Luis Almagro, secretario general de la Organización de los Estados Americanos (OEA)
Se considera un defensor de principios democráticos y supone que hay lugar para ello en el Frente Amplio (FA). Y a pesar de que muchos quieren expulsarlo, señala que nadie puede decidir por él. En entrevista con CRÓNICAS, el excanciller uruguayo lamenta que sus declaraciones sobre intervenir en Venezuela hayan sido malinterpretadas, y aclara cuál fue su intención. Por otro lado, asegura que el despliegue del régimen cubano en el país caribeño “es la peor de las intervenciones”.
Por Magdalena Raffo | @MaleRaffo
-Al decir que no debe descartarse ninguna opción para derrocar al gobierno de Maduro, se interpretó que era favorable a la intervención militar, aunque rápidamente aclaró que no era así. ¿Se arrepiente de esos dichos? ¿Qué fue lo que realmente quiso decir?
-No fue ese el sentido de mis palabras. En un video que hice público el domingo 16 me ocupé de desarrollar los conceptos. Es muy claro lo que quise decir: que haya un camino hacia la paz, hacia la democracia, que cese la violencia del régimen dictatorial de Venezuela, que cese la intervención cubana y los beneficios petroleros que ésta les da a expensas del pueblo venezolano.
Hemos condenado siempre y condenaremos cualquier forma ilegítima de intervención, ataque armado, invasión y agresión. Todas las opciones disponibles obviamente tienen que ser en consonancia con el derecho internacional y con las resoluciones que ha aprobado la OEA. Es mi deber, mi obligación absoluta actuar en consonancia con esos instrumentos, por eso creo que la interpretación de que estaban para mí disponibles opciones que estuvieran por fuera de eso, fue absolutamente forzada y errada.
Mis palabras y acciones apuntan en el sentido de utilizar todas las herramientas que brindan el Sistema Interamericano y el Derecho Internacional Público para librar a Venezuela de la calamitosa dictadura que se ha instalado. Y en ese marco –no tengo problema en reiterarlo- ninguna opción puede ser dejada de lado de antemano, porque hacer eso sería precisamente seguir despojando al pueblo venezolano de sus derechos.
-De todas formas, vuelve a confirmar que la vía militar no está descartada. ¿Esto no puede prestarse a contradicciones?
-Ni una cosa ni la otra. Mis declaraciones y conceptos están totalmente en línea con lo previsto en el derecho internacional e interamericano. Hacer una lectura contraria implica hablar desde el error o la manipulación malintencionada. Nosotros hablamos en el video de tres líneas de acción: responsabilidad de proteger, necesidad de asegurar al pueblo venezolano la protección del derecho internacional humanitario conforme a sus necesidades, y la responsabilidad penal internacional que tienen las autoridades de la dictadura venezolana en materia de crímenes de lesa humanidad, violaciones de derechos humanos, narcotráfico y corrupción. La implementación de estas variables tiene múltiples vías.
Eso no es ninguna contradicción. Contradicción es condenar mis palabras que fueron expresadas para declarar la vigencia de estos mecanismos y no condenar la presencia de decenas de miles de cubanos en tareas de represión, tortura e inteligencia en Venezuela, una verdadera agresión contra la soberanía del país.
Además, la OEA no tiene ninguna forma de coercibilidad, sino instrumentos jurídicos que nos dan una fuerza moral para abordar las crisis en el continente. Los violentos son los bolivarianos, los que agreden y violan derechos humanos de millones de personas, los que cuestan sangre al pueblo venezolano; no yo, en ninguna acción propuesta en ninguna palabra expresada.
-Sin embargo, el debate en Uruguay giró en torno a su supuesta propuesta de intervenir militarmente en el país caribeño. ¿Cree que hubo quienes aprovecharon eso para, por ejemplo, pedir su expulsión del FA?
