Pablo Mieres, senador y precandidato por el Partido Independiente
Ni Frente Amplio (FA), ni blancos y colorados. Así lo afirma Pablo Mieres cada vez que quiere defender su nuevo proyecto político, porque entiende que solamente con La Alternativa se podrá cambiar el país. Pese a las novedades que presentan los precandidatos frenteamplistas, el senador entiende que cualquiera de ellos terminará preso de la estructura “vetusta” y “burocratizada” del partido de gobierno. Pero los partidos tradicionales tampoco le despiertan confianza, porque, asegura, implicarán el regreso del acomodo y el nepotismo.
El menú En un cálido almuerzo en Panini’s, el senador degustó ravioles de cordero, que acompañó con agua mineral.
Magdalena Raffo | @MaleRaffo
-¿A qué apunta con su nuevo eslogan de campaña, “Cambiar se puede”?
-Yo creo que en Uruguay hoy reina el escepticismo sobre la posibilidad de cambio, y justamente el énfasis está puesto en que se puede, en trasmitir un mensaje de esperanza a los ciudadanos de que es posible cambiar el gobierno y cambiar el país. Este gobierno ha demostrado que no está haciendo los cambios que se necesitan: seguridad, educación, reforma del Estado, apertura al mundo, competitividad.
-Sin embargo, hay nuevas figuras en el FA que antes no estaban liderando, que vienen con propuestas diferentes o con un discurso autocrítico.
-Eso es adjetivo, el problema del FA es estructural. Cualquiera de ellos está atado a una estructura que es vetusta, anacrónica, burocratizada, y que termina atando al gobierno. Es más, el FA de hoy es mucho más refractario a los cambios, porque es dominado por el eje MPP-Partido Comunista. El sector del FLS está en un proceso de fuerte debilitamiento y crisis, y el Partido Socialista está dividido en mitades, entonces, cualquiera de los candidatos va a estar preso de esa estructura partidaria. Por tanto es impensable que un candidato del FA represente la posibilidad de cambiar.
-Algunos precandidatos, como Mario Bergara, plantean que el peso de los sectores va a cambiar en las internas, dado que con la aparición de los nuevos líderes, los votos se van a redistribuir.
-Yo creo que los aparatos hegemónicos en una interna pesan porque cada vez vota menos gente en esa instancia. El propio hecho de que Bergara sea candidato y la mayoría del FLS no lo apoye es la prueba demostrativa de la crisis. ¿Qué puede representar hoy Bergara? Un intento fallido de levantar una bandera del ala moderada del FA. ¿Qué cambio se puede esperar de Daniel Martínez, si en realidad va a estar preso de los aparatos dominantes? Y ya no hablo de los otros dos [Óscar Andrade y Carolina Cosse] porque son representantes de los sectores que predominan. Me parece que lo que exhibe el FA es un agotamiento profundo de su proyecto, lo cual no significa que no haya dejado cosas positivas, sería necio no reconocerlo.
-¿A qué atribuye el escepticismo de la gente a cambiar?
-Después de tres períodos con mayoría absoluta de un solo partido, a mucha gente le cuesta pensar que el FA puede perder, cuando en realidad esa es una probabilidad cada vez más alta. De hecho, está muy retrasado en las encuestas con respecto a su votación del 2014, entonces la probabilidad de que pierda es real. El debate también es qué vendría en su lugar, y ahí aparece el planteo del Partido Independiente y de La Alternativa, que es esta opción que hemos creado con Esteban Valenti, Fernando Amado y José Franzini Batlle. Nosotros queremos ser la alternativa.
-Es decir, piensa que hay gente que quiere cambiar, pero que en el fondo cree que eso no va a pasar.
-Sí, hay gente que tiene una cierta resignación a la continuidad.
-¿Eso tiene que ver con cuáles son las alternativas al FA, es decir, que quizás no los convence el partido que tendría más chances de ganarle, que es el Partido Nacional (PN)?
-Claro, exactamente, ese es el punto. Justamente, la opción alternativa, que es la oposición de blancos y colorados, no encanta, no entusiasma, no genera esperanza. Nosotros tenemos un rol muy importante a jugar que es la construcción de una nueva esperanza, de que se puede cambiar sin volver atrás. El trabajo que tenemos por delante es convencer a los uruguayos de que se puede apostar a un gobierno diferente, sin que ello signifique la restauración, es decir, un gobierno de blancos y colorados como en los años 90.
-¿En qué sentido siente que se podría volver atrás con un gobierno blanqui-colorado?
-Tiene que ver básicamente con las viejas mañas, con los viejos vicios, con el tema del reparto y los acomodos. Hay mucha gente que tiene en la memoria cómo eran los gobiernos de blancos y colorados.
-¿Y esto no puede cambiar de cara al futuro? ¿No han aprendido los nuevos líderes de esas experiencias pasadas?
