Si bien en el exterior la renuncia de Sendic se resume en “un hecho de corrupción”, Uruguay no pierde su imagen de país serio y con altos niveles de transparencia en la región, según dijo a CRÓNICAS el analista internacional Ignacio Bartesaghi. Cómo el gobierno y la oposición llevaron adelante el proceso desde la renuncia, hasta la votación para la salida del país del presidente Tabaré Vázquez, da muestra de la fortaleza institucional, aseguró.
Por Adolfo Umpiérrez | @AdolfoUmpierrez
Raúl Sendic dejó de ser el vicepresidente de la República el miércoles luego de que la Asamblea General, en una sesión con ausencia de discursos, votara su renuncia “por motivos personales” y le diera paso a Lucía Topolansky a la Presidencia del órgano y a ocupar el primer lugar en la sucesión de Tabaré Vázquez a la Presidencia de la República. Así se dio un hecho inédito en Uruguay y la región. Es el primer integrante de una fórmula presidencial en Sudamérica que, envuelto en un caso de corrupción –o al menos de cuestionamiento ético– renuncia, en los últimos años. No lo hizo ninguno entre los acusados más señalados en la región. No lo hizo ni Cristina Fernández ni Amado Boudou por las causas abiertas por lavado de dinero o apropiación indebida, tampoco lo hizo Dilma Rousseff ni Michel Temer en medio de tantos escándalos que aquejan a Brasil y que no paran de golpear los últimos gobiernos del PT, por todos los frentes. Tampoco lo hizo Michel Bachelet en medio del caso que incluye a su hijo mayor y su nuera por la operación en la compraventa de un campo que dejó réditos exorbitantes. Mucho menos renunció algún integrante del gobierno de Nicolás Maduro señalado por corrupción de diversas maneras, por filas opositoras.
A criterio del analista internacional Ignacio Bartesaghi, director del Departamento de Negocios Internacionales e Integración de la Universidad Católica del Uruguay, que Uruguay haya podido resolver este entuerto de una manera pacífica y ordenada y que, a su vez, haya garantizado la continuidad institucional, hace que la imagen de país cuidadoso de sus instituciones siga intacta. Además, este caso no afecta tampoco la imagen que se tiene en el exterior como país con bajos niveles de corrupción y altos niveles de transparencia.
“Para medir los impactos es muy importante hacer una diferencia entre la imagen que deja Uruguay y la que deja el gobierno actual. Uruguay sigue siendo un país muy respetado en cuanto a las instituciones. Eso no va a cambiar por esta situación de Sendic. Porque la credibilidad de Uruguay como país serio en el respeto de sus instituciones o en el respeto de sus normas es algo que se ha creado a lo largo de muchos años y en muchos gobiernos”, dijo en diálogo con CRÓNICAS.
De todos modos, el analista se separa de la lectura que hizo el gobierno acerca de este caso:“no se trata de «este hecho no tiene tanta importancia porque es a partir de una tarjeta corporativa», no es como lo ven en el mundo. En el mundo lo ven que el vicepresidente renunció por corrupción. Me parece que esa es una primera señal de alerta”, resaltó.
Según el analista, Uruguay no va a dejar de ser un país serio por este caso, lo que no quita que algunos analistas internacionales no vean el caso “con preocupación”. “Algunos expertos españoles hicieron un comparativo entre Sendic, Amado Boudou, el vicepresidente ecuatoriano, y uno puede preguntarse si es lo mismo. Yo diría que no es lo mismo. Es mucho menos grave lo que ha pasado en relación a los otros presidentes”.
No somos tan santos
Es fácil encontrar, en cada ranking de Transparencia Internacional, a Uruguay, Chile y Costa Rica, entre los últimos puestos en corrupción en América Latina, pero en los últimos años tanto de Chile como desde Uruguay han salido noticias al mundo que muestra que también surgen problemas por corrupción. “Hay también en el mundo una preocupación de que en los dos países han aparecido algunos problemas vinculados con la corrupción. Le impactó muchísimo a Bachelet el caso de su hijo, y está impactando en Uruguay lo del vicepresidente. Analizar lo de Sendic solo con lo de la tarjeta corporativa es simplificar el problema que tiene que ver con la gestión de las empresas públicas y su título”.
De todos modos “en Uruguay todavía se cree en la Justicia, en las leyes, los inversores creen en las normas. No es preocupante desde ese punto de vista, pero sí es una señal de alarma a considerar con cuidado. Lo bueno es que la oposición y el gobierno fueron razonables en un pasaje rápido hacia la nueva vicepresidenta, en un acto protocolar sin discursos, creo que se estuvo a la altura de no generar con intereses políticos y hacer de esto un problema mayor”, consideró al mismo tiempo que agregó que esto habla muy bien de Uruguay y los políticos uruguayos. Además “automáticamente se aprueba por unanimidad en el Senado la salida del presidente a Naciones Unidas, no es un tema menor porque se le da confianza de continuidad institucional, y que no hay problema de que Topolansky quede en el poder, esto es una buena señal también. Entonces desde ese punto de vista creo que se gestionó bien. Algo que termina como tenía que terminar” sentenció.
No hay riesgo
Las calificadoras de riesgo no ven en la renuncia del vicepresidente un problema para las instituciones, ni para la estabilidad económica en Uruguay. «No vemos la renuncia del vicepresidente como un riesgo para la calificación. Es un caso muy distinto a los casos de corrupción sistémica en otros países de la región, y hasta podría demostrar los altos estándares de gobernanza del país en vez de señalar un deterioro», señaló el analista para Uruguay de Fitch Ratings, Todd Martínez al diario El País. “Tampoco creemos que debilitará el apetito de inversión y el crecimiento en gran medida, ya que estas variables se sustentan en un marco institucional confiable», agregó.
En esa misma línea, la analista para Uruguay de Standard &Poors, Marina Neves aseguró al matutino el martes que no se espera que la dimisión del vicepresidente “tenga un impacto en nuestras calificaciones soberanas ni en la política económica. Seguimos viendo las instituciones uruguayas como estables, según nuestro último informe».