-No importa lo que diga, ni cuántas veces aclare, van a seguir repitiendo lo mismo. Se ha intentado de todas formas silenciar lo que dije. Creo que cuando esto sucede quedan muy claras determinadas tendencias dictatoriales internas que están en perfecta coherencia y sintonía con los regímenes en Cuba y en Venezuela. Cuando se quiere transformar en verdad la mentira repetida, cuando se niega la realidad para reafirmar una falsedad, es una descomposición muy fuerte de las variables de funcionamiento democrático que debe tener una fuerza política.
-El expresidente José Mujica dijo que usted ya quedó afuera del FA, por lo cual no tendría sentido discutir su expulsión. ¿Hoy se siente frenteamplista?
-Nadie puede decidir por mí lo que soy o lo que no soy. No voy a dejar de ser frenteamplista porque lo diga Mujica ni nadie. Yo soy esencialmente un defensor de principios democráticos y supongo que hay lugar para ello en el FA.
“La dirigencia política uruguaya aportaba soluciones a problemas que iban mucho más allá de lo nacional, pero hoy es increíble el caos que se genera de la nada en el sistema político vernáculo”.
-Muchos dirigentes frenteamplistas han afirmado en estos días que en su momento estuvieron de acuerdo con su gestión en la Cancillería, pero ahora condenan sus acciones al frente de la OEA, dando a entender que hubo un cambio en su forma de pensar y actuar.
-Mis valores no cambiaron y sigo parado en el mismo lugar. Analizo y proceso los temas con la misma visión que he tenido a lo largo de toda mi vida. Pero no puedo anteponer ninguna ideología, interés ni pertenencia política por sobre los derechos de las personas. Puedo entender perfectamente la razón de ser de la pertenencia orgánica a un partido o a una colectividad. Pero nunca, bajo ningún concepto ni circunstancia, puedo sacrificar el derecho de la gente en aras de la disciplina grupal.
Lo que pasa en Venezuela no admite resignaciones. Tenemos toda la gama de vulneraciones a los derechos humanos presentes en el país –tortura, violencia sexual, privaciones, desplazamientos forzosos, y puedo seguir-. Mi mirada es regional. ¿Qué debería hacer yo respecto a los derechos humanos en la región? ¿No es una obligación de mi parte y de la organización que represento trabajar por la verdad?
-¿Por qué cree que parte del FA defiende el gobierno de Maduro entonces?
-Desde mi posición no me corresponde hacer apreciaciones de política partidaria interna de los países, pero sí puedo formular análisis sobre los sistemas políticos.
Uno tiene la impresión de que hasta no hace mucho tiempo el sistema político uruguayo era capaz de brindar respuestas que iban mucho más allá de las fronteras del país. Cuando uno mira hacia el pasado y ve el sistema educativo que supimos tener, las propuestas de Batlle y Ordóñez respecto a la solución de controversias a nivel internacional, el rol de Uruguay en la creación del Sistema Interamericano, la doctrina Rodríguez Larreta y mucho más, se da cuenta de que la dirigencia política uruguaya aportaba soluciones a problemas que iban mucho más allá de lo nacional. Hoy es increíble el caos que se genera de la nada en el sistema político vernáculo.
Esa situación no se corresponde con las capacidades que los uruguayos siguen manteniendo. Cuando leés los comentarios de los lectores queda claro que están más avanzados que muchos en madurez política. Y eso se termina notando en la debilidad de los análisis en materia de democracia y derechos humanos en lugares como Cuba o Venezuela.
-Por lo que dice, sigue al firme en el entendido de que se debe primero agotar la línea de las acciones diplomáticas. ¿Todavía queda camino por recorrer en ese sentido?
-Todas las opciones diplomáticas deben utilizarse y esa es la prioridad absoluta. Aún queda margen en materia diplomática para ejercer la necesaria presión sobre el régimen. Por supuesto que queda espacio para hacerlo a través de espacios multilaterales, pero también en materia de acciones nacionales o acciones nacionales coordinadas.
