Una brecha salarial todavía persistente, la desigualdad de oportunidades y la violencia de género, entre otros factores, explican el compromiso de los precandidatos de los partidos políticos con representación parlamentaria, por impulsar una agenda de género en el próximo período de gobierno, según un relevamiento realizado por CRÓNICAS.
Por Oscar Cestau | @OCestau y Magdalena Raffo | @MaleRaffo
No siempre es posible encontrar amplias coincidencias entre los diversos partidos que hoy integran el Parlamento. Sin embargo, ante la pregunta “¿tendría en cuenta la agenda de género en su eventual gobierno?”, todos los postulantes a las elecciones internas que fueron consultados por este semanario, fueron enfáticos al decir que sí. Además, explicaron la necesidad de continuar con políticas para contrarrestar las desigualdades por cuestión de género que existen en Uruguay. Algunos contaron sus experiencias propias en esta materia, y otros optaron por elogiar la legislación del país que atiende los problemas derivados de la inequidad, pero estuvieron de acuerdo en la importancia de seguir por ese camino.
A Carolina Cosse (FA), la única precandidata que queda en la carrera hacia las elecciones de junio, su condición de mujer la interpela constantemente sobre los pasos que da. Ella espera que Uruguay sea un país donde las niñas y los niños sean capaces de soñar con ser lo que quieran, y que no piensen “esto es para hombres, esto es para mujeres”. También celebra que en las nuevas generaciones ha habido un gran avance, porque hoy ve padres jóvenes que comparten naturalmente con sus parejas las tareas vinculadas a los hijos o a los quehaceres del hogar. Eso es lo que buscar trasladar “a todo el país” y “a otro nivel”, enfatiza.
Pero, ¿a qué se debe ese avance? Para el dos veces presidente, Julio María Sanguinetti (PC), su partido, al que define como “histórico feminista”, tuvo mucho que ver en esta lucha. De esa forma, recuerda la primera ley de licencia maternal de 1906, el divorcio por sola voluntad de la mujer de 1912, la universidad femenina del mismo año, el voto femenino de 1934, y la ley de igualdad de los derechos civiles de 1946. Inclusive destaca el papel de sus propios gobiernos, donde “la profesión históricamente más machista, que es la de las Fuerzas Armadas”, fue abierta a los aspirantes femeninos. Como consecuencia de esa larga evolución legislativa, opina que hoy tenemos un Poder Judicial integrado por un 60% de mujeres, sumado a la mayoría de egresadas en casi todas las universidades. “Eso nos está diciendo que lo que fue la acción histórica del Batllismo, ha dado resultado. ¿Eso completa el debate? No, porque evidentemente todavía hay factores de discriminación laboral que no se pueden ignorar, y otros factores culturales sobrevivientes”, como “una psicología machista que está en sectores de la sociedad, eso es incuestionable”, lamenta.
Con este diagnóstico concuerdan casi todos los precandidatos entrevistados. Uno de ellos es Luis Lacalle Pou (PN), que destaca que “quien no entienda que hay diferencia de género, no termina de comprender la realidad actual”. Con varios ejemplos trata de justificar sus palabras, como el llamado techo de cristal, el femicidio y los salarios, ya que “en Uruguay, por igual cargo, se paga menos a la mujer”. El nacionalista presentó un proyecto de ley para conmemorar el día de la equidad salarial, algo que ya existe en otros países. Finalmente, remarcó que en la agenda de gobierno “obviamente tiene que estar la política de género, así como una fuerte política de la primera infancia”.
En el mismo sentido se expresó Óscar Andrade (FA), al decir que es necesario profundizar en esta materia, dado que todavía hay una brecha salarial entre la mujer y el hombre, además de mayores grados de pobreza en las mujeres jefas de hogar, y niveles de violencia de género muy complicados. Si bien subrayó las normas aprobadas en esta área, señaló: “Yo no quiero leyes, quiero dejar de enterrar mujeres, o sea, el resultado tiene que ser más que quedarse tranquilo con la norma”. Aunque asumió que las señales en cuanto a la equidad de género, como la formación de un gabinete paritario, ayudan, resaltó que el tema “tiene que encarnar muy de abajo, pensando en la condición de vulnerabilidad que tienen las compañeras que están en mayor nivel de exclusión”.
Mecanismos de avance
La primera vez que hubo una Comisión de Género y Equidad en el Parlamento fue en la legislatura 2000-2004. El único varón que la integró fue Pablo Mieres (PI). Así, fue impulsor de la primera ley de violencia doméstica que se votó en ese período, de la cual fue corredactor, junto con el grupo de esa comisión, donde estaban Beatriz Argimón, Glenda Rondán, Daisy Tourné y Margarita Percovich. También es partidario de la cuota de género desde muy joven. De hecho, cuenta que a los 25 años, cuando era secretario de la Juventud del PDC, viajó a Europa y visitó el mundo nórdico, donde vio que había una participación brutalmente equitativa entre hombres y mujeres. Uno de los instrumentos que se habían usado para impulsar ese cambio, justamente, había sido la ley de cuotas. Aunque el senador reconoce su utilidad, hace énfasis en la importancia de seguir trabajando para ayudar a que no se necesiten mecanismos supletorios, puesto que “hablar de la necesidad de generar iniciativas intencionales, es hablar de una inequidad”.
