Luego de las intensas inundaciones de las últimas semanas, que dejaron más 4.700 evacuados e innumerables daños a nivel infraestructural, queda la pregunta de qué hacer para prevenir estas situaciones. En este contexto, CRÓNICAS dialogó con Juan Pablo Martínez, ingeniero experto en saneamiento, Mercedes Espasandín, presidenta de la Sociedad de Arquitectos del Uruguay (SAU), y Alejandro Ruibal, presidente de la Cámara de la Construcción, para indagar en las técnicas urbanísticas y constructivas que se usan actualmente, y las alternativas que podrían implementarse para reducir riesgos.
Por: Sofía Dri
A veces en el trajín del día a día es fácil olvidar la privilegiada geografía que tiene el Uruguay. No tenemos volcanes, ni tormentas de nieve, ni terremotos devastadores, como el que azotó a Taiwán esta semana. Sin embargo, hay un fenómeno climático que nos visita año a año y afecta la vida de miles de personas en todo nuestro territorio de forma sistemática: copiosas lluvias, y de la mano, las inundaciones. Durante las últimas semanas las lluvias prolongadas ocasionaron cortes de rutas y de electricidad, más de 4.700 personas desplazadas, e incontables daños en infraestructura. Al día de hoy, aún hay 47 personas que no han podido volver a su hogar, según el Sinae.
Un informe publicado por la Dinagua en febrero de 2022 establece que hay 11 localidades en el país que tienen un riesgo muy alto de inundación. Esto incluye ciudades muy pobladas, como Artigas, Salto y Paysandú. Otras urbes, como Montevideo, Canelones y Florida se encuentran en un riesgo alto. Desde 2013 hasta 2022 hubo tres años en que debieron ser evacuadas más de 10.000 personas, y en 2015 llegaron a evacuar 33.124. Hay más de 40 localidades que tienen una pérdida total de conectividad terrestre por crecidas, y la mitad de las localidades evaluadas por el estudio presentaban problemas ocasionados por el sistema de drenaje pluvial. Con este panorama no es ilógico preguntarse qué medidas se están tomando a nivel urbanístico o constructivo para paliar esta situación.
A la hora de buscar medidas paliativas es importante separar los distintos tipos de inundación que existen. Por un lado están las inundaciones ocasionadas por desbordes de ríos o arroyos, que es el tipo de inundación que vimos durante las últimas semanas. Luego están las que surgen del desborde del sistema de drenaje pluvial, que es un fenómeno que ocurre de forma más rápida que el anterior, y es mucho más difícil de predecir. Por último, también están las inundaciones producidas por vientos en el mar, que afectan a las zonas costeras.
Cuando crece el río
En conversación con CRÓNICAS, el ingeniero experto en inundaciones, Juan Pablo Martínez, explicó que en el caso de las inundaciones por desborde, “en general los ríos de nuestro país son de llanuras muy grandes, y modificar su comportamiento es muy complejo”. Por eso, lo que se hace es adaptarse a esa situación.
Para las localidades vulnerables a este tipo de inundaciones, el Ministerio de Ambiente tiene dos grandes lineamientos. Por un lado, se busca que las ciudades no se expandan hacia zonas de riesgo, y evitar así generar más problemas a futuro. Por otro lado, se busca hacer reducción de riesgo con las poblaciones que ya se encuentran viviendo en zonas inundables. Si se trata de un asentamiento de viviendas precarias, desde la cartera se prioriza la relocalización del mismo, en el entendido de que “en caso de una inundación es muy difícil que una vivienda de este tipo se pueda recuperar”, explicó Martínez.
El ingeniero explicó que si la zona en cuestión tiene una infraestructura más sólida, se busca que el agua no ingrese a la vivienda. Según Martínez, “hay estrategias que sigue la gente que vive en estas áreas desde hace tiempo que funcionan y se intentan replicar”. Esto va desde simplemente colocar barreras como sacos de harina en la entrada para obstaculizar la vía del agua, hasta elevar la instalación eléctrica y los tomacorrientes de la casa para evitar situaciones de mayor riesgo.
El presidente de la Cámara de la Construcción, Alejandro Ruibal, comentó a CRÓNICAS que “llegó el momento de hacer un estudio más profundo” sobre el tema, en particular acerca de las inundaciones en la cuenca del río Santa Lucía. Ruibal agregó que sería interesante “hacer un convenio” con países como Holanda, “que han estudiado mucho el asunto” para poder generar “soluciones serias” al problema, como canales o dragados. “Me refiero a mirar realmente desde arriba, ver toda la zona, para entender el fenómeno y poder buscar soluciones”, sentenció.
