Marcos Soto, contador y decano de la UCU Business School
El panorama económico que enfrentará Orsi en el futuro gobierno estará marcado por restricciones fiscales, lo que se suma a importantes desafíos en el corto plazo como la situación del Casmu y la de la Caja de Profesionales, según vaticinó el contador Marcos Soto entrevistado por CRÓNICAS. Por otro lado, analizó la definición del Banco Central (BCU) de aumentar la tasa de interés, el complejo contexto regional, la regla fiscal, el acuerdo del Mercosur con la Unión Europea (UE), entre otros temas.
-¿Con qué panorama inmediato se va a encontrar Orsi a nivel económico cuando asuma el 1º de marzo?
-El panorama económico es desafiante, hay restricciones en el ámbito fiscal, dado que Uruguay acumula un déficit fiscal considerable, no ha habido mejoras en los últimos cinco años, y se encuentra además con un perfil de endeudamiento un poco mayor, por lo tanto, el nuevo gobierno va a tener desafíos importantes en el terreno fiscal. Es por ello que para las iniciativas y las nuevas propuestas que requieran financiamiento, los caminos no son muchos, o se procuran nuevos ingresos fiscales, esto es, mayores niveles de impuestos, o se reasignan gastos, o se asume un mayor déficit, que se debería financiar con mayor deuda, apostando a un crecimiento de la actividad a futuro. Esos son los caminos en una situación donde las restricciones son relevantes. Además, hay ejemplos concretos y puntuales que pueden requerir un esfuerzo fiscal y un esfuerzo de imaginación que son de muy corto plazo, que en la agenda pública deberían estar, me refiero a la situación de uno de los grandes prestadores de salud fundamental en el sistema nacional como es el Casmu, que está con respiradores artificiales. Si no es el prestador que atiende a más usuarios, pega en el palo, y en términos de la crisis del 2008 es “too big to fail” (demasiado grande para caer), pero a la vez requiere atención y asistencia pública. Hay que ver cómo el nuevo gobierno soluciona este problema que el actual no ha logrado resolver, simplemente le ha dado un poco de oxígeno financiero para que subsista. El otro punto son las cajas paraestatales de jubilación, y en particular la Caja de Profesionales, con una situación acuciante y que siempre cuando se habla de los números de la caja, a muy corto plazo está la probabilidad de su estallido y eso genera mucha preocupación por la cantidad de personas que dependen del sistema, además de todos los aportes que venimos haciendo los profesionales. Entonces, a nivel macro hay restricciones fiscales y a nivel micro hay problemas muy concretos, donde el gobierno deberá poner foco desde los inicios.
-¿Qué lectura hace de que el BCU haya decidido aumentar la tasa de interés de referencia?
-Eso implica una señal de restricción, por un riesgo potencial de rebote inflacionario. Elevadas tasas traen consigo mayor pago de intereses de la deuda del BCU, por tanto, implica un enfriamiento en la economía. La decisión del BCU no puede ser ajena a todo un análisis en su conjunto, en momentos donde el dólar empezaba a recuperarse y podía significar recuperación de niveles de competitividad para el sector exportador, la competencia de rendimientos interesantes en pesos puede implicar corrimientos en los portafolios y debilitar este resurgimiento del dólar a nivel doméstico que estaba generando recuperación.
Y esto nos lleva a mirar a la región, tenemos un barrio desafiante, una Argentina que ha pasado de estar muy barata a estar cara. Hoy, en términos promedio, una canasta representativa está 20% más cara en Argentina que en Brasil, esto quiere decir que Brasil se ha abaratado y Argentina se ha encarecido. Así como en los últimos dos o tres años la frontera con Argentina se vio afectada y dañada por la diferencia cambiaria por diferentes vías —fuga de consumo, argentinos que no venían—, eso puede empezar a ocurrir ahora con la frontera con Brasil. Es probable que Brasil termine como nuestro principal destino de exportaciones este año, y si no termina primero termina segundo, es un mercado muy relevante para Uruguay. Y que Uruguay se haya encarecido en términos relativos con Brasil no es una buena noticia. Brasil está en una situación de cierta turbulencia, todavía no podemos afirmar que esto sea algo que llegó para quedarse, porque fue teniendo una recomposición de sus cuentas públicas y mal o bien la economía sigue creciendo. Sí hay cierto nerviosismo con determinados compromisos que asumió el gobierno y eso ha generado inestabilidad, sumado al fortalecimiento del dólar a nivel internacional. Todo eso repercute en toda la región y también en Uruguay, que puede ver encarecida la posibilidad de colocar sus exportaciones. El panorama regional presenta desafíos notorios, sobre todo en lo que tiene que ver con la competitividad local.
