Eduardo Bonomi, ministro del Interior
Pocas horas antes de ser interpelado por el senador Pedro Bordaberry, el ministro del Interior, Eduardo Bonomi, conversó con CRÓNICAS acerca de la actual situación de inseguridad del país. “La oposición dice cosas que no son ciertas y son ridículas”, dijo al ser consultado sobre las reuniones multipartidarias sobre inseguridad. El ministro, que apareció fuertemente custodiado para garantizar su seguridad, hizo énfasis en la profunda reforma que llevó a cabo en la policía y aseguró que su gestión fue positiva y que ya se están viendo los resultados. Además, volvió a instar a la ciudadanía a no defenderse ni provocar a los delincuentes cuando estos se encuentren armados.
El menú En un cálido mediodía en Panini’s, el ministro del Interior eligió como plato principal Lenguado Mediterráneo (lenguado fresco en salsa de champignones frescos, aceitunas negras y rúcula, acompañado de milhojas de calabaza, papa y espinaca) bebiendo un refresco light. Como postre optó por un plato con frutas de estación y para acompañar la sobremesa tomó un café.
Por Oscar Cestau | @OCestau y María Noel Durán | @MNoelDuran
-Realizando una especie de puesta a punto, ¿cómo analiza la situación actual de inseguridad?
-Uno no puede medir la situación solo hoy porque tiene una evolución. Nosotros hemos venido trabajando hace muchos años, primero en una estructura policial que se ha concretado en su gran mayoría, y con el compromiso del presidente de bajar en un 30% las rapiñas es que comenzó el 31 de diciembre de 2015 porque el plan que se hace necesita del nuevo presupuesto. Entonces, elaboramos una estrategia sobre todo para enfrentar las rapiñas que tiene que ver con la Policía de Alta Dedicación Operativa (PADO) que se incluye en el presupuesto y son 1.000 policías que tienen un sobresueldo de $10.000 y no tienen horario fijo, trabajan ocho horas en horarios rotativos y también se les puede variar las zonas en las que trabajan. Esto se estuvo programando desde que está el Presupuesto, pero empezó el 11 de abril.
Otros de los elementos son algunas leyes que consideramos que necesitaban modificación, que son las que llevamos nosotros como inicio del diálogo multipartidario de seguridad en el Poder Ejecutivo. Una era acelerar la aprobación del nuevo Código del Proceso y, fundamentalmente, que se restringieran las libertades anticipadas en algunos delitos graves como homicidio, violación, secuestro, para aquellos que reinciden o reiteran el delito; esto se aprobó el pasado 19 de octubre.
Además, se aumentaron las cámaras de vigilancia en Montevideo a unas 2.200 y en Canelones unas 1.100. Estos tres componentes son en los que se centra la reforma. Todavía nos queda la aplicación de estas leyes y las cámaras; el resultado que tuvo esto en los primeros seis meses asegura que entre el 11 de abril y el 10 de octubre, las rapiñas en Montevideo bajaron un 7,7%, en San José alrededor del 15%. En todo el país bajó un 3,1%; igualmente esto es desparejo porque en 10 departamentos bajaron y en nueve hubo un leve aumento.
Si uno estudia la baja de 7,7 en Montevideo se produce por una caída muy grande dentro de los circuitos PADO y un descenso no tan grande en otras zonas. Además, a pesar de lo que parece, han bajado los homicidios. La baja en este momento es el 7%, pero en una semana los homicidios pueden hacer variar mucho la estadística. Hay unos 210 homicidios en todo el año.
Los que no han bajado son los hurtos. A su vez, octubre es el primer mes que bajan en Montevideo. Estos son los delitos que normalmente informamos, el resto también ha bajado.
Estos números se dan solo con la puesta en marcha de una de las grandes medidas de las tres que esperamos poner en funcionamiento.
-¿Hay algunos hechos que amplifican la sensación de inseguridad?
– Creo que en líneas generales la sensación que existe coincide con la realidad, entendiendo como realidad la situación de los uruguayos no de lo que es el país -porque hace poco salió un estudio internacional que analiza 163 países y Uruguay está 35 con respecto a su seguridad y está segundo en América detrás de Chile-. Pero los uruguayos no miden eso.
