La idea de un Estado que intervenga lo menos posible en la economía y “no asfixie” a la iniciativa privada, es una de las principales ideas manejadas por expertos autodefinidos como liberales, de acuerdo a un relevamiento realizado por CRÓNICAS. De todas formas, explicaron que no se trata de dejar todo librado a las leyes del mercado, sino que se debe lograr un equilibrio con la participación del Estado en áreas claves.
Por Ricardo Delgado | @ricardo_dl e Ignacio Palumbo | @ignacio_palumbo
“La mano invisible”. Con esa metáfora, Adam Smith, uno de los clásicos de la teoría económica buscaba dar una explicación al poder de autorregulación, que según él y otros autores de igual línea de pensamiento, tiene el mercado. Smith, “el padre de la economía moderna”, es considerado por esta línea de razonamiento como uno de los principales teóricos del liberalismo clásico, una ideología principalmente vinculada a los aspectos sociales, contraria al poder absoluto del Estado y su intervención en la sociedad.
En el plano propiamente económico, el liberalismo, así como luego el neoliberalismo, constituye una corriente política asociada a medidas que promuevan la liberalización de la economía, el fomento del libre comercio en general, grandes reducciones del gasto público y de impuestos así como disminución de la intervención el Estado en la sociedad y economía en favor del sector privado.
Esta corriente ideológica, que tuvo su época de auge a nivel político durante finales del siglo pasado, se ha hecho de mala fama a nivel popular, a tal punto que considerar a alguien como “neoliberal” puede ser tomado como un insulto. La crítica principal apunta a que se trata de una ideología que deja demasiado librado al mercado la suerte de la población y que en los hechos solo termina beneficiando al sector privado, en desmedro de los sectores más vulnerables. Por ese motivo, en la arena política, decir que uno es liberal puede ser visto como un «suicidio».
Sin embargo, aún hay quienes defienden esta teoría económica, política y –hasta podría llamarse- de vida. De hecho, en determinados niveles académicos puede observarse cierto renacimiento del discurso liberal, aunque también se constata cierta reticencia al momento de publicitarlo.
Crónicas dialogó con algunos destacados expertos locales identificados con este posicionamiento liberal y los consultó respecto a cómo ven la coyuntura actual de este cúmulo de ideas, y cómo las entienden en el mundo y el Uruguay de hoy.
“No asfixia”
Al ser consultada respecto a qué debemos interpretar como “liberalismo económico”, Benavente explicó que se trata de “un sistema que no asfixia la iniciativa privada” en el cual se aplica el “principio de subsidiariedad del Estado”, que implica que éste solo interviene donde “los particulares no pueden o no deben hacer”. A su entender, se trata de un modelo que en Uruguay se aplicó “con gran éxito” hasta las primeras décadas del siglo XX. Luego, esa idea “gradualmente” se fue abandonando y tuvieron su “punto de inflexión” a partir de la implementación de “medidas proteccionistas y más dirigistas”.
Benavente, no supo responder con certeza si estábamos frente a un “renacer” de las ideas liberales, pero interpretó que en líneas generales Uruguay sigue la misma tendencia que los demás países: “el mundo va hacia una cosa bastante más razonable, con algo de intervención pero preservando los principios básicos de la economía del mercado”. Si bien en Uruguay se da “con áreas más dirigistas”, se preservan los equilibrios, con el gobierno preocupándose en reducir la inflación y tratar de controlar el déficit fiscal. “Creo que ambas posiciones (liberalismo y estatismo) han cedido terreno y hay cosas que ya no se discuten; hasta hace un tiempo acá en Uruguay se discutía que el déficit fiscal no era malo, hoy nadie te dice que el déficit fiscal no es algo malo, ni nadie te dice que la inflación no es algo malo”, graficó.
Para Benavente hay muchas de las ideas liberales que se están llevando adelante en ámbitos políticos: la apertura de Uruguay al mundo, el déficit fiscal y la inflación controladas, “eso es ponerle un freno al Estado” para que no se involucre en el área de acción de los particulares y se mantenga toda la casa en orden. “Llevado a los más puro es afinar el papel preponderante como motor económico al sector privado de la economía”, evaluó.
“A veces uno siente que el Estado no sólo está demasiado presente en la vida de los particulares, sino que en muchos casos compite en forma con algunas ventajas respecto al privado” | María Dolores Benavente
La experta cuestionó también que el Estado uruguayo “en muchos casos” compite con algunas ventajas respecto al sector privado, lo cual “no es muy correcto”. “A veces uno siente que el Estado no sólo está demasiado presente en la vida de los particulares, sino que en muchos casos compite en forma con algunas ventajas respecto al privado. “Compite con el sector privado con ventajas propias del Estado, entonces eso no es muy correcto. No es muy correcto desde el punto de vista de los recursos, ni es muy correcto desde el punto de vista de la señal”, explicó. Al respecto, cuestionó que “una intervención estatal muy grande adormece intelectualmente al sector privado”.