Erróneamente se ha dicho en Uruguay que las sanciones a Venezuela son un bloqueo para el país; no lo son. Se trata de sanciones a individuos o empresas –en el gobierno o sus familiares o testaferros- señalados por delitos de narcotráfico, corrupción y crímenes contra los derechos humanos. Esas sanciones surten efecto porque golpean a los responsables directos del régimen, y han venido siendo implementadas por los Estados Unidos pero también por Europa o por Panamá. Resulta crucial extender estas sanciones por parte de los países de la región.
El corrupto régimen bolivariano se ha caracterizado por saquear su país y por adquirir bienes y tener cuentas bancarias en múltiples países de la región y más allá. Eso hay que investigarlo y sancionarlo. Todos nuestros países cuentan con legislación y mecanismos nacionales y de cooperación internacional contra la corrupción y el lavado de activos.
Debemos agotar todas las acciones diplomáticas, y la comunidad internacional debe evitar que se agote este camino. También se debe tener claro que yo siempre actuaré con base en el derecho internacional.
-Mencionó el despliegue del régimen cubano en Venezuela. ¿Podría interpretarse como una forma de intervención ya existente en el país?
-Es una intervención no convencional, por su formato, pero también por los mecanismos indirectos utilizados para reprimir, oprimir e intimidar a la gente, que no son con armas y tanques de guerra, sino con métodos de represión y control social y político. La intervención cubana en los asuntos domésticos de otros países de la región no es algo nuevo, pero se ha acentuado y es totalmente obvia en el caso venezolano.
Entiendo si algunos tienen temor a señalar la injerencia cubana en Venezuela, pero es necesario hablar con la verdad. Y la verdad es que Cuba ha exportado a Venezuela su modelo de represión, sus procesos de provocar terror e intimidación a una población civil, de negarle derechos básicos por no ser adepta al régimen. La persecución política, la tortura, los asesinatos, las detenciones forzadas de presos políticos, el hambre, la negación de la salud, tienen todo el estereotipo y know-how cubano.
El despliegue del régimen cubano en Venezuela es la peor de las intervenciones. Es un protectorado a través del cual se intercambia perpetuación e impunidad para Maduro y los dirigentes venezolanos acusados de crímenes contra la democracia, contra los derechos humanos, de corrupción y narcotráfico a cambio de petróleo. Es una intervención que despoja a los venezolanos de su soberanía y pretende arrebatarles su dignidad nacional.
“El reclamo mayoritario que me hacen los venezolanos es: ‘sálvenos de Maduro’”
-En un video que se hizo viral, un venezolano llorando le pide ayuda y dice “que los americanos intervengan aquí”. ¿Qué le piden los refugiados de Venezuela en otros países?
-Los venezolanos son un pueblo desesperado. Lo único que piden es democracia, libertad y una vida digna, poder vivir en su país, comer, ir al médico. Y de todo eso, de modo sistemático, deliberado y creciente, los ha despojado el régimen de Maduro. Si sos un venezolano preso político, familiar de un asesinado, torturado, si no podés llevar a tus hijos al médico ni llevarles comida a la mesa, es lícito que tengas el peor de los sentimientos por Maduro y sus cómplices.
Cuando estuve en Cúcuta (Colombia), los venezolanos en su enorme mayoría se acercaban y me decían “sálvenos de Maduro”. Ese es el reclamo mayoritario, el anhelo más grande del pueblo hoy. Por eso es improcedente que el sistema político uruguayo traslade la discusión a otro tema.
Lo irónico es que la gente de a pie –la que bien sabe el calvario en el que se ha convertido el simple hecho de ser venezolano- reconoce que la causa de todos los males que vive Venezuela es la dictadura criminal. Ellos lo viven, lo sienten y lo sufren.
Estos videos de los ruegos de los venezolanos que vi en la frontera, deberían ser una lección de valentía y humildad para los que insisten en que el régimen dictatorial no es el problema principal de Venezuela.