En este momento hubo una difusión muy grande del homicidio de Heriberto Pratti, y se produjeron dos homicidios más que incluso fueron anteriores pero los difundieron a la semana, y eso impacta en la población.
Por otra parte, una baja del 7,7% en seis meses ante un número alto no tiene un impacto muy fuerte, es decir, la gente va a seguir diciendo “a mí me robaron”. Aún así, para nosotros es muy importante porque no hubo periodo de gobierno desde que se recuperó la democracia en que bajaran las rapiñas, en todos aumentaban.
Esta estrategia que tenemos es muy importante, pero estoy seguro que hasta que no se mantenga y aumente la baja, la sensación puede persistir.
-Hay sectores que acusan a Uruguay de tener un nivel bajo de aclaración de robos y delitos…
Comparado con el exterior es altísimo, sobre todo en los homicidios. En estos delitos tenemos una aclaración superior al 60%. Antes teníamos más, pero antes eran muchos menos los homicidios de conflictos entre delincuentes.
En cuanto a la aclaración de otros delitos, el sistema de investigación fracasa y esto no es por los jueces ni por la policía, el juez investiga, procesa, pena y hace el seguimiento del preso. Pero como no tiene tiempo de buscar testigos para aclarar las 16 rapiñas que hizo un delincuente, lo procesa por tres o cuatro y esas son las que quedan aclaradas, pero en verdad se aclaran muchas más. Si el que investiga es el fiscal, como va a pasar el año que viene, el juez, que se encarga de procesar, entonces va a tener mucho más tiempo.
“Uruguay es reconocido en el mundo por la lucha contra el narcotráfico”
– ¿Hay un incremento de violencia en los delitos? ¿Es esto lo que genera más alarma pública?
-Hay un incremento en la violencia de los delitos. Yo creo que esto tiene que ver con la influencia del narcotráfico. En Uruguay no se instaló definitivamente ningún cartel pero pasaron todos y muchos han sido detenidos y están en las cárceles; hay presos de todas nacionalidades.
Ellos vienen de una experiencia diferente y tratan de replicarla. Esa experiencia tiene que ver con el uso de la violencia, y eso ha prendido. Por otro lado, la influencia desde lejos ha creado una especie de subcultura que prioriza el uso de la violencia.
En la década del 60 o 70 un ladrón si podía robar lo mismo sin usar armas, lo hacía, porque él tenía en cuenta que hacerlo así eran unos meses de cárcel, mientras que hacerlo con arma eran varios años, ahora no. Hoy, ante la misma situación, elige hacerlo con arma y lo hace porque le da status porque después cuando va preso le preguntan por qué cayó y caer por rapiña no representa nada frente a caer por homicidio, y el mayor status lo da matar a un policía. Esas subculturas de delincuentes tienen desprecio por la vida y cuando peor es, más status.
Eso, de algún modo, se da en una sociedad que se ha puesto más violenta en muchos aspectos como en el deporte. Antes las peleas se ahogaban ahí mismo, eso ya no pasa; todo se ha ido tornando más violento. Es un problema que no se puede discutir buscando responsabilidades inmediatas, sino en su proceso largo.
Entre 2000 y 2005 hubo mayor aumento de las rapiñas. ¿Qué pasó? En ese momento entró la pasta base y este es otro elemento que provoca violencia. El que consumió marihuana no se va a poner violento, pero el que consumió pasta base se pone doblemente violento, por haber consumido y por estar bajo el síndrome de abstinencia.
-Usted comentaba recién que en Uruguay no hay carteles instalados pero que pasan todos. ¿Por qué ocurre esto? ¿No hay suficientes barreras para frenarlos?
-¿Por qué se instalan en Colombia, Bolivia, Perú o México? En muchos lugares porque ahí está la materia prima, allí producen, y en México está el cruce con Estados Unidos.
Vinieron acá cuando en Colombia le pegaron fuerte a las fábricas, entonces empezaron a mandar pasta base, que es una etapa del proceso, para que acá se completara el proceso y se transformara en cocaína y se vendiera como cocaína; ese era el negocio desde el 97 hasta el 2002.
Así entró la pasta base y aquí se le pegó mucho. Uruguay es reconocido en el mundo por la lucha contra el narcotráfico y tuvo éxito en esa lucha, por eso no se instaló nadie.
