En el último año, varios colegios anunciaron que cerraban sus puertas para 2025. La tendencia a la baja en la tasa de natalidad está teniendo su impacto en el sistema educativo, y en el ámbito privado esto significa un esfuerzo por captar alumnos para sobrevivir. CRÓNICAS dialogó con Aníbal González Izaguirre, creador de la web VacantED y asesor de 75 colegios, quien profundizó sobre los factores y características que llevan a estas instituciones a la quiebra; y con el demógrafo Ignacio Pardo, que dio una explicación sociológica de este fenómeno y presentó los desafíos y oportunidades que este trae.
En el último año, más de seis colegios cerraron sus puertas, muchos de ellos debido a un franco descenso en la matrícula. La situación no es de extrañarse una vez que se observa la tasa de fecundidad por año en las últimas décadas, que también decrece paulatinamente. Según comentó a CRÓNICAS el demógrafo Ignacio Pardo, el descenso de la fecundidad “lleva a que haya cohortes de niño en edad escolar y de educación media cada vez más chicos”. Este fenómeno, que se agudizó en 2016, “ya se está sintiendo” en los primeros años de la educación, tanto en inicial como en primaria, y “va a seguir extendiéndose”, porque “la cohorte de nacimientos es cada vez más reducida”.
Al percatarse de esta situación, Aníbal González Izaguirre, quien trabajó como gerente general en el ámbito educativo, decidió crear el sitio VacantED, cuyo propósito es ayudar a los centros educativos a reaccionar ante las bajas en el alumnado. En diálogo con CRÓNICAS, comentó que a través de la plataforma las familias pueden acceder a información objetiva sobre las distintas instituciones, tanto públicas como privadas, para tomar una decisión informada tomando en cuenta sus criterios económicos, culturales, logísticos y demás.
Caldo de cultivo y perspectiva oscura
Según los cálculos del creador de la plataforma, si nada cambia, de aquí al 2030 estarán cerrando aproximadamente 80 colegios en Montevideo y Ciudad de la Costa. Para el entrevistado, es muy importante subrayar que este es un problema nuevo, que nunca antes se había visto: no es una crisis económica, no es algo coyuntural, sino que “lo que se espera con bastante seguridad es que continúe disminuyendo el alumnado durante varias décadas”.
Más allá del aspecto demográfico, que es el causante central de este fenómeno, González advirtió que el exceso de oferta también juega un rol: durante los últimos 20 años se fundaron muchos colegios. Además, si bien el inicio del descenso más pronunciado en la natalidad se dio a mitades de la década del 2010, el proceso ya había comenzado “por cuentagotas”, con lo cual el mercado venía reduciéndose desde hacía años. A esta situación de fondo se le sumó la pandemia, que generó un estrés financiero en muchas instituciones.
Según el asesor, las instituciones que están cerrando tienen algunas características en común. En primer lugar, muchos colegios católicos de gama media y baja “tuvieron una gestión más descuidada o atrasada” en la última década, lo que los hizo más vulnerables ante esta crisis. Además, muchos de ellos no ofrecían la posibilidad de doble horario, que hoy “es uno de los criterios más importantes”, incluso “más que el económico”, sostuvo. También, los colegios más pequeños, barriales, tuvieron dificultad de mantenerse abiertos, sobre todo aquellos que tenían un alto porcentaje del alumnado becado, lo que hizo que la pérdida de un estudiante fuera en proporción mucho más significativa.
Estrategias
Un estudio de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) proyectó que la población en edad escolar disminuirá un 25% de aquí al final de la década. Desde su rol como asesor, González advierte a las instituciones que este es un hecho que tienen que aceptar, y que en consecuencia tienen que encontrar herramientas para adaptarse al nuevo mercado. Sin embargo, la estrategia de la mayoría de los centros ha sido la de incrementar el marketing, con resultados y éxito variables: “son muy pocos los colegios que pueden sacar fruto a estas estrategias de branding”, comentó.
En tanto, el entrevistado percibió que la mayoría de las familias de los colegios que cerraron preferían que la educación de sus hijos continuara en un privado, aunque, para aquellos que tenían becas importantes, pasar a pagar una cuota completa más cara es algo que no pudieron costear, así que algunos terminaron virando a la pública. De hecho, la plataforma VacantED ofrece para estas familias la opción de buscar colegios que se ajusten a su capacidad de pago: “si un colegio está en riesgo de cierre, tal vez pueda ofrecer a estas familias un descuento que sea la diferencia entre ir o no ir”, explicó. En ese sentido, una flexibilización o adaptación a las necesidades de algunas familias podría significar un salvavidas para estas instituciones.
¿Más nacimientos o mejores desarrollos?
La baja de la fecundidad no es un fenómeno exclusivo del Uruguay, sino que se extiende entre la mayoría de los países desarrollados y en vías de desarrollo y, de hecho, esta preocupación ha llevado a muchos gobiernos a generar políticas que fomenten la natalidad. Sin embargo, la conclusión a la que se ha llegado luego de décadas de análisis a estas políticas es que “no suelen tener éxito”, y la evidencia sugiere que estas medidas “no logran impulsar la natalidad”, señaló el demógrafo.
Aun así, advirtió que “esto no quiere decir que no haya que implementar políticas”, sino que “lo que tiene más sentido es pensar en aquellas que no se dirijan exclusivamente a aumentar la cantidad de nacimientos, sino las que fomenten un desarrollo de los niños y un mayor bienestar de los padres y las madres de manera integral”. Esta discusión implica políticas de cuidado, licencias parentales, o transferencias económicas, entre otras.
Además, la reducción de los cohortes “genera la posibilidad de que, con la misma inversión, se pueda lograr una mayor inversión per cápita”, ya que al disminuir la cantidad de niños, se podrían repartir los recursos disponibles entre menos estudiantes, señaló Pardo, y que, “lejos de ser una tragedia como a veces se pinta”, es también una oportunidad de tener generaciones de niños mejor formadas. “Considero que es más prudente pensar en el bienestar de los niños que ya nacieron que en el fomento de nuevos nacimientos exclusivamente”, concluyó.