaberry a la campaña. “La repetición de la fórmula de Lacalle Pou para Delgado no funciona. Es prueba de que las campañas no se pueden copiar, no se pueden calcar”, afirmó. En contraste, Ojeda logró capitalizar su imagen para atraer votantes, algo que ni Delgado ni Yamandú Orsi, candidato del Frente Amplio, han conseguido. Ambos son percibidos, según Irazabal, como figuras «grises» y apáticas, lo que permitió a Ojeda sobresalir.
Irazabal no escatimó en críticas hacia Delgado, calificando su campaña como «muy mala» y con fallas discursivas. “Es un candidato que transmite muy poco. Hoy he visto el colmo de los colmos de la campaña, un spot donde dice algo como ‘yo puedo no ser un buen candidato, pero voy a ser un buen presidente’. Es un error lamentable”, aseguró. También apuntó que Delgado invirtió demasiado tiempo justificando la elección de Valeria Ripoll como su compañera de fórmula, en lugar de presentar propuestas claras y atractivas.
Si bien el eslogan del “segundo piso de transformaciones” fue “un robo descarado al mensaje que utilizó la presidenta actual de México, Claudia Sheinbaum”, para Irazabal era una buena frase para expresar la continuidad. En cambio, el mensaje de “reelegí un buen gobierno” no conviene, porque solo invita a votar a los que consideran que el oficialismo tuvo, justamente, un buen gobierno. “Delgado tiene mucho más para dar, pero se le ve apagado, falto de energía, monótono en su discurso. Es una campaña que está muy desordenada; a 15 días de la elección están contando quién es el candidato. Eso tenían que haberlo hecho hace dos meses. Las campañas tienen un timing donde uno primero cuenta quién es el candidato, después hace las propuestas y después sale a pedir el voto. El que ya no conoce al candidato es porque no le interesa”, concluyó.
La crisis interna del herrerismo, exacerbada por episodios como la salida de Laura Raffo, facilitó la migración de apoyos de votantes blancos hacia Ojeda. No obstante, Irazabal señaló que es necesario investigar si realmente esos votantes son exblancos o si son colorados que habían migrado temporalmente hacia el Partido Nacional y ahora regresan. “Ojeda es lacallista, se vendió como coalicionista y prácticamente un empleado de Lacalle. Se transformó en un problema para la candidatura de Álvaro Delgado. Estoy seguro de que Ojeda capitaliza muchos votos de un electorado más orientado hacia la derecha, como por ejemplo del herrerismo. Creo que si esto es como pasa en las carreras de caballo, le dan 200 metros más y Ojeda come a Delgado”, vaticinó el experto.
La estabilidad de Orsi
Respecto a la estabilidad en la intención de voto para el Frente Amplio, Irazabal destacó que se debe a que este partido “tiene un piso muy alto” del cual partir, aunque tampoco ha habido un crecimiento notable en su base electoral porque “le está quedando poco espacio” para crecer en las encuestas. “Creo que esta vez el electorado frenteamplista, en lugar de estar desencantado, como sucedió con la elección de Martínez, está motivado, reapareció. Muchos probablemente que les prestaron el voto a partidos de la coalición de gobierno, se sienten defraudados, y entonces hoy ya están marcando en primera vuelta su decisión de votar al Frente”, evaluó.
El nombramiento de Gabriel Oddone como posible ministro de Economía en un eventual gobierno de Yamandú Orsi no movió la aguja. Oddone, poco conocido para el público en general, no ha sido capaz de replicar el efecto que tuvo en su momento la designación de Danilo Astori en 2004. Irazabal entendió que esta designación está más enfocada en enviar una señal de confianza a los sectores empresariales que en ganar votantes. En relación al escándalo del exsenador frenteamplista Charles Carrera, acusado por abuso de funciones, Irazabal ironizó: “¿Qué le hace una mancha más al tigre, no? Estamos viendo episodios de corrupción de un lado y del otro. A veces es riesgoso levantar el dedo y acusar cuando tenés al lado a uno que había hecho lo mismo”.
El “voto bronca”
Finalmente, Irazabal abordó la situación de los partidos más pequeños. A Cabildo Abierto, partido que en las elecciones anteriores había conseguido un 12% de los votos, hoy Factum le asigna un 4% de intención de voto. El partido ahora enfrenta dificultades para asegurar su lugar en el Senado, y para Irazabal, el estilo centralizador de Lacalle Pou diluyó la influencia de los partidos menores, como Cabildo Abierto y el Partido Independiente. Por otro lado, Gustavo Salle logró captar la atención del electorado gracias a su estilo disruptivo y su postura antisistema. Sin embargo, el sociólogo entiende que su crecimiento puede explicarse por el «voto bronca», más que por una consolidación estructural de Identidad Soberana. Aunque su presencia es notable en las encuestas, Irazabal advierte que su apoyo podría diluirse en una segunda vuelta, cuando los votantes opten por candidatos más moderados.
“La elección al ser en dos vueltas también te permite votar a Salle porque estás enojado y porque querés hacer una cosa ahí como para marcar tu enojo, después en la segunda vuelta vas a tener que elegir entre dos candidatos más serios. Pero Salle es como una válvula de escape, y hay un público que está buscando eso. Es diferente a la composición del Partido Independiente, que sí tiene un electorado un poco más estructurado, con una estrategia de voto un poco más racional, pero hoy está muy disminuido”, puntualizó.