La economía uruguaya continuará creciendo a tasas bajas, podría estancarse o incluso podría enfrentar un escenario recesivo si se agrava la situación financiera de Argentina, según evaluaron los economistas de CPA Ferrere, Gabriel Oddone y Alfonso Capurro. Si bien destacaron que el contexto global “luce más benigno”, si Uruguay no adopta “reformas relevantes”, el crecimiento de los próximos años podría no ser suficiente “ni para lograr los niveles de crecimiento que hemos tenido ni para sostener ese estado de bienestar”.
Oddone aseguró que es importante poner sobre la mesa no solo los temas que se cree que van a ocurrir, sino aquellos que entienden que “deberían ocurrir”. Indicó que “Uruguay está creciendo a tasas más bajas que en la última década” y “tiene riesgo de seguir con un crecimiento bajo o de estancamiento”. Incluso evaluó que las turbulencias en el sector financiero argentino podrían recrudecer, lo que podría llevar a nuestro país a un escenario de recesión económica.
El economista comparó la situación argentina con la de Grecia, asegurando que puede reestructurar su deuda pública, lo que afectaría negativamente a Uruguay.
Evaluó que “el escenario internacional luce más benigno para los países emergentes y eso nos va a dar menos tensión para adaptarnos a los desafíos macroeconómicos que tenemos por delante”. Sin embargo, aclaró que no hay “ningún elemento de la economía internacional que nos vaya a ayudar en los próximos tres o cuatro años” a crecer al ritmo de la década pasada. En ese sentido, opinó que el próximo gobierno deberá implementar una serie de reformas que le permitan dinamizar la actividad y le permitan preservar los derechos logrados en los últimos quince años. “En ausencia de reformas relevantes en la economía, la tasa de crecimiento que se lograría en los próximos cinco a diez años no es suficiente, ni para lograr los niveles de crecimiento que hemos tenido, ni para sostener ese estado de bienestar”, sostuvo.
Para Oddone, “es clave que el próximo gobierno se plantee dos grandes capítulos de cosas para hacer”: recuperar la consistencia macroeconómica para recomponer los niveles de rentabilidad y así aumentar los niveles de inversión; y afrontar una serie de reformas que permitan recomponer la situación fiscal haciéndola “más creíble” y “mejorando la asignación de recursos”.
“No visualizamos ningún elemento de la economía internacional que nos vaya a ayudar en los tres o cuatro años a crecer, si no hacemos cosas nosotros”, reafirmó.
Por su parte, Capurro señaló que el déficit fiscal sigue representando el “mayor problema” del país, e hizo hincapié en la necesidad de reformar la seguridad social, con medidas que afecten las paramétricas y otras que apunten a cuestiones estructurales que le den sostenibilidad.
En el primer caso, podría haber cambios en las tasas de aportes, de reemplazo, la edad de retiro, los años de aportes y los ajustes por Índice Medio de Salarios, aunque esto requiere de una reforma constitucional.
Los cambios estructurales implicarían crear una figura que supervise al BPS, introducir tablas de mortalidad más dinámicas, y la posibilidad de sustituir el régimen de prestación definida, por uno de cuentas nacionales (donde la prestación es variable y está dada por la historia laboral, la masa salarial y la probabilidad de sobrevida al momento del retiro) similar al régimen de AFAP.