-Hablaba del margen acotado de maniobra que va a tener a nivel fiscal el próximo gobierno y del apartado impositivo. ¿Qué opina de la propuesta que se deslizó desde el Frente Amplio (FA) sobre la posibilidad de tener un IVA personalizado?
-Yo trato siempre de, cuando hay ideas innovadoras, recibirlas con apertura, de quebrar los sesgos de statu quo, esa debilidad psicológica que tenemos los seres humanos de no tocar nada, eso hay que quebrarlo porque si no siempre seguiríamos en la misma inercia. Las ideas innovadoras, que busquen un cambio, tienen que recibirse con apertura hacia el análisis, eso no quiere decir estar a favor o en contra, sino estar abiertos a analizarlas. Un IVA personalizado va en la línea de la reforma tributaria del 2007, que buscó mayor progresividad en el sistema. Lo que sucede es que la estructura de recaudación está basada en impuestos al consumo, impuestos indirectos, y en particular el IVA, por eso es que se pone foco en él. Hay un abanico relevante de literatura que habla desde que el IVA es regresivo, por lo cual recae más sobre aquellos que menos tienen, y están aquellos que dicen que, en realidad, los que menos tienen consumen en circuitos informales como ferias, y por tanto el IVA no les pega. Tenemos un amplio abanico conceptual de posibilidades. Con las herramientas tecnológicas que tenemos, con la capacidad de gestión de datos que tiene el Estado, es posible pensar en innovaciones tributarias. Eso hay que atenderlo y está bueno que pase, pero hay que esperar la propuesta concreta, porque se armó una discusión importante como pasa siempre, donde salieron propios y ajenos a discutir sobre algo que no existe, entonces, es muy difícil. La reforma de 2007 va a cumplir 20 años en este quinquenio y han pasado muchísimas cosas en el mundo, es razonable suponer que deba recibir modificaciones.
-Respecto a este tema, Orsi, en el debate presidencial con Delgado, dijo que se comprometía a no subir impuestos. ¿Cree que realmente hay un contexto que le permita cumplir esa promesa?
-Es difícil. Creo que fueron los dos candidatos que hicieron esa promesa, y en realidad es un error, en cualquier momento o circunstancia, prometer que no van a subir impuestos, porque la política tributaria es una de las políticas que deben ser activas en cualquier gobierno. A nadie le gusta cobrar más impuestos, pero ningún gobierno puede amputarse esa posibilidad porque es una herramienta válida. El gobierno implica tomar decisiones que son difíciles y que no le gustan a todo el mundo. El potencial incremento de impuestos nunca va a cosechar unanimidad, eso es un hecho, por eso, amputarse la posibilidad de antemano es un error porque terminás siendo muy estricto en lo que prometiste y quitás muchas herramientas de tu valija de gestión, o terminás violando la promesa, y ambas situaciones son no deseables.
-¿Es de esperar un ajuste en los impuestos más progresivos como el IASS o el IRPF?
