De acuerdo con Renato Opertti y Juan Pedro Mir, de Eduy21, el aislamiento y suspensión de clases a causa de la pandemia sirvió para desarrollar y potenciar nuevas formas de aprendizaje en Uruguay. Los especialistas reconocieron que era algo en lo que el país “ya estaba bastante avanzado” -en gran parte por el Plan Ceibal-, y que este empujón puede transformar a Uruguay en un país de vanguardia en la región.
Una de las primeras medidas adoptadas por el gobierno de Luis Lacalle Pou tras la llegada del Covid-19 al país fue la de suspender las clases de manera presencial en todo el país.
Dos semanas más tarde, los institutos educativos uruguayos tomaron medidas considerables para que este tiempo de aislamiento no incidiera en la educación de niños, niñas y adolescentes. A través de plataformas online, se hizo lo posible para minimizar el impacto negativo y continuar formando a los alumnos.
En diálogo con CRÓNICAS, Juan Pedro Mir, integrante del Comité Académico de Eduy21; y Renato Opertti, director ejecutivo de la plataforma educativa, se refirieron a los impactos del reciente virus en la educación uruguaya. Además, ofrecieron reflexiones más allá de la coyuntura actual, en la búsqueda de mejorar este sistema.
El proceso Ceibal
Opertti se refirió a la situación actual como una “oportunidad” para que Uruguay avance “en un modo hibrido de enseñanza”, que combine presencialidad y distancia.
En este sentido, remarcó que Uruguay es el país mejor posicionado dentro de América Latina para empujar este marco de aprendizaje. “Esta situación ha acelerado un proceso que lo puede transformar a Uruguay en un país de vanguardia en la región”, sostuvo el experto.
A la luz de esta crisis, asimismo, se posicionan de una manera más fuerte una serie de desafíos en cuanto a la educación en general. En primer lugar, poder extender y democratizar el acceso a las plataformas educativas, indicó el director ejecutivo de Eduy21; en segundo, aggiornar los contenidos educativos para esas plataformas; y en tercer lugar, formar a los docentes y producir materiales para dichos entornos.
“Es un desafío de la transformación educativa que Uruguay tiene que entender, que se acelera por la situación de coyuntura”, resumió Opertti.
En tanto, Mir concordó con su par, y sostuvo que la suspensión de las clases presenciales está desafiando a las instituciones educativas a crear formas de enseñanza utilizando las nuevas tecnologías, con una nueva didáctica. En opinión del experto, “impulsó a algo que ya en Uruguay estaba bastante avanzado gracias al Plan Ceibal, que es la potenciación de nuevas formas de aprendizaje”.
En este nuevo panorama, no solamente se aplica lo repetitivo, continuó Mir, sino que se trabajan habilidades, competencias, el uso de la tecnología, y la autonomía, “Así que es un desafío muy grande cuyo final no lo sabemos”, afirmó.
El nene con la nena
Esta situación va a impactar no solo en los aprendizajes curriculares. También dejará su huella “en algunos elementos tan importantes como es el tiempo donde el niño está fuera de la mirada de los padres y crea relaciones con otros adultos y con otros niños”, argumentó Mir.
De esta manera, el aislamiento no es solamente una cuestión de aprendizaje cognitivo. Se trata también de que la escuela es el espacio donde el niño se encuentra con otras reglas que es fundamental que las aprenda “porque es la sociedad en miniatura”, profundizó.
Su colega opinó de manera similar: “El niño solo en la casa no socializa, no tiene capacidad de relacionamiento, de cercanía con el par. Esa interacción, esa empatía, esa comunicación, son aspectos fundamentales en la educación”, indicó Opertti. De acuerdo con el director ejecutivo de la plataforma educativa, esos aspectos son indispensables en el desarrollo equilibrado de los niños, niñas, y adolescentes, así como también para su desarrollo psicológico, social, y emocional.
En ese sentido, advirtió que el aislamiento puede ser una fuente de estrés. No obstante, en virtud de las tecnologías y la enorme expansión que tiene la tecnología en Uruguay, comentó Opertti, hoy el niño o niña puede acceder a interactuar con otros a través de las redes sociales, de programas educativos, o de actividades de entretenimiento.
¿Sabático?
Al ser consultados sobre si se podría alargar el ciclo lectivo -o incluso, si hay posibilidad de que se atrase todo un año-, las respuestas de ambos discurrieron por caminos diferentes.
Por un lado, Opertti consideró que cabe la posibilidad de que la situación se estire y vaya más allá del 13 de abril, fecha (inicial) propuesta por el gobierno para finalizar la suspensión de clases. En caso de que esto suceda, “lo que habría que hacer es acelerar aún más el trabajo, seguimiento e impacto de la enseñanza en Uruguay”, aseveró.
Bajo esta hipótesis, el país “estaría en condiciones de poder enfrentar” la extensión del aislamiento, analizó.
En tanto, Mir discursó sobre cómo -en su opinión- Uruguay tiene que cambiar su calendario escolar. A su entender, no debería de haber intervalos tan grandes. “El período de corte que hay en Uruguay desde principios de diciembre hasta marzo es catastrófico para los sectores que están más alejados de la cultura escolar”, advirtió. Ese período de abandono del contacto con la institución escolar implica procesos de abandono de los conocimientos, indicó el experto.
En contraposición, el país tiene que adaptarse hacia un período estival más corto con otros espacios de corte en el año. “No es tanto la cantidad de días de clase, que sería importante aumentarlas, sino distribuirlo de otra manera”.
De igual manera, ambos negaron la posibilidad de que el sistema educativo se atrase todo un año.