Un estudio encomendado al Observatorio de Energía y Desarrollo Sostenible de la Universidad Católica del Uruguay (UCU) por la Cámara de la Construcción del Uruguay (CCU) concluye que el desarrollo de la industria del hidrógeno verde y sus derivados en Uruguay estará condicionado por el desenlace de distintos factores exógenos, como el acceso al financiamiento internacional, precios internacionales y las regulaciones de posibles países compradores.
Además de enfatizar en los factores externos, el estudio sugiere trabajar en las condiciones habilitantes que Uruguay posee para tomar la oportunidad de una industria naciente y transformarse en proveedor de este tipo de productos, que serán clave en la meta de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
A su vez, el desarrollo de esta industria podría significar el surgimiento de un sector productivo de fuerte impacto en la creación de empleos de alta calidad y en la innovación, lo que atraería inversiones descentralizadas.
Para ello, el estudio apunta a trabajar y fortalecer los factores internos habilitantes, que son la infraestructura, los recursos hídricos y el marco normativo, ejes que permitirán la concreción y desarrollo de proyectos e inversiones para la producción de hidrógeno verde y sus derivados.
La infraestructura: la clave a la hora de planificar
La infraestructura con la que cuenta actualmente el país y la prevista para el comienzo de la producción es la adecuada para desarrollar la industria de cara a 2030, teniendo en cuenta la hoja de ruta del hidrógeno verde trazada por el Ministerio de Industria, Energía y Minería (MIEM).
Sería a partir de 2030 que se requerirían inversiones significativas en puertos, ductos y redes eléctricas, lo que estaría ligado al desarrollo tecnológico y la evolución de los mercados.
Apuntando a alcanzar costos competitivos en mercados internacionales, se apunta a analizar la conveniencia del desarrollo de infraestructuras comunes, que adopten una mirada integral y promuevan el desarrollo de ecosistemas distintos, teniendo en cuenta todos los derivados que posee el hidrógeno verde y sus distintas adaptaciones para todos los usos.
Por otro lado, la hoja de ruta distingue proyectos de mediana escala, que cuentan con electrolizadores de 150 a 300 MW y proyectos de gran escala, con electrolizadores de 200 a 500 MW, que tendrán necesidades diversas según su tamaño, producto final y su destino.
Los proyectos de mediana y gran escala requerirán la instalación de energía renovable propia, los proyectos de metanol, combustibles sintéticos y fertilizantes demandarán el acceso a fuentes de CO2 biogénico y los proyectos de exportación requerirán infraestructura portuaria.
En este sentido, los encargados de realizar el estudio explicaron que, teniendo en cuenta la capacidad eólica onshore y offshore y la capacidad fotovoltaica del territorio nacional y cómo se distribuye a lo largo de los 19 departamentos, además de la red ferroviaria actual, existen conveniencias a la hora de elegir dónde construir la infraestructura, según el producto al que se apunte.
Respecto del amoníaco, mostraron que, debido a su compleja logística y su toxicidad, además de que no existe infraestructura en Uruguay para este producto, la cercanía a los puertos, el acceso a recursos hídricos y la lejanía de zonas pobladas, hacen que las zonas con potencial de desarrollo de cara a 2030 para el amoníaco se encuentren en el Litoral Oeste y la Zona Costera Este, además de Paso de los Toros, teniendo en cuenta el tren y el acceso fluvial en Montevideo.
Por su parte, respecto del metanol y los combustibles sintéticos, los especialistas contaron que existen terminales fácilmente adaptables para su manejo, el transporte utilizado para corta distancia como camiones, ferrocarril o barcazas podrían participar de la cadena logística y el acceso a CO2 y a puertos o servicios ferroviarios, además del acceso a recurso hídrico, las principales zonas con potencial de cara a 2030 son Paysandú, Fray Bentos, Nueva Palmira, Pueblo Centenario y Tacuarembó.