-Si uno analiza lo que pasó en este quinquenio, donde el FA no acompañó las modificaciones que hizo el gobierno saliente, uno debería esperar que haya una nueva adecuación, sobre todo, con los recursos escasos que existen. Pero también es verdad que hay una limitante relevante que es el Parlamento, dado que se precisan votos para modificar iniciativas tributarias, entonces, hay que ver qué tan viable es. No quiere decir dar marcha atrás, quizás haya que hacer adaptaciones porque el Estado puede tener otro manejo de datos, otra tecnología que pueda llegar a innovar en el diseño de esos impuestos y hacerlos aún más progresivos. Me refiero, por ejemplo, a la posibilidad de que los contribuyentes puedan deducir más gasto del impuesto a la renta atendiendo la situación familiar, la cantidad de hijos, en momentos donde el Estado debería premiar la iniciativa de tener hijos.
“Quedó demostrado que la regla fiscal no es un instrumento válido”
-Respecto del aumento del tope de endeudamiento y el incumplimiento de la regla fiscal, la ministra de Economía, Azucena Arbeleche, dijo que se debió a una menor inflación, al menor crecimiento, que a su vez esa baja inflación se trasladó a una menor recaudación. ¿Qué lectura hace de esto?
-En realidad, es una prueba de que la regla fiscal, más que una regla, fue una carta de buenas intenciones en la medida en que si uno la incumple no pasa nada, tampoco inhibe al gobierno de no hacerlo, e incluso el no cumplirla genera descrédito sobre el manejo de las cuentas públicas, algo parecido a lo que sucede con el rango meta del BCU: si vos lo incumplís sucesivamente, ¿para qué lo tenés? Quedó demostrado que la regla como tal no es un instrumento válido para disminuir el endeudamiento y controlar el gasto público.
-¿Y qué herramientas cree pertinentes?
-Varias de las reglas que existen en el mundo son claves, pero, además, lo que ya teníamos, que era el tope de endeudamiento, que venía por parte del Parlamento, ya era una buena regla fiscal. Ahora, en realidad, si bien precisás del Parlamento, el gobierno tiene una discrecionalidad de poder endeudarse hasta un 30% más, entonces, el diseño ya prevé perforaciones a discreción del gobierno, lo que limita mucho la potencialidad de la propia regla. Con el déficit fiscal en los niveles actuales y la regla fiscal que se incumplió, en definitiva, se ha demostrado que no ha sido un instrumento eficaz.
“A la UE le llegó la hora de entender que tiene que competir distinto”
-¿Qué se puede esperar del acuerdo firmado entre el Mercosur y la Unión Europea (UE)? ¿Qué lectura hace del timing de este anuncio, teniendo en cuenta las principales tensiones geopolíticas y el triunfo de Trump?
-Efectivamente, los dos bloques están más cerca que nunca de implementar este acuerdo. La presidenta de la Comisión Europea llegó en un momento histórico a la Cumbre del Mercosur. Habrá analizado las alternativas y los criterios para subirse o no a ese avión. De algún modo, ha entendido que es más probable que esto suceda a que no suceda. También es verdad que la irrupción de Trump genera muchas dudas y es un contraargumento frente a un proteccionismo exacerbado que conllevan sus discursos, pero, a su vez, a la UE le llegó la hora de entender que tiene que competir distinto.
-¿En qué sentido?
-Los productos europeos son productos industrializados de calidad, a diferencia de los de otras zonas industriales del mundo donde se producía a gran escala y de calidad media o media baja, como los productos chinos. Sin embargo, eso cambió radicalmente, hoy China no solo produce a gran escala, en volúmenes extraordinarios y en la calidad que uno quiere. Entonces, China está empezando a construir esa marca país en determinados rubros donde puede competir de igual a igual con cualquier zona industrial. Basta ver la industria de los vehículos y en particular de los eléctricos, donde tanto Estados Unidos como la UE han tenido que implementar aranceles leoninos a los vehículos chinos, esto habla de que estos dos polos industriales no están pudiendo competir con la industria de vehículos chinos y con su calidad. Hay un cambio histórico en los productos industrializados de calidad, que eran el fuerte europeo, y tienen que entenderlo y abrirse al mundo. Creo que va más por ese lado que por la irrupción de Trump, que también puede ser una muestra de que, en este mundo de proteccionismo, es una lección que da la UE de ponerse de acuerdo con uno de los bloques más proteccionistas como es el Mercosur.