Según dijo a CRÓNICAS la secretaria ejecutiva de la Unión de Exportadores, los análisis internacionales indican que la situación de tensión que derivó en la crisis de los contenedores se mantendrá por lo menos hasta entrado el año próximo. Sin embargo, los índices internacionales que siguen los precios de los fletes marítimos están mostrando una contracción en los últimos días. “Esperemos que sea el inicio del fin de esta situación”, valoró.
¿Cuál fue el origen de la crisis de los contenedores y cuál es su impacto en el sector logístico nacional?
A partir de la pandemia, principalmente en 2020, se contrajo fuertemente el comercio internacional y las navieras quitaron buques de circulación. En lo que sería la postpandemia -aunque todavía no haya terminado ya que tenemos zonas del mundo en las que han aumentado los contagios- lo que está sucediendo es que se potenció el comercio entre Estados Unidos y China, eso atrajo a las navieras hacia esa zona. También se está dando un desajuste entre oferta y demanda; tras la pandemia creció la demanda de bienes en todo el mundo, pero la oferta de productos no está acompañando al mismo ritmo, lo que hizo aumentar los precios, incluyendo los de los fletes.
Por otra parte, las navieras no han puesto nuevamente la totalidad de los buques en circulación, lo que llevó a un faltante de espacio en bodegas. A su vez, se dieron atascos de buques en varios puertos del mundo por demoras en la carga y descarga de contenedores, que llevó a que faltaran contenedores vacíos para cargar en otros puertos. Es una situación bastante compleja a la que prácticamente ningún país escapa. Las navieras se concentran en tres grandes grupos, que son los que dominan el mercado, y los márgenes de negociación para países con volúmenes de comercio pequeños, como es el caso de Uruguay, son muy limitados.
Por su condición de país pequeño Uruguay tiene vocación exportadora. ¿Esta situación lo perjudica especialmente?
Los exportadores e intermediarios logísticos han tenido que hacer un esfuerzo muy grande de gestión para lograr que los buques lleguen, conseguir espacio en las bodegas y que haya contenedores suficientes, en particular los vacíos para poder exportar. La situación afecta mucho porque 80% de la exportación de bienes sale del país por vía marítima y es muy difícil -y en algunos casos imposible- canalizar los productos por otras vías (aérea o terrestre) o destinar la producción al mercado interno. Es por esto que los exportadores deben procurar por todos los medios que sus exportaciones logren sortear estas dificultades y salir hacia su destino. Al ser un problema generalizado, no es algo que se resuelva fácilmente buscando un puerto alternativo; en general estamos todos en la misma. Aunque también hay que tener en cuenta que si una naviera tiene que optar por hacer algunas paradas y otras no, tenemos mucha chance de que no entre a Montevideo por tener menor volumen en comparación con otros puertos.
También el problema alcanza a las importaciones, que son muy necesarias para los exportadores porque son insumos para la producción. Esto ha afectado a los comerciantes y estamos viendo que están faltando algunos bienes importados, encareciéndose los que quedan.
Es por toda esta situación que desde la Unión de Exportadores del Uruguay venimos realizando gestiones a todos los niveles, incluyendo una reunión con el presidente de la República, Luis Lacalle Pou, hace varias semanas, buscando sensibilizar, informar y encontrar respuestas de forma conjunta para esta problemática. Hemos tenido gran receptividad y se están haciendo las gestiones posibles para que se logre una mejora.
¿Esto puede tener consecuencias a largo plazo? ¿Hay algún impacto?
Hay dos tipos de impacto. Uno es el de corto plazo, el de buscar soluciones y alternativas para que los productos lleguen en tiempo y forma a los clientes. Por ejemplo, en el caso de los productos perecederos, cada día de demora afecta el precio y calidad del producto. En algunos casos hay que mantener las cadenas de frío, los depósitos se congestionan y se generan costos extras de almacenamiento. Si no se cumple con el cliente, se pueden agregar costos por multas o renegociación de precios.
Luego está el efecto de mediano y largo plazo, que tiene que ver con la imagen que puede dejar el incumplimiento frente a los clientes del exterior. Cuando es un problema mundial se puede llegar a entender, pero si le agregamos algún condimento local, como fueron los paros en los servicios portuarios de fines de setiembre, que hicieron que varios buques que estaban llegando se tuvieran que ir, ahí ya es un tema netamente local y nos afecta como país. Conquistar mercados y lograr la confianza de los clientes es un trabajo de hormiga que lleva mucho tiempo, pero se puede afectar muy rápidamente. Tanto el exportador como el cliente necesitan certezas y previsibilidad.
¿Hay alguna oportunidad que se desprenda de este gran desafío?
Siempre una crisis es una oportunidad, siempre nos hace reflexionar de cómo estamos trabajando, a nivel empresa y a nivel país. Nos permite detenernos a analizar mejor cuál es la exposición que tenemos a ciertos riesgos, dónde están las mayores restricciones y debilidades, de forma de buscar mecanismos para sortearlas o contrarrestarlas.
¿Qué se prevé para los próximos meses?
Los análisis internacionales vienen indicando que la situación de tensión se mantendrá por lo menos hasta entrado el año próximo. Sin embargo, los índices internacionales que siguen los precios de los fletes marítimos están mostrando una contracción en los últimos días; esperemos que sea el inicio del fin de esta situación.