Tanto el programa del Partido Nacional (PN) como las líneas programáticas del Frente Amplio (FA) presentan una serie de ideas que buscan encarar los desafíos económicos del Uruguay en términos de competitividad, eficiencia fiscal, desarrollo de la infraestructura y política salarial. Marcos Soto, contador y decano de la UCU Business School, analizó en entrevista con CRÓNICAS las propuestas de los bloques políticos que se disputarán en el balotaje del próximo 24 de noviembre.
Uno de los puntos destacados en los programas presentados a la ciudadanía tiene que ver con la necesidad de trabajar en mejorar la competitividad del país. El FA propone “diversificar las capacidades productivas del país”, así como “profundizar el componente de investigación, desarrollo e innovación” para “mejorar la competitividad del país de la mano de una inserción inteligente a nivel internacional”.
El PN, por su parte, plantea “la mejora de la infraestructura a través de la obra pública e iniciativas privadas, reduciendo costos y tiempos de transporte”, a la vez que promete “medidas específicas en materia de simplificación del Estado, reducción de costos, facilitación de exportaciones e importaciones y mejoras en regulaciones sectoriales”. También menciona un avance hacia la exoneración de impuestos a la importación de las materias primas necesarias para la producción.
Competencia y apertura
Para el contador Marcos Soto, la competitividad es un problema que “debe exceder el mirar de reojo al tipo de cambio” y que implica “transformaciones profundas en la infraestructura y en la definición de una política tributaria acorde”, y que también requiere de “una gobernanza de las empresas públicas que le den transparencia al manejo de las tarifas”. Sin embargo, “la realidad es mucho más dura”, ya que las empresas públicas “han continuado con el statu quo”.
Si bien para Soto el programa de Álvaro Delgado presenta una enfatización en el trabajo sobre la competitividad, el de Yamandú Orsi hace hincapié en la innovación y el desarrollo y la investigación, lo que representa “la única forma que tenemos de incrementar nuestra competitividad, introducir mejoras en todos los eslabones de la economía”.
En cuanto al apoyo a las micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes), el programa de Delgado es enfático en el tema, mientras que el FA, enfocado en la diversificación de la matriz productiva y la transición ecológica, plantearía un beneficio para estas empresas. Por otra parte, el programa de Delgado habla de “eliminar impuestos ciegos sobre el agro”, aunque Agustín Iturralde, economista y coordinador del PN, “habló de que no estamos en condiciones de reducir impuestos”, por lo que “no ha quedado muy claro”.
Sobre el comercio exterior, Soto señaló que el programa del PN aboga por una mayor apertura y la diversificación de mercados. El FA también ratifica la búsqueda de acuerdos con el Mercosur para lograr acuerdos extrarregionales e incluso avances bilaterales. No obstante, el contador admitió que estos objetivos suelen ser difíciles de concretar en la realidad, como quedó demostrado en el estancamiento del bloque del Cono Sur. “El Mercosur sigue básicamente igual que hace cinco años y han cambiado los presidentes regionales. Entonces, más que declaraciones del ‘qué’, se precisa mucho ‘cómo’, es decir, qué caminos se van a seguir para alcanzar esa mayor apertura”, subrayó.
Eficiencia fiscal
Sobre el déficit fiscal, Soto destacó que “es uno de los consensos que hay entre ambas propuestas” y que, a priori, tanto Diego Labat (potencial ministro de Economía por el PN) como Gabriel Oddone (por el FA) tienen claro que la situación fiscal del país “es delicada”. En ese sentido, valoró que “aventuras que incrementen el gasto sin un adecuado financiamiento, deberían estar descartadas”. Ciertas propuestas incluyen incrementos de gasto, pero en algún punto “estarían financiados por aumentos del nivel de actividad”.
Respecto a la continuidad de la regla fiscal introducida en el actual gobierno, el entrevistado afirmó que Oddone probablemente mantendría esta política y que se trata de una buena práctica. No obstante, criticó que la regla actual “tiene alguna falla de diseño”, ya que no trae consigo ningún impedimento real con determinadas consecuencias. “Ha sido una forma de comprometerse sobre las expectativas de los diversos agentes, de respeto a los equilibrios macro. Pero después, en la práctica, se incumple y no sucede nada”, manifestó. El tope de endeudamiento, que debe ser aprobado por el Parlamento, podría accionar como límite. Soto observó que la fragmentación para el próximo periodo podría generar contrapesos y que, contrario a la costumbre, no se aprueben incrementos.
Una de las propuestas de Delgado en relación al costo del Estado es “reducir la cantidad de empleados públicos a razón de 1% anual, lo que permitiría tener 15.000 vínculos laborales con el Estado menos al final del quinquenio”. Soto indicó que estas reducciones requieren analizar el impacto en sectores clave como la educación, salud y seguridad. “En general, uno podría interpretar que hay tareas duplicadas y burocracias innecesarias, pero hay que identificar los procesos concretos, cuantificarlos. A veces termina siendo una propuesta demasiado general para entender su impacto”, explicó.
Campañas menos arriesgadas y sin medidas disruptivas
Soto concluyó que las diferencias entre ambos programas están más en los énfasis que en cambios drásticos. “Uruguay, como país chico, luego de la crisis del 2002 ha alcanzado varios consensos a nivel macroeconómico. Entonces, los programas en esa materia parecerían ser poco diferentes, lo que cambia son algunas sensibilidades, y es ahí donde se juega el partido”, describió. Como ejemplo a contrastar, mencionó a Estados Unidos, donde las agendas de Donald Trump y Kamala Harris presentaron propuestas antagónicas en cuanto a materia económica.
Para él, los partidos parecen optar por propuestas generales debido a la paridad en la contienda electoral, lo que genera campañas menos arriesgadas y menos específicas, con énfasis en aspectos generales como competitividad y desarrollo sostenible, pero sin medidas disruptivas o detalladas que permitan visualizar claramente los caminos para implementar estos objetivos.