Por último, insistió en que el objetivo es “un equilibrio que hay que tratar de lograr” entre medidas liberales y la participación del Estado en la economía.
“No regalar todo”
En una línea similar, Jorge Caumont resumió que en general apunta a “la libertad del individuo de desarrollar acciones económicas, con la menor intervención del Estado”.
Sin embargo, el economista no cree que en Uruguay se esté dando un resurgir de este posicionamiento ideológico. “La parte política predomina sobre el pensamiento económico y, por lo tanto, lo que encontramos es una gran cantidad de gente que se asocia a las acciones del gobierno de intervenir cada vez más”, comentó.
“Las necesidades básicas hay que contemplarlas. (…) Pero básico, no regalar todo, porque sino es ridículo” | Jorge Caumont
Según él, el liberalismo económico consiste en que, una vez satisfechas las necesidades básicas – educación, salud y seguridad – “todo lo demás tiene que salir de parte de la órbita estatal”. Explicó que “nadie dijo” que haya que dejar librado todo al mercado, sino “dejar a los mercados que funcionen libremente”, como puede ser en Uruguay en la generación de energía eléctrica, los combustibles o el transporte ferroviario. “Las necesidades básicas hay que contemplarlas. Las tres que dije: seguridad, educación y salud. Pero básico, no regalar todo, porque sino es ridículo”, resumió.
De todas formas, Caumont no cree que se lleven a cabo medidas de este tipo en la economía real de Uruguay porque “el peso contrario es muy grande”. “En Uruguay es muy difícil que se vaya a privatizar una gran cantidad de cosas que están en manos del Estado. (…) No veo que haya algún líder que se vaya a meter en esas cosas. Puede ser que lentamente se pueda llegar, pero con políticas de choque no”. Para Caumont, Luis Alberto Lacalle quiso hacerlo durante su presidencia, pero luego volvió a asumir Julio María Sanguinetti y se opuso.
“Tener conciencia”
“El exceso regulatorio, el peso del Estado, esas cosas en el Uruguay han producido consecuencias muy negativas” | Ignacio de Posadas
Autor del libro “Al rescate del liberalismo perdido”, Ignacio de Posadas, ex ministro de Economía durante la presidencia de Luis Alberto Lacalle, evaluó que actualmente “hay cosas que la izquierda antes discutía y ahora las acepta”. “Cosas que podían llamarse liberales – los equilibrios macroeconómicos, la libertad de cambio, la necesidad del mercado – en ese sentido ha habido una liberalización de la izquierda”, sostuvo. Sin embargo, estimó que hablar de “un resurgir del liberalismo” por estos aspectos “me parece mucho”.
Para de Posadas “hay que empezar por tener consciencia de la realidad”. “El exceso regulatorio, el peso del Estado, esas cosas en el Uruguay han producido consecuencias muy negativas, inclusive a nivel ya de pérdida de valores, crecimiento de la delincuencia, cosas muy fundamentales”, evaluó. “Hay que tomar consciencia de eso y buscar otros caminos”, agregó.
“Más libertad”
Conrado Hughes fue director de la Organización de Planeamiento y Presupuesto (OPP) justamente a comienzos de los ’90 – durante la presidencia de Lacalle – y fue uno de los principales promotores de liberalizar la economía.
En diálogo con CRÓNICAS, negó ser “un liberal económico” sino “un liberal” en todo el sentido del concepto. Hughes no respondió con certeza si estamos frente a un resurgir de las teorías liberales, sino que simplemente se limitó a comentar que observa cada vez a “más gente pensando con cabeza en términos de más libertad”. Más libertad, explica, significa menos restricciones de la comunidad sobre las decisiones de vida de uno, y enfatizó que es en el ambiente juvenil donde nota este suceso con más fervor.
“Endiosamiento estatal, que los uruguayos aman y que han amado por todo el siglo” | Conrado Hughes
Respecto al proceso histórico, explicó que con el retorno de la democracia “recuperamos las reglas de la política, de la libertad ambulatoria, la libertad del pensamiento, la libertad de asociación, la libertad de opinión, la libertad de prensa, sin la cual las otras no pueden funcionar”. Sin embargo, lamentó que esta recuperación siempre se dio desde una óptica de “endiosamiento estatal, que los uruguayos aman y que han amado por todo el siglo”. “Eso no es un resultado de una postura socialista, sino que en realidad es más viejo, es parte de la mitología batllista”, opinó.
De todas formas, evaluó que actualmente “en el ambiente juvenil” existe como “un resurgir de gente que se pregunta: ‘¿no será mejor una sociedad más libre?’”.