Desde que el Papa Francisco y el obispo de Montevideo Daniel Sturla, expresaron su opinión sobre Venezuela, se abrió nuevamente el debate sobre la participación de la Iglesia Católica en temas políticos. En diálogo con CRÓNICAS, el politólogo Antonio Cardarello, dijo que la iglesia es un actor político más. Además, expresó que en Uruguay las iglesias evangélicas van a tener mayor injerencia en la política, sí en algún momento se llegan a debilitar los partidos políticos.
El pasado lunes, en el avión que lo regresaba a Roma, después de participar de la Jornada Mundial De la Juventud en Panamá, donde miles de jóvenes cristianos se reunieron, el Papa Francisco, dio su opinión sobre el conflicto en Venezuela y expresó que “le asusta un posible derramamiento de sangre”. A su vez, ofreció su ayuda a las partes, “si lo quieren”. En esa misma línea el domingo, el cardenal Daniel Sturla, obispo de Montevideo dijo que «las elecciones libres son la única solución».
Esto, en cierta forma, abrió de nuevo un debate que viene, probablemente, desde principios del siglo pasado cuando oficialmente se separó la Iglesia Católica del Estado en Uruguay, y que se da cada vez que esa institución da su opinión sobre temas políticos.
En diálogo con CRÓNICAS, el politólogo Antonio Cardarello expresó que la iglesia, a lo largo de las últimas décadas en América Latina, siempre ha tomado posición, incluso jugando su papel según el momento de cada país en cuestión. En ese sentido, según el entrevistado, una cosa es la postura de la iglesia en Argentina respecto a temas políticos, y otra es la que asume en Uruguay, “donde siempre ha sido menos presente o poco importante”.
Sobre el posicionamiento de Sturla, Cardarello opinó que desde su asunción, el cardenal ha participado activamente del debate público, tanto en cuestiones que vinculan a la iglesia como en asuntos ajenos a la misma.
En el caso del Papa Francisco, señaló que es notoria su participación, y que eso fue visible en “el enfrentamiento que tuvo con el presidente argentino Mauricio Macri”, remarcando que esa es “una de las razones por la cual aún no ha visitado su país”.
El politólogo añadió que la iglesia católica es un actor político más, y que esto es latente en todos los países donde interactúa. Aclaró, a su vez, que no le parece mal que desde la misma expresen su punto de vista en los medios.
Evangelistas a la cancha
Para muchos analistas, en las últimas elecciones de Brasil, la Iglesia Evangelista representó uno de los principales apoyos que recibió Jair Bolsonaro para llegar a la Presidencia. Actualmente, ese país cuenta con una bancada evangelista muy fuerte. Sobre este posicionamiento, Cardarello expresó que esto puede representar una muestra de que “este fenómeno está para instaurarse en Uruguay”.
La realidad indica que en el actual escenario, de forma sostenida, la iglesia evangélica empezó a sonar en algunos círculos políticos de la región. Y Uruguay no parece ser ajeno a esta circunstancia, de la mano de algunos actores políticos. Por ejemplo, la precandidata del Partido Nacional, Verónica Alonso, concurrió a un centro religioso, donde dio un discurso, y en el mismo dijo que cree que le irá bien en las elecciones porque “Dios tiene un propósito con la nación”. Alonso estuvo acompañada por el diputado Álvaro Dastugue, pastor de la Iglesia Misión y Vida, y yerno del líder de esa congregación, el pastor Márquez.
Al respecto, Cardarello señaló que, en apariencia, da la sensación que en las próximas elecciones “habrá una mayor presencia” de este tipo de congregaciones religiosas. La instancia, en su opinión, servirá para evaluar si hay un mayor relacionamiento entre este tipo de iglesias y la política, aunque hoy esa alianza parece estar “más vinculada” al Partido Nacional que a otras fuerzas políticas.
Las iglesias y la política a futuro
Cardarello considera que, a futuro, la injerencia de las iglesias en la política uruguaya va a depender de cómo vaya evolucionando el relacionamiento entre el sistema político y la ciudadanía. “Históricamente, Uruguay ha tenido un sistema de partidos políticos muy fuertes, muy institucionalizados, lo que es muy importante porque habla de la presencia del sector político y su relacionamiento con la sociedad, y en cómo se vinculan y cuán enraizados están”, expresó.
Por tanto, puntualizó, en un futuro las iglesias -o la religión- podrían llegar a alcanzar niveles de participación importantes en la política si los partidos, o sectores, se muestran debilitados, sin propuestas que le lleguen a la ciudadanía. En ese caso, estas organizaciones pueden encontrar un terreno fértil para expandirse también en el sistema político.