Uruguay, con la izquierda en el gobierno, ha aprobado múltiples leyes –más que la inmensa mayoría de los países del mundo- que son políticas afirmativas para combatir la discriminación de muchos colectivos, indicó Mario Bergara (FA). De todas maneras, afirmó que a eso le tiene que seguir su implementación efectiva, su control, su institucionalización, y sobre todo una batalla cultural, “porque las cosas que no se van internalizando en la cultura, son después más fáciles de revertir”. El economista está de acuerdo con la relevancia de llevar adelante una política de género, y entiende que el feminismo es la principal revolución cultural que está viviendo su generación. “Es una disputa cotidiana, y no es solo una cuestión de aprobar leyes”, recalcó.
Puesta en práctica
“Si por agenda de género se entiende darle a la mujer los mismos derechos y oportunidades reales, estamos trabajando activamente en eso, viendo las mejores prácticas para que esta pueda tener un protagonismo que hoy lamentablemente no tiene”, expresó Ernesto Talvi (PC). Concretamente, se refería a que en los cuadros políticos o gerenciales y de dirección de las empresas, la figura femenina está sumamente subrepresentada. A su vez, lamentó que para el mismo trabajo, promedialmente, la mujer gana un 20% menos que el hombre, y ejemplificó que también está en condiciones desiguales al tener que destinar un número nada menor de las horas de su día para cuidar niños o gente mayor. En un eventual gobierno, el precandidato trabajaría activamente en este tema porque cree que la participación de la mujer en los ámbitos de decisión política y corporativa es muy importante para mejorar las decisiones colectivas, lo cual es avalado por estudios, aseguró. De hecho, dijo que los grupos donde hay mayoría de mujeres son aquellos que tienen la mayor inteligencia colectiva, y son los mejores dotados para darles solución a problemas difíciles. Desde Ciudadanos, el 80% de las personas que lo rodean en el trabajo de la campaña, ya sea en comunicación, presupuesto, financiamiento y voluntariado, son mujeres; y de las siete coordinaciones de su equipo, seis están ocupadas por féminas. “Así que nosotros no proclamamos la igualdad de género, la ejercemos con desmesura”, puntualizó.
Otro postulante a las elecciones internas que también desarrolló una experiencia en este sentido fue Daniel Martínez (FA), quien apostó a un gabinete donde pretendió la paridad en la Intendencia de Montevideo, aumentó la jerarquía de la agenda de género y fue transversalizada a toda la comuna a través del tercer Plan de Igualdad. Además, duplicó el presupuesto del área, desarrolló diferentes programas que apostaron al empoderamiento de las mujeres y profundizó el trabajo para prevenir el flagelo de la violencia de género. “Ya me he comprometido a que si soy presidente estarán los recursos para que se implemente la ley integral de violencia basada en género. También me comprometí a que la fórmula presidencial sea paritaria y a construir un gabinete paritario”, aseveró el exintendente, y agregó que “los discursos hay que acompañarlos con acciones; lo hice en Montevideo y lo quiero hacer en el gobierno nacional”.
Hacia la igualdad
Para Juan Sartori (PN), en este asunto, lo más importante es la igualdad de oportunidades. En ese aspecto, declaró que hoy en muchos casos se da que por un trabajo similar, la mujer gana menos, y en las zonas rurales, por ejemplo, tiene menos posibilidades de acceso al mercado laboral.
Por su parte, José Amorín (PC), también entiende que una agenda de género es necesaria debido a la desigualdad de oportunidades que persiste en el país. Para solucionar este problema, propuso implementar políticas de incentivos. “Dado que la mujer tiene derechos importantes en materia de maternidad y de licencias especiales, cuando alguien toma un empleado, tiene en cuenta eso y dice: ‘¿Voy a tomar esta mujer que se va a quedar embarazada?, mejor tomo un hombre’”, mencionó. Por esto, planteó equiparar y brindar a todos las mismas posibilidades, es decir, “que determinados meses que se le pueden dar [a una persona] para ocuparse de un niño, sea indistintamente [para] el hombre o la mujer; me parece que ese tipo de medidas pueden ser positivas”.
Enrique Antía (PN) concibe a todas las personas por igual, y esgrime que no haría diferencia con nadie. A su vez, remarca que “ni un paso atrás” en esta materia. Añade que hará una apuesta por la familia, a la cual pretende fortalecer, y resalta la importancia de que no se eduque a los más chicos desde las diferencias. “Tenemos claro cuál es el rol de cada uno de nosotros en la vida, y la mayor lucha va a ser por el núcleo familiar, que es lo que da consistencia”, sostuvo. Continuó diciendo que “está aprobado el matrimonio del mismo sexo y vamos a continuar con él” en el entendido de que “lo que se votó y el pueblo reivindicó no se va a dar vuelta; uno tiene que mirar hacia adelante”.
“El tema de género, para nosotros está íntimamente vinculado a la injusticia social y a la diferencia de clases”, manifestó Gonzalo Abella (UP). Es por esto que cree que solo se puede resolver el problema en una sociedad solidaria, sin explotados y explotadores. “No es un tema abstracto, sino que se vincula a las condiciones de igualdad que se logran en el trabajo, en las relaciones productivas, en las relaciones de estudio”, reflexionó. Eso no significa que mientras no se logre una sociedad mejor no haya que atenderlo, aclaró. De hecho, opinó que “en todo lo que sea contra la violencia de género, por la emancipación de la mujer, por la equidad en todos los planos, hay que apoyarla, y también se incluye su derecho a resolver sobre su cuerpo”.
En tanto, Jorge Larrañaga (PN), se limitó a responder que “por supuesto que sí” tendría en cuenta la agenda de género en un posible futuro gobierno presidido por él.