Nadie se va a dedicar a producir en Uruguay pero lo que llega, se consume. Bordaberry decía que los van a correr de Colombia y se van a venir para acá… No se van a venir porque acá no pueden producir, no tienen las ventajas, por ejemplo de transporte, que tienen en Colombia y México.
-Además es un mercado chico…
-Claro el mercado de Brasil son las favelas y Uruguay tiene la dimensión de un barrio de San Pablo, entonces, repito, no se van a para acá. Si los echaran se van a ir al norte argentino, cosa que ya está pasando, pero no para acá.
Igualmente, eso que se generó provocó un daño enorme, porque formó bandas que vendían en un barrio y se formaban otras que también querían vender en el mismo lugar, entonces se agarran a tiros y ahí se incrementa el nivel de violencia.
Los que comentan las noticias en los portales de internet dicen: “Qué se maten entre ellos”. Ese es un error porque cuando se matan lo primero que hacen es perderle el respeto a la vida y, justamente, le pierden el respeto a la vida pero no al delincuente, entonces después la violencia la ejercen con cualquiera. La gente se saca las ganas diciendo cosas pero no analiza lo que dice.
“Lacalle Pou cuando fue candidato dijo que solucionaba los problemas de seguridad en un año, lo único que se llevó al plano de lo multipartidario fueron leyes y las leyes no solucionan nada en un año”
-Pedro Bordaberry ha cuestionado su gestión. A su vez, Lacalle Pou ha afirmado que su ciclo al frente del Ministerio del Interior está terminado. ¿Qué opina de esas críticas? ¿Se siente cuestionado?
-La oposición no ha podido mantener una discusión en serio sobre el tema, dicen cosas que no son ciertas y son ridículas. Bordaberry dice que Montevideo tiene una tasa de homicidios más alta que la de San Pablo. Decir eso es no entender nada. Montevideo tiene una tasa de 11 homicidios cada 100.000 habitantes, en Brasil hay 30 cada 100.000 habitantes y la mayor concentración está en San Pablo.
No estamos discutiendo para encontrar una solución sino para señalar responsabilidades. No es que me sienta cuestionado, me cuestionan. Lo que analizo más que el cuestionamiento son las razones del cuestionamiento. Buscan responsabilidades en vez de buscar soluciones. Hubo un diálogo multipartidario… Cuando Lacalle Pou fue candidato dijo que solucionaba los problemas de seguridad en un año, y lo único que se llevó al plano de lo multipartidario fueron leyes, y las leyes no solucionan nada en un año. Los únicos que presentaron propuestas que no eran leyes fueron la Unión Popular y el Partido Independiente, luego no trascendieron.
-Hoy, hacía un estado de situación del narcotráfico y las subculturas más violentas. ¿Cómo es la situación de la policía en este contexto? ¿Tan difícil es anticiparse a determinados delitos?
-En esas zonas hay que llevar políticas de otro tipo. La policía trabaja mucho con la prevención, disuasión y represión, pero la cuestión de fondo pasa por llevar otra cosa. Hay un caldo de cultivo que no lo evita solo la policía. Creo que las políticas sociales van a dar las soluciones en el mediano y largo plazo, pero mientras eso no se dé tiene que trabajar la policía.
-¿Usted en algún momento le presentó la renuncia al presidente Tabaré Vázquez?
-No es que yo haya renunciado, puse mi cargo a disposición. Aunque no lo hubiera puesto, si el presidente me quería cambiar me cambiaba.
-¿Usted está conforme con su gestión al frente del Ministerio?
-Me cuesta porque nunca estoy satisfecho. Si uno se siente satisfecho con lo hecho, se congela, entonces nunca me siento del todo satisfecho. Si me preguntan si mi gestión ha sido positiva, yo creo que si. Los problemas que hay ahora eran imposibles de enfrentar con la policía que teníamos antes.