Cuando el saneamiento no alcanza
En el caso de las inundaciones ocasionadas por desbordes del sistema de drenaje, la situación es diferente. Martínez explicó la situación con una analogía de un avión. Un avión se diseña para cierta cantidad de personas, si la capacidad se excede, el avión se cae. “El sistema de drenaje funciona igual: si el volumen de agua excede la capacidad del sistema, se desborda. La diferencia es que en el aeropuerto se puede controlar la cantidad de gente que ingresa al avión, pero con el sistema pluvial el volumen varía día a día”, comentó Martínez.
Cuando hay una inundación de este tipo puede ser por un error de diseño o por una obstrucción en un colector o en alguna boca de tormenta. El caso de Montevideo es especial, porque es la única ciudad en el país que tiene una sola red que sirve a la vez para el saneamiento y para el drenaje pluvial. Estas redes de tuberías terminan en estaciones de bombeo, como la de Punta Carretas, y están diseñadas de forma que si fueran sólo de saneamiento estarían sobradas de capacidad. Pero como también funcionan para descarga pluvial, si llueve mucho, la estación a veces no tiene la capacidad para bombear toda el agua, y el sistema se satura.
Lo que se hace en este caso es instalar ventanas en el colector que alivian la carga del caño, y descargan en la playa, como las que se ven en la Playa Ramírez o en Malvín. “En realidad, prácticamente cada vez que llueve estamos aliviando aguas de lluvia mezcladas con aguas servidas que tienen patógenos y contaminantes, y las tiramos directamente a la playa”, explicó Martínez.
Hay algunas medidas que ha ido tomando la Intendencia de Montevideo para que esto no suceda tan seguido. Reemplazar los caños por unos más grandes es muy costoso, porque implica levantar la calle, por lo que una estrategia que se utiliza para este tipo de inundación es la de crear espacios en donde el agua se pueda retener en grandes volúmenes. Estas estructuras son como piscinas gigantes subterráneas que acumulan el agua cuando llueve, y en general se aprovecha para colocarles encima algún tipo de espacio de recreación.
Por su parte, Mercedes Espasandín, presidenta de la Sociedad de Arquitectos del Uruguay, explicó a CRÓNICAS que en estas situaciones “es importante que el agua tenga un espacio para filtrarse”. Materiales como la cerámica, el hormigón o el asfalto (que cubre buena parte de nuestras ciudades en forma de calle), son impermeables, por lo que dificulta que el agua llegue a la tierra.
La arquitecta postuló que algunas soluciones posibles a este problema son estructuras que acompañen las construcciones existentes y que permitan al agua hacer un ciclo más estable. Algunas de estas soluciones son los jardines de lluvia, que son canteros que redirigen el agua de lluvia al sistema de drenaje, pero que en el proceso favorecen la absorción y almacenamiento de buena parte del agua.
Otra opción, según comentó Espasandín, es la reconstrucción de los humedales costeros. Estos ecosistemas donde se encuentra el agua de río con el agua de mar suelen tener crecidas, y “es importante darle ese espacio para que la propia naturaleza retenga el agua”.
El rol del cambio climático
Para Martínez, es importante pensar en estas estrategias en el contexto del cambio climático. Si bien “todavía es muy incierto el impacto” que va a tener, “en todos los escenarios que se proyectan se prevé un incremento en la precipitación”. Es por esto que considera importante que todas las decisiones que se toman hoy se manejan pensando que en un futuro puede ser que el diseño no alcance. Hay algunas alternativas, como la creación de lagunas de retención, que se pueden diseñar “para las condiciones actuales”, pero “si en un futuro las lluvias son más frecuentes, se puede ampliar la laguna”. En cambio, un conducto enterrado de hormigón puede quedarse corto en poco tiempo y es más costoso y difícil de modificar después.
El año pasado se aprobó el Plan Nacional de Drenaje Pluvial, que incluye informes técnicos que estimaron la cantidad de personas que se verán afectadas anualmente por problemas de drenaje pluvial. El estudio concluyó que se necesita una inversión de US$ 2.600 millones para reforzar el sistema, pero podría haber un incremento a 4.300 millones “por efecto del aumento de la urbanización y el cambio climático”.