La Cámara de Industrias (CIU) presentó a las autoridades nacionales un informe realizado por el economista Andrés Rebolledo, que versa sobre un eventual Tratado de Libre Comercio (TLC) con China y su incidencia en los diversos sectores de la actividad privada. El documento se basa en encuestas, focus groups y estadísticas comparativas con la experiencia de otras regiones, y espera servir como insumo para el estudio conjunto de factibilidad. Alfredo Antía, quien preside la CIU, en diálogo con CRÓNICAS, adelantó que las primeras impresiones de la reunión con el gobierno fueron “muy positivas”, y aseguró que se mostraron “altamente receptivos e interesados con los planteos”. Por otra parte, aseveró que es fundamental para el país avanzar hacia una mayor competitividad.
Luego de meses de labor, la CIU presentó un compilado de información en el que se aborda el alcance que un posible TLC con la República China traería aparejado.
Este es el resultado de un trabajo conjunto entre las gremiales que conforman la CIU, y está compuesto por un repaso de los antecedentes de la negociación de otros países de la región con China y su impacto en dichas economías, así como también por las inquietudes que cada sector experimenta frente una posible concreción del tratado, y la identificación de las oportunidades y amenazas que esto conllevaría.
Este material fue expuesto frente a autoridades gubernamentales, entre las que se encontró el ministro de Industria, Energía y Minería, Omar Paganini; Álvaro Delgado, secretario de Presidencia; y Marcela Bensión, directora de Política Económica del Ministerio de Economía y Finanzas.
En esta instancia, Antía, presidente de la CIU, aseguró a CRÓNICAS que las primeras impresiones de este concilio fueron positivas, ya que sintieron que las autoridades mostraron una actitud “altamente receptiva” frente a los planteos.
“Tenemos la expectativa de que en el futuro podamos seguir en este ámbito de cercanía, mostrándole desde el sector privado al gobierno dónde están esas oportunidades que le permiten al país crecer”, sostuvo.
Al mismo tiempo, estuvo presente el economista chileno Andrés Rebolledo, quien es considerado un referente a nivel regional por su experiencia en el tratado de la misma índole que su país de origen concretó con la nación asiática.
En conferencia de prensa, Rebolledo explicó que el fin de este documento es mostrar, desde la visión del rubro industrial, las bases para un acuerdo comprensivo y balanceado, buscando que este permita “conjugar los intereses de sectores que tienen expectativas muy importantes respecto a crecer en el mercado Chino, junto con otros sectores que tienen algún grado de sensibilidad y por lo tanto tienen disposición a participar de un acuerdo comercial de este tipo, pero con los resguardos que permitan adecuarse a estas nuevas condiciones de competencia”.
Es por esto que, atendiendo a las consideraciones del amplio espectro industrial, la CIU propuso algunos aportes respecto a los contenidos del TLC.
Una apertura gradual del mercado uruguayo, a través de una desgravación arancelaria progresiva, el mantenimiento de la flexibilidad para la aplicación de cláusulas de salvaguardia y la no inclusión de compromisos en materia de compras públicas, manteniendo regímenes que prioricen la industria nacional, son algunas de las condiciones que las gremiales industriales consideran imprescindibles.
En otro orden, en referencia a la realidad del país de cara a este nuevo escenario internacional, el presidente de la CIU aseveró que son necesarios ciertos cambios para poder enfrentarse a un contexto más competitivo.
En esta línea, consideró que es fundamental que existan las condiciones necesarias para que las empresas tengan una rentabilidad para invertir en el país y desarrollarse, apuntando fuertemente a la generación de empleo.
En este ámbito, Antía posicionó a la educación como uno de los factores principales a ser modificado. “Desde el sistema educativo se tienen que producir orientales para las tareas del mañana” enfatizó.
Por otra parte, agregó que en materia de legislación laboral hay normativas “muy antiguas” que es pertinente revisar.
Pros y contras
El estudio realizado por la cámara presenta un repaso de las oportunidades y sensibilidades que implicaría, a nivel industrial, un tratado con la República China.
Como fortalezas, se proyecta un posicionamiento de Uruguay en el radar internacional, un incremento de las inversiones en territorio nacional por parte del país asiático y la posibilidad de introducir en el mercado chino productos con alto valor agregado.
A esto se le suma una diversificación de la oferta exportable, una facilitación de los negocios por la eliminación del arancel a materias primas y la igualdad en la competencia con países como Nueva Zelanda y Australia, en ciertos bienes de importación.
Por otro lado, en lo que respecta a los contras que la CIU identificó mediante su análisis, se sitúa el desarrollo de una alta dependencia con China, dificultades a la interna del país en materia de competitividad, y el ingreso masivo de productos importados de bajo precio, lo que pondría en riesgo a la producción nacional.
A esto podrían añadírsele ciertas asperezas en lo relativo a las relaciones internacionales, como por ejemplo la situación de incertidumbre que se genera en torno al Mercosur y potenciales asimetrías con China por la disparidad existente entre los estándares ambientales y laborales de ese país y Uruguay.
Semáforo industrial
En el informe también se establecieron categorías para definir los posibles impactos del TLC sobre las industrias uruguayas.
Es así que se desagregaron los sectores por colores, constituyendo el verde el color identificativo para aquellos que prevén un beneficio de darse esta negociación. El amarillo, por su parte, abarcaría a aquellas industrias que experimentan incertidumbre frente a los alcances del tratado.
Por último, se identificó con el color rojo a los rubros en los que un TLC podría tener un impacto negativo.
Entre el primer grupo se sitúa el rubro arrocero, la industria frigorífica, los lácteos y el sector vitivinícola.
En el área neutral se ubican los alimentos, los insumos farmacéuticos y químicos, la industria naval y la maquinaria agrícola.
En última instancia, se identificaron como sensibles los sectores correspondientes a la metalúrgica, automotriz, calzado, textil y vestimenta. Además, la industria cosmética, la siderurgia y el rubro plástico y vidrio.
En la línea de paliar los posibles efectos adversos en estos, la CIU presentó recomendaciones y aseguró que este tipo de negociaciones cuentan con instrumentos para mitigar estas sensibilidades.
A su vez, al consultar de primera mano la opinión de las empresas integrantes de la CIU, el estudio relevó el dato de que un 42% del total cree que este tratado sería beneficioso para su negocio, mientras que un 27% opina lo contrario. El restante 31% se posiciona en la neutralidad.