La policía tenía 16 patrulleros por turno para todo Montevideo; hoy tiene 25 por turno y por zona y son cuatro zonas, tiene más de 100 por turno. Además, en el sistema de comunicaciones de la policía, antes entraban más los periodistas que los propios policías. Ahora no solo no ocurre eso, sino que también se puede saber dónde está cada efectivo y cada patrullero. Antes tenían una variedad de pistolas, hoy todos tienen Glock, que es la mejor arma corta que hay. Las cámaras que existían en aquel momento eran de mala calidad y si veían algo llamaban al 911 y de ahí al patrullero, ahora la cámara se comunica directamente con el patrullero donde se produce el problema y a veces se lo dicen antes de que roben para que se le pida el documento a algún sospechoso.
La Jefatura de Policía de Montevideo concentraba 500 investigadores adentro, hoy 80 de esos pasaron a Crimen Organizado y el resto fue dividido en cuatro zonas y trabajan en la calle. Se hizo una reestructura profundísima. Esto empezó a dar resultados y es la forma de funcionamiento de la policía ahora. No es un momento o una excepción, esto es enormemente superior a lo que teníamos y nos tomó cinco años; no puedo sentirme descontento con esto. ¿Alcanza? No, tenemos que profundizarlo.
-¿Está cansado? ¿Se siente con fuerza para seguir al frente del Ministerio?
-No estoy cansado. Esto no es producto mío, hay un equipo muy fuerte atrás.
-Usted hizo declaraciones sobre las víctimas que no debían defenderse ante un atacante que estuviera armado. ¿No cree que esto fomenta el sentimiento de impotencia en la sociedad?
-Voy a volver a decir lo que dije porque lo que dijeron que dije no es cierto. Yo dije que si uno está desarmado y viene una persona armada, me parece un error enfrentarlo, mucho más error es provocarlo.
Si la persona está armada y el que viene a robar también está armado el que está propenso a tirar primero es el que tiene mayor desprecio por la vida, en este caso el delincuente. También me preguntaron si podía recomendar que se desarmaran y yo dije que no me animo a decirle a una persona que está armada y que sabe usar el arma y que tiene razones para usarla, que se desarme, y tampoco me animo a decirle a una persona que nunca usó un arma que se arme porque puede generar una situación peor.
El problema no es no hacer las cosas, es hacerlas bien o si no confiar en quien tiene la profesión. Hacerlo bien no es sustituir al policía sino complementar su trabajo.
Le preguntamos a un especialista de Orlando (Estados Unidos) que está asesorando al Ministerio los cuatro o cinco principios básicos de la seguridad y él nos dijo que hay uno solo: o la gente participa o no hay seguridad. Yo digo que participen, pero ¡no hagan locuras! Si tienen un tipo armado, no lo enfrenten.
Cumplir la pena
Para el común de las personas, en la jerga penal, el reincidente es aquel que vuelve a realizar una conducta delictiva. Bonomi explicó a CRÓNICAS que a nivel jurídico esto no es así ya que en Uruguay el tiempo entre el proceso y la pena es muy largo -hasta de cuatro años-, por lo que el delincuente sale en libertad antes de que se lo pene y al volver a cometer el delito no es considerado como reincidente. “Esta ley agrega a la palabra reincidente, la palabra reiterante, entonces el que reitera el hecho tampoco podrá salir antes de la prisión”.
Acerca de la eterna discusión de reducir o incrementar las penas, Bonomi indicó que las penas son correctas pero que el problema radica en su incumplimiento. “Creo que está bien que se den cuatro años por una rapiña, pero no se cumplen. Lo que hay que hacer es buscar que se cumpla, y para eso se encontró este camino”, indicó el ministro y recordó que esta ley se aplica para los delitos más graves, como por ejemplo homicidios, violaciones o copamientos.
Un Frente Amplio unido
Bonomi defendió a capa y espada las tres gestiones del Frente Amplio y señaló que los buenos ciclos económicos se dieron a causa de la gestión del gobierno y no por un “viento de cola”. “Muchos se olvidan que hubo una crisis en 2008 que aquí no se sintió”, resaltó.
“El Uruguay ‘mal gestionado’ como dice la oposición, es el único país que crece en el barrio”, destacó Bonomi al referirse a las críticas de sus contrincantes políticos.
Finalmente, se refirió a la posición del partido al que pertenece de cara a las próximas elecciones: “El Frente está unido, hay que empezar a pensar en cómo se responde (a la oposición)”.