-Hay señales que muestran que no. Por ejemplo, algunas gestiones en las intendencias son demostrativas de que los viejos vicios están: el nepotismo, las irregularidades, el colocar mucha gente en el Estado. Yo creo que ahí está el tema, es decir, muchos votantes están cansados del FA, están decepcionados, pero esto otro no les convence. Además, en el caso del Partido Colorado (PC), con la emergencia de Sanguinetti, es claramente el pasado que vuelve.
-Justamente, la irrupción del expresidente Sanguinetti llevó al PC a despegarse en las encuestas, cuando en cierto momento estaba más cercano al PI. ¿Eso implica para usted un desafío extra?
-Es un desafío porque logró despegar al PC, negar eso sería una necedad. Lo peor que uno puede hacer es descalificar torpemente a los adversarios. Sanguinetti evidentemente trae consigo una recuperación de la confianza dentro del PC, una especie de resurgimiento del viejo partido, con cierta nostalgia de aquel PC hasta hegemónico que fue en el Uruguay de los años 80 y los 90. Pero yo creo que eso no alcanza. Es más, también trae consigo las imágenes de aquellos tiempos, vinculadas a hechos de corrupción, al uso del aparato del Estado para ayudar a empresarios amigos.
Yo espero convencer a mucha gente de que nosotros somos la mejor opción, y eso se va a demostrar en la cancha cuando haya competencia. Todavía Sanguinetti no es candidato aunque todo el mundo ya da por hecho que lo va a ser y yo creo lo mismo, pero en su momento tendremos que debatir con él y con el resto de los candidatos.
“Esta vez voy a tomar una definición en la segunda vuelta, no puedo quedar al margen”.
-Dado su planteo de que es necesario cambiar al gobierno, uno imaginaría que si sucediera lo que todas las encuestas vaticinan, que es un balotaje entre el FA y el PN, usted tomaría una postura en favor del PN.
-Eso es lo que nosotros tenemos claro que no vamos a adelantar de ninguna manera, porque decir a quién vamos a votar sería bajarnos de la carrera. Queremos estar [en el balotaje] y ese es un cambio en el PI, que en todas las elecciones anteriores era una opción parlamentaria, pero esta vez, con La Alternativa, queremos estar en la definición y vamos a trabajar para eso.
Después, pasado octubre, va a ser un balotaje competitivo a diferencia de los últimos. Esta vez va a haber una definición sean quienes sean los finalistas, ojalá estemos nosotros, pero en esa decisión va a haber un debate muy fuerte, y obviamente no nos podemos quedar al margen de eso. Yo creo que La Alternativa debe tener una postura, obviamente lo vamos a conversar entre todos.
-Diferente a lo que ha decidido en elecciones anteriores, donde ha dado libertad de acción a sus votantes.
-Sí. Yo no siento que pueda quedar al margen de mandar una orientación, pero vamos a tratar de estar nosotros.
-¿No siente que la gente quizás le pueda pedir cuentas si toma una posición?
-No. Cuando tú iniciás una carrera donde querés realmente disputar… por ejemplo, yo no entiendo la postura de Sanguinetti, que ya le dio la Presidencia a Lacalle Pou, no lo entiendo, me parece que es una señal de desgano. Creo que Talvi tiene razón cuando lo critica por eso.
“Todos estamos obligados a buscar entendimientos”
-¿Formaría parte de un gobierno de coalición?
-Siempre lo primero que hay que poner arriba de la mesa es qué queremos hacer con el país, y esa es la línea de medición.
-¿Y qué cosas no aceptaría?
-No aceptaría un gobierno que no esté dispuesto a transformar la educación en profundidad, y para eso EDUY21, para mí, es la línea de referencia. No aceptaría un gobierno que creyera que la seguridad se resuelve solo con represión, ni uno que dejara en un segundo plano a las políticas sociales, que por supuesto tienen que ser distintas, promocionales, no asistencialistas. No aceptaría reducir el gasto social, pero sí reorientarlo, porque así como se está gastando es un desastre.
-Mientras que usted no descarta ser parte de un gobierno de alianzas, Amado siempre rechazó la idea de una unión entre blancos y colorados, y Valenti es bastante crítico con los partidos tradicionales. ¿Cómo van a manejar esas diferencias?
-El candidato que no esté dispuesto a dialogar ni a buscar acuerdos con otros después de octubre, no está analizando bien la realidad y está llevando a su grupo a un callejón sin salida. El país está en un momento de cambio político, y la característica principal de ese cambio es que no hay mayoría, por lo tanto todos estamos obligados a buscar entendimientos.
-¿Eso está hablado con los integrantes de La Alternativa?
-Por supuesto. Todos tenemos claro que hasta fin de octubre no vamos a hablar de ninguna otra alternativa que no sea la nuestra, y que vamos a pelear por el voto de la gente hasta el último minuto, defendiendo el espacio político que creemos que es el mejor para el país. Después de eso, viene una primera instancia de negociación, que es la de la segunda vuelta, y estés donde estés parado, vas a tener que evaluar si aceptás o no un acuerdo. Y después hay una segunda instancia de negociación que es con el resultado de noviembre, donde el presidente tendrá que ver cómo arma el gobierno, y eso abre nuevamente un espacio de diálogo.